A
estas alturas de la película está claro que el Euro, una moneda única
no sólo sin unificación política, sino acompañada por el desmontaje
neoliberal de la función socioeconòmica de los Estados, era una trampa
saducea, Algunos ya lo dijimos, claro, cuando nos opusimos al Tratado
de Maastricht (
http://www.uv.es/pla/maastricht).
Pero a estas alturas, salir del Euro puede ser otra trampa,
orientada a recortar más todavía el poder adquisitivo de los sectores
populares a través de devaluaciones monetarias. Hay que explorar, por
tanto, otras alternativas, como la que proponía en mi comunicación en
el debate de IU sobre Europa en junio de 2013, "
Soberanía democrática y monedas locales".
Pues
bien, la situación actual de Grecia puede llevar a su Gobierno a lo que
puede ser la única alternativa racional si la Troika le cierra el grifo
de los euros: emitir
pagarés
como medios propios de pago sin abandonar formalmente la zona euro. De
este modo, quienes en Grecia dispongan de euros podrán seguir
utilizándolos, dado que su circulación seguirá vigente, pero los nuevos
pagos que deba hacer el Estado griego, a pensionistas, funcionarios o
suministradores locales, los haría mediante pagarés, denominados en
euros (sin necesidad de volver al dracma), y que podrían ser
intercambiados por euros contantes en el momento en que el Estado
dispusiera de liquidez en dicha moneda.
Naturalmente, los
impuestos al Estado podrían abonarse mediante la devolución de dichos
pagarés. Y el sistema será sostenible si se plantea en el marco de un
equilibrio presupuestario, de modo que los gastos totales del Estado
(en pagarés) sean iguales a sus ingresos a través de impuestos.
Claro
que no habría equivalencia entre la cantidad de pagarés que una empresa
o persona particular recibiera directamente del Estado y los impuestos
que deba pagar. Especialmente con una fiscalidad progresiva, les
sectores más pudientes deberían abonar más de lo recibido del Estado.
Pero dicha disparidad se cubriría a través de la circulación de pagarés
entre la población. Es decir, un funcionario o pensionista recibiría su
paga en pagarés, y de ella una parte le serviría para abonar sus
impuestos, y otra parte para pagar bienes o servicios privados, cuyos
ofertantes utilizarían a su vez los pagarés para abonar sus propios
impuestos.
Ciertamente, el que el sistema sea sostenible con un
equilibrio presupuestario no implica que no encuentre dificultades. En
particular, puede encontrarse con campañas de boicot para rechazar los
pagarés. Para contrarrestarlos habrá que combinar la acción coercitiva
del Estado, obligando a aceptar pagarés como medio de pago local, y la
potenciación de una conciencia que será tanto social como nacional en
defensa de los medios de pago propios del país.
El sistema de
pagarés puede funcionar de forma prolongada o ser un método transitorio
hasta recuperar la liquidez en euros. A medida que ésta aumentara, los
pagos del Estado mediante pagarés podrían pasar a ser un porcentaje
decreciente de los mismos. En todo caso, no hay motivo para suponer que
la emisión de pagarés sea un primer paso para salir de la zona euro. En
California se han estado emitiendo "certificados" para paliar la falta
de dólares, y nadie ha afirmado que California estuviera saliendo de la
"zona dólar".
Por
otra parte, los pagarés no serían una panacea,
dado que sólo podrían jugar un papel de moneda local. Para los
intercambios con otros países habría que seguir utilizando euros, lo
cual sólo sería sostenible con un equilibrio de la balanza comercial.
Ello puede requerir la supresión o reducción drástica de gastos
improductivos como los militares. Y en dicho marco, el que los turistas
saquen euros en metálico en sus propios países puede ser no sólo una
medida de prudencia, sino de solidaridad con el pueblo griego al
aumentar los euros en circulación en su país. Naturalmente, ello sería
más efectivo con una Banca Pública que evite la especulación.
Y en todo caso, en la medida en que, en una economía de mercado, el dinero juega
un papel de "lubricante" de la economía, los pagarés podrían jugar
dicho papel estimulando el mercado interno y por ende la producción
local y eventualmente la exportación.
En todo caso, hay que
recalcar que sin medios de pago propios un gobierno está condicionado
por aquéllos que le proporcionan los medios de pago, y que pueden
utiizarlos como instrumento de presión, por ejemplo para la realización
de recortes sociales. Y ello vale tanto para el gobierno de un Estado
como para gobiernos de entidades menores, Cuando se vislumbra la
posibilidad de que fuerzas populares accedan a gobiernos en distintos
ámbitos, deben estar dispuestas a llevar a cabo la emisión de medios de
pago propios si no quieren condenarse a la impotencia. Por el
contrario, una actuación decidida en ese terreno puede neutralizar los
chantajes y generar mejores condiciones para auditar las deudas
existentes y negociar los sistemas de financiación. En vez de conducir
al aislamiento y la marginación, puede ser la vía para una mejor
integración en un sistema más justo.