LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA.

UNA CRITICA DESDE LA IZQUIERDA

AL PROCESO DE LA CIG SOBRE LA

REVISIÓN DEL TRATADO DE MAASTRICHT

Salvador Jové y Pedro Marset

A los diez años de ingresar nuestro país en el Mercado Común, y tras la adaptación y puesta en marcha del Mercado Único y el Tratado de la Unión (Maastricht), con sus criterios de Convergencia (Moneda Única) y en plena Revisión del Tratado de Maastricht, nuestra experiencia en el Parlamento Europeo y en el Foro de la Nueva Izquierda Europea, nos permite realizar una doble tarea, una crítica sobre la dinámica desarrollada en la construcción de la Unión Europea y una propuesta de acción desde la izquierda para los próximos años.

El marco general está caracterizado por el proceso de globalización de la economía con todas sus implicaciones, políticas, económicas, culturales y sociales. Es decir, aparece la globalización del modelo económico neoliberal como si se tratase de conectar con la dinámica liberal existente en el mundo antes del crack del 29. Aquel proceso llevó a una pauperización de las masas en el mundo occidental y en todo el mundo. Con dicho crack, ante la fuerza de las ideas y de las organizaciones proletarias, políticas y sindicales, se produjo una situación de equilibrio, llevó a un parentesis (Segunda Guerra Mundial incluida), el keynesianismo, caracterizado por el intervencionismo de Estado, el Estado de Bienestar. Desde 1973 se ha llevado a cabo una batalla contra el Estado de Bienestar y las ideas y fuerzas que lo sustentaron, y por la recuperación de la hegemonía de las ideas y fuerzas neoliberales, a través de tres frentes el ideológico, el económico y el político. El ideológico dirigido a combatir los valores de la izquierda, de la solidaridad y del interés colectivo, en el económico con la eliminación de barreras a la lógica del beneficio del capital, debilitando a la clase trabajadora, en medio de la globalización de la economía (pasando paulatínamente por la internacionalización, el multinacionalismo y la propia globalización, a través de la deslocalización, el nomadismo del capital y los movimientos incontrolados del capital), y en el político construyendo instancias de decisión ajenas y lejanas a la voluntad popular, para debilitar el consenso democrático y la presencia de los trabajadores (sus organizaciones políticas) en los Parlamentos nacionales, tal como se habían conquistado entre los siglos XIX y XX. En este proceso es en el que se puede interpretar adecuadamente la evolución del Tratado de Maastricht, la aplicación política, económica e ideológica de las mencionadas dinámicas. Esta crítica al proceso de construcción europea se basa en el análisis de los tres ejes existentes, el político, el económico y el social.

CRÍTICA A LA BASE POLÍTICA DE LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA

El análisis político está marcado por la Conferencia Intergubernamental para la Revisión del Tratado de Maastricht (CIG 96). La perspectiva se caracteriza por la negativa del Consejo a la eliminación del actual déficit democrático, persistiendo en la continuidad del presente modelo de estricto control por los jefes de Estado o presidentes de gobierno sobre el mecanismo de toma de decisiones, en la práctica la hegemonía del eje franco-alemán. Esta dinámica de los gobiernos posee a la Comisión Europea como instrumento ejecutor, con cierto grado de autonomía y dentro de unos márgenes, y mantiene al Parlamento Europeo como a un invitado de piedra, con escasas competencias, como instrumento de legitimación del proceso actual, y como foro para las grandes declaraciones. El que aún domine la dinámica gubernamental e intergubernamental, y que esta le confiera máxima atención al proceso de convergencia económica y monetaria, desestimando los otros aspectos se demuestra, entre muchos ejemplos, con dos recientes e ilustrativos: la postura frente a la Conferencia de Regiones y Municipios, eludiendo la participación de estos en los procesos de democratización y toma de decisiones de la Unión Europea, y la negativa a someter a referendum en todos los países los resultados de la CIG. Es cierto que se dan muchos más ejemplos de la escasa atención que le merece la construcción unitaria de Europa, como se ha visto con la postura de la Unión frente a la guerra de la ex-Yugoslavia o al conflicto judio-palestino, de máximo interés para Europa por muchas razones. En ambos casos se produce una claudicación práctica frente a la hegemonía norteamericana a causa de las desavenencias internas (en realidad pretensión de protagonismo de uno de los paises europeos, Alemania o Francia, por encima del conjunto de la Unión Europea).

Sin embargo esta descripción de dinámicas institucionales europeas no debe hacernos olvidar que todo el proceso político está determinado por dos conflictos políticos internos y otros dos externos. De los dos conflictos internos, uno procede de las políticas nacionales y el otro se desprende de las orientaciones políticas de las fuerzas mayoritarias, los partidos de la II Internacional (Partido Socialista Europeo, PSE) y los conservadores (Partido Popular Europeo, PPE). Es decir, nos encontramos en primer lugar con la inercia de los estados nacionales anteriores y posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuyos mecanismos de representación democrática habían supuesto un consenso nacional entre las diversas fuerzas y clases sociales enfrentadas, sobre como adoptar decisiones sin recurrir a la violencia en la construcción de las economías nacionales. La dificultad para construir ese consenso mínimo en el ámbito europeo está en la base de la persistencia del Consejo Europeo como la institución que implica un cierto equilibrio entre las diversas posibilidades abiertas desde cada país. Sin embargo la experiencia cotidiana de la población es que se está vaciando de contenido la capacidad de los parlamentos nacionales para intervenir activa y decisivamente en la solución de sus problemas, pues se aduce el traspaso de competencias a Bruselas (agricultura, fondos estructurales, etc.) o la necesidad de aplicar los criterios de Maastricht en la configuración de los presupuestos públicos (prestaciones sociales, pensiones, salarios, etc.), dando cauce, como reacción, a una exigencia de intervenir más directamente en política con la reivindicación de competencias para las regiones (caso de Padania, o de Cataluña, País Vasco, etc. en España). Es decir se plantea la necesidad de mejorar la democracia representativa con fórmulas más directas. La segunda parte deriva de una gran coincidencia entre las fuerzas socialdemócratas y las conservadoras, apoyadas por la Confederación Sindical Europea (CSE) sobre el diseño neoliberal de la sociedad europea basada en el modelo de crecimiento económico competitivo. La no existencia de una fuerza política y social potente canalizadora de la crítica a este gran proceso, la que podría y debería estar compuesta por los partidos de izquierdas europeistas, solidarios y antiMaastricht (comunistas, de alianzas de izquierdas, ecologistas, etc.), está impidiendo un reequilibrio favorable para las capas sociales más humildes y para los trabajadores.

Los dos conflictos externos, aunque son coincidentes, tienen orígenes diferentes, uno es la influencia contradictoria (dependencia y tendencia a la independencia) frente a los Estados Unidos de Norteamérica, y el otro consiste en los focos de turbulencia política y económica, que aunque desencadenados en gran parte por el desarrollismo desigual occidental, han afectado dramáticamente a nuestros entornos geográfico-políticos, los paises del Este europeo, sobre todo Rusia, y los países del norte de Africa, y Oriente Próximo, sobre todo Argelia. Es cierto que la tendencia a la globalización de la economía y a la constitución de ámbitos mundiales de decisión política ajenos a las voluntades democráticas de los pueblos desfigura la naturaleza geográfica de las naciones y de las regiones mundiales, pero tampoco lo es menos que las dinámicas político-económicas tienen sus lógicas y a ella pertence la de la Unión Europea desde su inicio con el Tratado de Roma. En ese sentido aparecen tendencias contradictorias con la tutela que Estados Unidos ha tenido sobre Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial (Plan Marshall, OTAN, etc.). El otro foco de conflicto y tensión políticas se da con el entorno geográfico nuestro, puesto que hemos actuado con estos países no con voz propia sino con la subordinación a USA, y para los Estados Unidos ambas regiones eran campo de confrontación con la URSS y problema de abastecimiento de petroleo. Cuando se produce el hundimiento de los regímenes del Este europeo no había preparada ningúna estrategia europea, cuando sí la había por parte de USA. De hecho el Tratado de Maastricht, redactado mucho antes de 1992, sigue impertérrito, como si no hubiesen cambiado profundamente las condiciones de construcción europea con esas convulsiones. Un ejemplo de esa ausencia de previsión es lo ocurrido con la ex-Yugoslavia, o la desorientación ante la petición de varios paises de entrar en la OTAN, o de asociarse e integrarse en la Unión Europea. Parece desprenderse una deliberada falta de planificación para que la política de hechos consumados por parte de Alemania en la construcción de su zona de inlfuencia sea la que obligue a situarse subsecuentemente al resto de países de la Unión. De hecho lo que ocurre es que la implantación de políticas neoliberales, dirigidas por el FMI y el BM (USA) en estos países favorece a los Estados Unidos y nos deja para nosotros la tarea de solucionar las profundas tensiones que padecen. Todo ello con el agravante de nuestra dependencia en suministro de energía por parte de la Rusia y de otros de estos países, así como de fuertes relaciones comerciales con ellos, puesto que por otra parte están siendo los destinatarios de parte de las inversiones que realiza Europa. En relación con los países del sur del Mediterráneo y con los del Oriente Próximo tampoco la actuación de la Unión Europea ha sido muy inteligente que digamos. Uno no puede dejar de pensar en la relación entre el auge del fundamentalismo y agresión a los valores occidentales y el agravamiernto de la situación social y económica de estos países a causa de la relación desigual que mantienen con occidente, Europa y Estados Unidos. De forma similar a lo indicado anteriormente estos paises constituyen tanto los suministradores de energía (gas y petróleo) como los destinatarios de parte importante de nuestras inversiones. Para ambos focos de turbulencia la única solución que tiene Europa es una burda imitación del Plan Marshall que USA hizo con nosotros como política para asegurar nuestra hegemonía y su dependencia en relación con nosotros.

El resultado último de todo este proceso político, en relación con la CIG 96 es el reforzamiento del poder ejecutivo en detrimento de los poderes democráticos representativos de los parlamentos y del Parlamento Europeo, y así mismo, en detrimento del poder judicial. Se prima al Consejo de Ministros y al Consejo de Jefes de Estado o Presidentes de Gobierno. Esta tendencia se traslada a cada país y la percepción de la población es que la soberanía popular solo es retórica puesto que en la práctica las grandes decisiones se adoptan sin consulta con la población. A este respecto es altamente significativo que el Tratado de Maastricht se debatiera en pocos países, y que las medidas sobre la Moneda Única no se haya consultado con nadie. Si a ello añadimos la corrupción desvelada en varios países de la Unión, Italia, España, Bélgica, etc., no es de sorprender que aumente el euroescepticismo así como descienda la confianza en los partidos políticos. La ausencia de alternativas, la reificación de la competitividad, de la insolidaridad y de la tencocracia en política, con el mercado como único gran dios, lleba de desesperanza y se suma al descenso en el tejido asociativo y en los deseos de participar en algo que no se comprende ni se siente como propio.


CRÍTICA A LA BASE ECONÓMICA DE LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA

SEGÚN MAASTRICHT.

La construcción política europea no puede obviar la gran significación de la instancia económica tanto en el período transitorio como en la culminación y fases sucesivas al consolidar determinados valores inspiradores de todo el processo.

Lo que está en juego en estsos momentos es la posibilidad de constitucionalizar una determinada forma de hacer en economía, la elevación a lo absoluto de unas formas de ver, diagnosticar y tratar la economía que nada tienen que ver con la cultura socioeconómica de la Europa de la postguerra. Nunca los defensores de la llamada escuela neomonetarista, economía de oferta o neoliberalismo habían soñado con una situación tan favorable para imponer sus recetas con un alcance totalitario y aniquilador de lo opuesto. Nunca se había conseguido reducir tanto, hasta la asfixia, el pensamiento económico y la posiilidad de debate desde honestas posiciones intelectuales.

Todo ello con el añadido de una paradoja: la aplicación de estas recetas está sumiendo a Europa en uno de los momentos más agudos de su historia reciente en lo que afecta a su estado de cohesión social. La crispación social, la contestación generalizada ante los recortes obligados por el cumplimiento delos criterios de convdergencia y los efectos deflacionistas que incoorporan estas duras políticas de ajuste, poco o nada influyen en la opinión de los que piensan que el mundo gira alrededor dce la moneda. Los poderes mediáticos, salvo honrosas y coyunturales excepciones, contribuyen con su parte silenciando, tergiversando o ridiculizando los análisis que evidencian la irracionalidad, inconsistencia y perversidad de esas concepciones y políticas.

¿Se trata de una exageración premeditada? ¿No es la política diseñada en Maastricht elmás sólido y ambicioso proyecto puesto en marcha para garantizar el progreso sin límites de los pueblos europeos?. Si así fuera incumbiría probar a los defensores dela tesis " Maastricht = Bienestar social y empleo" que en el Tratado de la Unión, en su redacción actual, se contemplan políticas económicas compatibles, e incluso favorecedoras del empleo y del matenimiento del Estado del Bienestar. Es decir, que las actuales medidas desreguladoras de la economía, aniquiladoras del sector público, reductoras del gasto público social, apkicadas por la práctica totalidad de los gobiernos europeos con independencia de su color político, obedecen ante todo a la voluntad caprichosa de unos insensibles gobernantes, y no a las exigencias derivadas del cumplimiento del Tratado.

Al contrario, se ha venido insistientdo desde posiciones defensoras de la unidad europea pero críticas con los criterios económicos de Maastricht, sobrfe las restricciones que el Tratado impone en materia económica manifestando esta preocupación tanto por lo que hace al periodo transitorio que debe culminar en la tercera fase, como por el caracter de las instituciones económicas de la Unión, una vez conseguida una determinada fórmula político-económica.

Sobre los efectos deflacionistas de los planes de convergencia ya se ha teorizado desde el momento de la firma del Tratado (intervención de Julio Anguita en el debate del Estado de la nación en febrero de 1992). Solo añadir que el país locomotora de la economía europea, Alemania, ha cerrado los dos últimos trimestres con tasas de crecimiento negativas (recesión) y en un marco de crispación social ante el anuncio de un nuevo recorte presupuestario del orden de 4 billones de ptas. con el fin de lograr el cumplimiento del objetivo de convergencia en 1997.

No sólo es preocupante el período transitorio sino las condiciones en que se pueda desenvolver la política económica en una futura Europa federal, confederal o cualquiera que sea el resultado de la CIG 96. Porque sería un peligro no plantear de cara a la revisión del Tratado cuestiones que en el texto actual impiden articular políticas nacionales y también comunitarias respetuosas con el Estado de Bienestar e impulsoras de actividad y empleo.

Es el caso de la constitucionalización de la autonomía de los bancos centrales, a los que se les encomienda el diseño y la aplicación de la política monetaria con el objetivo primordial de luchar contra la inflación, y al margen de cualquier control democrático. También es el caso dela política fiscal, restringida a alcanzar un equilibrio prespuestario formulado en términos de déficit excesivo. En la actualidad dicho déficit se referencia con el Protocolo que fija un porcentaje máximo del 3%, pero nada excluye que en el futuro este porcentaje se pueda reducir (ya se habla del 1%). ¿Qué funciones retendría entonces en materia presupuestaria un hipotético parlamento federal e incluso los parlamentos nacionales? ¿puede concebirse que el órgano de poder representante del pueblo vea recortadas sus facultades precísamente en aquella materia, la económico-financiera, a la que debe su origen histórico?

La soberanía fiscal de los Estados es ahora mismo una entelequía. Dada la ausencia de directivas que regulen el tratamiento de la imposición directa y la libertad absoluta de circulación de capitales, las posibilidades actuales y no solo futuras de que los parlamentos de cada Estado puedan actuar en ejercicio pleno de su potestad tributaria son enormemente limitadas, al existir un profundo movimiento de deslocalización del ahorro en perjuicio de los territorios fiscalmente más onerosos. Asistimos a un sucedáneo de proceso de armonización efectiva de la imposición directa y muy especialmente . de la que grava al capital, al margen de cualquier medida adoptada democráticameente: es la tiranía del mercado. Además, y lógicamente, esta armonización sin legitimidad democrática deviene en dumping fiscal, en la competencia entre países para atraer capítales mediante la minimización de su coste fiscal. El resultado puede ser una Europa políticamente unida en la que solo tributen las rentas del trabajo. La tradición liberal siempre sostuvo que, salvo contados supuestos, el gravamen sobre el capital frenaba la acumulación y el crecimiento económico. Pero lo que si es cierto es que la elevación de la tributación sobre los salarios para compensar la caida de los ingresos públicos en concepto de capital, o bien para elevar el total de la recaudación, tiene un efecto mayor y real sobre el crecimiento que opera al lado de la demanda de consumo: la falta de demanda evfectiva.

El presupuesto equilibrado es una vieja receta liberal que saltó por los aires durante la gran depresión de los años 30. Pero hasta esta visión conservadora del presupuesto no excluía la utilización expansiva dela oferta monetaria (prohibida por Maastricht) dentro de una constante de pensamiento: la plena utilización de los recursos productivos. Hoy la tasa media de desempleo en los paises comunitarios es de un 11%.

La gran depresión acabó con los dogmas neoclásicos en la economía, dogmas que resucitan ahora, y con mayor extremismo, impregnando el proyecto europeo. Alemania se encuentra en recesión y no es casualidad. Y cuando Alemania estornuda, Europa entera padece pulmonía.

Sin margen para elevar los ingresos públicos y obligados a alcanzar o mantener el equilibrio presupuestario, el gasto público será obligatoriamente la variable a manejar. Cuando el ciclo económico entre en su fase baja, la recaudación fiscal descenderá y automaticamente el gasto deberá ajustarse a la baja, lo que a su vez reducirá aún más la renta, los ingresos impositivos, el gasto público, de nuevo la renta,... . Nada de ello es problema para los neomonetaristas: en primer lugar, porque el sector privado dispone de la virtud de la autorregulación y estabilidad sin necesidad de intervenciones públicas; en segundo lugar, porque si a pesar de todo se presentan crisis estas serán necesarias y benéficas, y, en tercer lugar porque a largo plazo siempre se producirán los ajustes precisos que devuelvan la economía al pleno empleo (sólo habrá desempleo "voluntario"). La vieja consigna "reglas frente a discrecionalidad" se impone al fin.

A largo plazo todos muertos. Efectívamente, muchos quedaron por el camino hasta que los economistas aceptaron que el capitalismo necesitaba de la intervención estatatl para sobrevivir. Obviamente se trataba de otro momento histórico, en el que las fuerzas sociales podían poner en cuestión el orden capitalista desde la inaceptabilidad de un desempleo generalizado sin sistemas de previsión social. La pujanza de las organizaciones revolucionarias, forjadas en las contradicciones de un capitalismo desregulado, constituía un foco permanente de desestabilización que podía dar al traste con el capitalismo. Esto es lo que Keynes apreció con inteligencia, la necesidad de ceder en algunos aspectos de la libertad del capital, permitiendo la intromisión estatal, para garantizar lo esencial: la supervivencia del capitalismo.

La hegemonía del capitalismo estaba en entredicho y una aguda y prolongada crisis podía acabar con él. Hoy los neoliberales se sienten lo suficientemente fuertes para imponer sus recetas al más sacrificio social sin temer sus efectos desestabilizadores. Quizá estemos ante una lección que convenga tener presente a la hora de diseñar alternativas económicas y políticas, rompiendo el marcado tecnicismo en que a veces incurrimos.

Por lo demás, el establecimiento de la moneda única transformará los problemas macroeconómicos de cada país en problemas regionales. El porfesor Luis Angel Rojo, hoy gobernador del Banco de España, afirmaba en 1989, en el curso de unas conferencias en el Instituto de España y recogidas en su libro "El sistema monetario europeo y ek futuro de la cooperación en la CEE" : "Cada país verá desaparecer los problemas de la balanza de pagos - la balanza de pagos sólo se estimará para el conjunto de la Unión -, pero estos pasarán a convertirse en problemas regionales sin que ello disimule su posible gravedad. Y cuando estos problemas regionales aparezcan - por ejemplo, cuando una región de la Unión pierda competitividad por razones internas o externas -, el Estado del país que sufra el problema no contará con una política monetaria propia ni con la posibilidad de recurrir a ajustes del tipo de cambio y sus posibilades de actuación a través de la política fiscal nacional serán limitadas. Los ajustes en términos de desempleo pueden ser, por tanto, costosos y largos y su alivio, - aparte de la vía dolorosa e imperfecta de la emigración -, requerirá actuaciones de política regional instrumentada a través del presupuesto común de la Unión y de los Fondos Comunitarios disponibleas a tal fin.

No pensamos en el futuro sino en una realidad que nos acusa, la existencia de un desempleo generalizado en la Unión extrardinariamente desigual en su reparto; no es un abstracto ejercicio de simulación lo que tenemos entre las manos sino un gravísmo problema que aflora antes incluso de culminar la moneda única. ¿Algien puede atreverse a decir que la plena integración monetaria es ujna exigencia para allanar el camino de la lucha contra el desempleo?. ¿No sería más sensato supeditar la convergencia monetaria al logro previo de unas condiciones reales homogéneas, al menos en materia de desempleo (y por descontado habiendo reducido éste de forma drástica), y después de obtener la garantía de unas políticas suficientemente compensadoras de los hipotéticos nuevos desequilibrios (que no de los acgtuales que denerían ser eliminados con caracter previo a la moneda única)?. Surge una pregunta obvia: ¿Existe una conciencia suficiente entre los poderes que hoy deciden el hecho unitario europeo de la dimensión de este problema, y, por lo tanto, estarían dispuestos a asumir el coste de la solidaridad que su corrección exigiría o, por el contrario y tal como empieza a manifestarse, pretende reducirse los fondos regionales (sobre la actual política comunitaria contra elñ desempleo lo mejor que se puede decir en su favor es que no existe) después de culminar total o parcialmente la convergencia abandonando a su suerte a cada país?.

¿Para quién o en beneficio de quién piensa deiseñarse la política económica coordinada?. Porque la obligada coordinación de las políticas presupuestarias de los países miembros (una vez autonomizada la política monetaria), lejos de suponer un avance para afrontar los problemas de desempleo masivo y los desequilibrios territoriales se convertiría en un obstaculo añadido de no alterarse sustancialmente las bases de partida y los criterios en los que descansa la coordinación según el Tratado de Maastricht, criterios que hemos criticado anteriormente.

Urge por tanto situar en primer plano del debate sobre la unión política de Europa el estudio de las bases económicas en las que debe asentarse el proyecto. Siendo a nuestro juicio indispensable modificar radicalmente las prioridades, valores, límites y prescripciones propios del pensamiento hegemónico actual, que se materializan en la letra y práctica de la Europa según Maastricht, si es que apostamos por una Europa unida e integrada y, lo que es al final decisivo, viable a corto y medio plazo.




CRÍTICA AL PROCESO SOCIAL DESARROLLADO EN EUROPA CON EL MODELO DE MAASTRICHT

Se comprende que el resultado de las dinámicas políticas y económicas descritas anteriormente configuren un panorama de gran preocupación social. Este se caracteriza por la combinación del desmantelamiento del Estado de Bienestar y la, eufemisticamente llamada "dualización" de la sociedad. Por una parte se debilita la dimensión pública, política de la solidaridad conquistada por los trabajadores a lo largo de más de un siglo de conquistas, y por otra se consagra el individualismo y la ausencia de esperanza en una sociedad diferente al dejar constancia de que un cuatro mundo de pobreza y marginación se consolida en nuestras calles. Se pueden presentar tres aspectos paradigmáticos sobre el deterioro que el modelo de Maastricht está suponiendo en este ámbito social. Hay que tener en cuenta que estas consecuencias sociales son de gran trascendencia en la lucha ideológica que se libra para debilitar la conciencia de clase y los fundamentos conceptuales solidarios de los partidos y sindicatos de clase, tan fuertes e importantes antes y despues de la Segunda Guerra Mundial en nuestro continente europeo. Los tres aspectos son la crisis del Estado de Bienestar, la actitud hacia los emigrantes y la situación de dificultad creciente que están encontrando las mujeres y los jóvenes.

La crisis del Estado de Bienestar, iniciada en 1973, es un claro intento, hasta el momento saldado con éxito, por parte del capital, destinado a disminuir la función creciente del Estado, de los servicios públicos, en satisfacer necesidades de la población al ser postuladas como derechos humanos positivos a los que la colectividad ha de hacer frente mediante las aportaciones comunes de la fiscalidad general. La estrategia ha ido dirigida a la "demostración" de la imposibilidad por parte de las arcas públicas en subvenir a mayores contingencias (subsidio de paro, pensiones, sanidad, educación, transportes, correos, etc) ya como prestaciones sociales o como servicios públicos. Por ello lo que se impone es derivar dicha satisfacción del ámbito de los derechos humanos positivos, de los que es responsable el Estado con sus instrumentos, a la esfera privada e individual, en la que cada uno es el garante o responsable (o culpable). Toda la ofensiva neoliberal, toda la política de privatizaciones o de adopción de modelos privados de gestión (rentabilidad, competitividad, eficacia y eficencia), abandonando el criterio de los derechos universales o la satisfacción de las necesidades de la colectividad, es congruente con la clara voluntad de recortar los beneficios de los trabajadores y aumentar las rentas del capital. Lo triste de todo este proceso de desmantelamiento controlado es que se ha hecho con la anuencia y "comprensión" sobre la importancia de los valores de la competitividad de las fuerzas de la socielademocracia, los partidos de la segunda internacional y los sindicatos afines. Parafraseando la conocidad frase se puede afirmar que un fantasma de recortes sociales y públicos neoliberales recorre Europa.

El segundo aspecto a destacar en el panorama social, producto igualmente de lo indicado anteriormente es el auge la mentalidad racista y xenófoba. Ello se da en dos formas, directamente e indirectamente. La manifestación direvta del racismo se palpa cotidianemtne como desconfianza, marginación, hostilidad y agresión hacia los colectivos de extanjeros, en general mano de obra barata excedente de la etapa anterior de construcción europea o procedente de la emigración política o económica de los ámbitos señalados del Este europeo o del Norte de Africa, o del resto de dicho continente. La forma indirecta de este racismo es su expresión política, el auge de los partidos de ideología ultraderechista nazi, o de claras connotaciones peyorativas hacia otros pueblos. De esta forma aparece el aumento de los partidos de extrema derecha en Francia, Bélgica o Austria, o el fenómeno tanto de Berlusconi o de Bossi en Italia. Lo preocupante de este fenómeno es el respaldo encontrado entre capas importantes de obreros, tradicionalmente de izquierdas, que al ver frustadas sus perspectivas, y en peligro su porvenir, a causa de la ausencia de alternativas por parte de la izquierda tradicional, que por el contrario aparece comprometida a fondo con el proceso de Maastricht, deja a los mismos, los arroja en brazos de la demagogia de la ultraderecha. El otro componente preocupante de este fenómeo es el recurso a la violencia y el desarrollo de la insolidaridad entre los trabajadores.

El tercer aspecto señalado como indicativo de este panorama social empeorado es la situación paradójica que se da en las mujeres y entre los jóvenes. Entra en colisión la tendencia "racional" de llenar de contenidos los derechos de las mujeres y de los jóvenes en todos los sentidos, igualdad, participación, etc., con la realidad que deja en papel mojado tales "logros" al no encontrar espacio, lugar, en una sociedad construida alrededor de la competitividad y el consumismo, con un paro creciente y con una destrucción de las redes sociales. Es ilustrtativo de lo que decimos la progresiva y creciente promulgación de leyes y decretos procurando la igualdad y no discriminación bajo ningún sentido de las mujeres, ya en la vida laboral, social, e incluso defendiendo la igualdad en el ámbito privado, familiar, que se da de bruces con la real dificultad, con el insuperable obstáculo a la hora de encontrar trabajo, puesto que solo se les da con facilidad puestos precarios, eventuales, con poca remuneración, cuando no directamente o el trabajo sumergido o el paro, gracias a las "reformas laborales" emprendidas. Se acompaña esta dificultad para ser las mujeres en la práctica iguales, lograr la emanciapación, con la ofensiva ideológica, igualmente de origen económico de colocar a las mujeres en el "hogar" como las más adecuadas cuidadoras de sus hijos enfermos, de los ancianos inválidos, puesto que así se deriva de la reducción de puestos en las residencia para ancianos, o para discapacitados, del cierre de camas hospitalarias, del cierre de comedores escolares, etc.

En el caso de los jóvenes la situación no puede ser más dramática al verse privados de la posibilidad de ver realizados mínimos proyectos vitales: profesionales por ser brutalmente afectados por el paro creciente, espeluznante por sus proporciones entre la juventud; personales por la imposibilidad de crear hogares como consecuencia de lo anterior, obligándoles a seguir en los hogares paternos con todas las contradicciones y tensiones que ello genera; políticos a causa de la dificultad para identificarse con las

"formas antiguas" de hacer política, sin poder hacer llegar sus voces en la elaboración de las propuestas programáticas de los partidos, ni participar diréctamente en la toma de decisiones sobre cuestiones que les afectan; culturales por la animadversión que sienten hacia una cultura que les niega el pan y la sal, y que gira alrededor de los valores monetaristas, economicistas de la competitividad; éticos por vivir de forma especialmente lacerante la hipocresía de la doble moral reinante en la sociedad, por ejemplo al recurrir a la guerra y a la venta de armas y a la vez lamentar las guerras que se desencadenan por sus propias iniciativas (en Africa, en la ex-Yugoslavia, etc.) y dejar todo reducido a las campañas del 0.7%, al estar destruyendo el medio ambiente con sus actividades económicas y aprovecharse posteriormente para promocionar supuestos productos "verdes", etc.

PROPUESTAS DE ACCIÓN ANTE LA CIG 96

Las propuestas que realizamos son de doble índole. Por una parte las que hacen referencia al contenido que debería adoptar la CIG 96 en relación con las críticas vertidas, y por otra las acciones a llevar a cabo para conseguir el necesario contexto social reivindicativo con el fin de que se introduzcan la mayor parte de nuestras propuestas.

ORIENTACIONES SOBRE LA ACCIÓN

Políticas

A la vista de lo expuesto la acción política de más calado en la revisión del Tratado de Maastricht es la reivindicación de mayor democracia y participación. Frente al déficit democrático cauces democráticos. La mayor democracia implica participación directa desde los niveles cercanos hasta los ámbitos de decisón a escala europea. Toda directiva, todo reglamento que se promulgue de contenidos polémicos y cruciales de naturaleza política (lucha de intereses) han de ser sometidos a consulta directa por los interesados y por sus organizaciones representativas, tanto sociales como políticas. En este sentido ha de ir la necesidad de llevar a cabo referendums ante cuestiones esenciales para el futuro de la sociedad europea, como por ejemplo ante la aprobación del nuevo Tratado o ante la adopción de la Moneda Única.

También mayor democracia quiere decir aplicar a escala europea los principios de la democracia en cuanto separación de poderes y control mútuo entre ellos, con sus competencias claramente delimitadas. En este sentido es básico la definición de competencias para el Consejo, para la Comisión y para el Parlamento Europeo. Ello implica extender la representación popular europea para todo el ámbito europeo, con organizaciones políticas de ese ámbito expresando la voluntad de los electores de toda Europa.

El último aspecto de sentido político es el que hace referencia a la expresión global europea en el contexto mundial, tanto internacional, bilateral o en el seno de las Naciones Unidas. Europa factor de paz en el mundo significa una apuesta clara por la desmilitarización, la abolición de las plataformas militares tipo OTAN o UEO, por el reforzamiento del papel de la ONU en la solución de conflictos.

Económicas

El actual modelo de crecimiento económico irreversible y contínuo es antagónico con la causa de la humanidad, con los valores de solidaridad y satisfacción colectiva y democrática de las necesidades humanas, y con la naturaleza, puesto que sitúa en el centro la lógica del capital, de la obtención de plusvalía, con la fórmula de la competitividad y el juego de la oferta y la demanda en el mercado. Ello significa la pulsión de crecer contínuamente la producción de mercancias a menor costo para conquistar mercados, y su correspondiente crecimiento en el consumo individual e individualista de las mismas, a través de los mecanismos de la propaganda, alienando a la población. Esta mecanica lleva a la destrucción de la naturaleza por la depredación creciente de materias primas y recursos energéticos y expulsión de desechos y residuos, lleva asimismo a la destrucción de. los vínculos de solidaridad y colectividad, es decir la destrucción de la personalidad humana, al primar el individualismo como fórmula para acceder a los productos y a los puestos de trabajo, y por último destruye el empleo y los recursos y servicios públicos al situar el neoliberalismo como mecanismo de adaptación socioeconómica.

De ahí nuestra propuesta del modelo de Desarrollo Sostenible, que combina el respeto a la naturaleza y la austeridad en la producción y en el consumo, la reducción del tiempo de trabajo y ampliación de la fuerza de trabajo ocupada para conseguir el pleno empleo, la planificación democrática como forma de participar los trabajadores en las decisiones y en los beneficios de las empresas privadas y públicas, la puesta en marcha de intervenciones públicas en grandes sectores con control democrático, el aumento de los servicios públicos europeos como garantía para todos los ciudadanos y ciudadanas en la satisfacción de sus derechos y necesidades, y el control democrático de los resortes económicos (Planificación, Banco Central, etc).

Sociales

Los principios de las acciones sociales a defender tratan de hacer realidad los derechos y deberes de los ciudadanos europeos y de luchar contra la discriminación y el racismo. De ahí la necesidad de una definición adecuada de los derechos y deberes de los ciudadanos y ciudadanas para garantizarlos a través de la defensa de los servicios públicos, de la intervención pública, de la creación de acciones con suficiente financiación para su logro. De la misma forma en la lucha contra la discriminación es preciso la adopción de fórmulas positivas de garantía de defensa de los derechos de las mujeres, de los jóvenes, de los diferentes colectivos sociales.

Un capítulo especial merece el resurgimiento del racismo en la sociedad europea, como manifestación de la crisis socioeconómica que se está viviendo, pero que constituye un peligro para la democracia y para las conquistas sociales.

Por último están los derechos sociales de los trabajadores y de sus organizaciones a participar de forma activa en la construcción europea.

CONTENIDOS A INTRODUCIR EN LA REVISIÓN DEL TRATADO DE MAASTRICHT

Los grandes principios que se deben conseguir con esta revisión son:

1º.- Una Europa factor de paz y desarrollo, de profundización en la democracia, de pleno empleo y respeto al medio ambiente.

2º.- Afirmar la identidad internacional de Europa con una sola voz y con una Política Exterior y de Seguridad Común

3º.- Recoger la constitucionalidad de separación de poderes en la Unión Europea, con el horizonte de una Federación de Estados con el reconocimiento a la personalidad de las regiones y los municipios, actuando según la subsidiareidad.

4º.- Reconocimiento de la ciudadanía europea, como sujetos de derechos y deberes, con igualdad legal y efectiva entre hombres y mujeres, y con la incorporación de los derechos sociales como derechos políticos.

5º.- Poseer un espacio jurídico y económico común donde el mercado esté al servicio de la sociedad, de los pueblos y enmarcado por los valores democráticos y los derechos sociales. Todo ello con el reforzamiento de la cohesión social. En este sentido es necesario invertir el modelo económico de convergencia monetarista y neoliberal y en su lugar garantizar el control democrático de la economía (eliminación de automatismos monetarios o presupuestarios y recuperación del control democrático hacia los bancos centrales y banco central europeo).

De acuerdo con las declaraciones del Foro Europeo de la Nueva Izquierda de Helsinki de octubre de 1996 los puntos mínimos a incluir deberían hacer referencia a:

1º.- Situar en primer lugar las necesidades de la población. En este sentido la piedra de toque de la revisión del Tratado de Maastricht lo constituye la lucha contra el desempleo. No es suficiente un nuevo apartado sobre esta cuestión en el nuevo Tratado, hace falta un compromiso inequívoco para conseguir pleno empleo en Europa como primer objetivo de la Unión Europea.

2º.- Hace falta defender y desarrollar los servicios públicos dentro de una estructura europea.

3º.- Es imprescindible que el Tratado incorpore la Carta Social de forma que involucre a todos los países de la Unión.

4º.- Es urgente la reducción del tiempo de trabajo en toda Europa protegiendo a la vez los ingresos y rentas de los trabajadores.

5º.- La Unión Europea debe adoptar un compromiso total con la defensa de los derechos humanos, la erradicación de la discriminación por razón de sexo, y el respeto a las minorías. En este sentido todas las futuras incorporaciones a la Unión deben ratificar y subordinar sus legislaciones a lo estipulado en la Convención Europea de Derechos Humanos. Asimismo debe constar el compromiso de lucha contra el racismo y otras formas de discriminación. Todo ello indica que en el nuevo Tratado debe constar la Declaración de la Convención Europea de Derechos Humanos.

6º.- Se debe asegurar la igual participación de hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida. Se deben proponer medidas encaminadas a la erradicación de las desigualdades, con medidas positivas, cuotas, en favor de las mujeres, y garantías de igual trato.

7º.- La Unión Europea tiene que ser un ámbito político de transparencia y democracia. Debe haber mayor control y capacidad por el Parlamento Europeo, mayor influencia de los Parlamentos nacionales, mayor papel para el Comité de las Regiones, y apertura del Consejo Europeo, de forma que cuando actúa como órgano legislativo sea con caracter público. Asimismo es imprescindible la adopción de un sistema proporcional para las elecciones europeas y la configuración de las representaciones de los países miembros.

8º.- El futuro modelo económico ha de superar el actual desarrollismo depredador y basado en la destructiva competititividad para apostar claramente por un modelo de Desarrollo Sostenible respetuoso con el medio ambiente, más democrático, y ligado a las necesidades de la población. La protección ambiental ha de impregnar todas las políticas del Tratado, basandose en el principio de la precaución en todas las áreas. La garantía de protección al medio ambiente ha de permitir que los países que lo deseen puedan regular medidas de mayor incidencia sobre estas materias.

9º.- El concepto de seguridad europea ha de desterrar estrategias basadas en la importancia de lo militar para desarrollar el concepto de seguridad global, reconociendo que las desigualdades económicas y sociales entre los países y regiones son la causa principal de conflictos. De ahí el rechazo a la OTAN como paraguas europeo, así como a la incorporación a la misma de los paises del este europeo. Es necesario salvaguardar el derecho de los paises neutrales y no alineados a mantener su actual status. Estamos por la abolición de las armas nucleares así como también por una estrategia de desarme convencional.

Pensamos, en definitiva, que el avance hacia una seguridad y paz mundial solo puede realizarse fortaleciendo y democratizando la ONU.

10º.-Para Europa es urgente la adopción de una política de superación de las relaciones desiguales, Norte-Sur, por lo que se deben fortalecer los lazos de cooperación en todos los ámbitos cercanos, países del Mediterráneo, del mar Báltico, y otros.

11º.- La ampliación de la Unión Europea ha de ser sin trabas a todos los países europeos que lo soliciten y que respeten los principios democráticos señalados. En este sentido han de incorporarse inmediatamente Chipre, Malta, y los de Europa central, del Este y de la zona báltica. Nos manifestamos opuestos a que esta ampliación al este europeo se ligue con la adhesión de estos países a la OTAN, puesto que puede aumentar las divisiones en nuestro continente, aparte de ir contra nuestra política de paz y disensión. Igualmente estamos en contra de que la adhesión de nuevos países pueda debilitar los principios de cohesión y solidaridad. Con aquellos países europeos que no desean incorporarse nuestra relación ha de ser de íntima cooperación.

12º.- Estimamos necesario, para no repetir el secretismo que presidió la aprobación del Tratado de Maastricht en 1992, que el nuevo Tratado sea sometido a un proceso de amplio debate popular en todas las naciones y que culmine con referendums en todos los países para que se decida el futuro europeo y los rumbos a adoptar por la Unión Europea.

Por último en un nivel de mayor concreción, y para políticas específicas el nuevo Tratado debería recoger:

1º.- La separación de poderes y el control por el Parlamento Europeo hacia la Comisión.

2º.- La igualdad entre el Consejo y el Parlamento como órganos legislativos. Así como la conversión del Consejo en una segunda cámara de los estados.

3º.- La nueva dimensión del Parlamento Europeo con las nuevas incorporaciones, estableciendo una ley electoral uniforme y con garantía hacia la representación y proporcionalidad.

4º.-Elección del Presidente de la Comisión a propuesta del Consejo y ratificación por el Parlamento del Colegio de Comisarios individual y colectívamente.

5º.- Reforzamiento del Tribunal de Justicia.

6º.- Nuevo papel y medios para el Comité de las Regiones.

7º.- Responsabilidad del BEI ante las instituciones europeas y el Parlamento Europeo, así como control democrático sobre el Banco Central Europeo.

8º.- Reforzamiento y cooperación entre el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales.

9º.- Cambio profundo y radical en la política económica para hacer desaparecer el dualismo social actual y las varias velocidades así como la hegemonía monetarista y neoliberal con recortes en los presupuestos públicos y gastos sociales. De ahí la importancia de adoptar políticas económicas de convergencia real y no nominal, de solidaridad y cohesión, en las que la culminación en moneda única sea la consecuencia natural del proceso de homogeneización y no el privilegio para los paises y economías actualenente desarrolladas.

10º.- Evolución hacia una fiscalidad común, luchando contra los paraísos fiscales y los movimientos especulativos del capital. Es urgente una armonización de la tributación del capital.

11º.- Incremento de las arcas comunitarias para poder desarrollar políticas activas de solidaridad, cohesión, y relanzamiento de la economía.

12º.- Renegociación de la Organización Mundial de Comercio para permitir el mantenimiento y desarrollo de dinámicas productivas propias.

13º.- Definición de políticas europeas estratégicas en el ámbito de la agricultura, recuperando, mediante una Reforma de la Política Agraria Común el principio de manteniento de la renta agraria y suficiencia europea. Es preciso actuar en favor de las explotaciones familiares y asociativas, destinando más recursos para el desarrollo rural.

14º.- Adopción de política europea estratégica en el ámbito de la I+D, encaminada no solamente al impulso y desarrollo de las capacidades productivas sino tambien y sobre todo a la satisfacción de las necesidad de la población y la profundización y participación democrática.

15º.- Definición de política estratégica en el ámbito de la energía, de forma que no suponga la adopción de una actitud neoimperialista hacia los paises y zonas sumInistradoras de energía (Rusia, países del Este, Norte de Africa, etc.), sino de solidaridad y cooperación,y de disminución del consumo y mejora de la eficacia, con la apuesta por las energias alternativas, renovables.

16º.- Definición de políticas estratégicas en el ámbito de la cultura para que la cultura de la solidaridad y democracia, participativa no se vea socabada por los intereses económicos controladores de la sociedad de la información (autopistas de la información, medios de comunicación, industria de la cultura, etc.).

17º.- Definción de la ciudadania europea en la perspectiva de una unidad política multinacional. Hay que añadir dimensión europea a la ciudadanía nacional.

18º.- Concreción de los derechos ciudadanos y defensa activa y pública de los mismos.

19º.- Desarrollo de los mecanismos de participación directa democrática de los ciudadanos en la vida, en la toma de decisiones importantes. Defensa del principio de presentar recursos directos así como de la celebración de referendums a nivel europeo.

20º.- Plena integración de la Política Exterior como "pilar comunitario" con adopción de acciones y posiciones comunes por mayoría cualificada cuando acciones comunes y por mayoría simple cuando posiciones comunes y declaraciones. El Parlamento Europeo debería tener derecho de control antes y durante la adopción de acciones o posiciones comunes.

21º.- No a la creación de un Euroejercito, sino que la expresión europea sería a través de la coordinación de sus ejercitos. La política externa solo sería de naturaleza humanitaria.

22º.- Desvinculación europea de la OTAN y de la UEO

23º.- Adopción de una política de cooperación europea al desarrollo, a través de modelos de desarrollo social, humano y ecológicamente sostenible. Compromiso de todos los estados y de la Unión de destinar el 0.7% del PIB a la cooperación.



ACCIONES A LLEVAR A CABO PARA FAVORECER LAS PROPUESTAS SEÑALADAS.

La situación de representación sustancial pero minoritaria que actualmente tenemos en el Parlamento español y en el Parlamento Europeo obligan a que desarrollemos una estrategia de confluencia y unidad de acción en todos los puntos o en aquellos susceptibles de conseguirlo, con todas las fuerzas sociales y políticas que estén de acuerdo.

La realización de esta estrategia tiene dos niveles, el de objetivos concretos con los que se puede confluir con una gran cantidad de organizaciones sociales, y el de objetivos globales, de naturaleza política, que favorezcan la configuración de un referente político en Europa y en el mundo sobre una alternativa al actual proceso.

CONFLUENCIA EN OBJETIVOS CONCRETOS

La existencia de cuestiones centrales que afectan a la vida cotidiana de los trabajadores y las trabajadoras europeas, el paro, la precariedad laboral, las congelaciones y recortes salariales, los recortes presupuestarios en todo tipo de prestaciones públicas, desde los servicios públicos hasta las entidades públicas, todo ello se convierte en asunto de reivindicación, tanto local, comarcal, regional, estatal y europea para, junto con la máxima cantidad de organizaciones y formaciones sociales y políticas, desarrollar luchas que sitúen en el centro de la atención pública los interes colectivos, de los trabajadores y permitan el desarrollo y aumento de la conciencia de clase. Las Plataformas por los derechos sociales, por la defensa de los servicios públicos, de protesta por la política de Maastricht, en favor del medio ambiente y respeto a la naturaleza, en contra de los recortes en las pensiones, por la reducción de la jornada de trabajo, por el pleno empleo, etc., todo un conjunto de causas sociales y de clase que recorren Europa y facilitan el surgimiento de un pensamiento alternativo al actual pensamiento único neoliberal y monetarista.

CONFLUENCIA EN OBJETIVOS GLOBALES

La otra vía la constituye la creación y desarrollo de foros de naturaleza política, como el Foro Europeo de la Nueva Izquierda, o similares, que permiten la recomposición del movimiento unitario de izquierdas, alternativo a la Segunda Internacional. Este referente político debe aspirar a ser centro de orientación y debate político hacia toda la sociedad, sobre todo hacia el movimiento sindical, y así mismo hacia otras formaciones políticas fuera de Europa, como el Foro de Sao Paulo, o los movimientos de progreso en Africa y Asia, o las fuerzas políticas y sociales de los países de Europa del Este, paises del mar Báltico y Rusia.

Esta vía global requiere para su desarrollo de una claridad y firmeza especiales, puesto que la tentación de la propuesta a la italiana del "olivo", de la unidad de las izquierdas, nos impeidiría alcanzar peso y suficiencia para su pleno desplegamiento. Pero a la vez una postura sectaria, aislacionista, y empeñada a tda costa en una andadura solitaria, también nos aislaría de las organizaciones sociales y políticas objetivamente interesadas en la transformación socialista.