Cuando
Friedrich Engels
escribió en el siglo XIX su obra "
Del socialismo utópico al
científico",
se centró en criticar propuestas de transformación
socialista de la sociedad que no se basaban en fuerzas sociales
existentes y procesos económicos reales, sino únicamente
en imperativos morales, planteando como alternativa un socialismo
basado en el desarrollo de las fuerzas productivas y en la
acción de la clase trabajadora.
En la segunda mitad del siglo XX,
Herbert
Marcuse, en "
El final de la
utopía",
planteó que el desarrollo de la automatización creaba las
condiciones objetivas para una emancipación social que pusiera
fin a un sistema social basado en un trabajo alienado y en la
represión de las pulsiones biológicas del ser humano.
Ya entrados en el siglo XXI, debemos preguntarnos en qué medida
las transformaciones producidas en la base tecnológica de la
sociedad afectan a sus posibilidades de emancipación. Y en
particular cuáles son las implicaciones de Internet en ese
sentido.
Internet tiene claramente en común con otros cambios
tecnológicos, como la revolución industrial del siglo XIX
y la revolución científico-técnica del siglo XX,
la existencia de dinámicas contradictorias entre los procesos
que motivan su puesta en marcha y los procesos que se derivan de su
desarrollo.
En el caso de la revolución industrial,
Karl Marx y Friedrich Engels
expresaron gráficamente en el "
Manifiesto del Partido Comunista"
que "las armas con que la burguesía derribó al feudalismo
se vuelven ahora contra ella", en tanto que el desarrollo de la
industria impulsado por la burguesía pondría en pie al
proletariado destinado a ser su enterrador.
En el caso de la revolución científico-técnica,
analizada en el trabajo colectivo "
La
civilización en la encrucijada" dirigido por
Radovan Richta,
el desarrollo de los procesos de automatización orientados a la
maximización del beneficio empresarial con el ahorro de mano de
obra generan una forma de producción en la que la
reinversión capitalista y la gestión burocrática
tienden a ser prescindibles en tanto que el desarrollo tiende a ser
predominantemente cualitativo y a descansar en el trabajo de
investigación científico-técnica y de
innovación (I+D+i).
En el caso de Internet, la motivación militar de la Arpanet
original de
construir una red de información que no tuviera un centro
vulnerable ante un ataque nuclear dio paso a una red mundial de
comunicación incontrolable desde los centros de poder.
Ahora bien, tanto la revolución industrial como la
revolución científico-técnica se realizaron bajo
la dirección de la burguesía, y esa dirección ha
condicionado su desarrollo preservando el sistema capitalista.
Así, la burguesía ha venido utilizando las crisis y el
desarrollo desigual para dividir a la clase trabajadora, que ha tenido
que luchar en condiciones de inferioridad, viendo recurrentemente
amenazadas las conquistas que obtenía con su lucha. Y ha
utilizado la reducción del tiempo de trabajo directo en la
producción posibilitada por la automatización para
ahorrar salarios incrementando el paro y colateralmente la precariedad
laboral.
Pero Internet se ha desarrollado inicialmente al margen del mercado
capitalista, como obra de profesionales (trabajadores
científicos y técnicos), y en buena medida en el marco de
Universidades y centros públicos de investigación. De
alguna manera, es un producto de la revolución
científico-técnica que ha promovido el protagonismo del
trabajo de investigación, y su mismo diseño, orientado a
una circulación de información libre de controles y de
propietarios, es ajeno a la lógica del capitalismo. Pero al
mismo
tiempo también es ajeno a la lógica del poder
centralizado propia de los Estados. La lógica propia de
Internet es la lógica característica del comunismo tal
como lo definiera Marx en la "
Crítica
del programa de Gotha", una sociedad sin clases y sin Estado, en el
mismo sentido en que Engels concluía en "
El origen de
la familia, la propiedad privada y el Estado".
Internet juega así un papel singular en relación a la
noción de Utopía.
Siglos después de la inicial "
Utopía"
de Thomas More, Engels utilizaría el término en el
sentido peyorativo anteriormente indicado para referirse a diversos
intentos o propuestas de construir una sociedad ideal, socialista o
comunista, en un ámbito local. Marx y Engels insistirían
no sólo en la necesidad de determinadas condiciones objetivas de
base económica para tal construcción, sino en la
necesidad de su carácter internacional. En ese sentido, y aunque
pudiera resultar paradójico, la propuesta de Stalin de construir
el socialismo en un sólo país encajaría en ese
tipo de propuestas "utópicas".
Pero a finales del siglo XX nos encontramos con una forma distinta de
utilización del término. Se hablará del comunismo
como "horizonte utópico" en el sentido de un ideal hacia
el cuál avanzar. Esa utilización en sentido positivo de
la noción de utopía como horizonte o "sueño" se
daría en ámbitos diversos. Aparece al final del apartado "
El socialismo y el
comunismo al que aspiramos" del "
Manifiesto del PCE
para la izquierda" aprobado en el XIV Congreso del PCE
(singularmente, al final del apartado "
Una propuesta
federal para la socialización del Estado" del mismo texto se
declara en sentido contrario que ésta "
no será así un horizonte
lejano que se aleje a medida que vamos avanzando, sino un proceso de
transformación desde la realidad actual"). Aparece
en un
texto
para la VII Asamblea de IU firmado por notorios dirigentes del
trostkismo español. Aparece en un
texto
de Eduardo Galeano
según el cuál la utopía
sirve para caminar. Y singularmente, la vía estalinista de
construcción del socialismo reduciría también el
"comunismo" a una perspectiva utópica en tanto que alejaba
indefinidamente la eliminación comunista de las clases y del
Estado en unos regímenes fuertemente autoritarios y con notorios
privilegios para la casta burocrática.
Ahora bien, lo que caracteriza a las propuestas alternativas en el
Ciberespacio es que, lejos de ser horizontes lejanos, consituyen
realidades presentes sustentadas en una lógica alternativa a la
del capitalismo. El desarrollo de redes de comunicación
horizontales y no jerárquicas no es un proyecto para un futuro
lejano pospuesto a una indeterminada toma del poder, sino algo
actualmente en construcción sustentada en la propia arquitectura
de Internet. Una programación libre y de código abierto
basada en la libre colaboración de informáticos de todo
el mundo que ponen a disposición pública el resultado de
sus trabajos, rechazando cualquier propiedad privada sobre los mismos,
no es un sueño fantástico producto de la
imaginación de algún visionario, sino una realidad actual
que podemos encontrar en Internet y en nuestros ordenadores, como
productos del
proyecto
GNU/Linux.
De este modo, la eliminación de la propiedad privada y la
disolución de las estructuras jerárquicas de poder son
para hoy, no un horizonte utópico ni un mero objetivo lejano.
Esta dinámica elimina la separación entre la actividad
cotidiana y los
objetivos últimos. Pero a diferencia de los proyectos
"utópicos" del siglo XIX de Saint Simon, Owen o Fourier, no se
dan en reductos cerrados en ámbitos locales ni pretenden
construir de inmediato colectividades
plenamente comunistas. Por el contrario, tales rasgos comunistas se
extienden por todo el mundo y se producen de forma parcial, en Internet
y
en el Ciberespacio, coexistiendo con el imperialismo y las
multinacionales capitalistas. Pero no son un producto del voluntarismo
de sus autores, sino que su viabilidad descansa en las
condiciones objetivas del medio que utilizan. Si "el medio es el
mensaje" como dijera
McLuhan,
el medio de Internet conlleva en sí una estructura de relaciones
en red incontrolable desde un centro dirigente. Y en la medida en que
el coste de la reproducción de la información es
mínimo, la misma "ley del valor" sustentado en el tiempo de
trabajo socialmente necesario para ella resulta inaplicable, y su
sujeción a las reglas del mercado resulta, esta vez sí,
utópica, como lo son los intentos de evitar la llamada
"piratería" informática.
Y la lucha por introducir rasgos comunistas en el presente, sin
remitirnos a un futuro finita o infinitamente lejano, se da
también fuera del Ciberespacio. Se da, en particular, en la
lucha por desmercantilizar la satisfacción de las necesidades
básicas, a través de servicios públicos gratuitos,
de manera que cada cuál pueda recibir, por ejemplo,
educación y sanidad según sus necesidades. También
aquí, no se trata de construir de forma aislada un proyecto
comunista íntegro, sino de contraponer en aspectos parciales la
lógica comunista a la lógica capitalista. Esta lucha se
da en ámbitos locales, pero también puede enmarcarse en
una acción internacionalista: el verdadero intervencionismo
humanitario se realiza con maestros o personal sanitario, y no con
unidades militares armadas que a lo que responden es a la lógica
imperialista.
Por ello, en el inicio del siglo XXI, podemos afirmar que la vanguardia
objetiva de la lucha por el comunismo la constituyen gentes como los
informáticos que desarrollan software libre o los médicos
cubanos que actúan solidariamente a lo largo y ancho del mundo.
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