Las veintiuna condiciones

  1. Toda la propaganda y agitación tiene que tener un carácter auténticamente comunista, y corresponder al programa y las decisiones de la Internacional Comunista. Todos los órganos de prensa del partido deben ser dirigidos por comunistas de confianza que hayan demostrado su devoción a la causa del proletariado. La dictadura del proletariado no debe tratarse como una mera fórmula aprendida de memoria. La propaganda al respecto debe plantearse de forma que su necesidad sea comprensible a cualquier trabajador sencillo, a cada trabajadora sencilla, a cada soldado y campesino, a partir de hechos cotidianos, que deben ser observados sistemáticamente por nuestra prensa y usados día a día.
    La prensa y las instituciones editoriales del partido deben estar subordinadas a la dirección del partido, independientemente de si, en un momento dado, el partido es legal o ilegal. No se debe permitir a las editoriales que abusen de su independencia y sigan directrices que no correspondan completamente a las directrices del partido.
    En las columnas de prensa, en los encuentros públicos, en los sindicatos, en las cooperativas, donde los miembros de la Internacional Comunista puedan introducirse, es necesario denunciar no sólo a la burguesía, sino también a quienes cooperan con ella, los reformistas de cualquier tipo, de forma sistemática e inexorable.
  2. Toda organización que desee afiliarse a la Internacional Comunista debe eliminar de forma regular y sistemática a los reformistas y centristas de cualquier puesto de responsabilidad en el movimiento obrero (organizaciones del partido, equipos de redacción, sindicatos, facciones parlamentarias, cooperativas, gobiernos locales) y reemplazarlos por comunistas probados, sin preocuparse demasiado por el hecho de que, sobre todo al principio, trabajadores ordinarios salidos de las masas estarán sustituyendo a oportunistas con experiencia.
  3. En casi todos los países de Europa y América la lucha de clases está entrando en la fase de la guerra civil. Bajo estas condiciones, los comunistas no pueden confiar en la legalidad burguesa. Tienen la obligación de establecer un aparato organizativo paralelo que, en el momento decisivo, pueda ayudar al partido a cumplir su deber con la revolución. En todo país en el que un estado de sitio o de emergencia prive a los comunistas de la oportunidad de llevar a cabo sus tareas legalmente, es absolutamente necesario combinar la actividad legal con la ilegal.
  4. El deber de propagar las ideas comunistas incluye especialmente la obligación de hacer propaganda enérgica y sistemáticamente en el ejército. Donde esta agitación sea interrumpida por leyes de emergencia, debe continuarse ilegalmente. Negarse a llevar a cabo tal trabajo sería equivalente a traicionar el deber revolucionario y sería incompatible con la pertenencia a la Internacional Comunista.
  5. La agitación metódica y sistemática es necesaria en el campo. La clase trabajadora no podrá ganar si no tiene el soporte del proletariado rural, al menos de una parte de los campesinos más pobres, ni tampoco si no se asegura la neutralidad de al menos una parte del resto de la población rural mediante sus políticas. La actividad comunista en el campo es actualmente de gran importancia. Debe llevarse a cabo principalmente con la ayuda de los trabajadores revolucionarios comunistas de la ciudad que tengan conexiones con el campo. Negarse a llevar a cabo esta tarea o confiarla a manos semi-reformistas poco fiables es tanto como renunciar a la revolución proletaria.
  6. Todo partido que desee pertenecer a la Internacional Comunista tiene la obligación de desenmascarar no sólo el social-patriotismo abierto, sino también la falsedad y la hipocresía del social-pacifismo, para mostrar sistemáticamente a los trabajadores que, sin la deposición revolucionaria del capitalismo, ningún tribunal internacional de arbitraje, ningún acuerdo de limitación de armamentos, ninguna reorganización "democrática" de la Sociedad de Naciones será capaz de evitar las guerras imperialistas.
  7. Todo partido que desee pertenecer a la Internacional Comunista tiene la obligación de admitir una ruptura completa con las políticas reformistas y centristas, y de difundir esta ruptura entre los círculos tan amplios como sea posible de los miembros del partido. Las políticas comunistas consistentes son imposibles de otro modo.
    La Internacional Comunista exige categórica e incondicionalmente que esta ruptura se lleve a cabo en el menor tiempo posible. La Internacional Comunista no puede tolerar una situación en la que a notorios oportunistas, como los representados por Turati, Modigliano, Kautsky, Hiferding, Hilquit, Longuet, MacDonald, etc., se les conceda el derecho a figurar como miembros de la Internacional Comunista. Esto sólo podría conducir a que la Internacional Comunista se convirtiera en algo muy parecido al naufragio de la Segunda Internacional.
  8. Es necesaria una actitud particularmente clara y destacada sobre la cuestión de las colonias y naciones oprimidas por parte de los partidos comunistas de aquellos países cuyas burguesías poseen colonias y oprimen otras naciones. Todo partido que desee pertenecer a la Internacional Comunista tiene la obligación de sacar a la luz las artimañas de sus propios imperialistas en las colonias, de apoyar cada movimiento de liberación de las colonias, no sólo con palabras, sino con hechos, de exigir que sus compatriotas imperialistas sean expulsados de las colonias, de cultivar en los corazones de los trabajadores en su propio país una relación auténticamente fraternal con la población trabajadora de las colonias y de las naciones oprimidas, y de llevar sistemáticamente la propaganda a las tropas de su propio país contra cualquier opresión de pueblos colonizados.
  9. Todo partido que desee pertenecer a la Internacional Comunista debe desarrollar sistemática y continuadamente actividades comunistas en los sindicatos, consejos de trabajadores, cooperativas de consumidores, y otras organizaciones de masas de trabajadores. En esas organizaciones es necesario organizar células comunistas que han de ganarse a los sindicatos etc. para la causa del comunismo mediante un trabajo incesante y persistente. En su trabajo diario las células tienen la obligación de denunciar en todo lugar las tretas de los socialistas patriotas y las vacilaciones de los centristas. Las células comunistas deben estar completamente subordinadas al partido como un todo.
  10. Todo partido que desee pertenecer a la Internacional Comunista tiene la obligación de librar una lucha tenaz contra la "Internacional" de Amsterdam de organizaciones sindicales amarillas. Debe explicar tan enérgicamente como sea posible entre los sindicalistas la idea de la necesidad de romper con la Internacional Amarilla de Amsterdam. Debe apoyar a la Asociación Internacional de Sindicatos Rojos, afiliada a la Internacional Comunista, actualmente en proceso de formación, con todos los medios a su disposición.
  11. Los partidos que quieran pertenecer a la Internacional Comunista tienen la obligación de revisar la composición de sus representaciones parlamentarias, para eliminar de ellas a elementos poco fiables y subordinar dichas representaciones a la dirección del partido, no solo con palabras, sino con hechos, instando individualmente a cada miembro comunista del parlamento a subordinar toda su actividad a los intereses de la agitación y propaganda auténticamente revolucionarias.
  12. Los partidos que pertenezcan a la Internacional Comunista deben organizarse sobre las bases del centralismo democrático. En la época actual de guerra civil aguda, el partido comunista sólo estará en condiciones de cumplir su deber si su organización está tan centralizada como sea posible, si en su seno reina la disciplina férrea y el centro del partido, respaldado por la confianza de sus miembros, es dotado de todos los derechos y autoridad y de los máximos poderes.
  13. Los partidos comunistas de aquellos países en los que los comunistas pueden llevar a cabo su trabajo legalmente deben de tanto en tanto llevar a cabo purgas (reinscripciones) de los miembros de las organizaciones del partido para limpiarlo sistemáticamente de elementos de la pequeña burguesía.
  14. Todo partido que quiera pertenecer a la Internacional Comunista tiene la obligación de apoyar incondicionalmente a toda república soviética en su lucha contra las fuerzas contrarrevolucionarias.
    Los partidos comunistas deben hacer propaganda clara para evitar el suministro de material de guerra a los enemigos de las repúblicas soviéticas. También deben hacer propaganda legal o ilegal con todos los medios a su disposición contra las tropas enviadas a suprimir repúblicas de trabajadores.
  15. Los partidos que todavía conservan sus antiguos programas socialdemócratas tienen la obligación de cambiarlos tan rápidamente como sea posible y elaborar un nuevo programa comunista acorde a las condiciones particulares del país y conforme a las decisiones de la Internacional Comunista.
    Como norma, el programa de cada partido perteneciente a la Internacional Comunista debe ser ratificado en un congreso ordinario de la Internacional Comunista o por el Comité Ejecutivo. Si el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista rechaza el programa de un partido, dicho partido tiene derecho a apelar al Congreso de la Internacional Comunista.
  16. Todas las decisiones de los congresos de la Internacional Comunista y las decisiones del Comité Ejecutivo son vinculantes para todos los partidos que pertenezcan a la Internacional Comunista. La Internacional Comunista, que actúa bajo las condiciones de la más acuciante guerra civil, debe construirse en una forma mucho más centralista que la Segunda Internacional. En el proceso la Internacional Comunista y su Comité Ejecutivo tienen que tener en cuenta, por supuesto, en toda su actividad, las diferentes condiciones en las que cada partido tiene que luchar y trabajar y adoptar decisiones vinculantes en general sólo en los casos en los que tales decisiones son posibles.
  17. En esta dirección, todos los partidos que deseen pertenecer a la Internacional Comunista deben cambiar sus nombres. Todo partido que quiera pertenecer a la Internacional Comunista debe llevar el nombre de Partido Comunita de tal o cual país (Sección de la Internacional Comunista). La cuestión del nombre no es formal, sino una cuestión de alta política y de suma importancia. La Internacional Comunista ha declarado la guerra a todo el mundo burgués y a todos los partidos socialdemócratas amarillos. La diferencia entre los partidos comunistas y los viejos partidos socialdemócratas o socialistas que han traicionado el estandarte de la clase trabajadora debe quedar clara ante cualquier sencillo trabajador.
  18. Todos los órganos de prensa principales de los partidos en cada país tienen el deber de imprimir todos los documentos oficiales importantes del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista.
  19. Todos los partidos que pertenecen a la Internacional Comunista o que han solicitado su ingreso tienen el deber de convocar un congreso extraordinario lo antes posible y nunca después de cuatro meses desde la celebración del Segundo Congreso de la Internacional Comunista para revisar estas condiciones. En este sentido, todos los centros de los partidos deben supervisar que las decisiones del Segundo Congreso se difundan en todas las organizaciones locales.
  20. Aquellos partidos que ahora quieren entrar en la Internacional Comunista pero que no han alterado radicalmente sus antiguas tácticas deben dar muestras antes de ingresar en la Internacional Comunista de que no menos de los dos tercios de su comité central y de todas sus instituciones centrales más importantes constan de camaradas que manifestaban públicamente sin ambigüedad a favor de la entrada del partido en la Internacional Comunista antes incluso de que se celebrara su Segundo Congreso. Se pueden admitir excepciones si así lo decide el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. El Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista tiene también el derecho de hacer excepciones en relación a los representantes de tendencia centrista mencionados en el párrafo 7.
  21. Los miembros del partido que fundamentalmente rechacen las condiciones y las tesis establecidas por la Internacional Comunista deben ser expulsados del partido.