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CANUTO EL GRANDE
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En 1015, el danés Canuto volvió a presentarse en Inglaterra con un ejército, dispuesto a adueñarse del país como había hecho su padre poco antes.

El duque de Polonia Boleslao I volvió a rebelarse contra el emperador Enrique II y se inició una nueva guerra.

El conde de Barcelona Ramón Borrell lanzó una nueva ofensiva contra los debilitados musulmanes y llegó hasta el Ebro, tras lo cual inició un proceso de repoblación.

El rey de Francia, Roberto II, seguía luchando por su derecho sobre el ducado de Borgoña cuando su posición se vio reforzada por la muerte, también sin descendencia, del conde de Dreux. Esta vez no tuvo dificultad en apropiarse del condado, y en 1016 ocurrió lo mismo con el condado de Melun. Finalmente pudo hacerse con el ducado de Borgoña, aunque transfirió el título ducal a su hijo Enrique, que tenía entonces ocho años de edad.

El emperador germánico Enrique II logró que el rey de Borgoña Rodolfo III, que no tenía descendencia, lo reconociera como su sucesor en Estrasburgo.

El emperador bizantino Basilio II tomó a los búlgaros la ciudad de Ohrid. Fue la última resistencia destacable que éstos ofrecieron. A partir de entonces huían apenas tenían noticia de que se acercaba Basilio Bulgaroktonos.

El rey Harald II de Dinamarca dominaba una parte de Noruega, pero otra había quedado en la anarquía desde la muerte del rey Olav I. Ahora se organizó bajo un nuevo rey, Olav II Haraldson, que se había convertido al cristianismo e impuso su religión sobre los noruegos.

En Córdoba se produjo una insurrección contra el califa Sulaymán, encabezada por Alí ibn Hammud con el apoyo de los bereberes. Acusó a Sualymán de haber asesinado a Hisam II, lo hizo ejecutar y se proclamó califa. Fue el primer califa de Córdoba que no pertenecía a la dinastía Omeya.

El rey de Denia Muyahid al-Muwaffaq atacó sin éxito la isla de Cerdeña. Su hijo fue hecho prisionero y rescatado más adelante.

El rey de Navarra Sancho III el Mayor se había casado con Munia, hija del conde de Castilla Sancho I García. Las relaciones entre Navarra y Castilla se volvieron cordiales, hasta el punto que el rey navarro pudo fijar a su gusto la frontera entre ambos territorios.

El rey Ethelred II murió y fue sucedido por Edmundo II el Valiente, un hijo de su primera esposa, cuyo sobrenombre le vino precisamente por la valentía con la que se enfrentó a Canuto. En vida de su padre ya había combatido a los daneses en el norte de Inglaterra, pero tuvo problemas con sus oficiales, que llegaron a negarse a combatir si no les dirigía el rey personalmente. Muerto Ethelred, Edmundo II tenía más posibilidades. Obtuvo algunas victorias y acudió dos veces en defensa de Londres, que resistía los asedios. Finalmente, desafió a Canuto a un combate singular (o sea, entre ellos dos), con el argumento de que era mejor que muriera un hombre en lugar de miles. Canuto era inteligente, aunque no hacía falta mucha inteligencia para darse cuenta de que Edmundo era un hombre grande y fornido, mientras que él, Canuto, era más bien pequeño. Pero, compartiendo la idea de no derramar sangre inútilmente, propuso dividir el territorio como en tiempos de Alfredo el Grande. Se firmó el acuerdo, pero apenas dos meses después Edmundo murió, y no había ningún sucesor aceptable en la familia real. Ethelred II había tenido dos hijos con su segunda esposa, Emma, pero el mayor de ellos tenía entonces catorce años y no estaba en condiciones de dirigir un ejército. Fueron sacados del país y acabaron en Hungría. La misma suerte corrieron los dos hijos de Edmundo II. A principios de 1017 los sajones no vieron mejor opción que reconocer a Canuto como rey de Inglaterra. Para su sorpresa, Canuto resultó ser un buen rey. Supo cómo tratar a los sajones: ese mismo año se casó con Emma, la viuda de Ethelred II, lo que dio cierta legitimidad a su corona. También convocó la asamblea del Witenagemot, que lo eligió como rey oficialmente. Además no intentó que Inglaterra fuera regida por leyes danesas, sino que mantuvo las leyes inglesas y respetó sus tradiciones. Reforzó el orgullo sajón al dirigir un ejército a Escocia y obtener sin combate alguno el territorio de Lothian, que el rey Edgar había cedido años atrás. De todos modos, Canuto se protegía por una guardia de corps danesa.

Siguiendo la costumbre instaurada su padre, Hugo Capeto, el rey Roberto II de Francia concedió el título de rey a su primogénito Hugo cuando éste cumplió los diez años de edad.

Ese mismo año murió el conde de Castilla Sancho I García y fue sucedido por su hijo de siete años García II Sánchez. Se nombró un consejo de regencia en el que pronto se impuso el rey Sancho III de Navarra, cuñado del joven conde. De hecho, los documentos de la época consideran a Castilla como parte del reino de Navarra.

Ahora se invertían los papeles: el conde Sancho I García había aprovechado la minoría de edad del rey  Alfonso V de León para arrebatarle algunos territorios, y ahora Alfonso V aprovechó igualmente la minoría de edad de García II Sánchez para recuperarlos.

Mientras tanto, el gobernador tuyibí de Zaragoza, siguiendo el ejemplo de Valencia, se proclamó rey con el nombre de al-Mundir I. También se había proclamado rey en Tortosa un musulmán de origen eslavo llamado Labib, que se había puesto bajo la protección del conde Ramón Borrell de Barcelona, el cual derrocó ahora a los reyes de Valencia.

El califa fatimí al-Hakim proclamó su naturaleza divina como reencarnación del imán Ismaíl.

En 1018 murió el rey Harald II de Dinamarca, y su hermano Canuto, el rey de Inglaterra, pasó a ser también rey de Dinamarca. No obstante, siguió residiendo en Winchester, en Inglaterra. El rey Malcom II de Escocia logró que Canuto le devolviera la región de Lothians.

En Austria murió el marqués (o margrave, en alemán) Enrique I el Fuerte, y fue sucedido por Adalberto el Victorioso.

El conde Dirk III de Holanda derrotó al duque Godofredo II de la Baja Lorena, con lo que aseguró la pujanza de su condado.

El emperador Basilio II terminó la conquista de Bulgaria y convirtió el territorio en una provincia. Ya no hubo más zares búlgaros. Basilio II recorrió Grecia triunfante, se detuvo en Atenas y luego marchó a Constantinopla, donde fue aclamado por el pueblo. En contraste con la crueldad con la que resolvió la guerra, su gobierno sobre Bulgaria fue benévolo. Evitó que la nobleza suscitara rebeliones invitando a Constantinopla a los búlgaros más ilustres, donde fueron tratados como iguales a los bizantinos y acordemente a su rango. No intentó imponer el cristianismo bizantino, sino que permitió que la Iglesia búlgara mantuviera sus costumbres propias. Pronto Bulgaria se convirtió en una fuente de soldados para el Imperio, lo que permitió que Constantinopla dependiera menos de Asia Menor, refugio del feudalismo y de todos los problemas que éste acarreaba. Los generales de Basilio II obtenían victorias en todas partes: tanto en la parte oriental de Asia Menor, frente a los musulmanes, como en el sur de Italia.

El rey Rodolfo III de Borgoña tuvo que renovar en Maguncia su compromiso de legar su reino al emperador Enrique II, pese a la oposición de sus súbditos. Mientras tanto, Enrique II tuvo que firmar la paz de Bautzen con el duque Boleslao I de Polonia, en la que reconocía la anexión a Polonia de un vasto territorio que incluía la región de Brandeburgo, Moravia y Bohemia.

Ese mismo año murió el conde de Barcelona Ramón Borrell y fue sucedido por su hijo de doce años Berenguer Ramón I. La madre del nuevo conde, Ermessenda, quedó como regente.

El año anterior había muerto sin descendencia el conde Guillermo Isarn de Sobrarbe y Ribagorza, y finalmente el título condal pasó al rey Sancho III el Mayor de Navarra.

En Córdoba murió asesinado el califa Alí ibn Hammud. Fue sucedido por su hermano al-Qasim, quien, para frenar la indisciplina de sus propios soldados bereberes, trajo de África milicias de negros. Algunos señores de Almería y Zaragoza marcharon a Valencia, donde residía un bisnieto del califa Abd al-Rahmán III y lo nombraron califa, con el nombre de Abd al-Rahmán IV, y marcharon hacia el sur con el propósito de derrocar a al-Qasim, pero antes de llegar lo asesinaron al ver que no era fácil de manejar.

El rey de Denia Muyahid al-Muwaffaq atacaba ahora el condado de Barcelona, pero, al igual que su expedición contra Cerdeña, resultó un fracaso.

Mahmud de Gazni emprendió una expedición más a la India. Los Prathiara gobernaban ahora una pequeña parte de lo que había sido su territorio. Cuando Mahmud se acercó a una de sus ciudades el rey Rajapala decidió abandonarla y huir, lo que provocó que un rey vecino llamado Gauda enviara indignado a su hijo Vidydhar a invadir el reino de Rajapala, pero en lugar de apoderarse de él se limitó a derrocar al rey e instaurar en su lugar a su heredero Trilochanpala, con lo que la agonizante dinastía de los Prathiara se mantuvo por un tiempo.

En 1019 el príncipe Yaroslav el Sabio se trasladó finalmente a Kíev.

Corea infligió una derrota definitiva a los kithán, que dejaron de presionar sobre el reino.

El rey Canuto de Inglaterra consideró que se había ganado el respeto de sus súbditos sajones e hizo volver a Dinamarca a su guardia de corps. En 1020 convirtió a un sajón llamado Godwin en su principal consejero, al que nombró earl de Wessex y Kent.

El conde Berenguer Ramón de Barcelona se casó con Sancha, hermana del conde García II Sánchez de Castilla, a raíz de lo cual surgieron discrepancias entre el conde y su madre Emerssenda, a quien le fue cuestionada la regencia.

Tras la muerte sin descendencia del conde de Besalú, Bernardo I Tallaferro, el condado pasó a Guillermo I el Craso, hijo del arzobispo de Narbona, Wifredo, que a su vez era hijo del conde Wifredo II de Carcasona, hermano de Bernardo.

En 1021 murió el califa fatimí al-Hakim y fue sucedido por al-Zahir.

El califa de Al-Ándalus al-Qasim fue destronado por su sobrino Yahyá ibn Alí ibn Hammud, quien adoptó el legitimante título de al-Mutali bi-Llah (el elevado por Dios).

El rey Labib de Valencia fue derrocado por un hijo de Abd al-Rahmán Sanchuelo llamado Abd al-Aziz, quien reconoció la supremacía nominal de Córdoba y mantuvo buenas relaciones con los Estados cristianos del norte. Al mismo tiempo amurallaba Valencia.

El emperador bizantino Basilio II llegó hasta el Cáucaso y sometió a los pequeños reinos en que estaba dividido.

En 1022 murió el rey de Suecia Olof Skötkonung y fue sucedido por su hijo Anund, quien contribuyó a la evangelización del país.

El rey Suryavarman I de Angkor extendió sus fronteras hacia el este, conquistando gran parte de la actual Tailandia.

En Mérida murió el gobernador Sabur, un antiguo esclavo del califa omeya al-Hakam II que desde los últimos años gobernaba un amplio territorio independizado de Córdoba. Un bereber llamado Ibn al-Aftas se proclamó rey y tomó el título honorífico de al-Mansur. La capital del reino pasó a ser Badajoz.

El rey de Navarra Sancho III el Mayor estaba introduciendo cambios en su reino. Había introducido la regla benedictina en los monasterios, que hasta entonces se habían regido por normas visigóticas. Ahora envió a Roma a su hijo García para iniciar relaciones con la Santa Sede, y poco después se proclamó Rey por la Gracia de Dios, es decir, introdujo en su reino la teoría de que era Dios quien elegía a los reyes a través del nacimiento, teoría que había sido crucial en la Francia merovingia y carolingia (y que los capetos trataban de aplicar también), mientras que era desconocida entre los visigodos y en los reinos cristianos medievales de la península ibérica. Contrasta con esto una historia que se cuenta de Canuto de Inglaterra: cansado de los rebuscados halagos de sus cortesanos hizo instalar su trono a la orilla del mar y se sentó en él mientras subía la marea. En términos grandilocuentes, ordenó al mar que retrocediese y no osase mojar su ropa. El mar no le hizo caso y, al cabo de un rato, ya mojaba el manto real. Entonces Canuto preguntó a sus cortesanos que dónde estaban los poderes divinos que le atribuían.

El rey Alfonso V de León se había aprovechado de la minoría de edad del conde García II Sánchez de Castilla para recuperar algunas tierras, y ello había causado tensiones entre ambos Estados. Éstas amainaron cuando Alfonso V se casó con Urraca, la hermana del rey de Navarra Sancho III el Mayor. A partir de este momento el rey leonés se centró en la lucha contra los musulmanes, para resarcirse de las derrotas sufridas en tiempos de Almanzor. Era, en efecto, una buena ocasión, pues Al-Ándalus estaba desintegrándose a pasos agigantados. En 1023 el califa derrocado al-Qasim logró tomar Córdoba y Yahyá tuvo que huir. Sin embargo, el pueblo de Córdoba se rebeló y nombró califa a un omeya llamado Abd al-Rahmán V.

En Zaragoza moría el rey al-Mundir. Había acogido en su corte al poeta Ibn Darray al-Qastalli, cuyas composiciones ilustran la política de su señor, esforzado en lograr una alianza con los condados de Castilla y Barcelona para frenar el expansionismo del rey de Navarra Sancho III el Mayor. Su hijo y sucesor Yahyá siguió la misma política.

El rey de Denia Muyahid al-Muwaffaq atacó esta vez el reino de Tortosa, pero tampoco tuvo éxito.

Finalmente, el conde de Barcelona Berenguer Ramón llegó a un acuerdo con su madre Emerssenda por el cual gobernarían el condado en igualdad de condiciones ellos dos y Sancha, la esposa del conde. Al menos, esto era así en teoría, pues en la práctica el conde fue conocido como Berenguer Ramón el Curvo, en alusión a la facilidad con que se dejaba doblegar por su madre y por su esposa.

Ese año murió el duque Godofredo II de la Baja Lorena, y el ducado pasó a Gozlón, pariente del conde Enrique I de Ardennes.

Nuevamente, la India sufrió los ataques de Mahmud de Gazni.

En 1024 el califa de Córdoba Abd al-Rahmán V fue derrotado y hecho ejecutar por Muhammad III al-Mustakfi, que se convirtió en el nuevo califa (también de la dinastía Omeya).

En Roma murió el papa Benedicto VIII, que poco antes había expulsado de Cerdeña a los sarracenos. Le sucedió Juan XIX, que ni siquiera era sacerdote, pero era hermano de Alberico, el conde de Túsculo. Para ocupar la silla pontificia abandonó su cargo de "cónsul, duque y senador de todos los romanos".

El duque Boleslao I de Polonia logró que el emperador Enrique II le reconociera el título de Rey, lo que hacía teóricamente a Polonia independiente del Imperio Germánico (en la práctica lo era desde hacía varios años). El emperador murió poco después. Se había ocupado personalmente de numerosos problemas religiosos: había participado en discusiones teológicas, había elegido papas, había favorecido el monaquismo y trató de llevar adelante una reforma moral del clero. Por ello se le recuerda como san Enrique II o Enrique II el Santo.

El emperador murió sin dejar descendencia directa. La nobleza alemana ofreció la corona al duque Guillermo V de Aquitania, pero éste rehusó. El segundo intento convirtió en rey de Alemania a Conrado II, bisnieto del duque de Franconia Conrado el Rojo y de Liutgarda, hija del emperador Otón I.

En 1025 murió el rey Hugo de Francia, es decir, el hijo del rey Roberto II que, siguiendo la costumbre de los capetos, ya había sido coronado como sucesor.

También murió el rey Boleslao I de Polonia, que fue sucedido por su hijo Miezsko II.

El emperador Basilio II estaba planeando una expedición para reconquistar Sicilia a los musulmanes, pero ya había cumplido los setenta años y murió antes de poder llevarla a cabo. No dejó herederos, así que quedó como único emperador su hermano Constantino VIII, con quien había compartido nominalmente el gobierno hasta entonces. El Imperio tenía una extensión como no había tenido en los últimos tres siglos, y además las arcas del Estado estaban repletas. La economía y el comercio florecían, el arte bizantino era imitado desde Rusia hasta Italia, la Universidad de Constantinopla era pujante de nuevo. De esta época se conserva una historia en diez tomos escrita por León el Diácono, que abarca el periodo desde 959 a 975. También se conserva una obra de ficción de autor anónimo titulada Digenís Akritas (algo así como "Doble ascendencia, el luchador de la frontera"), cuyo protagonista es el hijo de un noble árabe convertido al cristianismo y una mujer griega. Se trata de un relato de aventuras muy similar a las historias de caballeros que años más tarde surgirían en Occidente.

El califa de Córdoba Muhammad III fue asesinado por uno de sus cortesanos después de que el bereber Yahyá lo derrocara y volviera a asumir el título califal, pero en 1026 llegaron tropas que lo obligaron a huir y los cordobeses eligieron califa a otro Omeya: Hisam III. Éste nombró ministro a Hakam ibn Saíd, un tejedor que logró restaurar parcialmente la economía cordobesa. Sin embargo, Habbus ibn Maksán se erigió en rey de Granada. Pertenecía a la familia Banú Zirí, que había luchado en el ejército de Almanzor y a la que el califa Sulaymán había concedido en feudo el territorio de Granada. En Zaragoza murió el rey Yahyá, y fue sucedido por su hijo al-Mundir II.

En Barcelona murió Sancha, la esposa del conde Berenguer Ramón el Curvo, con lo que su madre Ermessenda pasó a tener el control pleno de los condados de Berenguer (Barcelona, Gerona y Ausona). En esta época se conquistaron y repoblaron numerosos territorios.

También murió el duque Enrique V de Baviera. El ducado pasó al rey Conrado II de Alemania, mientras que en el condado de Ardennes fue sucedido por su hijo Enrique II.

El rey Canuto de Dinamarca e Inglaterra tenía los ojos puestos desde hacía tiempo en los reinos escandinavos. El rey Olav II de Noruega estableció una alianza con Anund de Suecia ante la amenaza danesa, pero Canuto los derrotó a ambos en Blekinge.

El rey Conrado II de Alemania se hizo coronar rey de Italia en Milán, y en 1027 se hizo coronar emperador en Roma por el papa Juan XIX, que poco antes había sido expulsado de la ciudad por una sublevación y ahora recibía el apoyo imperial. Conrado II fue el primer emperador germánico que se refirió a su imperio como Romanorum Imperium, es decir, que trató de presentarlo como una prolongación del Imperio Romano, como en los tiempos de Carlomagno y Ludovico Pío. Hasta entonces, para los alemanes, lo que venimos llamando Imperio Germánico era simplemente "el Imperio".

Conrado II traspasó el ducado de Baviera al duque de Suabia, ahora Enrique VI de Baviera.

Ese mismo año murió el duque Ricardo II de Normandía. El ducado estaba en el apogeo de su poder. Legó el ducado a su primogénito Ricardo III, pero su segundo hijo, Roberto, no estuvo de acuerdo con la decisión y se rebeló. Ricardo III pudo sofocar la revuelta, pero murió poco después, tal vez envenenado. Su hermano se convirtió así en el duque Roberto I el Magnánimo.

También murió el duque Thierry I de la Alta Lorena, y fue sucedido por su hijo Federico II.

Tras la muerte de su primogénito dos años atrás, el rey Roberto II de Francia designó como sucesor a su segundo hijo, Enrique, al que había concedido el ducado de Borgoña y que ahora se convertía en el rey Enrique I. Desde este momento el ducado de Borgoña fue gobernado conjuntamente por ambos.

Mahmud de Gazni saqueó la India una vez más. Aunque estas incursiones le proporcionaron espléndidos botines, lo cierto es que Mahmud nunca llegó a consolidar una posición en la India y el islam no penetró en este territorio. Se cuenta que, en una de sus expediciones, Mahmud llegó hasta el gran templo hindú de Somath, donde se encontraba la enorme escultura de un falo que debía ser lavado cada día con agua del Ganges, llevada hasta allí por mil aguadores. Este ídolo era servido por unos mil brahmanes y seiscientos músicos, bailarinas y ayudantes. El templo recibía las rentas de unos diez mil pequeños pueblos vecinos. Como buen musulmán, Mahmud ordenó la destrucción del templo pagano y cincuenta mil hindúes murieron defendiéndolo.

Durante dos siglos de anarquía e inestabilidad política, el budismo había arraigado profundamente en el Tíbet. Florecieron los monasterios en los que los monjes produjeron un gran número de obras literarias (leyendas, teatro, tratados de gramática, etc.) y se tradujeron al tibetano numerosos textos sánscritos. Los nuevos predicadores introdujeron un calendario llamado kalakacra (la rueda del tiempo), inspirado en un modelo chino.

En 1028 Canuto de Dinamarca e Inglaterra aprovechó una revuelta contra el rey Olav II de Noruega para ocupar su territorio, formando así un imperio escandinavo sin precedentes. Por ello es recordado en la historia como Canuto el Grande.

Siguiendo la idea francesa, el emperador germánico Conrado II hizo coronar rey de Alemania a su hijo Enrique III, a sus once años de edad.

El emperador bizantino Constantino VIII se sentía próximo a la muerte, así empezó a preocuparse por el problema de la sucesión. Tenía tres hijas, a las que había mantenido solteras para evitar yernos con aspiraciones prematuras al poder. El carácter hereditario del título imperial ya estaba firmemente consolidado, de modo que la única posibilidad para garantizar una sucesión no traumática era casar a una de ellas con el hombre adecuado. La mayor, Eudocia, tenía el rostro desfigurado por la viruela y vivía retirada; la segunda, Teodora, se dedicó a la vida monástica; así que sólo quedaba Zoe, la menor de las tres. Constantino VIII le eligió como esposo a Romano Argiro, que a la sazón era el alcalde de Constantinopla. Romano estaba felizmente casado y no tenía interés en cambiar su vida, pero se le insinuó que en lugar de cambiarla podría perderla, así que aceptó divorciarse y casarse con Zoe. Tres días más tarde murió Constantino VIII y él se convirtió en Romano III.

La situación del imperio no era tan buena como tres años antes, a la muerte de Basilio II. Desde que Constantino VIII se convirtió en el único emperador los derroches de la corte habían aumentado, y había asignado los altos cargos a parientes incapaces. Los dos grandes poderes tradicionales del Imperio, los señores feudales de Asia Menor y la Iglesia, se dieron cuenta de que ahora el emperador era débil y que podían recuperar los privilegios que la férrea mano de Basilio II les había arrebatado. Romano III trató de congraciarse con los señores feudales, pero ello sólo les animó a conspirar contra él. Por su parte, los monjes volvieron a su deporte favorito: perseguir herejes. Basilio II había anexionado al Imperio regiones orientales de Asia Menor donde había monofisitas, descendientes de exiliados que habían aprovechado la tolerancia religiosa de los musulmanes, pero que ahora se volvían a encontrar gobernados por los bizantinos. Algunos de ellos emigraron nuevamente hacia el este, pero otros se quedaron dispuestos a favorecer cualquier ofensiva islámica.

Ese año murió Fulberto, el obispo de Chartres.

El duque Federico II de la Alta Lorena murió al año de tomar posesión del ducado. Fue sucedido por su hijo Federico III.

Un pueblo de lengua tibetana, los tangutios, arrebató algunos territorios al Imperio Chino y se asentó en ellos.

La isla de Java había pasado por un periodo de anarquía, tal vez debido a un ataque desde Sumatra, pero ahora un caudillo llamado Airlanga inició la unificación política de la isla.

Mientras tanto moría el rey Alfonso V de León, herido por una flecha durante el asedio de la ciudad de Viseu. Fue sucedido por su hijo Vermudo III, que tenía tan sólo once años de edad, por lo que su madre Urraca de Navarra ejerció la regencia. Ese mismo año se casó con Jimena, hermana del conde de Castilla García II Sánchez, que alcanzaba entonces la mayoría de edad, y a su vez se concertó el matrimonio de éste con Sancha, la hermana de Vermudo III. En 1029 García II Sánchez marchó a León, acompañado del rey de Navarra Sancho III el Mayor, para conocer a su prometida, y allí fue asesinado por los Vela, una familia noble de León enemiga ancestral de la familia de los condes de Castilla. Dicen las malas lenguas que Sancho III el Mayor intervino en la conjuración, pues con la muerte del conde de Castilla la sucesión recaía en su hermana Munia, que era precisamente la esposa del rey navarro. El caso fue que Sancho III el Mayor ocupó Castilla y nombró conde a su hijo mayor, que se convirtió en Fernando I a sus trece años de edad. Más aún, el rey navarro ocupó los territorios leoneses que Sancha iba a aportar como dote en su matrimonio con García II Sánchez. El reino de León toleró estos actos porque la regente era Urraca, hermana de Sancho III el Mayor. De hecho se formó un partido navarro encabezado por la reina, y para evitar una reacción de otros sectores, Sancho III el Mayor apoyó varias rebeliones en Galicia.

La aristocracia normanda no había perdido completamente las costumbres de sus antepasados y de vez en cuando embarcaban para atacar las costas europeas. En 1030 arrebataron a los bizantinos un territorio en el sur de Italia y lo convirtieron en el condado de Aversa.

Ese mismo año murió García Ramírez, el rey de Viguera. (Su hermano Sancho había muerto algo antes.) Ante la falta de descendencia masculina, el reino quedó en manos de su hija Toda.

También murió el duque Guillermo V de Aquitania, y fue sucedido por su hijo Guillermo VI.

Así mismo murió el gran Mahmud de Gazni. Sus sucesores fueron mediocres, de modo que el reino gaznawí empezó a declinar.

Canuto el Grande terminó con toda resistencia en Noruega cuando, tras la batalla de Stiklestad, murió asesinado el derrocado rey san Olav II.

El matador de búlgaros
Índice Los reinos de taifas