RUPTURA HISTÓRICA
Rafael Pla López

Juan Trías Vejarano y Joan Tafalla publican  dos interesentes análisis sobre el concepto gramsciano de Bloque Histórico en el Mundo Obrero de octubre de 2016. Partiré de dichos análisis para analizar los cambios que se están produciendo a nivel mundial, y que podrían describirse como ruptura histórica.

En esta expresión el término "ruptura" no tiene el significado de una "rotura" física, sino más bien de un cambio de estructura, al modo de la "ruptura epistemológica" según Althusser o de un "cambio de paradigma" según Thomas S. Kuhn. Y el adjetivo "histórica" refiere a que de lo que se está hablando es de un cambio de bloque histórico potencialmente dominante.

Recordemos, con Trías y Tafalla, que el concepto de "bloque histórico" supone una conjunción de infraestructura y superestructura, de una base social y una ideología dominante.

Y hay que recordar de dónde venimos: a raíz del hundimiendo del bloque formado por los países del llamado "socialismo real" en el tránsito de la década de los 80 a los 90 del siglo XX se desarrolla lo que se ha llamado "globalización neoliberal", expresión que precisamente aúna la base económica de la "globalización", asentada en la libre circulación de mercancías y capital (aunque no tanto de personas e ideas, en su realidad efectiva) y coronada por el "pensamiento único" neoliberal, expresado también en el llamado "consenso de Washington". Ello configura un bloque histórico dominante, amparado en el establecimiento de EE.UU. como única superpotencia y de la OTAN como instrumento de intervención militar a escala mundial.

Ciertamente, la globalización neoliberal no ha estado exenta de contestación, y a principios del siglo XXI se desarrolla el llamado movimento antiglobalización o altermundialista articulado a través de sucesivas ediciones del Foro Social Mundial. Pero dicha contestación en modo alguno puso en peligro su dominio, asentado políticamente en la colusión entre los partidos conservadores y los partidos de la Segunda Internacional, que pasan en la práctica de ser "socialdemócratas" a "social-liberales".

Naturalmente, en distintas partes del mundo ello tiene distintas expresiones. En Europa se expresa en la constitución de la Unión Europea a partir del Tratado de Maastricht. Y en Estados Unidos en la colusión entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata. Pero en ambos casos se realiza bajo la égida del capital financiero, que se erige en el sector económicamente dominante, en un contexto en el que los límites ecológicos objetivos al crecimiento "material" llevan a su sustitución por el crecimiento de los activos financieros.

Dicho sistema, que podríamos describir como el bloque histórico de la globalización neoliberal, entra en crisis en 2008 con el estallido de una burbuja financiera que revela su desconexión con la riqueza real. Y frente a ello, se desarrollan nuevos movimientos que cuestionan directamente a los poderes dominantes. Así, inspirados en cierta medida por lo que se llamó "Primavera árabe", se desarrolla en España el movimiento 15M, y en Estados Unidos y el Reino Unido el movimiento Occupy. Y del "no nos representan" y "no somos mercancía en manos de políticos y banqueros" en España se pasa al "somos el 99%" en Estados Unidos, que expresa de alguna manera la voluntad de construir un bloque histórico alternativo.

Ciertamente, ese 99% es socialmente heterogéneo y con intereses contradictorios, englobando a los distintos sectores de la clase trabajadora y a los estratos inferiores de la burguesía, pero les une su contraposición al 1%, y especialmente al capital financiero que ha venido detentando el poder en la globalización neoliberal. Es importante destacar que precisamente un bloque histórico aúna a sectores diversos para configurar un proyecto alternativo. Y esa conjunción es la base objetiva de lo que llamamos "confluencia": se confluye con los distintos, no con los iguales.

Naturalmente, un bloque histórico alternativo requiere una expresión política, que era lo que faltaba inicialmente en los movimientos 15M y Occupy. Pero su base social proporciona los fundamentos para construir dicha expresión, la cual sólo puede desarrollarse mediante la ruptura de las estructuras políticas dominantes. Retomando una antigua expresión, se trata de que ni los de abajo ni los de arriba pueden seguir viviendo del mismo modo.

Y así hemos visto cómo se ha producido un estallido del "pensamiento único" en pro de la globalización neoliberal, cuestionado desde la izquierda y desde la derecha. Un elemento detonante de dicho estallido ha sido la oleada de refugiados provocada en buena medida por las guerras impulsadas por la OTAN, y que al cuestionar desde posiciones xenófobas la circulación de personas ha llevado a cuestionar la misma globalización, que había tenido también como consecuencia la deslocalización de puestos de trabajo a países de la "periferia" provocando un aumento del paro en los países del "centro". El cuestionamento xenófobo de la globalización a través de posiciones politicas fascistas o parafascistas se ha producido tanto en Europa como en Estados Unidos, allí a través de la victoria de Donald Trump en las primarias del Partido Republicano, en abierta contradicción con el previo pensamiento único dominante.

Pero junto al resquebrajamiento del bloque histórico dominante se está produciendo también la emergencia de expresiones políticas que pueden encarnar un bloque histórico alternativo. En unos casos a través de la formación y ascenso de nuevas fuerzas políticas, como es el caso de Podemos en España, que superando las limitaciones de Izquierda Unida para poder realizar dicha encarnación ha entrado en un proceso de confluencia con ella a través de Unidos Podemos, que puede completar en el ámbito político la confluencia social iniciada en procesos como las Marchas de la Dignidad. Y en otros casos a través de transformaciones en fuerzas políticas integradas en el bloque histórico dominante en crisis, como es el caso de la victoria repetida de Jeremy Corbyin en el Partido Laborista británico, o de la candidatura de Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata de Estados Unidos, que aunque no ha conseguido ganarlas se alzó como vencedora en 22 Estados y ha conseguido introducir puntos fundamentales de su programa en la plataforma del Partido Demócrata.

En España el resquebrajamiento del bloque dominante ha tenido distintas expresiones. Por un lado con la emergencia del partido Ciudadanos, que impulsado por el gran capital pretendía sustituir a un PP corroído y desprestigiado por la corrupción, pero que ha fracasado en su intento reduciéndose a una muletilla del PP. Por otro lado con la crisis del PSOE, desgarrado entre la sumisión de su dirección a los poderes dominantes (que le llevó primero a pactar con Ciudadanos y después a abstenerse para posibilitar el gobierno del PP) y la voluntad de su miltancia de erigirse como alternativa al PP aunque sea a costa de pactar con Unidos Podemos. Es importante subrayar que dicha crisis responde a factores objetivos, más allá de las vacilaciones y posicionamientos de dirigentes individuales como Pedro Sánchez. Y tener claro que la configuración y emergencia de un bloque histórico alternativo no puede realizarse sin romper el bloque histórico dominante atrayendo a parte de quienes formaban parte de él.

En España, por razones históricas, el término "ruptura", y más aún la expresión "ruptura democrática", remite a lo que fue el proyecto de romper la legalidad franquista para acceder a la democracia. Pero la ruptura democrática del siglo XXI debe vincularse al cambio de bloque histórico dominante, a través de un proceso de confluencia que lleve a la victoria de un nuevo bloque histórico apoyado en una mayoría social.

En este proceso, hay que rechazar las posiciones de quienes utilizan el término "confluencia" no para unir sino para dividir entre los supuestos "confluyentes" y "no confluyentes".

A finales del siglo XX, Julio Anguita planteó la tesis de las "dos orillas". Y esa tesis está actualmente vigente en cuanto al establecimiento de una línea divisoria entre los defensores del viejo bloque histórico y los partidarios de un bloque histórico alternativo. Pero frente a quienes parecen pensar que dicha línea divisoria pasa por el interior de Izquierda Unida, debemos afirmar que actualmente, en España, pasa por el interior del PSOE. Y trabajar por construir un bloque histórico que pueda superar la obsoleta globalización neoliberal en una perspectiva no aislacionista sino internacionalista, sin olvidar que actualmente la piedra de toque del internacionalismo es la posición ante la inmigración.