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Algunos mitos del discurso tecnológico en la socieda informacional

Asunción Vacas Hermida

Introducción 

Desde el último tercio del siglo XX una pequeña parte de nuestro planeta, constituida por los países más industrializados, avanza rápidamente gracias al uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), hacia un nuevo modelo social denominado  informacional. Este cambio estructural ha surgido de una transformación económica que tiene en las mencionadas NTIC su fuente de productividad, de modo que “el nuevo sistema social emergente, más que promover el desarrollo industrial, busca como actividad prioritaria el acceso a la información y su posterior procesamiento, ya que ésta es la actividad que mayor nivel de beneficios económicos genera.” (Marí Sáez, 1999: 37)
A partir de este cambio económico, observamos, siguiendo a Manuel Castells, cómo esta nueva sociedad ha transformado también las relaciones del poder político y las experiencias culturales, dando lugar al nacimiento de un nuevo paradigma, entendiendo éste como “el conjunto de opiniones, valores y métodos compartidos por los miembros de una sociedad determinada.” (Marí Sáez, 1999: 34)
Este paradigma es el que los países posindustriales quieren globalizar, no sólo en sus sociedades, sino en todo el planeta, utilizando fundamentalmente para ello el instrumento de consenso ideológico más importante de que disponen: los medios de comunicación de masas.
Analizaremos a continuación algunos de los mitos sobre los que se pretende alcanzar este consenso social y que afectan al uso de las NTIC; partieremos para ello de la reflexión que hace Jeff Share sobre el concepto de mito que Roland Barthes aplica al discurso de los medios:
“A través de una aproximación semiótica los medios son vistos como extremadamente poderosos porque son ellos los creadores de los mitos sociales contemporáneos. Este poder aumenta cuando la connotación y la denotación se vuelven una y la misma, causando que un mito se eleve al nivel de hecho y presentando el mensaje como sentido común. Barthes dice que la función esencial de un mito es naturalizar un concepto. Afirrma que el principio primario de un mito es que ”trasforma la historia en naturaleza”. Una vez que un concepto aparece como natural no hay necesidad de cuestionar o desafiar lo que ya se ha despolitizado y no tiene historia ni memoria. Barthes suguiere que los mitos son creados por la clase dominante para mantener el status quo.” (Share, artículo en la red mencionado en la bibliogafía).

El espejismo global

La sociedad de la infomación es un mundo global en el que las NTIC han suprimido las distancias espaciales y temporales y nos permiten comunicarnos con nuestros semejantes en cualquier lugar del planeta. Estamos ante el famoso mito de la globalización entendida ésta como mundialización, es decir, como un mundo igualitario, de todos y para todos.
  En un reportaje del periódico alemán Süddeutsche Zeitung (10 de mayo de 2001) se conmemora el décimo aniversario de Internet con estas palabras: “En sólo diez años la red se ha extendido a todos los rincones del planeta y ha inspirado la cultura Pop. Esto no lo ha conseguido hasta la fecha, en tan poco tiempo, ningún otro medio -ni la radio, ni la televisión. En el periódico italiano La Repubblica (4 de mayo de 2001) es el ordenador personal el homenajeado, al cumplirse veinte años de su aparición en el mercado: “Nunca, en la historia de la humanidad se había puesto a disposición de tanta gente, por tan poco dinero, tanta potencia y capacidad para el procesamiento de datos. Y tan deprisa. Para que la difusión del poder cibernético pasara de cero en 1981 al 60% de la población americana y al 30% de la europea han sido necesarios 20 años, el tiempo en el cual una recién nacido se convierte en joven.”
  En los dos casos se acentúan los rasgos positivos del uso de la nuevas tecnologías, reflejando un tipo de discurso reduccionista, como señala Imanol Zubero1. Y más aún en el primero su potencialidad se convierte en certeza presente, puesto que “todos los rincones del planeta” son en realidad pocos lugares. Según el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el desarrollo) el número de usuarios de Intenet en el mundo no alcanza el 5 % de la población total y como nos señala el gráfico que ofrece las Asociación de Usuarios de Internet (www.aui.es) su distribución es muy irregular, concentrándose en EE.UU, Canadá, Europa y Japón.
 
  A pesar de las reducidas dimensiones de esta aldea global los medios de comunicación transmiten a sus ciudadanos el mensaje de que si no están conectados a la red, no existen, y fomentan la necesidad de consumir “tecnología”, favoreciendo las reglas de la expansión capitalista. En el caso de Europa se aprecia además cómo se provoca un sentimiento de competencia frente a EE.UU. En El País (9 de marzo de 2000) encontramos el siguiente titular: “Europa igualará a EE.UU. en número de abonados a Internet en el año 2002. Un estudio sitúa al Viejo Continente en “el centro de expansión” del comercio electrónico.” Y en el texto de la noticia: “El dinamismo que muestran las empresas europeas en todo lo relacionado con el comercio electrónico e Internet se debe a la necesidad de competir globalmente con las grandes compañías estadounidenses y asiáticas y a la búsqueda de mayor eficiencia dentro de las propias organizaciones.” En el artículo se presentaban las conclusiones de un estudio del Observatorio Europeo de las Tecnologías de la Información (EITO) junto a los siguientes gráficos, que favorecen la confrontación Europa-América del Norte (seguramente excluyendo a México).
  Un enfoque que encuentra su paralelo en las noticias sobre economía o finanzas, por ejemplo, sobre el Foro Económico Mundial en Davos a principios de este año: “Pero más allá de las cifras, los europeos, ya sean responsables políticos o empresarios, han explicado a lo largo de los seís días que ha durado el foro que el Viejo Continente ha logrado en los últimos años avanzar en una serie de aspectos, desde la apertura de los mercados a la reforma de la Unión Europea, cuya importancia comenzará a verse en la próxima década, en la que no descartan asumir el liderazgo frente a EE.UU.” (El País, 31 de enero de 2001).
 
No es éste un tipo de discurso que fomente una sensibilidad social respecto a los excluidos de este pequeño universo endogámico, sino un sentido de pertenencia marginadora, que puede resumirse perfectamente en la publicidad que utilizó AOL en Alemania a través del famoso tenista Boris Becker, cuyo eslogan se hizo muy popular: “¿Estoy ya dentro? ¡Sí, estoy dentro!”

Nuevas tecnologías y bienestar social
Desigualdades económicas y sociales

  Otro de los grandes mitos en los que se basa el paradigma de la sociedad informacional para extender la aplicación de las nuevas tecnologías postula que éstas benefician a la economía y a la sociedad al aumentar la producción de bienes reduciendo los costes.
  Especialmente destacable es la insistencia con que organizaciones internacionales como el Banco Mundial o la ONU defienden en sus recientes informes y programas de acción la necesidad de facilitar el acceso de los países más pobres del planeta al mercado de las nuevas tecnologías. A través de éstas conciben la posibilidad de reducir el abismo económico que los separa de los más ricos; desigualdad que no deja de crecer, como ha reflejado la Tercera Conferencia de los Países Menos Avanzados (PMA) organizada por la ONU en Bruselas del 14 al 20 de mayo de este año. La nómina de los llamados PMA ha aumentado de 25 hace 30 años a 49 en la actualidad, de los cuales 34 son africanos.
Un documento para la prensa facilitado por la ONU con motivo de la preparación de esta Conferencia presenta el siguiente titular:
 
Conectándose a un mundo digital
Los países menos adelantados están en clara desventaja en el campo de la alta tecnología; sin embargo, la revolución digital puede aún demostrar ser un trampolín hacia el desarrollo”.2
 
Una de las contribuciones ofrecidas por la ONU al cierre de la Conferencia ha sido el lanzamiento de una página web para que la oferta turística y comercial de estos países llegue al resto del mundo.
  Más difícil les resulta a la ONU y al Banco Mundial hacernos creíbles cómo van a realizar estos países el salto desde un estadio preindustrial a la sociedad de la información, y cómo podrán competir en un mercado que no les va a esperar, sino que sigue desarrollando tecnologías más nuevas y potentes. ¿No estaremos más bien ante una nueva forma de colonialismo? Muy ilustrativa es la cita que recoge Imanol Zubero 3 del presidente de la British Computing Society: “Parece probable que la distancia tecnológica nunca podrá salvarse. Los gastos que representa el iniciarse en el camino del desarrollo tecnológico para ponerse a la altura de los líderes mundiales estarían fuera del alcance de prácticamente todas las naciones (…). Esto no significa que un país no deba intentar forjarse una posición de liderazgo en una zona determinada, importante respecto a las naciones más avanzadas.”
  Las NTIC se presentan, sin embargo, por estos organismos, como un poderoso recurso para crear esperanza y ofrecer una salida más rápida y atractiva frente a las desigualdades económicas, y que además permite esquivar las verdaderas causas de esta situación, conocidas por ellos, pero mucho más dífíciles de cambiar. "La década de los 90 ha sido dramática para los más pobres. Nunca antes hubo tanto crecimiento mundial y tal agravamiento de la pobreza en las zonas más deprimidas. Así lo afirma, coincidiendo con otras instituciones, el informe del español Santiago Gómez-Reino, director general adjunto de Relaciones Exteriores de la CE, por encargo de Bruselas. Este informe, que no se ha hecho público oficialmente, señala las principales causas del aumento de la desigualdad.” (El País, 16 de mayo de 2001). Entre éstas se citan   
§         la deuda externa: los 49 países mencionados debían 23 billones de pesetas en 1990, ahora deben 28,6 billones, una cantidad similar al PIB conjunto de todos ellos
§         la reducción de la ayuda oficial al desarrollo
§         la globalización y las reglas comerciales que impone la comunidad internacional
 
La utilización de las NTIC no va a paliar las desigualdades económicas, ni a mejorar la calidad de vida de la mayoría de los ciudadanos en los países más pobres, pero tampoco en los más ricos, y esto nos lo demuestra el ejemplo de EE.UU. Este país que se sitúa a la cabeza de la “revolución tecnológica” y que, por tanto, ha disfrutado ya de los beneficios de la sociedad informacional, es de entre los países industrializados, según el Informe de desarrollo humano de 1998 elaborado por la ONU, el que tiene el mayor porcentaje de población que experimenta pobreza.  
Un repaso de algunos titulares de la prensa de los últimos meses referidas a la política laboral de grandes empresas de telecomunicaciones nos hacen dudar del interés social de las mismas: 
1- "Una avalancha de despidos agrava la crisis que atraviesa el sector tecnológico.” (El país, 18 de abril).  Se informa de los despidos masivos que van a efectuar Ericsson, Philips, Cysco Sytems y Texas Instruments.
2- "El ‘gigante’ NTT se plantea reducir hasta un 30% el sueldo a 60.000 trabajadores.” (El País, 9 de mayo)
3- "Terra Lycos suprimirá un 15% de su plantilla para recortar gastos y reducir abultadas pérdidas.  (El País, 9 de mayo) Sin embargo, un mes después: "Terra Lycos lanza una ofensiva con 416.000 millones para comprar portales en EE.UU".
4- "Lucent prejubilará a 15.000 empleados tras fracasar su fusión con Alcatel. " (El País, 7 de junio)
5- "La Agencia Reuters se encuentra aparentemente ante una ola de despidos.” (Spiegel Online, 7 de junio) 
Merece la pena detenerse en el lenguaje empleado en estos titulares, porque presentan estos despidos como inevitables o necesarios, e incluso en el primer caso parece que los despidos sean los culpables de la crisis. En los artículos que acompañan estos titulares se ofrecen muchas cifras, se detallan los planes de ahorro de las empresas, sus causas: se insiste en la reducción de los beneficios, la imposibilidad de alcanzar las cuotas de crecimiento previsto, la presión competitiva…, pero en ningún caso se reflexiona sobre el alcance social de estas medidas ni  sobre las alternativas, como si constituyeran el único modo de gestión empresarial imaginable. 
La realidad nos confirma que las NTIC no pueden, con las estructuras económicas actuales, mejorar el bienestar social de la mayoría de los ciudadanos del planeta, porque son sus propietarios, cada vez menos y más poderosos, los que controlan y deciden qué hacer con los beneficios que obtienen. Las fornteras del ciberespacio son las antiguas fronteras de clase  económica y social. 
Como señala Francisco Sierra: " La moderna historia de la comuniación, contrariamente al optimismo idealista profesado por McLuhan y sus actuales epígonos, demuestra que el funcionamiento de las nuevas redes tecnológicas ha contribuido a reproducir el sistema de autoridad y la división internacional del trabajo imperantes en el capitalismo. La tecnología ha pasado así a convertirse en tecnología de dominio.” (Sierra, artículo en la red mencionado en la bibliografía). 
Pero tampoco, como suelen predicar algunos entusiastas tecnófilos, van a aumentar la libertad o el nivel de democracia en la sociedad, porque como ya dijera el filósofo inglés Bertrand Rusell: “No puede haber verdadera libertad o democracia mientras los hombres que hacen el trabajo en una empresa no controlen también su gestión.” (Chomsky, 1971: 119)     
  Progreso tecnológico y progreso social
  ¿Por qué se atribuye entonces a las NTIC una capacidad de desarrollo social positivo? Considero que en la respuesta a esta pregunta se haya uno de los mitos mejor asentados en la sociedad capitalista y es que la tecnología es buena en sí misma y su innovación genera desarrollo social y felicidad, identificando por tanto progreso tecnológico con progreso social. 
Así afirma Francis Fukuyama, uno de los grandes ideólogos del pensamiento único, que: “La historia es sobre todo el progreso de la tecnología y de la ciencia.” (Entrevista concedida al semanario alemán Der Spiegel, 15 de mayo de 2001)
  Este discurso tecnológico, como señala Víctor Marí Sáez4, se construye sobre un tipo de pensamiento: la racionalidad instrumental, que somete el progreso científico y técnico a las necesidades del sistema de producción: “Tal y como ha demostrado Habermas, la ciencia moderna está orientada por el interés. Descubre las estructuras de lo real, crea la arquitectura del saber para luego someterlo a una operación práctica, teniendo como meta el progreso, el crecimiento industrial y el lucro. Tiene razón el pensador alemán cuando plantea que la técnica es un proyecto histórico social, en el que se proyecta lo que una sociedad y los intereses en ella dominantes tienen el propósito de hacer con los hombres y las cosas.” (Marí Sáez, 1999: 30)
Y hemos interiorizado hasta tal punto esta manera de pensar que no somos conscientes de ella. 
En una entrevista concedida a la revista Tecno 2000, Nuria Oliver, investigadora del Media Lab del MIT, hablando de los científicos de este centro comenta: “Para nosotros también es muy positivo contar con una financiación fluida y saber que muchas de nuestras investigaciones llegarán finalmente al mercado. Esto último también es un factor clave para la motivación continuada del investigador.” (La Vanguardia, 23 de abril de 1.999)  
Conclusiones
  No se trata de mitificar o demonizar las nuevas tecnologías, sino de reflexionar sobre lo que queremos hacer con ellas, y negar una concepción perversa del progreso que se reduce a lo económico y que implica la mejora del estatus de unos pocos a costa de muchos. Negar que la tecnología es apolítica y que nuestra única relación con ella es consumir cada nuevo producto que sale al mercado, para no tener que concluir con Ernesto Sábato diciendo que el progreso, reducido a lo tecnológico, es reaccionario:
 Yo estoy obsesionado por el hombre concreto desde que abandoné la ciencia en el ’43. Una ciencia que nos ha acarreado alienación, cachivaches de plástico y cromado, bombas atómicas y una monstruosa inegeniera genética. Una vez, no, muchas veces me han preguntado si prefiero la lepra de las viejas aldeas polinésicas. Esto es un grosero sofisma. Lo que yo digo es que la idolatría científica nos ha llevado a la tremenda crisis espiritual de nuestro tiempo, y que ahora, como diría Schopenhauer, el progreso es reaccionario y la reacción es progresista. Y cuando hablo de reacción, por favor, no me pongan del lado de los partidarios de la injusticia social: quiero antes que nada justicia social y libertad, pero no qiuiero alienación tecnológica.” (Sábato, 1988: 67)
Bibliografía
 
Aparici Marino, Roberto (Coord.) (1993): La revolución de los medios audiovisuales. Educación y nuevas tecnologías, Madrid, Ediciones de la Torre.
Chomsky, Noam (1971): Conocimiento y libertad, Barcelona, Editorial Planeta. Edición de 1986. 
Chomsky, Noam (1988): Sobre el poder y la ideología, Madrid, Visor. 
Marí Sáez, Víctor Manuel (1999): Globalización, nuevas tecnologías y comunicación, Madrid, Ediciones de la Torre. 
Sábato, Ernesto (1988): Entre la letra y la sangre, Buenos Aires, Editorial Planeta Argentina. 
Sierra Caballero, Francisco (2000): Teoría de la Información, Madrid, Uned. 
Artículos 
Aparici Marino, Roberto: “Mitos de la educación a distancia y de las nuevas tecnologías”, en CDROM Recursos, apartado de tecnología y sociedad, Madrid, Uned, 1998. 
Busón Buesa, Carlos: “Internet como recurso educativo en un mundo globalizado”, en http://www.uned.es/ntedu/espanol/masterunivmarcos.htm, módulo de Internet, apartado de artículos de los docentes. 
Houtart, François: “Las alternativas del capitalismo mundializado”, en http://www.rebelion.org/economia/houtart010201.htm 
Marià i Serrano, J.: “La globalización”, en http://www.uned.es/ntedu/espanol/masterunivmarcos.htm, módulo de Tecnología y Sociedad, apartado de artículos seleccionados por los docentes. 
Mattelart, A. y Piemme, J.M.: “Debate político sobre la comunicación”, en http://www.uned.es/ntedu/espanol/masterunivmarcos.htm, módulo de Tecnología y Sociedad, apartado de artículos seleccionados por los docentes. 
Ramonet, Ignacio: “¿Más información, más libertad?”, en http://www.uned.es/ntedu/espanol/masterunivmarcos.htm, módulo de Tecnología y Sociedad, apartado de artículos seleccionados por los docentes. 
Share, Jeff: “Educación mediática para la justicia social. Una perspectiva estadounidense”, en http://www.uned.es/ntedu/espanol/masterunivmarcos.htm, módulo de Teoría de la Representación, apartado de artículos seleccionados por los docentes.       
Sierra Caballero, Francisco: “Políticas culturales e innovación tecnológica: El olvido de la economía política”, en http://www.uned.es/ntedu/espanol/masterunivmarcos.htm , módulo de Teoría de la Información, apartado de artículos de los docentes. 
Zubero, Inmanol: “Participación y democracia ante las nuevas tecnologías . Retos políticos de la sociedad de la Información”, en http://www.ull.es/departamentos/didinv/tecnologiaeducativa/doc-zubero.htm
             

  Artículo recogido en la bibliografía.
http://www.un.org/spanish/conferences/PMA3/e-press_kit/dpi2190d.htm
En el artículo citado en la bibliografía, extraída de Schiller, Herbert (1983): El poder informático. Imperios tecnológicos y relaciones de dependencia., Gustavo Gili, Barcelona.
(Sánchez, 1999: 29)

 
   
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