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LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO
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En 470 llegó a Constantinopla el manto de la Virgen María, y desde entonces las iglesias y monasterios empezaron a llenarse con reliquias marianas.

Mientras en Occidente los germanos eran los únicos que podían sostener el ejército imperial, en Oriente León I se encontró con una alternativa. Al sur de Asia Menor había una agreste región llamada Isauria, cuyos habitantes eran lo suficientemente aguerridos como para resistir a los germanos. Paulatinamente León I fue formando una escolta personal de guerreros isaurios bajo la jefatura de Zenón. Para asegurarse su fidelidad le dio a éste la mano de su hija Ariadna. En 471 actuó rápidamente, hizo arrestar a Aspar, que al parecer trataba de convertir en emperador a su propio hijo, y poco después lo ejecutó. Se produjo un enfrentamiento entre los isaurios y los hombres de Aspar (fundamentalmente ostrogodos). Los germanos fueron desarmados y exiliados. A partir de entonces Constantinopla se defendió con tropas nativas, y durante varios siglos no necesitó recurrir a mercenarios.

Los ostrogodos exiliados de Constantinopla se unieron a los ostrogodos de Teodomiro, que seguían asolando el norte del Imperio de Oriente. Entre ellos estaba Teodorico, hijo de Teodomiro, que tendría entonces unos diecisiete años y había permanecido en Constantinopla desde los siete como rehén.

En 472 Ricimero culpó a Antemio de la derrota en Cartago (pues el Imperio de Occidente también había participado en la expedición), lo depuso y pactó con Genserico la elección de Olibrio como nuevo emperador. Sin embargo, tanto Olibrio como Ricimero murieron ese mismo año. También murió Eudoxia, la hija de Valentiniano III que Genserico había casado con su hijo. Unos años antes Genserico había decretado una persecución contra los católicos y Eudoxia se las arregló para huir a Jerusalén.

Gundebaldo, uno de los aspirantes al trono burgundio, era sobrino de Ricimero, y trató de sustituir a su tío como auténtico gobernante del Imperio Romano de Occidente. Para ello eligió su propio emperador-títere en 473: un soldado llamado Flavio Glicerio.

Ese año murió el jefe ostrogodo Teodomiro y dos Teodoricos se disputaron la sucesión. Uno era el hijo de Teodomiro, conocido como Teodorico el Joven, o Teodorico el Amalo (los Amalos eran una de las familias más prestigiosas de la aristocracia ostrogoda) y el otro es conocido como Teodorico el Viejo, o también Teodorico el Bizco. Éste último arreció los ataques contra el Imperio Romano de Oriente, y pronto León I hizo un pacto con él: lo nombró "rey de los godos" y "magister militum" y permitió que los ostrogodos se asentaran en territorios del Imperio (los que ya estaban ocupando de hecho). En otras palabras, Teodorico el Viejo hizo las paces a cambio de que el Imperio lo apoyara como rey de los ostrogodos frente a su rival Teodorico el Joven.

En 474 murió León I, el emperador del Imperio Romano de Oriente. El general isaurio Zenón había tenido un hijo con su esposa Ariadna, la hija del emperador, y éste lo había designado heredero. Se llamaba León, como su abuelo, pero sólo fue León II durante unos meses, ya que murió poco después de ser proclamado emperador. Tras su muerte hubo dos aspirantes a emperadores que lucharon entre sí: el propio Zenón y Basilisco, el general que había dirigido la fallida expedición contra Genserico, cuñado de León I y tío de León II. Ambos buscaron la ayuda de los ostrogodos. Basilisco logró la de Teodorico el Viejo y, por consiguiente, Teodorico el Joven apoyó a Zenón.

La alianza con Zenón sirvió para que Teodorico el Joven fuera reconocido ese mismo año como rey de los ostrogodos. Al mismo tiempo, Zenón logró instalar su propio emperador-títere en el Imperio de Occidente: Flavio Julio Nepote, que expulsó a Glicerio. Firmó una paz con el rey visigodo Eurico a cambio de cederle nuevos territorios.

Genserico perdió Sicilia a manos de Odoacro, un oficial romano de origen hérulo cuyo padre había sido ministro de Atila. Tras el desmembramiento del Imperio Huno había ingresado en las legiones romanas.

En 475 los soldados se levantaron contra Julio Nepote y lo derrocaron. La insurrección la dirigía un romano llamado Orestes, que había llegado a ser secretario de Atila, tras la muerte del cual había ingresado en el ejército romano. Nepote tuvo que huir. Orestes convirtió en emperador a su hijo de catorce años Rómulo Augusto. Los nativos italianos comprendían que los últimos emperadores eran sólo una farsa, y en el caso de Rómulo lo pusieron de manifiesto refiriéndose a él con el diminutivo burlesco Rómulo Augústulo, y así es como lo recuerda la historia.

Con la ayuda de su hermana, Basilisco logró expulsar a Zenón del trono, pero pronto se hizo impopular y éste no tardó en recuperarlo gracias al apoyo de los isaurios. En 476 encerró a Basilisco en una torre, donde murió de hambre. Zenón adoptó a Teodorico el Joven, y le concedió todos los títulos que Teodorico el Viejo había recibido de León I.

Hacía ya tiempo que el Zeus Olímpico de Fidias había sido retirado de su altar. Ahora un incendio hizo que se perdiera para siempre.

Nuevamente, los mercenarios germanos en Italia se amotinaron, pues Orestes no les concedió las tierras que les había prometido. Se agruparon bajo la dirección Odoacro, que capturó a Orestes y lo hizo decapitar. El 4 de septiembre de 476 depuso a Rómulo Augústulo, que fue confinado en una villa y desde ese momento no se tiene noticia de él.

Odoacro no se molestó en nombrar otro emperador. En su lugar envió las insignias imperiales a Zenón, que lo nombró patricio y lo "nombró" gobernador de Italia. Los historiadores consideran el derrocamiento de Rómulo Augústulo como la caída del Imperio Romano (de Occidente). Este hecho marca el fin de la llamada Edad Antigua y el comienzo de la Edad Media. Naturalmente se trata de un mero convenio, pues en el momento nadie notó ningún cambio. De hecho, Zenón nunca había reconocido a Rómulo Augústulo como emperador, sino que, oficialmente, el emperador de Occidente seguía siendo Julio Nepote, exiliado en Iliria.

No obstante, Zenón comprendía la gravedad de la situación e inició una política de alianzas. A cambio de ciertas concesiones, reconoció a Genserico como gobernante de África, Sicilia, Córcega, Cerdeña y las Baleares. Igualmente, el visigodo Eurico vio reconocidas sus posesiones, que incluían toda la península ibérica y buena parte de la Galia. (En realidad el reino suevo todavía existía en un rincón de Hispania, pero era débil y aceptó la dominación visigoda.) Por esta época (tal vez unos años antes), se publicó el llamado Código de Eurico, el más antiguo de los códigos legales germanos. Sólo afectaba a los visigodos, y no a la población nativa de su reino, que seguía regida por sus tradiciones y las leyes romanas. El código regulaba herencias, matrimonios, etc. El reino visigodo era ahora la mayor potencia de Occidente. Su capital había pasado de Tolosa a Burdeos.

En 477 murió Genserico y fue sucedido por su hijo Hunerico, que aumentó la persecución del catolicismo en el reino vándalo.

En 479 la dinastía Song de emperadores Chinos fue derrocada por la dinastía Qi.

El poder cada vez mayor del rey ostrogodo Teodorico el Joven preocupaba al emperador Zenón, que decidió apoyar a Teodorico el Viejo. Los dos Teodoricos volvieron a enfrentarse. Mientras tanto murieron Chilperico y Gundemaro, dos de los cuatro hermanos que aspiraban al trono burgundio, y en 480 Gundebaldo fue proclamado rey. Su hermano Godegiselo quedó como gobernador de una parte del reino, con capital en Ginebra. Ese año murió asesinado Julio Nepote, con lo que definitivamente ya no había emperador romano de Occidente. Sin embargo, esto no significaba que el Imperio hubiera desaparecido. Oficialmente, el Imperio Romano volvía a estar unido bajo un solo emperador: Zenón.

Debemos tener presente que los invasores germanos eran relativamente pocos en comparación con la población nativa de los territorios que conquistaron. Por ejemplo, se estima que los bárbaros que entraron en la península ibérica no llegaban a los ciento cincuenta mil. Además no se mezclaron con los nativos, en parte porque valoraban las diferencias de clase, en parte por las diferencias de religión (la aristocracia era arriana, el pueblo católico). Ciertamente eran buenos guerreros y la población civil estaba indefensa, por lo que no tuvieron dificultades en convertirse en una aristocracia dominante, pero en tales circunstancias era importante para ellos que el pueblo los viera como gobernantes legítimos, por lo que, siempre que pudieron, los germanos buscaron de una u otra forma que el Imperio reconociera y legitimara su autoridad. También hay que apuntar que la mayoría de los gobernantes bárbaros no eran realmente tan bárbaros, sino que admiraban la cultura romana y no trataban de destruirla, sino de formar parte de ella (en una posición privilegiada, eso sí).

En la India murió el rey Skandagupta, y fue sucedido por su hijo Narasimhagupta, quien no tuvo el mismo éxito que su padre contra los hunos.

En 481 Teodorico el Viejo se rebeló contra Constantinopla y trató de tomarla, pero no pudo con sus murallas.

Tras la muerte de Childerico I, el nuevo rey franco pasó a ser su hijo de quince años, Clodoveo I.

El monofisismo contaba cada vez con más partidarios, sobre todo en Siria y Egipto. En vista de ello, el patriarca de Constantinopla, que a la sazón era Acacio, instó a Zenón a que mediara en la polémica entre católicos y monofisitas y en 482 el emperador promulgó un edicto con una fórmula que en teoría debería ser aceptada por ambas partes y poner fin a la división de la Iglesia, pero el edicto eludía los aspectos más conflictivos y no satisfizo a nadie.

En 483 murió el papa san Simplicio, y fue sucedido por Félix (Félix III, o Félix II para los que prefieren no contar como papa al obispo de Roma arriano nombrado por Constancio). El nuevo pontífice condenó el decreto de Zenón sobre el monofisismo, y se atrevió nada menos que a excomulgar tanto al emperador como al patriarca de Constantinopla.

En 484 los hunos invadieron de nuevo el Imperio Persa, y su rey Firuz murió al hacerles frente. Se inició así un periodo de anarquía en el Imperio. Ese año murió Teodorico el Viejo, todavía empeñado en tomar Constantinopla. Su muerte permitió una expansión a los ostrogodos de Teodorico el Joven.

Al vándalo Hunerico le sucedió Guntamundo, que continuó las persecuciones contra los católicos. También murió el rey visigodo Eurico, que fue sucedido por su hijo Alarico II.

En realidad, el rey franco Clodoveo (al igual que sus ascendientes) gobernaba únicamente a una pequeña parte de los francos, los llamados francos salios, porque originariamente habían habitado a orillas del río Salia, una de las corrientes que forman el delta del Rin. El resto de los francos eran conocidos como francos ripuarios, y su rey era Sigeberto. El joven rey apeló al orgullo nacional de los francos para combatir a Siagrio, al que llamaba "rey de los romanos". Es frecuente referirse a sus dominios como el Reino de Soissons, pues ésta era su capital. En 486 Clodoveo derrotó a Siagrio en la batalla de Soissons, con lo que triplicó la extensión de su reino. Siagrio se refugió en la corte de Alarico II, pero Clodoveo intimidó al rey visigodo y logró que le entregara a Siagrio, al que ejecutó poco después.

El ostrogodo Teodorico constituía una amenaza cada vez más seria para el Imperio Romano, pero Zenón encontró una forma de deshacerse de él. Lo convenció para que arrebatara Italia a Odoacro y la convirtiera de nuevo en parte del Imperio. Italia era ciertamente una buena presa, así que Teodorico aceptó encantado. Partió con su pueblo en otoño de 488 y en 489 venció a Odoacro en Isonzo y meses después en Verona. Se instaló en Ticinum (Pavía), donde recibió refuerzos visigodos. Salió de la ciudad en 490 y derrotó de nuevo a Odoacro, que tuvo que refugiarse tras las murallas de Ravena. El Senado romano se puso de parte de Teodorico.

En 491 murió Zenón. Como no había un sucesor claro, su viuda Ariadna se casó con un funcionario de finanzas que tenía fama de honrado y gozaba de popularidad ante el pueblo. Así se convirtió en Anastasio I. Se cuenta que durante su coronación le gritaron "que reine como ha vivido". Así lo hizo, pues mejoró sustancialmente la administración hasta el punto de que se pudo permitir una bajada de impuestos sin deteriorar el funcionamiento del Estado. En materia religiosa Anastasio se decantó por el monofisismo, lo cual era acertado, pues se trataba de la versión del cristianismo que más partidarios tenía en los territorios que gobernaba. Así confirmó la ruptura con Roma promovida por el papa Félix III.

San Félix III murió en 492 y fue elegido papa Gelasio I, que combatió a los maniqueos, pelagianos y arrianos. Defendió la supremacía de la Iglesia Católica Romana y negó toda preeminencia al patriarca de Constantinopla. También insistió en que el emperador no tenía ninguna legitimidad para intervenir en asuntos religiosos. Se le recuerda sobre todo por el decreto gelasiano, que distinguió entre los escritos canónicos y los apócrifos.

En 493 Teodorico el Joven prometió a Odoacro que se repartirían Italia entre ambos si se rendía, éste accedió y poco después fue asesinado por orden del ostrogodo. Éste se convirtió así en Teodorico I, rey de un nuevo reino que comprendía todos los dominios de Odoacro. No obstante, los ostrogodos no ocuparon Italia, sino que se situaron únicamente al norte del Po y no entraron en contacto con la población del sur. Teodorico admiraba la civilización romana, por lo que respetó su administración y sus leyes. La combinación entre la administración romana con el ejército ostrogodo hicieron su reino prácticamente indestructible. La capital fue establecida en Ravena.

Teodorico estableció una política de alianzas matrimoniales con los otros reyes germánicos. Ese mismo año se casó con Audofleda, hermana de Clodoveo, adoptó al rey de los hérulos y fue casando a sus hijas y sobrinas con los reyes de los visigodos, los vándalos, los burgundios y los turingios. (Los turingios eran un pueblo germano que constituyó un reino al este del Rin tras la caída del Imperio de Atila.)

A estas alturas Clodoveo había logrado la lealtad del otro rey franco, Sigeberto. El siguiente paso en su política expansiva era someter a los alamanes, pero antes de crearse un enemigo es conveniente entablar buenas relaciones con sus vecinos, así que Clodoveo se casó con Clotilde, hija de Chilperico, sobrina del rey burgundio Gundebaldo. Este matrimonio tuvo consecuencias que fueron mucho más allá de los cálculos de Clodoveo. En efecto, Clodoveo era pagano, mientras que Clotilde era cristiana. Más aún, Clotilde era católica. El hecho de que fuera católica en vez de arriana había sido irrelevante mientras sólo era una princesa burgundia sin ninguna influencia, pero ahora se había convertido en la esposa de un rey poderoso. Clotilde trató por todos los medios de persuadir a su marido para que se convirtiera al catolicismo, pero no tuvo mucho éxito. Cuando tuvo su primer hijo, logró al menos el permiso para bautizarlo, pero el niño murió poco después. Más tarde Clotilde tuvo un segundo hijo, y sólo después de considerables discusiones consiguió que Clodoveo aceptara bautizarlo. Este segundo hijo enfermó y, mientras Clodoveo maldecía el bautismo, el catolicismo y la Santísima Trinidad, Clotilde rezaba por la vida de su hijo. El niño se recuperó y Clodoveo quedó impresionado por el increíble poder curativo de la oración.

Estos incidentes acabaron con los prejuicios de Clodoveo hacia el catolicismo y Clotilde logró interesarlo por su religión. Probablemente fue ella quien le explicó la diferencia entre católicos y arrianos, que los visigodos, los burgundios y los ostrogodos eran arrianos, mientras que el pueblo que dominaban era católico, y que, aunque la diferencia pareciera tan nimia que sólo unos chiquillos sin juicio podrían discutir por algo así, en realidad era una cuestión trascendental, de la que dependía la salvación o la condenación eterna, y que, consecuentemente, unos y otros estarían dispuestos a morir por mantenerse fieles a sus creencias. Tal vez le habló de Constantino el Grande y Teodosio el Grande... El caso es que, de un modo u otro, el astuto rey comprendió finalmente lo importante que era para su futuro convertirse al catolicismo, si bien no debía de estar pensando en lo mismo que su piadosa reina.

En 496 los alamanes se vieron amenazados por Teodorico I y decidieron invadir el territorio franco. Era más de lo que Clodoveo hubiera podido desear, ahora podía combatirlos con la excusa de la defensa propia. La batalla fue dura, pues los alamanes eran tan rudos como los francos. Sin embargo Clodoveo obtuvo la victoria y tras ella se apresuró a anunciar que antes de la batalla había hecho un trato con el Cielo: si el dios de su mujer le concedía la victoria, no sólo él, sino todo su pueblo sería convertido al cristianismo (católico, por supuesto). Antes de que terminara el año, Clodoveo y tres mil de sus soldados fueron bautizados por Remigio, el obispo de Reims, en una grandiosa ceremonia. Desde ese momento Remigio se convirtió en consejero del rey en materia de religión y se encargó de organizar el clero católico entre los francos.

En realidad sólo unos pocos francos salios se convirtieron al catolicismo, mientras que los francos ripuarios siguieron siendo paganos (y adoptaron la costumbre de martirizar a los misioneros cristianos que se aventuraban en sus tierras). Esto aumentó las diferencias entre los dos grupos de francos: los francos salios no tuvieron inconveniente en mezclarse con la población nativa y pronto su lengua pasó a ser el latín. En cambio, los francos ripuarios conservaron su lengua germánica y nunca perdieron el contacto con los germanos bárbaros situados más hacia el oeste. De todos modos, para los planes de Clodoveo era suficiente con que la religión oficial de los francos fuera la católica.

El clero del reino visigodo celebró la noticia, para espanto de Alarico II, que de la noche a la mañana había visto convertidos en potenciales traidores a los incontables sacerdotes católicos de sus dominios, precisamente los hombres que más influencia tenían sobre sus súbditos. Inició una dura represión contra los católicos. Muchos obispos fueron expulsados del reino. Por otra parte, la nobleza visigoda empezó a sentirse insegura en la Galia, y una buena parte de ella se trasladó a Hispania, donde para instalarse allí tuvo que requisar tierras que aún seguían en poder de familias romanas.

Ese mismo año murió san Gelasio I y fue elegido papa Anastasio II, que decidió restablecer los lazos entre Roma y Constantinopla. También murió el rey vándalo Guntamundo y fue sucedido por Trasamundo. Poco después se casó con Amalafrida, la hermana de Teodorico I. Trasamundo era culto, aficionado a la poesía, y también era teólogo (arriano, por supuesto). Tuvo problemas con los mauritanos.

En 497 Teodorico I logró que el emperador Anastasio I lo reconociera como gobernador legítimo. En 498 murió el papa Anastasio II (el segundo papa que no ha sido reconocido como santo) y se entabló una disputa sobre su sucesión. Una facción eligió a Símaco, mientras que otra apoyó a Lorenzo. La disputa se prolongó durante varios años.

En 500, un grupo de emigrantes escotos partió del reino de Dalriada, en el norte de Irlanda, conducidos por Fergus Mor, y se asentaron en las costas occidentales de Caledonia. El territorio que ocuparon se consideró parte del reino, por lo que fue conocido también como Dalriada. Aunque no eran los primeros escotos que se asentaban en Caledonia, sí constituyen el primer territorio escoto organizado más allá de un simple régimen tribal del que tenemos noticia.

A lo largo del siglo que ahora terminaba, el reino irlandés de Munster había pasado por su periodo de mayor esplendor, pero poco después se dividió en dos reinos: Desmond, al norte y Thomond, al sur. Fueron gobernados por dos ramas de la familia real de Munster, los Eoghan Mor.  Los MacCarthy reinaron en Desmond y los O'Brien en Thomond.

El saqueo de Roma
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