UN NUEVO MODELO PRODUCTIVO BASADO EN LA CREATIVIDAD DEL TRABAJO
Rafael Pla López
profesor de la Universitat de València y miembro del Área de Economía de EUPV y del Área de Educación de IU

Si se plantea como objetivo la "creación de empleo", surge lógicamente la pregunta de quién "crea empleo", pregunta que es respondida también lógicamente por la CEOE afirmando que "los empresarios son quienes crean empleo". Ciertamente, puede argüirse que también el Estado "crea empleo". Pero el problema no está en la respuesta, sino en la pregunta: "hay que seguir reivindicando el protagonismo de la clase trabajadora en la creación de riqueza, desenmascarando la tergiversación que atribuye dicha creación al capital, como la que se manifiesta en la expresión "creación del empleo" que trata a la fuerza de trabajo como objeto pasivo y a los "empleadores" como sujetos activos, expresando así la subordinación ideológica a la clase burguesa dominante que conduce a justificar el incremento de los beneficios empresariales como objetivo primordial del desarrollo económico y precondición para la disminución del paro" (XVIII Congreso del PCE).

Pero si ya en general es el trabajo el que crea riqueza, un desarrollo económico sostenible debe sustentarse específicamente en la creatividad del trabajo.

Hay que destacar que el desarrollo del capitalismo se ha basado en lo que Marx llamó la acumulación de capital a través de su reproducción ampliada. Ciertamente, dicha reproducción ampliada consiste en la reinversión de plusvalía (el incremento de valor generado por el trabajo) como capital, pero su agente directo es el capitalista. Ahora bien, ello supone un modelo de desarrollo vinculado al incremento de volumen de la producción, y correlativamente al crecimiento del consumo de energía y otros recursos naturales. Pero cuando dicho crecimiento choca con los límites del planeta se revela como insostenible.

Llegados a este punto, un desarrollo sostenible ha de orientarse a la calidad más que a la cantidad. No debe consistir en producir más, sino en producir mejor. Y se asienta por tanto en el cambio de los métodos, formas y contenido de la producción, mediante lo que se llama I+D+i: la Investigación científica, el Desarrollo tecnológico... i la innovación en el Trabajo. Cuyos agentes directos son el personal investigador y técnico y el conjunto de la clase trabajadora: la I+D+i es propiamente I+D+T: la creatividad del Trabajo pasa a ser el factor central del desarrollo.

Pero la funcionalidad de dicho desarrollo requiere que la capacidad de decisión se desplace del capital al trabajo, en la medida en que lo fundamental ya no es tanto la reinversión de capital como la reorientación del mismo trabajo. En el marco del capitalismo, ello se ha explorado de diversas formas, a través del Toyotismo, la introducción de los llamados "círculos de calidad" o la aceptación de formas de "cogestión". Pero su desarrollo, que requiere la introducción de fórmulas autogestionarias para una plena democracia económica en el seno de la empresa, choca con los límites impuestos por la propiedad privada de los medios de producción colectivos que constituye la misma esencia del capitalismo. Y requiere, por tanto, la superación del capitalismo en sí mismo mediante la socialización de tales medios de producción, emprendiendo así un camino socialista.

Sólo una Ley con dicha orientación sería una verdadera Ley de Economía Sostenible. Pero el anteproyecto de Ley presentado por el Gobierno tiene, por el contrario, una orientación neoliberal que pretende la mercantilización y privatización de la investigación, con la sacralización de la "competitividad" que en el caso de la Universidad se plasmaría en los elitistas "Campus de Excelencia Internacional" que competirían por unos recursos escasos.

La alternativa debe basarse en un sistema público de investigación básica, científica y tecnológica, cuyos resultados sean a su vez públicos, de "dominio público", de pública disponibilidad. Y un sistema público de educación orientado a la formación de personas creativas capaces de aplicar y desarrollar dichos resultados en su trabajo en el seno de empresas que deberán ser cada vez más de trabajo asociado.

Ello exige pasar de una Universidad para la formación de la burguesía a una Universidad para la formación de la clase trabajadora. Para lo cuál es necesario por un lado garantizar que tanto el acceso a los estudios superiores como la culminación de los mismos no estén obstaculizados por causas relacionadas con el origen socioeconómico, lo que requiere la gratuidad de dichos estudios junto con un sistema generalizado de becas-salario. Y por otro lado la organización de la docencia para un aprendizaje centrado en el estudiantado, basado en su participación activa y que fomente su creatividad, con una adecuada combinación de los contenidos científicos, técnicos, humanísticos y metodológicos.

Hay que destacar que el nuevo modelo productivo debe basarse en una Cultura Libre, no supeditada al mercado. No se trata sólo de que una buena parte de la producción resulte ser directamente producción cultural, producción de información a través de distintos canales. Sino que dicha producción cultural tiene un carácter estratégico, en el marco de lo que se llama sociedad de la información o del conocimiento asentada en la llamada I+D+i (I+D+T). Pero el sometimiento de la información, el conocimiento, la investigación y la cultura a la competitividad mercantilista representa un obstáculo para su desarrollo, fomentando el secretismo y las trabas a la libre circulación de la información y la cultura, obligando a la duplicación de trabajos de investigación o directamente pretendiendo prohibir su utilización.

Ello ha sido así desde el origen de la Revolución Industrial: la utilización de la máquina de vapor sólo pudo generalizarse cuando caducó la patente de Watt sobre la misma, lo que ya mostraba el carácter regresivo del sistema de patentes. Pero en el marco de la Revolución Científico-Técnica, asentada en un cambio acelerado de los métodos de producción, dichas trabas se hacen especialmente graves, y su superación es además crucial para superar el desequilibrio económico entre las distintas zonas del planeta. Es necesario rechazar de plano la misma noción de "propiedad intelectual" que pretende extender a las ideas los criterios mercantiles aplicados a las cosas, y luchar por la liberación de la cultura como un patrimonio común de la humanidad al servicio de la misma, con la abolición progresiva de la propiedad sobre las ideas, programas, tecnologías y expresiones artísticas, abriendo así el camino para la libre cooperación entre creadores en todo el mundo, siguiendo el camino marcado por la programación libre y de código abierto, y priorizando los recursos necesarios para combatir el hambre y las enfermedades. Teniendo en cuenta además que las posibilidades abiertas por Internet condenan al fracaso los intentos de restringir la libre circulación de información.

Frente al programa capitalista neoliberal que pretende mercantilizar todo, hay que impulsar un programa socialista que desplace progresivamente al mercado de las relaciones humanas, comenzando por las necesidades básicas que deben ser cubiertas por servicios públicos universales y gratuitos basados en el principio de "a cada cual según sus necesidades". Hay que destacar que caracterizar a dichos servicios públicos como "salario indirecto" parte del error básico de aplicarles conceptos mercantiles como el de salario, que no es sino el precio de la fuerza de trabajo. Igual que con la expresión "creación de empleo", hay que combatir la contaminación capitalista y mercantilista del lenguaje para poder avanzar en un proceso de superación del capitalismo en un sentido socialista, la única vía para una economía sostenible.