El artículo de
Juan Francisco
Martín Seco
publicado en el Mundo Obrero de noviembre
contiene una mezcla de planteamientos razonables desde una perspectiva
de izquierdas con otros que si no conociéramos a su autor
pensaríamos que es una expresión de nacionalismo
español
atávico. Nacionalismo singular en cuanto que se
ignoraría a sí mismo, llegando al extremo de calificar
como
"nacionalismos españoles" a los diversos nacionalismos
no españoles que se dan en el
marco del Estado Español. Ciertamente Martín Seco, que no
es ni dirigente ni siquiera miembro del PCE, escribe a título
personal, pero su publicación en Mundo Obrero y la
diseminación de tesis nacionalistas en un discurso "de
izquierdas" puede provocar confusiones que vale la pena intentar
desvelar.
Singularmente, Martín Seco construye su artículo
comenzando y terminando con un discurso descalificador de
Zapatero. Singularmente, dado que
las posiciones de Zapatero en relación con el Estatuto de
Catalunya a debate (aprobar su toma en consideración y negociar
diversas modificaciones, incluyendo las del sistema de
financiación eliminando la bilateralidad) son más
próximas a las posiciones del PCE que incluso a las del grupo
parlamentario de IV-IU-ICV (sic). Y singularmente también, dada
la extraña similitud de tales descalificaciones con las que desde las antípodas realiza el PP. Uno y
otro parecen olvidar que la aprobación del proyecto de Reforma
por el Parlamento de Catalunya requería necesariamente del
acuerdo con CiU, transaccionando cambios del proyecto original del
tripartito que no excluyen sino que posibilitan la posterior
negociación en la Comisión Constitucional del Congreso de
los Diputados. Sólo quienes de entrada se oponían a la
Reforma del Estatuto pueden lamentar que ésta haya llegado a
dicha Comisión.
Martín Seco, después de declarar que el Estatuto es
"inasumible" y vaticinar el desastre si se generalizara, añade
"y su mantenimiento exclusivamente para Cataluña sería
sancionar una situación de privilegio incompatible con un Estado
moderno". Singular afirmación, dado que a continuación
recuerda que tal situación (se supone que en cuanto al sistema
de financiación por concierto) se da ya en el País Vasco,
pero ello no le hace llegar a la conclusión lógica: que
el Estado Español no es un "Estado moderno". Y no sólo,
por cierto, por los "privilegios" forales, sino principalmente por la
existencia de la Monarquía al margen de todo control
democrático.
Y yendo al fondo de la cuestión, habrá que declarar que
la modernización del Estado requiere eliminar los residuos
feudales, estableciendo una
República
Federal en la que no caben ni Dios, ni Rey ni Fueros, ni por
supuesto otorgar al Ejército el papel de garante de la "unidad",
pero sí el moderno
derecho de
autodeterminación,
que no concebimos únicamente
para la resolución de los conflictos nacionales, sino como
componente de la construcción de un Estado profundamente
democrático que pueda ser la antesala de su disolución,
junto a las clases sociales, en una sociedad comunista autoorganizada.
Pero que, como señalara Lenin, es también la única
vía democrática para la plena resolución de la
"cuestión nacional", consiguiendo así que deje de
enmascarar los conflictos sociales derivados de la explotación
de clase. Pues la "cuestión nacional" sigue sin resolverse en el
Estado Español, aunque Martín Seco no quiera asumirlo y
se dedique a frivolizar sobre el tema, adobándolo con
extrañas afirmaciones como que en el Estatuto se plantean
"imposiciones y
abusos" en materia de idioma, supongo que por extender al
catalán los derechos y deberes que la Constitución
Española establece para el castellano.
Pero lo referente a la modernidad del Estado no es la única
contradicción del artículo de Martín Seco.
Después de haber desmontado la tesis de la "generosidad" de
Catalunya explicando correctamente que los que tributan son los
ciudadanos, y lo deben hacer en función de su renta, concluye
lapidariamente que "Cataluña pretende expoliar al resto de
España". Curiosa congruencia: quien tributa no es Catalunya, sino
los ciudadanos vivan donde vivan, pero quien expolia o pretende
expoliar sí es Catalunya, y no los miembros de la
oligarquía y alta burguesía vivan donde vivan. Poco
importa que el artículo 209 de la propuesta de Estatuto ordene
que la Generalitat aporte recursos a los mecanismos de solidaridad que
establece la Constitución y el artículo siguiente
contemple mecanismos de nivelación para cumplir precisamente la
función redistributiva del Estado que correctamente defiende
Martín Seco. Si no conociéramos al autor, se diría que todo vale para azuzar al "resto
de España" contra Catalunya. Pero es que previamente se
diría que pretende azuzar también a los catalanes (junto
a los madrileños, por cierto) contra el resto de España,
cuando propugna que por tener una renta per capita mayor no sólo
deben tributar más por término medio, sino también
recibir menores prestaciones. Curiosa manera de entender el expolio. Y
curiosa manera de entender la función social del Estado, que
parece estar pensada en términos de beneficencia y no en
términos de proporcionar servicios públicos de calidad
(en educación, sanidad, transporte, etc.) para todo el mundo.
Ciertamente, en tanto haya situaciones de exclusión social
deberán arbitrarse medidas específicas de asistencia
social, pero éstas deben entenderse como medidas transitorias
hasta conseguir eliminar tales situaciones, no como el núcleo
permanente del Estado social y democrático de derecho.
¿Habrá que entender que los ricos catalanes no
necesitan transporte público, por ejemplo, porque pueden
circular en sus coches privados contaminando a gusto?
Desde una perspectiva de izquierdas hay que hacer lo contrario, claro.
En vez de azuzar a unos pueblos contra otros potenciando agravios
comparativos, propugnar que se de a cada uno lo suyo: a las comunidades
nacionales sus derechos nacionales, a todos los pueblos su derecho a la
autodeterminación, incluyendo su derecho a la soberanía y
a federarse libremente. Y a un moderno Estado democrático
constituido desde la libre voluntad de sus diversos pueblos, la
capacidad de redistribuir solidariamente los recursos en aras de la
igualdad.
(enviado a "Mundo Obrero" el 14 de
noviembre de 2005; corregido el 5 de diciembre)