LOS COMUNISTAS ANTE EL NACIONALISMO CATALÁN
(respuesta a Paco Frutos)
Rafael Pla López
 
Si contesto al artículo de Paco Frutos publicado en el Mundo Obrero de octubre de 2013 es principalmente por el respeto que me merece su trayectoria política. Porque lo primero que sorprende de dicho artículo es su desconocimiento de la historia.

Afirma así Paco Frutos: "El nacionalismo, en su génesis, es una reacción del mundo más rural y primitivo frente al desarrollo urbano, técnico, laboral y social". La realidad histórica es justo la contraria: los nacionalismos que se desarrollan en Europa durante el siglo XIX son esencialmente movimientos burgueses, y por ende fundamentalmente urbanos. Y de ello es un paradigma la Catalunya industrial frente al trasfondo de "la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María" que denostara Antonio Machado.

Ciertamente los nacionalismos, tanto "periféricos" como "centralistas", recurren a mitos fundacionales distorsionadores de la historia. Pero el análisis de su naturaleza social y de clase no puede quedarse en dicha cobertura ideológica. Y los comunistas debemos trabajar por desmontar unos y otros mitos, pero sin dejar de distinguir entre el carácter represivo del nacionalismo dominante de un Estado y el potencial emancipatorio de los nacionalismos que se enfrentan al mismo. Y menos aún podemos caer en lo que denunciaba Lenin en su "testamento", criticando a quienes ignoraban el nacionalismo pan-ruso para limitarse a criticar a los nacionalismos que se enfrentaban a su opresión.

Porque precisamente el independentismo ha crecido en Catalunya en respuesta a las agresiones sufridas por el pueblo de Catalunya, desde el rechazo por el Tribunal Constitucional de su capacidad de considerarse una nación hasta la propuesta de Wert de "españolizar" a los niños catalanes, pasando por el ataque judicial contra la enseñanza en catalán.

Paco Frutos se refiere también al actual independentismo catalán reduciéndolo al nacionalismo de CiU, representante político de la gran burguesía catalana, pasando por alto el declive electoral del mismo, frente al ascenso del independentismo anticapitalista de la CUP, del federalismo de EUiA coaligado con la amalgama de federalistas e independentistas que es ICV y sobre todo del independentismo de centroizquierda de ERC. Quizá la razón de ello esté en que buena parte del pueblo de Cataluña haya comprendido que aparentemente CiU sólo quiere tener un Estado propio para privatizarlo, y que realmente no está por la soberanía de Cataluña, sino por cambiar la dependencia de Madrid por una dependencia directa de Berlín.

Pero lo que me ha resultado más triste del artículo de Paco Frutos, con quien compartí en el 9º Congreso del PCE la defensa de un leninismo no dogmático, es su lapidaria afirmación de que "las direcciones del PCE, y sobre todo de IU, deberían haber actuado hace tiempo de otra manera a como lo han hecho y no repitiendo viejas y vacías consignas sobre el derecho de autodeterminación, fuera del contexto histórico en que fueron pronunciadas y erráticas en la definición de los sujetos que sustentan este derecho". Porque, lejos de ser "vieja" o "vacía", la posición de Lenin sobre el derecho de autodeterminación de las naciones sigue plenamente vigente, aunque nosotros prefiramos hablar de derecho de autodeterminación de los pueblos, dejando claro que su sujeto es el conjunto de la ciudadanía de cada pueblo.

Porque, en definitiva, el reconocimiento del derecho de autodeterminación no es más que la forma civilizada de resolver los conflictos sobre el ámbito de un Estado, del mismo modo que el derecho al divorcio es la forma civilizada de resolver un conflicto sobre la continuidad de un matrimonio. Porque, ¿cual es la alternativa? ¿Que habrá que hacer si el pueblo de Cataluña se pronuncia mayoritariamente por su independencia, bien en una consulta directa, bien a través de unas elecciones plebiscitarias? ¿Enviar a la Guardia Civil contra los Mossos d'Esquadra? ¿Enviar al Ejército? Nadie, no ya comunista, sino simplemente demócrata, puede defender dichas opciones.

Otra cuestión conexa, que se trató en el último Comité Federal del PCE, es el hecho de que un Proceso Constituyente debe plantearse en el ámbito del conjunto del Estado Español. Ésta es efectivamente nuestra posición. Pero el quid de la cuestión es otro: que si no conseguimos hacer avanzar el Proceso Constituyente para el conjunto de España, será muy difícil evitar que el pueblo de Catalunya avance hacia su independencia. Porque probablemente la única posibilidad de que España permanezca unida sea construir una República Federal solidaria que reconozca el derecho de autodeterminación de los pueblos que la componen.