EL COMUNISMO, MOVIMIENTO Y OBJETIVO GLOBAL

Reafirmando la vigencia de los objetivos indicados en el "Manifiesto del PCE para la izquierda" aprobado en el XIV Congreso, debemos analizar la evolución producida en los últimos años, tanto en las formas de explotación y opresión como en el movimiento contra ellas.

Constatamos que el proceso de globalización capitalista, lejos de aproximarnos a la humanidad sin clases y sin Estados que propugnamos, ha exacerbado la desigualdad social, y si está generando una crisis de los Estados-nación, es para sustituir los mecanismos democráticos por el poder de las multinacionales y el capital financiero internacional, con el apoyo de un imperialismo sin freno.

Por contra, nuestra propuesta de una nueva síntesis emancipatoria que funda las tradiciones comunista y libertaria con las aportaciones de los nuevos movimientos emancipatorios está empezando a tomar forma a escala internacional en el seno del movimiento contra la globalización capitalista, que tiene entre sus señas de identidad fundamentales el anticapitalismo y el antiautoritarismo.

Debemos esforzarnos por contribuir, desde nuestra posición comunista, al desarrollo internacional de la necesaria alternativa que aúne movimiento y objetivos, sin merma del carácter amplio, unitario y plural de la acción contra el neoliberalismo, articulando las luchas locales y globales, y sin olvidar que el ámbito de las posiciones comunistas no coincide con los límites orgánicos de los Partidos Comunistas, entre otras cosas porque muchas personas que comparten nuestros objetivos comunistas están actualmente fuera de los mismos.

Debemos valorar positivamente la tendencia de los movimientos sociales y sindicales a no delegar su representación política, sino representarse políticamente a sí mismo, así como el esfuerzo por superar los límites tradicionales de los partidos desarrolando movimientos políticos y sociales, como pretende hacer IU: la autoorganización social es una componente central del movimiento y de los objetivos comunistas. Pero tal autoorganización requiere la socialización de los medios de producción colectivos y la federalización de los Estados, abriendo paso a la construcción del socialismo y del comunismo.

Se trata, por un lado, de sustituir el poder financiero del capital por el protagonismo colectivo de la clase trabajadora como generadora real de la riqueza social, desmercantilizando la satisfacción de las necesidades sociales, comenzando por las más básicas. Y por otro lado, de devolver el poder a la ciudadanía, entendido no como instrumento de represión, sino como capacidad de decisión, dotándose de instituciones participativas y democráticas desde el ámbito local al internacional: no se trata de crear microestados ni macroestados centralizados, sino de disolver federalmente las estructuras jerarquizadas a fin de que cada problema sea abordado en el ámbito que le es propio, gestionando colectivamente los recursos existentes en el respeto a sus límites naturales, pero superando los límites sociales impuestos por el capitalismo, y aunando la igualdad de derechos y capacidades con el respeto a las diferencias culturales, étnicas y sexuales, como componentes enriquecedores de una humanidad libre.

En este contexto, la defensa de las libertades ciudadanas y del derecho de autodeterminación de los pueblos son componentes indisolubles de la defensa de la democracia frente al autoritarismo capitalista, utilizando los medios necesarios para derrotar su militarismo con la fuerza organizada de la gran mayoría, construyendo así un mundo democrático donde la paz abra las avenidas de la libertad que conduzcan al socialismo y al comunismo.