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Viernes 1 Julio 2005. Volumen 3 - Número 3 p. 495
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Contrato social y valores en la profesión
médica
Albert J Jovella
aDirector General. Fundació
Biblioteca Josep Laporte. Profesor Asociado. Universitat
Autònoma de Barcelona.
Los Sistemas
Sanitarios están sujetos a un proceso de cambio social sin
precedentes en la historia de la humanidad. La rapidez del
cambio supera la capacidad de los agentes sociales para poder
asumirlo y realizar las acciones necesarias para gestionarlo
en tiempo real. Este proceso de cambio social viene
determinados por las transiciones sanitarias, que definen los
fenómenos sociales que lo promueven. Entre estas transiciones
sanitarias destaca la transición ética que determina los
valores que permiten determinar prioridades en los procesos de
toma de decisiones sanitarias. Estos valores pueden
estructurarse en torno a un contrato social entre la
ciudadanía, los profesionales sanitarios y las clases
dirigentes. Ello implica replantearse los principios del
profesionalismo e introducir entre los mismos la rendición de
cuentas razonada.
Palabras clave: Cambio social.
Contrato social. Valores. Profesionalismo. Rendición de
cuentas.
Social contract and values in medical
profession
Health Systems are subject to an
unprecedented process of social change in the history of
mankind. The speed of the change exceeds the capacity of
social agents to assume it and carry out the necessary actions
to manage it in real time. This process of social change is
determined by the health care transitions, that define the
social phenomena promoting it. Among these health care
transitions, ethical transition, that determines the values
the make it possible to determine priorities in the health
care decision making processes, stands out. These values may
be structured around a social contract between the citizens,
health care professionals and governing classes. This implies
reestablishing the principles of professionalism and
introducing reasoned accountability among
them.
Keywords: Social change. Social contract.
Values. Professionalism. Accountability.
"You live what you learn"
Tony Soprano, Los Soprano
El cambio social en sanidad
Los roles y responsabilidades de los médicos se ven
influenciados por los cambios producidos por los nuevos
entornos y escenarios de los Sistemas Sanitarios. Estos nuevos
entornos vienen determinados por el cambio social promovido
por las denominadas transiciones sanitarias, que suponen para
la profesión médica tener que confrontar nuevos retos y
realidades profesionales (tabla 1) 1,2 . En lo
demográfico aumentan las necesidades sanitarias asociadas a la
longevidad, pueden limitarse los recursos económicos
disponibles, como consecuencia de la asociación entre
longevidad y disminución de los nacimientos, y se produce una
mayor demanda de la competencia cultural para atender de forma
respetuosa las necesidades generadas por la diversidad étnica.
Asimismo, se produce una creciente feminización de la
profesión médica, con lo que se modifica la tradicional
asignación de roles profesionales sanitarios asociados al
género. La transición epidemiológica requiere la formación de
profesionales capacitados en lo técnico y en lo humano para
tratar de forma adecuada la enfermedad crónica y la
comorbilidad asociada.

La transición tecnológica supondrá la introducción de
mecanismos de evaluación que permitan adecuar las innovaciones
producidas por los avances científicos a los valores de
eficiencia, calidad y equidad propios de los sistemas
sanitarios. Las consecuencias de la transición económica deben
responder a esos valores y no conducir a un modelo de gestión
orientado a la contención de costes, la denominada "medicina
basada en el presupuesto", o a la mera producción de
beneficios económicos corporativos. La transición judicial
debería evitar la adopción de la denominada medicina defensiva
con la finalidad equivocada de reducir el riesgo de demandas
judiciales. A todo ello, como consecuencia de la transición
educativa, se une un nuevo modelo de paciente, mejor y más
activo en los procesos de toma de decisiones individuales y
colectivos 3 .
La transición mediática puede conducir a una comunicación
inapropiada de los propósitos de la medicina, al destacar lo
excepcional sobre lo normal o lo nuevo. En este sentido, la
noticia como hecho novedoso promueve que se destaque el error
médico o los fallos del dispositivo asistencial sobre los
éxitos y cumplimientos de las funciones sanitarias, así como
que se ponga más énfasis en las expectativas teóricas de la
investigación científica que en sus realidades actuales. La
transición política puede condicionar una organización de la
sanidad que responda más a demandas y a presiones sociales que
a necesidades reales de la población que la financia. En este
sentido, la política debería evolucionar hacia la promoción de
una concepción solidaria y deliberativa del concepto de
justicia social más que a la adopción de conductas reactivas a
fenómenos mediáticos y judiciales, o a las demandas de grupos
de presión.
Finalmente, el conjunto de cambios en el entorno sanitario
y en las expectativas de la sociedad, promovidos por las
transiciones descritas, determinarán una transición ética.
Esta transición estará caracterizada por la multiplicidad de
valores que acompañan el ejercicio de la profesión de médico,
tanto en la relación de éstos con las corporaciones sanitarias
y sus dirigentes, como con los pacientes y la sociedad. De
esta forma, los cambios asociados a las transiciones descritas
determinan un nuevo modelo de profesional de la medicina, que
debería definirse mediante un contrato social específico entre
profesión médica y sociedad. Este nuevo modelo de profesional
debe asumir diferentes roles con la finalidad de responder
mejor al cambio social emergente (tabla 2) 1 .

El contrato social en sanidad
Los valores asociados en la actualidad a las decisiones
políticas plantean una reforma del Estado del bienestar que
promueva una mayor equidad en la distribución de los recursos
públicos, una mejora de la eficiencia en su gestión y, sobre
todo, un incremento de la participación de la ciudadanía en
los procesos de toma de decisiones relativos a la distribución
y gestión de los mismos. Esta reforma debe introducir el
concepto de contrato social para definir la necesidad de
transformar el modelo actual de Estado del bienestar hacia un
modelo de sociedad del bienestar 4-6 . El concepto de
contrato social determina los principios que definen el
conjunto de valores éticos básicos de la sociedad. Estos
principios constituirían la expresión de la voluntad moral de
la colectividad y delimitarían los derechos y las obligaciones
de la ciudadanía, así como anticiparían los mecanismos de
respuesta ante contextos y situaciones de cambio social.
Los principios del contrato social expresarían y ordenarían
los valores de la ciudadanía respecto a la resolución de los
problemas asociados a la determinación de prioridades en
sanidad. Un contrato social para la sanidad debería tener en
cuenta los principios de solidaridad intrageneracional e
intergeneracional, subsidiariedad pública y privada, igualdad
y responsabilidad colectiva e individual profesional y del
ciudadano (tabla 3) 4-6 . El contrato
social surge de la negociación de los conflictos morales
latentes derivados de los diferentes valores de los grupos
sociales que compiten por los recursos existentes, sin
necesidad que ello suponga menoscabar la cohesión social. El
modelo de contrato social constituye un buen punto de partida
para redefinir las relaciones entre medicina y sociedad en el
contexto actual de cambio social y, así, poder confrontar la
tensión existente entre equidad, buena calidad asistencial,
exceso de posibilidades asistenciales y recursos disponibles
finitos.

Los valores de la profesión médica
El cambio social antes descrito está produciendo
modificaciones importantes en el ejercicio de la profesión de
médico. En este contexto, la reivindicación del
profesionalismo aparece como eje central del contrato social
entre medicina y sociedad 7 . El
profesionalismo está llamado a reemplazar al modelo más
tradicional de contrato social basado en el juramento
hipocrático. Este último modelo constituye un tipo de contrato
de carácter implícito, que determina el ejercicio autónomo de
la medicina como una actividad altruista y de servicio social
en torno a los principios de beneficencia y de no
maleficencia. Tal y como describe Smith, el contrato social
implicaba que la sociedad otorgaba a la profesión médica un
estatus y un reconocimiento especial que la distinguía de
otras profesiones, lo que debería incluir un salario más
elevado y el poder de autorregularse 8 . Como
compensación a estos privilegios otorgados por la sociedad, la
profesión médica garantiza que se ofrecerán por parte de
médicos competentes los mejores cuidados a los pacientes, con
respeto a los valores de dignidad humana y de preservación de
la salud y de la vida.
El modelo hipocrático o tradicional de contrato social
resulta insuficiente para responder a los retos sociales
presentes y futuros de la profesión médica. Esta situación
plantea la necesidad de trabajar en la adopción de un nuevo
código de valores que fundamente el profesionalismo y que, por
lo tanto, permita responder con flexibilidad a las nuevas
expectativas de la sociedad. Los elementos claves del
profesionalismo, tal y como han sido descritos por Cruess et
al, aparecen citados en la tabla 4 7 . Este modelo de
profesionalismo supone la acreditación de la competencia
profesional, la capacidad de autorregulación, la definición
explícita de los estándares de calidad de la atención
sanitaria, la vocación de servicio altruista y la
transparencia en la toma de decisiones profesionales y en la
medida de los resultados obtenidos.

Dentro del modelo de contrato social el ejercicio de la
medicina implica el ejercicio de la función de "agencia
moral", al fundamentar las decisiones que afectan a pacientes
individuales en juicios de valor que, a su vez, pueden tener
múltiples implicaciones éticas. Así, el proceso de decisiones
se puede enfrentar al dilema de tener que decidir entre
atender aquellos valores propios del sistema equidad,
eficiencia y protección de la salud pública frente a los
que protegen al paciente individual autonomía,
confidencialidad y libertad de elección. Entre estos
últimos, también destacan los relativos a los principios de
beneficencia y de no maleficencia 9 . El nuevo modelo
de contrato social debería establecer criterios que
permitieran solucionar los conflictos que surgen de la tensión
existente entre dar primacía a lo colectivo frente a lo
individual. Las decisiones relativas a la prescripción de
tratamientos a pacientes individuales trasplantes de
órganos o hemodiálisis más allá de determinadas edades,
en las que se han considerado por consenso contraindicados
para el conjunto de su grupo etario, constituyen un ejemplo de
conflicto moral entre el valor de efectividad individual y el
valor de eficiencia a la que se puede tener que enfrentar un
profesional de la medicina. También lo sería la prescripción
de un fármaco genérico frente a uno de reciente aparición para
la disminución del nivel de colesterol.
La posibilidad de fomentar las asociaciones o partenariados
basados en la negociación de valores entre los diferentes
agentes sanitarios podría contribuir a dilucidar los
conflictos morales entre lo individual y lo social. Se ha
sugerido la idoneidad de este tipo de asociaciones para
consensuar los criterios de evaluación que permitan determinar
el valor añadido de una determinada decisión sanitaria,
definida según la mejora de calidad asistencial proporcionada,
obviando la opción más reduccionista de situar la discusión
sólo en términos de reducción de costes 10,11 . En otras
palabras, se trata de ser capaces de especificar el valor real
de las decisiones sanitarias. Posiblemente, este tipo de
partenariados también deberían proponerse en la renegociación
de los principios que conformarían el nuevo modelo de contrato
social entre profesión y sociedad. Un ejemplo de reflexión
sobre lo que supone ser médico en los tiempos actuales está
siendo promovido por el Collegi Oficial de Metges de Barcelona
(www.congresprofessio.com).
Dos conceptos a considerar en la renegociación de un nuevo
modelo de contrato social fundamentado en el profesionalismo
serían: deliberación y racionalidad. El primer aspecto se
refiere a la capacidad de deliberar con otros profesionales,
con los pacientes y con los diferentes agentes sociales en
aquellas situaciones en las que no existe consenso entre las
partes sobre cuál es la decisión más apropiada, o bien existe
un conflicto latente de valores. El segundo aspecto se refiere
a la necesidad de razonar las decisiones y acciones que se han
adoptado. Asociado a estos conceptos de deliberación y
racionalidad está la denominada accountability for
reasonableness o "justificación de la acción responsable"
12 . Deliberación y
racionalidad deberían constituir la base de la legitimación
social del profesionalismo y sustentar el reconocimiento de la
autoridad, autonomía y capacidad de autorregulación de la
profesión médica.
En su relación con otros agentes sociales, incluidos los
pacientes y otros compañeros de profesión, la profesión médica
puede enfrentarse a desacuerdos morales como consecuencia de
la discordancia de valores existente en la toma de decisiones
difíciles. Como ya se ha expuesto antes, un ejemplo de ese
tipo de desacuerdos lo constituye tener que tomar decisiones
que promueven el beneficio individual a expensas de menoscabar
una concepción más utilitarista de la justicia social en la
que prima el concepto de eficiencia sobre el de efectividad1 . Es en estas
situaciones de desacuerdo o conflicto moral donde se debe
intentar alcanzar el consenso mediante la negociación o
deliberación colectiva de los agentes en conflicto 13,14 . Estrategias
basadas en el reconocimiento explícito de los valores
individuales o de grupo y, por lo tanto, de los conflictos
latentes existentes, el respeto mutuo hacia los valores
discordantes y la predisposición a negociar, constituyen la
base de los procesos de deliberación comunitaria.
La necesidad de un ejercicio más racional de la medicina
permite recuperar la capacidad de autorregulación, lo que
constituiría la denominada accountable professional
self-regulation o "autorregulación profesional basada en
la capacidad de rendir cuentas". Para llegar a esta situación
se debería haber definido de una forma más explícita el
significado y contenido del concepto de competencia
profesional, es decir, la capacitación científico-técnica y
humana necesaria para poder practicar con garantía de calidad
el ejercicio de la profesión. En este sentido, las
organizaciones sanitarias precisarán, para ser fieles a su
misión de responsabilidad social, de profesionales con
conocimiento, comprometidos, competentes, motivados y capaces
de adaptarse a las situaciones de cambio. Obviamente, para
encontrar este tipo de profesionales las organizaciones deben
crear sistemas de incentivos que favorezcan la cohesión
interna y el establecimiento de un modelo de relaciones basado
en la confianza mutua.
Finalmente, la medicina basada en los valores también
incluye, aparte de los valores competenciales asociados al
conocimiento científico y a las habilidades técnicas, los
valores humanos. Así, además del concepto de medicina basada
en la evidencia científica se debería promover el de medicina
basada en la afectividad 15,16 . Ello supone la
adopción en la práctica profesional de objetivos relacionados
con los hechos de cuidar y confortar, además de los asociados
al hecho de curar. En la tabla 5 se resumen un conjunto de
valores propios de ambas competencias en la práctica de la
profesión de médico. Este proceso de medicina basada en
conocimiento científico, valores y afectividad, implica una
transformación radical de los procesos de formación de
pregrado y postgrado, así como del proceso de formación de
especialistas. En este sentido, es posible que para los
médicos actuales sea más importante tener conocimientos en
ética y en política sanit aria que en biología celular y
molecular o física médica. Los carbonos del ciclo de Krebs,
los detalles del esfenoides, el teorema de Bermouille o los
antígenos de las Borrellia no parecen ser los
conocimientos más relevantes y necesarios en una consulta
médica cotidiana. Además, el recurso "tiempo de formación"
también se tiene que gestionar con eficiencia y, por lo tanto,
también debería estar sujeto a los procesos de deliberación
democrática y de determinación de prioridades. En todo ello
radica la capacidad de desarrollar un ejercicio de la medicina
más sensible a las necesidades de la sociedad que la
financia.

Referencias Bibliográficas: 1. Jovell AJ. El futuro de la
profesión médica, 2001. Disponible en: www.
fbjoseplaporte.org, www.fundsis.org 2. Jovell AJ. El futuro de la
profesión médica. Educación Médica. 2002;5:73-5.
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Disponible en: www.fbjoseplaporte.org 4. Jovell AJ. Temps era temps: La
necessitat d'un nou contracte social a la sanitat. Salut
Catalunya. 1995;10:51-7. 5. Jovell AJ. De l'Estat a la
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recursos humanos y de los valores éticos. En: Jovell AJ,
Aymerich M, editores. Evidencia científica y toma de
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1998;316:1622-3. [Medline]
9. Principles of health care ethics.
In: Gillon R, editor. Chichester, England: John Wiley &
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Barret D, Pinakiewicz DC. Toward a value-based health care
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Redefining competition in health care. HBR. 2004. p.
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2004. 15. Jovell AJ. Medicina basada en la
afectividad. Med Clin (Bar). 1999;113:173-5. 16. Jovell AJ. Gestión del
conocimiento afectivo. Siete Días Médicos. 600: 102-8.
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