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EL MUNDO, 22 DE OCTUBRE DE 2008 - Columna 41

 

Restauración paisajística

 

JOSÉ LUIS RUBIO
PREMIO REY JAIME I

 

http://www.uv.es/~jlrubio/

 

Lo que hacernos con el paisaje y el territorio no lo podemos ocultar. La forma en que usamos y tratamos la porción de tierra en la que nos ha tocado vivir, deja su marca indeleble como señas que nos identifican. Lo bueno y lo malo queda expuesto. Como decía Azorín, «somos el paisaje» y lo que algunos pueden hacer mal con el, nos repercute a todos. En las últimas décadas se han producido grandes cambios socioeconómicos, demográficos y de usos del suelo que han alterado enormemente la fisonomía de las tradicionales pautas del paisaje mediterráneo.

El abandono agrícola, la litoralización, el crecimiento urbano desorbitado, las infraestructuras de comunicación, el turismo y las zonas industriales, han originado cambios drásticos en el territorio.

Junto a indudables logros en la protección del territorio, como es el caso de la red de espacios protegidos, son clamorosamente visibles numerosos impactos de obras civiles y de expansión urbano-industrial que degradan el paisaje. La lista de «feismos», tanto funcionales como estéticos, podría ser larga. Solo mencionar la interfase, en muchos casos caótica y lamentable, de las zonas periurbanas y las interfases de polígonos industriales con zonas agrícolas en semiabandono. En la red de carreteras y autovías, son bien visibles los miles de metros cuadrados de taludes descarnados que claman al cielo como heridas abiertas de la tierra. La anarquía, el abandono y la falta de gusto es bien patente en edificaciones, almacenes y pequeñas industrias que salpican el paisaje atentando contra unas mínimas consideraciones de sencillez y discreción. Estos son como síntomas visibles de una enfermedad soterrada de crecimiento rápido y desordenado.

Junto a lo anterior existe además una falta de adecuación e integración con características básicas de nuestro entorno natural, que, oh sorpresa, cada año nos cuesta dolorosos daños materiales y humanos. Me refiero a la torrencialidad climática y a los regimenes de las aguas superficiales.

Por motivos de calidad, funcionales, económicos y de coherencia, ambiental, se impone una reorientación y un cambio de paradigma. Hoy día y cada vez más existe una clara relación entre paisaje y economía. Lo que territorialmente se planifica y se ejecuta bien, en términos de calidad y coherencia ambiental, produce réditos en términos de valor añadido y en reducción de vulnerabilidad ante inclemencias me teorológicas. Valencia ha sido pionera en la elaboración de una Ley del Paisaje. Esta ley no puede quedar en letra muerta. Urge mayor apoyo político en su implementación porque si se nos muere el paisaje, algo se nos muere a todos. El gran Machado decía que hay un paisaje emotivo ante el que callamos, otro científico ante el que reflexionamos y otro práctico en el que buscarnos los recursos. En la reciente edición de Iberflora, y en su Jornada sobre Regeneración Paisajística, se puso de manifiesto que en la CV existen la necesidad y los conocimientos científicos y tecnológicos para abordar la reflexión y la búsqueda del uso sostenible de los recursos del paisaje. Solo falta la voluntad social y política de impulsarlos.
 

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