(1584)

La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas distilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
amantes, no toquéis si queréis vida,
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas, que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno;
manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen del que incitan hora,
y sólo del Amor queda el veneno.

Notas:

El garzón (muchacho) de Ida es Ganimedes, copero de Júpiter, que le sirve el néctar. Tántalo fue condenado a pasar hambre y sed eternamente teniendo ante sí fruta y agua que se retiraban en cuanto trataba de alcanzarlas. El hipérbaton del último verso ha de entenderse así: Del Amor sólo queda el veneno (y no "sólo queda el veneno del Amor").