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En 1493 murió el emperador Federico III y fue sucedido, como emperador y como archiduque de Austria, por su hijo Maximiliano I. Al recibir su herencia, anexionó definitivamente a Austria las marcas de Estiria, Carniola, Carintia y el Tirol, que hasta entonces habían estado en posesión de la familia como estados independientes, mientras que a partir de ese momento formaron un único ducado.
El rey Carlos VIII de Francia seguía preparando su guerra
en
Nápoles, y por ello firmó con Maximiliano I el
tratado
de Senlis, por el que le
entregó el Artois y el Franco Condado, territorios que
Francia
poseía como dote del matrimonio convenido entre Carlos VIII
y la
hija de Maximiliano I, matrimonio que el rey francés
había
rechazado al casarse con Ana de Bretaña.
Nueve años atrás había quedado
huérfano
un joven neerlandés de quince años llamado Geert Geertzs. Era hijo
ilegítimo de un clérigo. Sus tutores lo internaron
en una
escuela y no tardaron en presionar para que se dedicara a la vida
religiosa, tal vez porque habían malversado la escasa
herencia
de su pupilo. Cuatro años después, Geert
ingresó
en el monasterio agustino de Steyn,
donde fue ordenado con veintitrés años. Pero al
joven no
le gustaba nada la vida monacal. Decía estar rodeado de
barbarie
e ignorancia. Más adelante llegaría a decir que los
monasterios en los que pasó su juventud eran peores que
lupanares. Para hacer más agradable su existencia se
enfrascó en las letras clásicas y, ahora, a sus
veinticuatro años, era un reputado latinista. Se
hacía
llamar Desiderius Erasmus
Roterodamus,
y ahora es más conocido como Erasmo
de Rotterdam. Al ser nombrado secretario del obispo de
Cambrai
pudo abandonar el monasterio.
En enero de 1494 se
levantó una iglesia en La Isabela, la ciudad fundada por
Colón en La Española.
Ese año murieron:
El 5 de mayo Cristóbal
Colón descubrió una isla cuyos habitantes, arawaks,
llamaban Jamaica (tierra
de
bosques y aguas), pero que él prefirió llamar Santiago. Las islas de Cuba,
La
Española, San Juan Bautista y Jamaica constituyen las
llamadas Antillas Mayores,
mientras que las
demás islas del archipiélago son las Antillas Menores.
Mientras
tanto, Castilla y Portugal habían seguido negociando a
partir de
las bulas del Papa Alejandro VI, y finalmente llegaron a un
acuerdo que
modificaba ligeramente la decisión papal: Portugal aceptaba
la
línea de demarcación a cambio de que ésta
fuera
trasladada algo más hacia el oeste. Así, el 7 de junio, los reyes Juan II de
Portugal
y Fernando II de Aragón firmaron el tratado de Tordesillas, que fijaba la
línea de demarcación a 370 leguas al oeste de las
islas
Cabo Verde. ¿Por qué insistió Portugal en
trasladar la línea hacia el oeste? La razón oficial
fue
que los marinos portugueses habían aprendido que, para
llegar
al sur de África, era más práctico no seguir
la
costa, sino navegar primero hacia el oeste y luego hacia el
este,
describiendo un arco que suponía cubrir una distancia
mayor,
pero que se recorría en menos tiempo gracias a que los
vientos
eran más favorables. Con la línea de
demarcación
primitiva, Portugal estaría invadiendo constantemente
territorio
asignado a Castilla, y no estaba dispuesto a aceptarlo. Los
castellanos
no tuvieron inconveniente en aceptar estos argumentos porque
estaban
convencidos de que las Antillas eran el extremo más
occidental
de Asia, con lo que sólo estaban "regalando" a Portugal una
trozo de mar en el que, a lo sumo, podría haber alguna isla
insignificante que otra. Sin embargo, el mapa muestra que, con el
cambio, Portugal ganó el derecho a una porción
considerable de tierra. ¿Lo sabían los portugueses?
Teóricamente no, pero es posible que sus navegantes, en sus
travesías, hubieran visto aves volando hacia el oeste, u
otros
signos de la proximidad de tierra. Ni siquiera puede descartarse
la
posibilidad de que hubieran tocado o, al menos, divisado tierra
recientemente y que lo hubieran mantenido en secreto.
Respecto al hecho de que la línea de demarcación no
dividía realmente el mundo en dos mitades, ambas partes
prefirieron guardar silencio. La línea resolvía el
problema a medio plazo: Castilla no podía navegar hacia
Oriente
y Portugal no podía navegar hacia Occidente. Si todo iba
bien,
tarde o temprano volverían a chocar en las
antípodas,
pero ya volverían a reunirse cuando eso sucediera y
negociarían en función de dónde sucediera.
Así se abría una carrera para tomar posiciones.
El humanista Aldo Manuzio, deseoso de ver publicado un mayor
número de libros, había decidido estudiar
tipografía él mismo y fundar su propia imprenta en
Venecia, que ahora editaba su primer libro: la gramática
griega
de Láscaris. Tras ella empezó a preparar la
edición de las obras completas de Aristóteles.
Un franciscano llamado Luca
Pacioli,
también conocido como Luca
di
Borgo, publicó la Suma
de Aritmética, geometría, proporciones y
proporcionalidad,
en la que resume los conocimientos matemáticos de su
tiempo.
Pacioli tenía casi cuarenta años, y había
enseñado matemáticas en Perugia, Nápoles,
Milán, Pisa, Bolonia, Venecia y Roma. Su obra
influyó en
una escuela de algebristas alemanes, que eran conocidos como cosistas, porque, siguiendo a
Pacioli, llamaban "cosa" a la incógnita. El tratado de
Pacioli
incluye también la primera exposición
sistemática
sobre el método contable de la partida
doble, en la que describe cómo deben llevarse los
libros
contables: Inventario,
Memoriale,
Giornale y Quaderno,
que corresponden aproximadamente a los actuales Inventarios y
Balances,
Borrador, Diario y Mayor.
Alberto Durero había regresado a Nuremberg después
de un
largo viaje por Alemania. Había trabado amistad con
numerosos
artistas, y en su mente bullían muchas ideas. Entre ellas
estaba
la convicción de que el
arte
nuevo debía basarse en las ciencias, en especial en las
matemáticas. El 7 de
julio
se casó con Agnes Frey,
cuyo hermano, Hans Frey,
se
había hecho rico fabricando joyas, instrumentos musicales y
aparatos mecánicos. Gracias a su matrimonio pudo montar su
propio estudio en Nuremberg, pero antes de que acabara el
año
emprendió el viaje a Italia que siempre había
deseado
hacer. Ya en Augsburgo encontró las primeras influencias
del
arte italiano, pero su primer contacto con Italia fue en Trento. Después
pasó a
Verona y de alli a Venecia, que era su destino. Allí
quedó maravillado especialmente por las pinturas de
Giovanni
Bellini.
El emperador Maximiliano I se casó con Blanca Sforza, hermana del duque de Milán Juan Galeazzo Sforza.
A principios de septiembre el
ejército del rey Carlos VIII de Francia había
atravesado
los Alpes y se dirigió a Pisa, donde el rey fue recibido
como un
libertador. En efecto, Pisa estaba bajo la tutela de Florencia
desde
principios de siglo y ahora, gracias a Carlos VIII, podía
recuperar su independencia. En Florencia, el dominico Girolamo
Savonarola había ganado gran influencia sobre la nobleza, y
la
irrupción de Carlos VIII fue el empujón definitivo
que
necesitaba para imponer su dominio. Había profetizado la
llegada
a Italia de un nuevo Ciro y ya había llegado. Carlos VIII
entró espectacularmente en Florencia y 9 de noviembre Pedro de
Médicis fue
expulsado de la ciudad. Savonarola se convirtió en el nuevo
y
férreo gobernante y Pedro murió pocos meses
después, intentando en vano recuperar su poder.
En octubre, Carlos VIII
firmó un tratado con Ludovico Sforza. El rey Alfonso II de
Nápoles protegía a su sobrino, el duque de
Milán
Juan Galeazzo Sforza, que tenía ya veinticinco años,
pero
pocos días después de que su tío obtuviera el
respaldo francés, el 21 de
octubre,
murió envenenado y el 22 de
diciembre
Ludovico
Sforza fue reconocido como duque de Milán.
El Papa Alejandro VI abrió a Carlos VIII las puertas de Roma, mientras las tropas napolitanas retrocedían sin ofrecer resistencia. En 1495 la nobleza napolitana obligó al rey Alfonso II a abdicar en su hijo Fernando II, que se casó con su tía Juana. En febrero, Fernando II fue derrotado en San Germano y huyó a Sicilia. Carlos VIII se apoderó del reino en menos de una semana. El rey Fernando II de Aragón se dispuso a intervenir en defensa del nieto de su primo, pero si quería respetar el tratado de Barcelona firmado con Carlos VIII tenía que aliarse con el Papa. Alejandro VI no tuvo inconveniente en cambiar de bando. Al contrario, la rápida victoria de Carlos VIII le tenía bastante preocupado.
El 20 de febrero, la reina
Isabel
I de Castilla hizo que su confesor, Francisco Jiménez
de Cisneros, fuera nombrado arzobispo de Toledo. La
petición a
Roma se hizo con gran secreto, y cuando Cisneros se enteró
huyó de la corte y se tuvo que enviar a unos hombres a
caballo
para que lo alcanzaran y le entregaran el nombramiento.
En marzo,
Alejandro VI reunió la Santa
Liga,
que integraba, además de a Fernando II de Aragón, al
emperador Maximiliano I, al duque de Milán Ludovico Sforza
y a
la república de Venecia. Ludovico cambió
también
de bando porque el duque Luis de Orleans reclamaba el milanesado
porque
su abuela paterna era Valentina
Visconti, hija del duque Juan Galeazzo Visconti.
Fernando II de Aragón envió un ejército
dirigido por Gonzalo Fernández de Córdoba, que
desembarcó en Messina, pasó a Calabria y fue
derrotado en
Seminara. De allí
pasó a Reggio, desde donde hostigó continuamente al
ejército francés y le hizo perder gran parte de
Calabria.
La guerra reunió soldados de diversas nacionalidades, entre
los que se extendió la sífilis. Cada cual
acusó a
su enemigo favorito, y así, según el país, la
enfermedad fue conocida como mal
español,
mal francés, mal alemán, mal napolitano,
etc. En honor a la verdad, el nombre acertado es el de mal
español.
La colonia fundada por Cristóbal Colón al otro lado
del océano andaba de mal en peor. Habían surgido
disensiones entre los colonos que estaban al borde de la guerra
abierta. Los reyes habían recibido quejas de la incapacidad
del
virrey para mantener el orden y habían enviado un juez pesquisidor para que les
informase. Al saberlo, Colón decidió informar
personalmente a los soberanos y llegó a Cádiz en junio.
El 5 de julio el Papa
Alejandro
VI nombró al arzobispo de
Toledo, Francisco Jiménez de Cisneros, reformador de los
monasterios de su diócesis.
El rey Carlos VIII de Francia no quiso dejarse acorralar en
Nápoles, y
llevó el grueso de su ejército hacia el norte, pero
éste estaba
muy diezmado por la sífilis y los coaligados lo atacaron a
la
salida de los Apeninos el 6 de julio.
El rey huyó hacia adelante y se las arregló para
atravesar
el territorio enemigo rumbo a Francia. No obstante, sus soldados
conservaron el control de numerosas plazas. El rey Fernando II de
Nápoles entró en la capital con el ejército
de
Gonzalo Fernández de Córdoba que, poco a poco, fue
rindiendo los destacamentos de Carlos VIII. Poco después,
Fernando II decretó la
expulsión de los judíos de su reino. Allí
habían ido a parar muchos de los expulsados de la Corona de
Aragón tres años atrás, y ahora tuvieron que
tomar
de nuevo el camino del exilio.
Girolamo Savonarola había instaurado un régimen de
terror en Florencia. Había reformado la
constitución, la
administración de justicia, el fisco, los vestidos,
había
suprimido los juegos y las fiestas profanas, hacía quemar
lo que
llamaba vanidades, que
eran
cuadros, libros, objetos artísticos y otras frivolidades.
Las
iglesias estaban siempre llenas, los florentinos lloraban cuando
Savoranola les recordaba sus pecados y les describía el
infierno, que él veía nítidamente. Se
multiplicaron
las torturas y las penas de muerte. Usaba niños para espiar
a
sus familias, profetizaba catástrofes y denunciaba la
corrupción de la Iglesia. El Papa Alejandro VI lo
llamó a
Roma para pedirle explicaciones, y le prohibió predicar,
pero
Savonarola se negó a acudir y continuó con sus
violentas
predicaciones. Sandro Botticelli, consagrado últimamente a
temas
religiosos, terminó La
calumnia, de tema pagano y alegórico, pero
moralizante, a
tono con la beatitud de la época: la Verdad, desnuda, se
enfrenta a la malvada Calumnia, guiada por la Envidia y
acompañada de la Sospecha y la Ignorancia.
Ese año murieron:
En noviembre, después
de
haber recabado fondos vendiendo esclavos guanches y
asociándose
con unos banqueros genoveses, Alonso Fernández de Lugo
volvió a Tenerife.
El 26 de diciembre, el Papa
Alejandro VI encargó a Francisco Jiménez de Cisneros
la
reforma de los conventos franciscanos.
Erasmo de Rotterdam publicó sus diálogos Antibarbari, en los que
defendía que la cultura latina no era incompatible con la
devoción. El obispo de Cambrai había percibido el
talento
de su descontento secretario, por lo que consiguió de Roma
una
dispensa para que se le permitiera marchar a París a
perfeccionar sus estudios. Allí entró en contacto
con
varios humanistas franceses y acentuó su aversión
por lo
que él llamaba las áridas
y
estériles sutilezas del escolasticismo.
Después de haber pasado un tiempo en Venecia el año
anterior, Miguel Ángel se había trasladado a
Bolonia.
Allí colaboró en el ornato del arca de Santo Domingo, para
la que
esculpió un ángel
candelabro, un san
Petronio,
que recuerda al estilo de Donatello, y un vigoroso san Próculo. Luego
regresó a Florencia, donde esculpió un san Juan.
Alberto Durero regresó a Nuremberg tras su estancia en
Italia. Allí no sólo había estudiado arte,
sino
que
volvió dispuesto a enfrentarse a las matemáticas de
Pacioli y
Euclides, así como a los tratados de arquitectura de
Alberti.
El gran príncipe Iván III de Moscú
trató
de invadir Suecia, pero el regente Sten Gustaffson logró
rechazarlo.
El emperador Maximiliano I convocó la dieta de Worms en la que
trató de reformar el Sacro Imperio Romano. Proclamó
la Paz perpetua en toda
Alemania, y
creó un tribunal que supuestamente debía regular las
querellas internas para impedir las guerras. El tribunal constaba
de
dieciséis miembros y era independiente del emperador.
También implantó un impuesto general para formar un
ejército imperial.
El hijo de Maximiliano I había cumplido diecisiete
años, y era conocido como Felipe
el
Hermoso. Maximiliano I le cedió el gobierno de los
Países Bajos, que había heredado de su madre,
María de Borgoña. En 1496
lo casó con Juana, hija de los
reyes Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, que ese
año recibieron del Papa Alejandro VI el título de Reyes Católicos, y es
con
este sobrenombre con el que
son más conocidos en la historia. El rey Manuel I de
Portugal
quiso competir en catolicismo con sus vecinos y expulsó de
su
reino a todos los judíos y musulmanes, cuyo número
había aumentado sensiblemente tras su expulsion de Castilla
y
Aragón (en el caso de los judíos) y de la conquista
de
Granada (en el caso de los musulmanes, que no fueron oficialmente
expulsados de sus tierras, pero sí estaban siendo
"motivados"
para abandonarlas).
Bartolomé Colón fundó en La Española
la
ciudad de Santo Domingo de
Guzmán, que era el santo de su padre, Domenico Colombo.
Giovanni Caboto convenció finalmente al rey Enrique VII de
Inglaterra para que financiara una expedición naval hacia
Occidente. Caboto sería gobernador de las tierras que
encontrase
(bajo la soberanía inglesa) y disfrutaría de todos
los
beneficios comerciales que obtuviera, siempre que pagara la quinta
parte a la Corona. Sin embargo, su barco no era un "último
modelo" y pronto tuvo que regresar a puerto
sin
haber
encontrado nada.
En abril, el príncipe
elector Federico III de Sajonia visitó Nuremberg, y
allí
fue retratado por Alberto Durero. Federico III trató de
convencer al pintor de que se trasladara a su corte, pero Durero
rehusó la invitación y permaneció en su
ciudad
natal.
El 25 de junio el mencey
Bencomo
capituló ante Alonso Fernández de Lugo, con lo que
la
isla de Tenerife cayó bajo el dominio de Castilla, que
completó así la conquista de las islas Canarias.
El rey Fernando II de Nápoles, con la ayuda de Gonzalo
Fernández de Córdoba, dominaba ya todo su reino,
salvo
Gaeta y el castillo de Cosenza, que seguían en manos de los
franceses. Pero Fernando II murió el 7
de octubre, y fue sucedido por su tío Federico I, con la
oposición
de Fernando el Católico, que se consideraba con mayores
derechos. Federico I expulsó definitivamente a los
franceses y
nombró a Gonzalo duque de Santangelo.
Ese año murió el duque Carlos II de Saboya, a la
edad
de siete
años, y su tío abuelo Felipe se convirtió en
el
nuevo duque. También murió el conde Carlos de
Angulema,
que fue
sucedido por su hijo Francisco,
que tenía entonces dos años de edad.
Tras una breve estancia en los Países Bajos, Erasmo de
Rotterdam regresó a París, donde trató de
llevar
una vida independiente viviendo de sus lecciones a jóvenes
ricos, para los que empezó a redactar unos manuales de
conversación latina.
El obispo de la ciudad polaca de Ermeland,
llamado Ukasz Watzenrode,
tenía un sobrino de veintitrés años que
acababa de
terminar sus estudios en la universidad de Cracovia. Watzenrode
pretendía introducir a su sobrino en la carrera
eclesiástica, y tenía ciertamente los medios para
conseguirlo, pero le sugirió que, para facilitar las cosas,
marchara a Bolonia a especializarse en derecho canónico. El
joven se llamaba Niklas
Koppernigk,
pero en la universidad había empezado a usar la forma
latina de
su nombre: Nicolaus Copernicus,
y por ello es más conocido como Nicolás
Copérnico.
Era hijo de un comerciante acomodado y durante su estancia en
Cracovia
su interés principal había sido la
astronomía. En
Bolonia conoció al matemático Domenico
Maria Novara, que lo animó a compaginar la
astronomía con sus estudios de leyes.
Las últimas obras del Perugino, tras La entrega de las llaves, que
había pintado en la capilla Sixtina, eran más bien
repetitivas, pero el maestro recibió un notorio
estímulo
cuando entró en su taller un prometedor discípulo de
trece años llamado Rafaello
Sanzio, aunque es más conocido como Rafael.
Miguel Ángel se había trasladado a Roma. Al
parecer,
un comerciante había enterrado a sus espaldas una escultura
suya
en mármol, el Cupido
dormido,
para después "descubrirla" y venderla como pieza antigua.
La
compró un cardenal que descubrió el fraude, pero se
interesó por el escultor y lo llamó a Roma.
Allí
el banquero y coleccionista Galli
le encargó una estatua en mármol, el Baco ebrio, que
terminó en 1497. El dios
levanta la copa con la mano
derecha mientras adopta una original postura basculante que revela
su
embriaguez.
Por esta época Leonardo da Vinci terminaba su famoso
fresco
sobre La última cena,
bastante mal conservado hoy en día, en parte por un
experimento
que hizo sobre él con huevo para mejorar su
conservación.
En los últimos años, Leonardo se dedicó a
diseñar varios modelos de máquinas voladoras, con
las que
un hombre podía mover unas alas con sus pies mediante un
complicado sistema de correas y poleas. A lo largo de su vida,
Leonardo
diseñó máquinas de todo tipo: bombas,
grúas, máquinas hiladoras, carros cubiertos,
catapultas,
etc. No cabe duda de que cualquiera de ellas hubiera sido muy
útil si hubiera funcionado.
Andrea Mantegna, tras un viaje a Roma, había regresado a
Mantua, donde Isabel de Este
Gonzaga,
la esposa del marqués Francisco II Gonzaga, le
encargó
diversas obras para decorar su studiolo.
Entre ellas destaca El Parnaso,
en el que un coro de
musas danzantes recuerda vagamente a Botticelli.
En los últimos tres años, Aldo Manuzio había
publicado más de cuarenta libros, entre ellos cinco
volúmenes con las obras completas de Aristóteles,
así como obras de Teócrito, Hesíodo y
Aristófanes. Manuzio era un impresor muy diferente a los
que le
habían precedido en su oficio. Hasta entonces, los
impresores
eran meros artesanos que imprimían cualquier manuscrito que
caía en sus manos y que consideraban que podía ser
rentable, o bien trabajaban por encargo. Sin embargo, Manuzio era
un
humanista que elegía escrupulosamente los textos y los
revisaba
meticulosamente, haciéndose responsable de la calidad de la
edición. Puede considerarse el primer editor en el sentido
moderno.
El duque de Medinaceli conquistó Melilla, en el norte de
África, aunque en realidad no había mucho que
conquistar,
porque la ciudad se la habían estado disputando desde
hacía más de un siglo los reinos de Marruecos y
Tremecén, y ya no era más que unas desoladas ruinas.
Los Reyes Católicos tenían cinco hijos: Isabel, la
mayor, tenía veinte años y llevaba dos casada con el
rey
Manuel I de Portugal; el segundo era Juan, de diecinueve, que por
ser
varón era el príncipe de Asturias y Gerona, heredero
de
los reinos de Castilla y Aragón; Juana, de dieciocho, se
había casado el año anterior con Felipe el Hermoso,
el
conde de Borgoña, hijo del emperador Maximiliano I; las
menores
eran María, de
quince,
y Catalina, de doce.
Maximiliano I quiso redondear su política matrimonial
casando
con Juan a su hija Margarita, la que había estado prometida
con
el entonces Delfín y
ahora rey Carlos VIII de Francia. La boda se celebró en abril en Burgos, pero casar a su
hija no
iba a
ser tarea fácil para el Austria: Juan, de
constitución
débil, murió poco después. El disgusto que se
debió de llevar Maximiliano I lo debió de compensar
con
creces la alegría de Manuel I de Portugal, ya que ahora su
esposa
Isabel se convertía en la nueva heredera de los reinos de
Castilla y Aragón, al menos mientras
sus padres no le dieran un hermano varón.
El 2 de mayo Giovanni Caboto
zarpó de Bristol y tomó rumbo a Occidente por
segunda
vez. Contaba con un único barco y una tripulación de
dieciocho hombres. (El rey Enrique VII era bastante más
tacaño que los Reyes Católicos.)
Aunque los franceses habían sido expulsados del reino de
Nápoles, todavía conservaban posiciones más
al
norte, en los Estados Pontificios. Gonzalo Fernández de
Córdoba terminó de expulsarlos de Italia al tomar el
puerto de Ostia, y de allí entró en Roma antes de
regresar a Castilla. En la campaña había contado con
la
ayuda del ejército pontificio, capitaneado por el duque de
Gandía Juan Borgia, el hijo del Papa. Poco después,
en junio, Juan fue a cenar a
casa de su
madre, y al regresar al Vaticano despidió a sus
compañeros para ir al encuentro de una persona enmascarada
que
lo esperaba cerca del río. No se sabe quién era ni
qué pasó luego, pero el cadáver de Juan fue
sacado
del Tíber degollado y con graves heridas por todo el
cuerpo. Su
bolsa, con treinta ducados, se halló intacta, luego no fue
víctima de un ladrón. El Papa estuvo tres
días
llorando y sin comer. Hizo llegar este comunicado al colegio de
cardenales:
Han matado al duque de Gandía, nuestro dolor es explicable, porque lo queríamos tiernamente. Ya no apreciamos en nada el ser Papa, ni cualquiera otra cosa. Si tuviéramos siete tiaras, las daríamos para volverle a la vida. Puede que el Señor haya querido castigarme por mis pecados, pues ciertamente él no merecía una muerte tan cruel.
No cabe duda que Alejandro VI sentía un gran aprecio por
su
hijo, y ello hizo sospechar que el asesinato había sido
planeado
por su hermano César, movido por los celos. Por otra parte,
los
aspavientos del pontífice sólo duraron unos
días,
y luego volvió a ser el mismo de siempre. Juan Borgia
dejó un hijo de dos años, conocido como Juan de Borja, que
heredó el
ducado de Gandía, donde creció. Desde ese momento,
la
rama valenciana de los duques de Gandía se instaló
en el
reino de Valencia y se desentendió completamente de los
asuntos
de Italia.
No tardó en producirse otro escándalo: Giovanni
Sforza, el marido de Lucrecia Borgia, abandonó Roma
en secreto atemorizado por que, según él, era amante
de
su esposa, su cuñado el cardenal César Borgia. El
Papa
anuló el
matrimonio alegando que Giovanni era impotente.
Ese mismo año, César Borgia sobrevivió a la
sífilis, y lo hizo con tanta facilidad que su
médico, Gaspare Torelle,
le dedicó su
tratado sobre el que él llamaba morbo gálico.
Afirmó que César podía ser considerado como
bienhechor de la humanidad, pues su caso había arrojado
mucha
luz sobre el tratamiento de la nueva enfermedad.
Alejandro VI había tratado de someter a Girolamo
Savoranola,
al que llamaba jocosamente el parabolano,
el que habla por parábolas. Le propuso nombrarlo cardenal
(gratis, cuando lo normal era pagar una sustanciosa suma), pero
Savonarola lo rechazó en un sermón en el que
decía
que la única forma en que Alejandro VI podría
acallarlo
sería convirtiéndolo en mártir: No quiero un capelo rojo, quiero
sangre
roja. Entonces el Papa lo excomulgó, y éste
replicó publicando un libro de teología titulado El triunfo de la cruz.
Continuó celebrando misa y predicando:
Dios gobierna al mundo por medio de agentes que pueden equivocarse. Para conocer si los ministros de Dios se equivocan, observemos cómo viven. Si no practican la caridad y las buenas obras, no estamos obligados a obedecerlos.
Ese año murió el duque Felipe I de Saboya, y fue
sucedido por su hijo Filiberto
II el
Hermoso, de diecisiete años.
La autoridad del gran príncipe Iván III de
Moscú era cada vez más sólida. Muchos
príncipes de estados fronterizos habían abandonado
al
gran duque de Lituania para someterse a él. Había
adoptado el título de autócrata,
junto a un complejo ceremonial cortesano. Impuso a los boyardos la
obligación de servir de por vida a un mismo príncipe
e
hizo redactar un nuevo código legal, el Sudiébnik.
El rey Juan I de Polonia dirigió una campaña contra
los otomanos, pero fue derrotado en Moldavia.
El rey Juan I de Dinamarca, Noruega y Suecia logró que
Sten
Gustafsson dejara el gobierno de Suecia y marchara exiliado a
Finlandia.
Mamadú Turé, el monarca del imperio Songhai,
regresó de una larga peregrinación a la Meca con la
que
se aseguró el apoyo de los musulmanes. A su paso por Egipto
había logrado que el sultán le otorgara un
título
que tenía vacante, un título glorioso en su
día,
pero que, como puede observarse, estaba muy devaluado: ahora era
nada
menos que el Califa Mamadú Turé.
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