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En 1525 Francisco Pizarro regresó a Panamá poniendo fin a la primera expedición de la Compañía del Levante, que había resultado un fracaso: muchos muertos y pocos beneficios.
Mientras tanto, en Quito moría el inca Huayna Cápac.
Bajo su reinado,
el imperio Inca alcanzó su máxima extensión, pero
a su muerte se sumió en una guerra civil cuando su heredero
legítimo, Tupic Cusi Hualpa,
conocido como Huáscar,
se proclamó inca en Cuzco, mientras otro de sus hijos, Atahualpa, hizo lo propio en Quito.
Atahualpa era hijo de una princesa quiteña, y Huayna
Cápac había intentado convertirlo en rey de Quito antes
de morir. Ambos se enfrentaron en Riobamba,
donde Atahualpa obtuvo una primera victoria, ya que contaba con el
grueso del ejército de su padre. Luego estableció su
cuartel general en Cajamarca y
desde allí envió sus ejércitos contra Cuzco.
Dos años atrás, Alberto Durero había terminado
un trabajo titulado Tratado sobre la
proporción, pero no lo publicó, pues se dio cuenta
de pocos lectores tendrían los conocimientos matemáticos
necesarios para entenderlo. En su lugar, se dedicó a escribir un
libro más elemental. Ahora lo publicaba en su propia imprenta,
dividido en cuatro libros. Se titulaba Unterweisung der Messung mit dem Zirkel
und Richtsheit, que se convirtió en el primer tratado de
matemáticas escrito en alemán (si no contamos algunos
libros previos de aritmética elemental). El primer libro discute
la construcción de diversas curvas, entre las que figuran la espiral de Arquímedes, la
concoide, la epicicloide, la hipocicloide y las curvas que hoy
se conocen como conchas de Durero.
El segundo libro proporciona métodos, algunos exactos y otros
aproximados, para construir polígonos regulares de 5, 7, 9, 11 y
13 lados, así como un método aproximado para cuadrar el
círculo con regla y compás (es decir, construir un
cuadrado de igual área que un círculo dado) y para
dividir un ángulo dado en tres partes iguales. En el tercer
libro estudia las pirámides, los cilindros y otros cuerpos
tridimensionales y, en su segunda parte, trata de instrumentos
astronómicos. El cuarto libro estudia los cinco poliedros
regulares platónicos y los poliedros semirregulares de
Arquímedes, así como la teoría de la perspectiva y
una teoría original suya sobre las sombras.
Mientras tanto, un joven de veinticuatro años llamado Girolamo Cardano conseguía su
doctorado en medicina en la universidad de Padua. Trató entonces
de ingresar en el Colegio de
Físicos de Milán, la ciudad donde vivía su
madre, pero su petición fue denegada. Ello se debió a
que, aunque tenía fama de haber sido un estudiante brillante, no
menos conocido era su carácter conflictivo y su afición
al juego. No obstante, la razón oficial por la que se le
denegó el ingreso fue que se descubrió que era hijo
ilegítimo. Siguiendo el consejo de un amigo, se dedicó a
ejercer la medicina en Sacco, un
pueblo cercano a Padua.
Nocolás de Maquiavelo terminó, aunque no
publicó, su Historia de
Florencia, que trata desde los orígenes de la ciudad
hasta la muerte de Lorenzo el Magnífico. En los últimos
años había compuesto diversos poemas, la comedia Clizia, y sus Canciones carnavalescas.
Pietro Bembo había sido secretario del Papa León X
y luego se había retirado a Padua, donde vivía su amante.
Tenía cincuenta y cinco años, y había reunido una
biblioteca y una colección de antigüedades. Ahora publicaba
un diálogo titulado Prose
della volga lingua (Prosas de la lengua vulgar) en el que
defiende que la lengua toscana (es decir, el italiano) debe ser
considerada de igual categoría que la latina.
El 12 de enero de 1526, el
sultán otomano Solimán I, que empezaba a ser conocido en
Occidente como Solimán el
Magnífico, derrotó al rey Luis II de Bohemia y
Hungría en la batalla de Mohács.
El rey resultó muerto y los turcos empezaron a avanzar por el
Danubio. Poco después saquearon la ciudad de Buda. Luis II tenía veinte
años y no dejó descendencia, así que su heredero
podía ser perfectamente su cuñado, Fernando de Austria.
El 14 de enero, el
emperador Carlos V y el rey Francisco I de Francia firmaron el tratado de Madrid, por el que
Francisco I recobraba su libertad a cambio de los ducados de
Borgoña y de Milán. Como garantía, Francisco I
dejó como rehenes en España a sus dos hijos mayores
Enrique y Carlos (de siete y cuatro años de edad), y se
comprometió también a casarse con Leonor de Austria, la
viuda del rey Manuel I de Portugal y hermana del emperador. El tratado
contemplaba también la liberación de algunos prisioneros,
entre los que figuraba el príncipe Filiberto de Orange.
Sin embargo, en cuanto Francisco I se encontró a salvo en
Francia, decidió que, habiéndo "perdido todo menos el honor", no
era muy grave perder el honor también, así que se
negó a entregar el ducado de Borgoña y empezó a
maquinar la reconquista del Milanesado.
Evidentemente, Carlos V se lo puso demasiado fácil a
Francisco I porque
quería tener las manos libres para ocuparse de Bohemia y
Hungría. Fernando de Austria fue reconocido sin problemas como
el rey Fernando I de Bohemia,
pero en Hungría la situación era más complicada.
El voivoda de de Transilvania, Juan
Zápolya, fue elegido rey en la dieta de Székesfehérvar, con el
apoyo de los turcos y de Francia. Los ejércitos de Fernando I
ocuparon la parte occidental de Hungría, donde encontró
suficientes partidarios.
Gonzalo Fernández de Oviedo escribió una Relación de lo sucedido en la
prisión del rey de Francia, sobre el cautiverio de
Francisco I. Ese año regresó a América, donde
escribió también su Sumario
de la natural historia de las Indias, que trata sobre la
navegación hasta las Indias, así como de la
geografía, fauna, flora y costumbres de los habitantes del Nuevo
Mundo. Desde su óptica, los indios, además de bastante
estúpidos, eran herejes, viciosos y crueles. Por esta
época se le pierde el rastro al dominico Antonio Montesinos. Lo
último que se sabe de él es que estuvo en Panamá
con el cargo, nada popular, de protector
de indios.
Carlos V se casó finalmente con Isabel, la hermana del rey
Juan III de
Portugal, y poco después Garcilaso de la Vega vio
cumplida su aspiración: el rey perdonó a su hermano Pedro
Lasso. Peor suerte corrió otro de los comuneros sublevados, el
obispo Antonio Osorio de Acuña, que desde que fue encarcelado
anduvo de proceso en proceso y, aunque consiguió ser absuelto en
Roma por el Papa Adriano VI, no le valió de nada y, finalmente,
trató de escapar a la desesperada, matando al alcaide que lo
custodiaba. Fue capturado y condenado a muerte.
Entre los amigos de Garcilaso se encontraba el preceptor de Fernando
de Toledo, el hijo del duque de Alba, que rondaba entonces los cuarenta
años y se llamaba Juan
Boscán. Era aficionado a la poesía, pero, a pesar
de haber nacido en Barcelona y de que, por tanto, su lengua materna
fuera el catalán, compuso casi exclusivamente en castellano. (El
catalán estaba ya prácticamente muerto como lengua
literaria.) En una carta posterior, cuenta cómo ese año
tuvo una conversación en Granada con el embajador veneciano, Andrés Navaggiero:
Porque estando un día en Granada con el Navagero, [...] tratando con él cosas de ingenio y de letras y, especialmente, en las variedades de muchas lenguas, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia [...] y así comencé a tentar este género de verso [...] Mas esto no me bastara a hacerme pasar muy adelante si Garcilaso, con su juicio, [...] no me confirmara esta mi demanda; y así, alabándome muchas veces este mi propósito, y acabándomele de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos ociosos en esto más fundadamente [...] En esotro verso nuevo [...] vemos, donde quiera que se nos muestra, una disposición muy capaz para recibir cualquier materia, o grave, o sotil, o dificultosa, o fácil. y asimismo para ayuntarse con cualquier estilo de los que hallamos entre los autores antiguos aprobados [...]
Así fue cómo Boscán y Garcilaso empezaron a
adaptar al castellano la poesía petrarquista italiana, en versos
endecasílabos, que contrastaban con la poesía tradicional
castellana, basada en el octosílabo. Veamos un par de ejemplos:
Nunca de Amor estuve
tan contento que en su loor mis versos ocupase, ni a nadie consejé que se engañase buscando en el amor contentamiento. |
Escrito
está en mi alma
vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribisteis, yo lo leo tan solo, que aun de vos me guardo en esto. |
Esto
siempre juzgó mi
entendimiento: que de este mal todo hombre se guardase; y así, porque esta ley se conservase, holgué de ser a todos escarmiento. |
En
esto estoy y en esto
estaré puesto; que, aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. |
Oh,
vosotros, que andáis
tras mis escritos gustando de leer tormentos tristes, según que por amar son infinitos, |
Yo
no nací sino para
quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero. |
mis
versos son deciros:
«¡Oh, benditos los que de Dios tan gran merced hubistes que del poder de Amor fuésedes quitos!» |
Cuanto
tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero. |
Juan
Boscán |
Garcilaso de la
Vega |
El soneto de Garcilaso está dedicaco a Isabel Freyre, una dama de la reina
Isabel de la que se había enamorado ese
mismo año. (No se sabe que el poeta hiciera nunca referencia en
sus versos a su esposa, Elena de Zúñiga.) Boscán
y, sobre todo, Garcilaso adaptaron
patrones de diversos
autores, principalmente de Petrarca, Horacio, Ariosto y Ausiàs
March.
Con su obra, Garcilaso enriqueció notablemente la lengua
castellana, introduciendo cultismos e italianismos, a la vez que
dignificando formas populares y arcaísmos a la sazón casi
extinguidos.
Ese año se terminó de compilar el Libro del decano de Lismore, una
antología que contiene los textos más antiguos
conservados de la literatura escocesa.
Tras haberse examinado en Barcelona, en abril
Ignacio de Loyola se trasladó a Alcalá de Henares, para
recibir clases de lógica.
Un gobernador vasallo del sultán de Delhi, llamado Dawlat kan, decidió rebelarse
contra su señor y, para ello, llamó en su auxilio a
Muhammad Báber. Tras cuatro incursiones de exploración,
derrotó al sultán Ibrahim Lodi en Panipat el 21 de abril, lo que le permitió
entrar en Delhi poco después, y más tarde en Agra.
En mayo, el rey Francisco I de
Francia formó la Liga de
Cognac con el Papa Clemente VII, Florencia, Venecia e incluso
con el duque de Milán, Francisco II Sforza. La liga contó
además con el apoyo del rey Enrique VIII de Inglaterra. Los
partidarios del emperador acusaron de traición al duque de
Milán y lo desterraron a Como.
El emperador Carlos V reaccionó a esta nueva muestra de apoyo
del Papa al rey francés decretando que cada uno de sus estados
tenía libertad para reglamentar como quisiera, en sus propios
dominios, la cuestión religiosa. En definitiva, venía a
decir que podían hacerse luteranos si querían.
En Suiza tuvo lugar la llamada disputa
de Baden, en la que Zurich trató de extender la reforma a
los demás cantones, que en general se mostraron vacilantes,
salvo los cinco cantones montañeses, Uri, Schwyz, Unterwalden,
Lucerna y Zug, que estaban decididos a seguir siendo católicos y
se aliaron con el archiduque Fernando de Austria.
Juan Luis Vives publicó De
subuentione pauperum (Sobre la revuelta de los pobres), en la
que analizaba desde un punto de vista sociológico las revueltas
de campesinos acaecidas el año anterior.
Erasmo de Rotterdam publicó su Hyperaspistes, como réplica
al De seruo arbitrio de
Lutero. También escribió ese año la Institutio Christiani matrimonii,
dedicado a Catalina de Aragón, la esposa del rey Enrique VIII de
Inglaterra, que se oponía en redondo a las pretensiones de
divorcio de su marido y, al parecer, debió de consultar a
Erasmo, directa o indirectamente.
Los reformistas denunciaban la veneración de los santos como
una
forma de idolatría, y por ello veían también con
malos ojos las
imágenes religiosas. Eso, unido a la austeridad del gobierno de
Basilea, hizo que la vida de los artistas en la ciudad no fuera
fácil.
Aconsejado por Erasmo, el pintor Hans Holbein emigró a
Inglaterra, donde disfrutó de la protección de Thomas
More.
En Venecia, Tiziano pintó la Madona Pesaro, un óleo de
cinco metros de alto, que representa a Jacobo
Pesaro ofreciendo a la Virgen una victoria naval contra los
turcos.
Durero pintó varios retratos (el Gentilhombre, Jakob Muffel, Hieronymus
Holzschuber) y otros cuadros, como su Virgen de la pera, aunque su obra
más relevante por estas fechas son Los cuatro apóstoles, como
se conocen dos cuadros que el pintor donó al ayuntamiento de
Nuremberg y en las que están representados san Juan y san Pedro,
en uno de ellos, y san Pablo y san Marcos Evangelista en el otro.
Al enterarse de que Francisco Fernández de Córdoba
había solicitado el título de gobernador de Nicaragua,
Pedrarias Dávila, el gobernador de Castilla del Oro, que
había enviado a Nicaragua a Fernández de Córdoba
precisamente para evitar que Gil Gónzalez Dávila hiciera
lo que ahora estaba haciendo él, decidió ocuparse
personalmente del asunto y, poniéndose al frente de una
expedición, tomó la ciudad de León, capturó
a Fernández de Córdoba en Granada, lo procesó y lo
hizo decapitar en junio, en la plaza
mayor de León. Poco después, Pedrarias Dávila fue
cesado de su cargo de gobernador de Castilla del Oro, y fue sustituido
por Pedro de los Ríos.
Por otra parte, Gil González Dávila había
regresado a su Ávila natal, en España, donde murió
a los pocos meses de su llegada.
En La Española, Lucas Vázquez de Ayllón
zarpó al frente de una gran expedición a Florida, donde
fundó la ciudad de San Miguel
de Gualdape, pero murió poco después durante un
viaje a Nueva España. Pánfilo de Narváez
logró entonces capitulaciones para conquistar Florida y
empezó con los preparativos.
En España murió Diego Colón, dejando muchos
pleitos pendientes. También dejó un hijo de seis
años, llamado Luis.
Por su parte, Francisco de Montejo firmó las capitulaciones de Granada, que le
concedían el derecho de conquista del Yucatán.
Ese mismo mes se reanudaron las hostilidades entre Francisco I de
Francia y el emperador Carlos V.
El duque Alberto de Prusia se casó con Dorotea, hija del rey Federico I de
Dinamarca. Su ex cuñada, Germana de Foix contrajo terceras
nupcias, esta vez con Fernando, el
duque de Calabria, hijo del que fuera rey de Nápoles, Federico
I. A los pocos días de la boda, el emperador Carlos V
nombró a ambos esposos virreyes de Valencia.
En julio llegó a Nueva España el juez Luiz Ponce de León, pero murió al poco tiempo y fue sustituido por Marcos de Aguilar.
Fray García Jofre de Loaisa murió el 30 de
julio en aguas del Pacífico, y Juan Sebastián
Elcano se convirtió en el nuevo capitán de la
expedición española a las Molucas, pero murió poco
después, el 4 de agosto. La
expedición continuó bajo el mando del joven Andrés de Urdaneta, de
dieciocho años, que, en las Molucas, obtuvo la ayuda del rey Gilolo para luchar contra los
portugueses.
Poco antes habían zarpado otras dos expediciones
expañolas hacia las Molucas. La primera, formada por cuatro
naves y
más de doscientos hombres, zarpó bajo el mando de
Sebastián Caboto. La segunda fue organizada y capitaneada por Diego García de Moguer, que
había acompañado a Juan Díaz de Solís en la
exploración de aquel mar Dulce
al que Magallanes se había dirigido en un primer momento
pensando que se trataba del paso que lo llevaría al
océano Pacífico. Sucedía que los exploradores
españoles que se adentraban desde el norte en las tierras
sudamericanas habían recibido noticias de una sierra de la Plata
que, como su nombre indicaba, rebosaba el preciado metal. Dicha sierra
estaba junto a un gran río y, como era habitual, estaba muy,
pero que
muy lejos, hacia el sur (porque los españoles que
recibían tales
informes estaban en el norte). García de Moguer pensó que
el mar Dulce podía ser la desembocadura de ese río de la Plata, que a su
vez conduciría a la sierra de
la Plata, así que, aunque su destino oficial era, como
hemos dicho, las Molucas, modificó el rumbo y se adentró
en el estuario que desde entonces es conocido como el estuario del Río de la Plata, si bien hay
que tener presente que no existe tal río, ya que en él
confluyen dos ríos distintos: el Paraná y el Uruguay.
Sin embargo, aunque García de Moguer había tratado de
disimular sus intenciones, no era el único que especulaba sobre
las riquezas del Río de la Plata. La tripulación de
Caboto también conocía el asunto y, al llegar al estrecho
de Magallanes, se negó a seguir adelante y convenció a su
capitán de que era más interesante buscar plata en una
tierra virgen que no especias en unos mares plagados de piratas y de
portugueses. Así, la expedición empezó a remontar
la costa sudamericana en busca de la Sierra
de la Plata.
Mientras estas expediciones buscaban riquezas desde el sur,
Francisco Pizarro y sus socios las buscaban desde el norte. Hernando
Luque aportó a la Compañía del Levante una
cuantiosa suma, con la que Pizarro y Almagro iniciaron en noviembre una segunda expedición
marítima hacia el sur. El nuevo gobernador de Castilla del Oro,
Pedro de los Ríos, se opuso a semejantes empresas de pura
rapiña y envió tras ellos a Pedro Tafur, con la orden de que
regresaran a Panamá.
Los portugueses se instalaron en la isla de Borneo.
En Alcalá de Henares, Ignacio de Loyola se dedicaba a
proponer ejercicios espirituales a cuantos querían hacerle caso.
La Santa Inquisición lo consideró sospechoso y le
abrió un proceso.
En marzo de 1527 murió
Marcos de
Aguilar, el juez designado por la Corona para poner orden en Nueva
España, y fue sucedido por Alonso
de Estrada, hasta entonces tesorero. El ayuntamiento de
la ciudad México
(así empezaba a ser conocida la reconstruida Tenochtitlan) se
opuso a que ocupara el mando, y lo forzó a compartirlo con
Gonzalo de Sandoval. Jerónimo de Aguilar, el marino al que
Cortés había rescatado de los mayas, recibió
varias encomiendas en Nueva España.
Carlos V envió un ejército a Italia bajo el mando del
duque Carlos III de Borbón con el que ocupó
Génova, que, sin formar parte de la liga de Cognac, era una
tradicional aliada de Francia. De Génova marchó a Roma,
para convencer al Papa Clemente
VII de que Dios estaba de su parte, y no de la de Francisco I de
Francia. El duque murió mientras escalaba las murallas de la
ciudad, y entonces cundió el descontento entre los soldados, que
venían cobrando sus pagas de forma muy irregular y ahora
temieron quedarse definitivamente sin salario. Se amotinaron y el 6
de mayo protagonizaron el llamado saco de Roma, en el que asaltaron
la ciudad durante ocho días de saqueos e
incendios. Los cardenales, después de ser obligados a pagar
rescates, eran arrastrados por las calles, los luteranos asaltaron
conventos e iglesias, las salas vaticanas fueron convertidas en cuadras
y sus obras de arte destrozadas. El Papa Clemente VII tuvo que
refugiarse en el castillo de
Sant'Angelo. Sofocado el motín, las tropas quedaron bajo el
mando del príncipe Filiberto de Orange, que mantuvo prisionero
al Papa. Los florentinos, viendo decaer el poder de los Médicis,
expulsaron a Hipólito y Alejandro de Médicis y
proclamaron la república. Maquiavelo fue relevado de sus cargos
y murió ese mismo año.
Bastasar de Castiglione, que era embajador en España de
Clemente VII, cayó en desgracia en la corte pontificia por no
haber informado a tiempo del proyecto del emperador de enviar un
ejército contra Roma. A partir de ese momento permaneció
en Toledo bajo la protección de Carlos V.
Carlos III de Borbón dejó un hijo llamado Gabriel, pero el rey Francisco I de
Francia, que había confiscado el ducado, no estaba dispuesto a
cedérselo. Si miramos el árbol genealógico de la
casa de Borbón, descartando la rama de
Borbón-Montpensier, a la que pertenecía Carlos III, la
rama más cercana era la de Borbón-Lavedan,
pero era bastarda, luego estaba la de Borbón-Busset,
que era polémica: tiene su origen en Luis de Borbón, que
había tenido hijos con Catalina
de Egmont. Como es habitual en estos casos, se dijo que se
había casado en secreto con ella, pero el rey Luis XI no
reconoció en su día tal matrimonio y, además, Luis
de Borbón
aceptó poco después el obispado de Lieja, con lo que
admitía no estar casado. En su momento, la legitimidad de los
descendientes de Luis no tuvo excesiva importancia, pero ahora se
volvía crucial, pues Francisco I consideró también
que la rama de Borbón-Busset era bastarda y, saltando de nuevo
la rama de Borbón-Montpensier, nombró duque de
Borbón al hasta entonces duque Carlos de Vendôme, ahora Carlos IV de Borbón.
(Más precisamente, hoy se distingue entre la rama de
Borbón-Montpensier, descendiente de un hermano mayor de Carlos
III, y la rama de Borbón-Braganza,
descendiente de Gabriel, que se casaría con una princesa
portuguesa de la casa de Braganza.)
Andrea Doria, que había entrado al servicio de Francia,
logró una victoria naval en Rapallo
que tuvo como consecuencia la capitulación de Génova, que
fue abandonada por los imperiales y quedó de nuevo bajo la
influencia de Francia.
El rey Enrique II de Navarra se casó con Margarita, hermana del rey Francisco
I de Francia.
El rey Enrique VIII de Inglaterra planteó la cuestión
de su divorcio a las autoridades eclesiásticas, alegando como
causa de la nulidad de su matrimonio que su esposa, Catalina de
Aragón, había sido antes su cuñada. Sin embargo,
Catalina dejó claro de quién era hija y no aceptó
la autoridad del tribunal nombrado para dirimir el caso. El emperador
Carlos V presionó en contra de que se aceptara tal divorcio y
ello llevó a un acercamiento entre Enrique VIII y el rey
Francisco I de Francia.
La Santa Inquisición abrió un segundo proceso a
Ignacio de Loyola, al que prohibió predicar o enseñar
durante un periodo de tres años.
Pedro de los Ríos, el nuevo gobernador de Castilla del
Oro, había solicitado el nombramiento de un gobernador para
Nicaragua,
y éste recayó sobre su antecesor, Pedrarias
Dávila, designado por cédula del 16 de mayo.
Francisco de Montejo desembarcó en el Yucatán y fundó la ciudad de Salamanca.
Un funcionario de Santo Domingo llamado Juan Martín de Ampués,
fundó en Venezuela la ciudad de Santa
Ana de Coro, que se convirtió en la primera capital
venezolana. Hasta entonces los españoles apenas controlaban
algunos puntos de la costa, desde donde se dedicaban principalmente a
capturar esclavos para llevarlos a las Antillas Mayores. La
penetración española empezó a ser viable a partir
del momento en que los nativos decidieron huir de las costas y
refugiarse en el interior, destruyendo en su marcha cosechas y poblados.
Una revuelta de nativos en Santa Marta llevó a Rodrigo de
Bastidas a embarcar rumbo a Santo Domingo, pero una tempestad
desvió su barco hasta Cuba, donde murió poco
después. La ciudad de Santa Marta quedó bajo el gobierno
provisional de Pedro de Heredia.
También murió Juan de Grijalva, asesinado por los
indios en el transcurso de una expedición a América
Central. Su tío, Pánfilo de Narváez, partió
rumbo a Florida el 17 de junio. En
su expedición participaba un joven de veinte años llamado
Álvar Núñez
Cabeza de Vaca, nieto de Pedro de Vera, el conquistador de la
Gran Canaria.
Ignacio de Loyola solicitó el amparo del arzobispo de Toledo,
que se ofreció a trasladarlo a Salamanca, pero allí se
repitió la historia y volvió a ser procesado por la Santa
Inquisición. En septiembre,
después de haber pasado casi un mes en la cárcel,
decidió marcharse a París, y emprendió el viaje a
pie.
Mientras tanto, Francisco Pizarro y sus hombres pasaban graves
penalidades luchando contra los indios. (Pizarro era más salvaje
que la media de los españoles que buscaban fortuna en
América, y los indios se obstinaban en oponerse encarnizadamente
a los saqueos de que eran objeto.) Finalmente, descubrieron los
primeros indicios de la existencia del Imperio Incaico. Viendo que
la situación los superaba, Pizarro envió a Almagro de
regreso a Panamá en busca de refuerzos, mientras él se
quedaba esperando con trece soldados en la que llamaron isla del Gallo. Fue allí donde les
alcanzó Pedro Tafur, quien les conminó a obedecer la
orden del
gobernador de Castilla del Oro, Pedro de los Ríos, por la que
debían regresar a Panamá. Sin embargo, Pizarro se
negó a regresar y
pidió el apoyo de sus hombres. Se cuenta que trazó una
raya en el suelo con su espada y les dijo que más allá de
ella estaban la gloria y la fortuna, mientras que al otro lado estaban
la pobreza y la oscuridad. Los trece hombres cruzaron la línea y
la Historia les ha regalado el sobrenombre de los trece de la fama.
En octubre, Hernán
Cortés envió una expedición por el
Pacífico, bajo el mando de Álvaro
Saavedra,
con la misión de encontrar la nave Trinidad, de Magallanes, de
la que
se desconocía su destino, así como auxiliar a las
expediciones de Loaisa y de Caboto,
de las que no había noticias. (La expedición del difunto
Loaisa estaba perdida en el Pacífico, mientras Sebastián
Caboto estaba explorando el río Paraná, donde
fundó el fuerte Sancti
Spiritus.) Poco después llegó una real orden que
reconocía a Alonso de Estrada como gobernador de la ciudad de
México, dejando sin autoridad a Gonzalo de Sandoval. Estrada
decretó entonces que Cortés fuera desterrado de la
capital, por lo que éste embarcó hacia España,
acompañado de Sandoval, para defender su causa ante la Corte.
Sandoval murió al poco de tocar tierra.
También viajó a España Pedro de Alvarado, que obtuvo del emperador Carlos V los cargos de gobernador, capitán general y adelantado de Guatemala.
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