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En 1530, el rey Juan III de
Portugal envió a Brasil una expedición capitaneada por Martim Afonso de Souza, que
construyó varias bases en la costa, entre las que destacaba la
de Bahía, donde
construyó una fortaleza.
Un funcionario de Puerto
Rico llamado Antonio Sedeño
emprendió la conquista de la isla de Trinidad, frente al delta
del Orinoco.
Un empleado de los Welser llamado Nicolás
Federmann inició un viaje de exploración por el
sur de Venezuela, que describió en un informe titulado Historia indiana.
Hernán Cortés fue nombrado marqués de Oaxaca, y regresó a Nueva España, donde se retiró a sus tierras, alejado de todo poder político. No obstante, intervino para que su amigo Pedro de Alvarado fuera excarcelado y pudiera ocupar su cargo de gobernador de Guatemala.
También Francisco Pizarro regresó a Castilla del Oro,
llevando consigo a sus hermanos Gonzalo,
Juan y Hernando. Diego
de Almagro no había dejado de observar que los privilegios que
Pizarro había obtenido de la Corona para sí mismo eran
sustancialmente
mayores que los concedidos a los demás, por lo que surgieron
tensiones
entre ambos, tensiones que Luque trataba de aliviar y que Hernando
Pizarro procuraba avivar. Con las capitulaciones que traía
Pizarro, el gobernador Pedro de los Ríos ya no podía
oponerse a sus planes de conquista y, de hecho, no sólo no se
opuso, sino que decidió acompañarlo en la próxima
expedición que estaba organizando. También se unió
a ella, procedente de Nicaragua, Sebastián de Belalcázar,
que
aportó treinta hombres, algunos caballos y un barco comprado y
equipado a sus expensas.
En enero de 1531 Pizarro
zarpó hacia Perú con tres barcos, 185 soldados y 37
caballos, mientras Almagro se quedaba en Panamá reclutando
más hombres.
Aunque Antonio de Mendoza había sido designado como virrey de
Nueva España, su nombramiento no se había hecho
aún efectivo, y el territorio continuaba gobernado por la
Audiencia, al frente de la cual se puso al obispo Sebastián
Ramírez de Fuenleal, que presidía hasta entonces la
Audiencia de Santo Domingo. Ramírez de Fuenleal anuló las
encomiendas concedidas por su antecesor, Nuño Beltrán de
Guzmán, y permitió a los indios elegir alcaldes y
corregidores en sus pueblos que se responsabilizaran del cumplimiento
de las leyes. Mientras tanto, Nuño Beltrán de
Guzmán había terminado la conquista de Nueva Galicia,
donde fundó la ciudad de Compostela,
de la que fue nombrado gobernador, dependiente de la Audiencia de Nueva
España.
En Nicaragua murió el gobernador Pedrarias Dávila,
cuyo mandato es recordado por la crueldad de su trato a los indios. Fue
sucedido interinamente por Francisco
de Castañeda, que continuó exterminando
indígenas mediante los trabajos forzados y la trata de esclavos.
El año anterior, un amigo y colaborador de Hernán
Cortés llamado Diego de
Ordás había obtenido capitulaciones para
conquistar y poblar la costa situada al este de la gobernación
venezolana de los Welser, es decir, la zona del delta del Orinoco.
Allí se encontró con Antonio Sedeño y, tras una
disputa al respecto, quedó claro que el Orinoco era suyo,
fundó la
ciudad de San Miguel de Paria
y se adentró en el río. Una vez más, los nativos
comunicaron a los extranjeros la existencia de un reino muy, pero que
muy, lejos, río arriba, rebosante de oro y piedras preciosas. El
nombre que los indios daban a dicho reino era Meta, pero los españoles no
tardaron en referirse a él como El
Dorado.
El mito de El Dorado tiene una base real. El
Orinoco, recorrido desde su desembocadura, avanza hacia el oeste y
luego gira hacia el sur, poco después recibe un afluente llamado
precisamente Meta, que nace en
la rama oriental de las tres ramas en que se divide al norte la
cordillera andina. En los altiplanos de dicha cordillera estaban los
reinos Chibcha, cuya cultura
es equiparable a las culturas Maya, Inca o Azteca, si bien, a
diferencia de éstas, no ha dejado datos históricos. Los
chibchas no formaban una unidad política, sino varios reinos
sometidos a una autoridad férrea. Su territorio era muy
fértil, por lo que la densidad de población era una de
las mayores del continente. El mayor y más meridional de estos
reinos estaba gobernado por un jefe llamado Zipa. Al norte había otro
reino cuyo jefe se llamaba Zaque,
y había un tercero cuyo jefe se llamaba Iraca. Estos reinos estaban
divididos en distritos gobernados por caciques. Cada distrito
tenía varios poblados, gobernados por sus propios jefes.
Creían en un dios creador de todo lo existente, al que llamaban Chimichagua, así como en
otros dioses, entre los que destacaban Sua
(el Sol) y Chía (la
Luna). También tenían un héroe llamado Bochica que había sido
enviado por Chimichagua para enseñar la cultura a los hombres.
Sus jefes y sacerdotes se cubrían el cuerpo con un ungüento
sobre el que aplicaban oro molido o en hojuelas, de donde procede
probablemente su fama de abundancia de oro.
El portugués Martim Afonso de Souza defendió la costa
brasileña de un ataque francés y construyó una
fortaleza en Río de Janeiro.
El emperador Carlos V nombró rey de romanos, es decir,
heredero del
Sacro Imperio Romano, a su hermano el rey Fernando I de Bohemia y
Hungría, y archiduque de Austria.
El duque de Florencia, Alejandro de Médicis, se casó
con Margarita, una hija que
Carlos V había tenido antes de casarse.
Ese año murió el duque de Alba, Fadrique
Álvarez de Toledo, y fue sucedido por su hijo Fernando, que
tenía entonces veintitrés años.
El 11 de febrero Thomas Cromwell
hizo votar al parlamento inglés la subordinación de la
Iglesia a la Corona, pero Thomas More siguió reprimiendo la
herejía protestante como había estado haciendo hasta
entonces.
Desde finales del año anterior, por iniciativa del landgrave
Felipe de Hesse y el príncipe elector Juan de Sajonia, los
príncipes protestantes se habían reunido en Smalkalda con representantes de las
ciudades también protestantes para tomar medidas contra el
ultimátum que el emperador había lanzado en la dieta de
Augsburgo, por el que les exigía conciliar sus posiciones con el
Papa. En marzo acordaron formar la
llamada Liga de Smalkalda,
por un periodo de seis años, con el compromiso de prestarse
ayuda mutua en caso de un eventual ataque de los católicos. Para
empezar, se negaron a reconocer a Fernando I como rey de romanos.
Zuinglio hizo un segundo intento de imponer la reforma a los
cantones suizos católicos. Nuevamente, ambos bandos se
enfrentaron en Kappel el 11 de marzo,
pero Zuinglio resultó muerto y los católicos obtuvieron
la victoria. A partir de ese momento, Suiza quedó en un
equilibro precario entre los cantones católicos, más
numerosos, y los protestantes, más poblados.
Católicos y protestantes estuvieron de acuerdo en
escandalizarse con la publicación (en Alsacia) del tratado De trinitatis erroribus, de Miguel
Servet, en el que negaba el dogma de la Trinidad.
En Holanda, un sastre anabaptista llamado Jan
Beuckelseen, más conocido como Juan de Leiden, logró
extender su doctrina por Amsterdam, Leiden y otras ciudades. En
Amsterdam se produjo un levantamiento que fue aplastado en mayo.
En Rusia también tenía lugar una controversia
religiosa, entre los monjes ricos,
que defendían el derecho y la conveniencia de que la Iglesia
poseyera bienes raíces, y los monjes
pobres, que defendían lo contrario. Entre los defensores
de éstos últimos, se encontraba un monje griego que
había llegado a Moscú hacía más que quince
años, para supervisar la edición eslava de los libros
litúrgicos griegos. Se llamaba Mijail
Trivolis, aunque era más conocido como Máximo el Griego.
Representó un papel destacado en el resurgimiento de la Iglesia
Ortodoxa Rusa. No obstante, el gran príncipe Basilio III
decidió ponerse de parte de los monjes ricos y condenó a
muerte a Máximo el Griego. Finalmente la sentencia no se
cumplió, pero los monasterios conservaron sus propiedades y la
Iglesia Rusa se puso al servicio del absolutismo monárquico.
En octubre, el rey Francisco I de Francia firmó el tratado de Saalfeld con la Liga de Smalkalda, a pesar de que él se declaraba católico. Su hermana, la reina Margarita de Navarra, así como su respeto hacia los humanistas, muchos de los cuales se estaban haciendo protestantes, predisponían al rey hacia la tolerancia.
No sucedía lo mismo en España, donde la Santa Inquisición, con sus métodos habituales, no tardó en poner a salvo a todos los fieles de la menor tentación de caer en la herejía luterana. Tomando ejemplo, el rey Juan III de Portugal se apresuró a instituir en su país la Santa Inquisición, por lo cual (o, quizás, a pesar de lo cual) es recordado como Juan III el Piadoso.
El derrocado rey Cristián II de Dinamarca trató de
recuperar su trono, pero su tío, el rey Federico I, lo hizo
prisionero.
El humanista Juan Luis Vives publicó su obra De tradentis
disciplinis, en la que critica los métodos docentes de la
época y propone detalladamente una reforma educativa.
Pedro Lasso de la Vega tenía un hijo de catorce años,
llamado Garcilaso de la Vega,
como su tío. Pretendía casarse con Isabel de la Cueva, una dama de la
emperatriz, de once años, pero la familia de la joven se
oponía a estas relaciones y había obtenido, a
través de la emperatriz, una cédula de Carlos V que
prohibía el matrimonio. Sin embargo, los jóvenes se
apresuraron a casarse en la catedral de Ávila, con Garcilaso (el
poeta) como testigo. Cuando la emperatriz se enteró de lo
sucedido, una nueva cédula de Carlos V anuló el
matrimonio por la minoría de edad de los contrayentes. Isabel
fue internada en un convento y el novio huyó a Portugal. Pero la
emperatriz averiguó también la participación del
otro Garcilaso, que a la sazón marchaba acompañando al
duque de Alba con destino a Ratisbona, donde el emperador iba a reunir
sus tropas para enfrentarse a los turcos, que acababan de invadir
Estiria. El 3 de febrero de 1532,
cuando pasaban por Tolosa, fue detenido por orden de la emperatriz,
pero quedó en libertad por la intercesión del duque de
Alba, que escribió a la emperatriz diciéndole que no
seguiría adelante sin Garcilaso. Sin embargo, cuando llegaron a
Ratisbona, en marzo, el emperador
estaba advertido por las cartas de su esposa, y ordenó que
Garcilaso fuera desterrado a una isla del Danubio.
En junio, Carlos V firmó la paz de Nuremberg con la liga de Smalkalda, por la que suspendía las resoluciones de la dieta de Augsburgo. Así estuvo en condiciones de ayudar a su hermano, el rey Fernando I de Bohemia y Hungría. Entre ambos derrotaron al sultán Solimán I el Magnífico, que tuvo que firmar una tregua.
Lutero aprovechó la paz de Nuremberg para dedicarse a la
predicación y a la consolidación de su Iglesia.
Miguel Servet publicó sus Dialogorum
de Trinitate libri duo y De
iustitia Regni Christi et de caritate capitula quattuor. Sus
abstrusas teorías de que Dios es uno y no tres, porque si es
uno, ¿cómo va a ser tres? lo obligaron a marcharse
rápidamente a Lyon.
Garcilaso de la Vega compuso su canción tercera, en la que describe su destierro en el Danubio. En julio, el duque de Alba logró convencer al emperador para que trasladara su destierro a Nápoles, donde el poeta entró al servicio del virrey Pedro de Toledo, tío del duque. Allí Garcilaso se dedicó al estudio de los clásicos latinos, y adquirió fama tanto como poeta como por su erudición.
El portugués Martim Afonso de Souza llevó a Brasil
desde Madeira la primera caña de azúcar, que
empezó a ser cultivada por esclavos negros importados desde
África.
En México, los exploradores españoles llegaron hasta
la que llamaron isla del
Cardón, aunque más tarde se descubriría que
no era una isla, sino una península, que pronto pasó a
ser conocida como California,
nombre tomado de los libros de caballerías.
En Perú, la batalla definitiva entre los ejércitos de
Huáscar y Atahualpa tuvo lugar en Quipaypan, cerca de Cuzco. Su
primera fase favoreció a Huáscar, pero al día
siguiente los generales de Atahualpa lograron capturar a Huáscar
en una emboscada y derrotaron a sus tropas. Atahualpa recibió la
noticia al mismo tiempo que le informaban de que unos extranjeros se
habían apoderado de Túmbez, en el norte. El inca
entró en Cuzco y desposeyó a la nobleza que había
apoyado a Huáscar. Luego envió embajadas con regalos para
parlamentar con los extranjeros.
Pizarro, había dejado una guarnición en Túmbez,
y avanzó hacia el sur en busca de Atahualpa. Fundó la
ciudad de San Miguel, y
finalmente se encontró con Atahualpa en Cajamarca el 11 de noviembre. Pizarro llevaba consigo
unos ciento cincuenta hombres, y Atahualpa unos treinta mil. Al
parecer, el español no acabó de ver claras sus
posibilidades de éxito en caso de un enfrentamiento directo,
así que optó por una
estratagema: invitó a parlamentar a Atahualpa y lo hizo
prisionero. Atahualpa ofreció llenarle a Pizarro una
habitación de
oro a cambio de su libertad. Se calcula que hablaba de unos 250 metros
cúbicos de oro, más de lo que se extraía en toda
Europa
en cincuenta años. Pizarro aceptó, y Atahualpa
ordenó a sus partidarios que recorrieran el Imperio recaudando
el
rescate, al tiempo que ordenaba a sus generales que mataran a
Huáscar con todas sus esposas e hijos, para evitar que se aliara
con los españoles.
Ese año Pizarro recibió un documento con instrucciones
sobre los términos en que debía informar a los indios de
su obligación de someterse a los españoles. Conocido como
el requerimiento, fue la primera
respuesta de la Corona Española al problema de legitimar la
conquista. No cabe duda de que, si los indios ante quienes se
leía el requerimiento hubieran entendido el castellano,
habrían comprendido muy bien la situación, pues el texto
es muy didáctico y directo. Sin embargo,
los conquistadores, muy dados a cumplir con todos los trámites
legales, no reparaban en las caras de estupor de los
indios que escuchaban la perorata sin entender nada y, a menudo, dado
que el efecto era el mismo, se limitaban a leer el documento a varios
kilómetros de la ciudad que pretendían conquistar, tras
lo cual, ante
la falta de respuesta, entraban a saco con toda legalidad.
Diego de Ordás había remontado el Orinoco en busca de
El Dorado, pero su empresa fracasó y, al regresar, fue llevado
preso a Santo Domingo acusado de usurpar los territorios concedidos a
Antonio Sedeño. Cuando recibió de España los
documentos que legitimaban su exploración se encontraba ya sin
medios para organizar una nueva, así que embarcó hacia la
metrópoli, pero murió durante el viaje.
Juan Luis Vives publicó su Introductio
ad sapientiam, donde combina la ética
socrático-estoica con la ética cristiana.
Ese año se publicó póstumamente la Historia de Florencia, de
Maquiavelo.
También se publicó una novela titulada Horribles es épouvantables faits et
prouesses du très renommé Pantagruel (Horribles y
espantosos hechos y proezas del famosísimo Pantagruel), firmada
por Alcofribas Nasier, nombre
que, debidamente reordenado, se convierte en François Rabelais, un
dominico francés, anteriormente franciscano, que tenía un
gran renombre como médico. Casi al mismo tiempo, publicó
también una edición de los Aforismos de Hipócrates.
Pantagruel es un gigante que opone su sentido común con
numerosos absurdos que encuentra a su paso, en una sátira de las
instituciones y las costumbres de la Francia de la época.
Otro poeta de treinta y seis años, llamado Clement Marot, publicó su Adolescencia clementina, una
recopilación de sus poemas de juventud. Tres años antes
había publicado una edición del Roman de la Rose.
Ese año murió el príncipe elector Juan de Sajonia, que fue sucedido por su hijo Juan Federico.
En Portugal murió el duque Jaime de Braganza. Fue un hombre
extremadamente religioso. Trató de hacerse fraile, pero no fue
posible porque estaba casado, así que apuñaló a su
esposa, y luego se impuso una extravagante penitencia. Fue sucedido por
su hijo Teodosio I.
También murió García de Lerma, el gobernador de
Santa Marta. En España, Pedro de Heredia firmó unas
capitulaciónes que le asignaban el territorio situado al oeste
de Venezuela. Zarpó de Cádiz, pasó la Navidad en
Santo Domingo, luego se dirigió a la costa de Tierra Firme y,
tras despejar la zona de indios, el 14 de
enero de 1533 fundó la ciudad de Cartagena de Indias, al oeste de
Santa Marta. Mientras tanto, Pedro Fernández de Lugo, el
gobernador de las Canarias, fue nombrado gobernador de Santa Marta.
Antonio Sedeño desistió de su intento de conquistar la
isla de Trinidad y regresó a Puerto Rico.
Tras haber firmado la tregua con el rey Fernando I de Bohemia y
Hungría, el sultán Solimán I el Magnífico
volvió su mirada hacia el este y declaró la guerra al sha
de Persia, Tahmasp I, a quien le arrebató Tabriz. Desde allí
siguió avanzando hacia Bagdad.
En el Egeo empezaba a ser conocido un pirata turco llamado Dragut, que atacaba a los
navíos venecianos.
En abril, el virrey de
Nápoles, Pedro de Toledo, envió a Garcilaso a Barcelona
con una comisión, en un intento de congraciarlo con el
emperador, que a la sazón estaba en la ciudad. (Había
vuelto a España para pedir dinero a las cortes de Castilla y de
Aragón.) Garcilaso se
encontró también con el duque de Alba, que regresaba de
Viena y que lo acompaño en un breve viaje a Toledo, que hizo el
poeta para visitar a su familia.
El rey Enrique VIII de Inglaterra nombró arzobispo de
Canterbury a Thomas Cranmer,
quien poco después presidió una comisión que el 23 de mayo declaró nulo el
matrimonio del rey con Catalina de Aragón. La reina fue
confinada en diversos castillos, y nunca renunció el divorcio.
Thomas More, que no aprobaba las reformas religiosas que estaba
llevando adelante el rey, había dimitido el año anterior
de su cargo de
canciller. Poco después, Cranmer casó al rey con Ana
Bolena y presidió una nueva comisión que declaró
válido el matrimonio, pese a que no contaba con la
aprobación del Papa. El 11 de julio,
Clemente VII excomulgó a Enrique VIII. El matrimonio se
había celebrado justo a tiempo para que un hijo que esperaba Ana
Bolena fuera tenido como legítimo.
Por desgracia para el
monarca, dicho hijo no fue el hijo que tanto deseaba, ya que
resultó ser una hija, que recibió el nombre de Isabel. Si hubiera sido
varón, se hubiera convertido en el heredero al trono, pero
así quedaba en segundo lugar, tras María, la hija de
Catalina de Aragón, que tenía ya diecisiete años.
Por ello, María se convirtió en el blanco de Ana Bolena,
que llegó a intimidarla hasta el punto de hacerle reconocer que
no era hija del rey.
Diego de Almagro se reunió con Francisco Pizarro en
Cajamarca, trayendo consigo 153 hombres, entre los que figuraba
Hernando de Soto. Allí los incas habían reunido el oro
pactado como rescate de Atahualpa. Ahora bien, unos meses antes,
Atahualpa había ordenado el asesinato de su hermanastro
Huáscar, lo cual había llevado a los partidarios de
éste a buscar una alianza con los españoles. Por ello,
Pizarro, en lugar de liberar a su rehén, decidió juzgarlo
por dicho asesinato. El 26 de julio
fue condenado por "idólatra,
fratricida y conspirador contra nuestro señor Carlos V".
Cuando estaba a punto de arder en la hoguera, Atahualpa se
convirtió al cristianismo, porque le dijeron que de ese modo no
moriría quemado como idólatra, sino sólo
estrangulado, y así fue. Pizarro designó como nuevo
soberano inca a Túpac Huallpa,
hermano de Huáscar, y partió hacia Cuzco con él y
con el general Calcuchima,
pero Túpac Huallpa murió al poco tiempo. Almagro
logró entrar en Cuzco y sus hombres saquearon los templos. En noviembre fue coronado otro hermano de
Huáscar llamado Manco
Cápac II, que se declaró vasallo del rey de
España. El dominico Vicente
Valverde fue nombrado obispo de Cuzco.
Mientras tanto, el gobernador de Guatemala, Pedro de Alvarado,
invadió Perú al mando de 436 hombres. Pizarro
envió contra él a Sebastián de Belalcázar,
quien, pensando que la noticia era falsa, se desvió hacia el
interior. Belalcázar se enfrentó al general inca Ramiñahui, que
abandonó la ciudad de Quito después de destruirla y de
llevarse sus tesoros y el grueso de sus fuerzas. Belalcázar
venció la escasa resistencia de los incas que quedaron y luego
recibió refuerzos conducidos por Almagro. Entre ambos fundaron
la ciudad de Santiago de Quito.
Tras la llegada de los primeros franciscanos, a Nueva España
habían llegado frailes dominicos (desde hacía cinco
años) y ahora llegaban los primeros agustinos. La
población española empezó a quejarse de que los
eclesiásticos estaban acumulando cada vez más tierras. El
franciscano Juan Zumárraga había marchado a
España, donde fue consagrado en Valladolid como obispo de
México.
En París, Ignacio de Loyola inició sus estudios de
teología. Mientas tanto, la reforma protestante se
extendía por Francia. Nicolas
Cop, el rector de la
universidad de París, pronunció un discurso que
constituía un verdadero manifiesto en favor de la Reforma. Al
parecer, no lo había redactado él, sino un joven de
veinticuatro años llamado Jean
Calvin, aunque es más conocido como Juan Calvino. Había estudiado
gramática, lógica y filosofía en los colegios de
La Marche y Montaigu, donde
recibió las influencias contradictorias del evangelista Mathurin Cordier y del
católico Noël Beda.
Cinco años atrás se había graduado en artes, y
luego estudió derecho en Orleans y Bourges. Entre sus profesores
estuvo el luterano Melchior Wolmar,
que contribuyó a convertirlo a la Reforma. Tras la muerte de su
padre, dos años atrás, se instaló en París,
donde siguió cursando estudios.
El rey Francisco I de Francia casó a su hijo Enrique, que
tenía entonces catorce años, con Catalina de
Médicis, de su misma edad.
Girolamo Cardano no había tenido mucho éxito
ejerciendo de médico, se había casado y, tras ser
rechazado de nuevo por el Colegio de
Físicos de Milán, volvió a dedicarse al
juego para ganarse la vida, pero el resultado fue que perdió
hasta las joyas de su esposa y parte de su mobiliario. Marchó a
Milán en busca de fortuna, y acabó en un hospicio.
Entonces le llegó la suerte, pues logró un puesto de
profesor de matemáticas en la Fundación
Piatti de Milán, lo que le dio mucho tiempo libre, parte
del cual lo empleó en atender a unos pocos pacientes. Unas
cuantas curaciones le dieron gran fama, hasta el punto de que entre sus
clientes aparecieron miembros del Colegio
de Físicos.
El Emperador Carlos V residía en Bolonia desde el año
anterior, y allí Tiziano pintó el retrato conocido como El emperador Carlos V con su perro,
donde el retratado aparecía de cuerpo entero frente a un
cortinaje. Esta disposición se pondría de moda en el
futuro para los retratos de reyes y príncipes, sustituyendo al
más común hasta entonces, el retrato de medio cuerpo,
hasta las manos, que Leonardo había acreditado con su Gioconda.
En Inglaterra, Hans Holbein retrató a Jean de Dinteville, el embajador
francés, juntamente con el obispo de Lavour, Georges de Selve, en un cuadro
cargado de simbolismo titulado Los
embajadores. Entre las dos figuras, de cuerpo entero, se
encuentra un mueble lleno de objetos: una esfera celeste, una esfera
terrestre, un goniómetro, un sextante, compases, un laúd
y libros: a la izquierda, cerrado, la Aritmética
Contable del matemático, geógrafo y
cosmógrafo alemán Peter
von Bienewitz, más conocido como Petrus Apianus; a la derecha, un
libro abierto permite leer la primera estrofa de una coral de Lutero (Veni Creator Spiritus), así
como el inicio del himno Si quieres
vivir espiritualmente. En el suelo, en el centro del cuadro, hay
una figura deformada que, cuando se contempla el cuadro desde la
derecha, cerca de la pared, forma una calavera. La obra estaba pensada
para una estancia de la residencia de Jean de Dinteville, para el muro
situado ante la puerta principal, y en la pared derecha había
una pequeña puerta, de forma que la calavera era visible para
quien abandonaba la habitación por ella y se volvía a
mirar el cuadro.
Ese año murieron:
Unos meses atrás, Garcilaso había enviado a Juan
Boscán, que vivía en Barcelona, un ejemplar de El cortesano, de Castiglione. En 1534 Boscán publicó una
traducción, considerada como la mejor obra en
prosa castellana de la primera mitad del siglo XVI. La edición
incluía como prólogo una carta de Garcilaso, que es la
única muestra literaria que se conserva de su prosa.
Tras acabar su Égloga
primera, Garcilaso compuso su Égloga
segunda, en la que, junto a Salicio y Nemoroso, interviene
también un tercer pastor, Albanio,
que representa al duque de Alba y canta felizmente a su amada Camila, la duquesa María Enríquez.
Garcilaso coincidió en Nápoles con un poeta veneciano
llamado Bernardo Tasso, que
publicó ese año unos ensayos poéticos con el
título de Amori, entre
los que figuraba el poema O pastori
felici, formado por 21 estrofas de versos heptasílabos y
endecasílabos con rima aBabB. Garcilaso utilizó esta
misma estrofa en su Oda a la flor de
Gnido (su Canción
quinta), escrita para su amigo Mario
Galeota, para ayudarle a cortejar a Violante de Sanseverino, de la
familia Gnido (lo que daba pie a un juego de palabras con el famoso
templo que Venus tenía en Gnido). Dicha estrofa se conoce en
castellano como lira, debido
a que esta palabra figura en el primer verso de la oda de Garcilaso. No
tardaría en hacerse popular entre los poetas renacentistas, ya
que se consideraba especialmente apta para imitar el ritmo de las odas
de Horacio. Sus primeros versos son éstos:
Si
de mi baja lira tanto pudiese el son, que en un momento aplacase la ira del animoso viento, y la furia del mar y el movimiento; |
ni aquellos capitanes,
[antiguos romanos] en las sublimes ruedas colocados, por quien los alemanes, el fiero cuello atados, y los franceses van domesticados; |
y
en ásperas montañas con el suave canto enterneciese las fieras alimañas, los árboles moviese y al son confusamente los trajese; |
mas
solamente aquella fuerza de tu beldad seria cantada, y alguna vez con ella también seria notada el aspereza de que estás armada; |
no
pienses que cantado seria de mí, hermosa flor de Gnido, el fiero Marte airado, a muerte convertido, de polvo y sangre y de sudor teñido; |
y
cómo por ti sola, y por tu gran valor y hermosura, convertida en viola, [por Violante] llora su desventura el miserable amante en tu figura. [...] |
Erasmo de Rotterdam publicó su obra Acerca de la buena concordia de la Iglesia,
en la que defendía, sin mucha convicción de que ello
fuera posible, un acercamiento entre católicos y protestantes. A
sus sesenta y cuatro años, lleno de achaques, puso más
interés en su Preparatio ad
mortem.
François Rabelais (o Alcofribas Nasier) publicó la Vie inestimable du grand Gargantua,
cuyo protagonista es el gigante Gargantúa,
padre de Pantagruel e hijo de Grandgousier
y Gargamelle, los cuales dan
a su hijo una educación que muestra las ventajas de la
pedagogía racional de los humanistas frente a los métodos
tradicionales de la Sorbona. Por otra parte, se condenan las guerras de
conquista y se ensalza la prudencia, el pacifismo y el espírituo
conciliador.
Sebastián de Belalcázar y Diego de Almagro se encontraron finalmente con Pedro de Alvarado, y sólo lograron que abandonara Perú entregándole una buena cantidad de oro. Belalcázar se quedó en Quito mientras Almagro regresaba junto a Pizarro. Durante su viaje hacia el sur, fundó la ciudad de Trujillo. Hernando Pizarro regresó a España con la quinta parte del tesoro de Atahualpa, que correspondía al emperador. En una nueva campaña contra los incas, Belalcázar capturó a Ramiñahui y lo hizo ejecutar.
La reforma protestante |
Índice | Juan Calvino |