De la oftalmía purulenta del recién nacido

(A propósito de un trabajo publicado) por el Dr. Osio.
José Aguilar Blanch

«Todo oculista que registre algún número de casos de oftalmía de recién nacidos, habrá podido observar los hechos que voy a describir:
Hay casos en los cuales la concreción del exudado purulento es tan acentuada, que ésta, amoldándose a la superficie conjuntival del párpado ­principalmente superior- le forma como una cubierta parecida a la falsa membrana de una oftalmía crupal, y casi tan adherente al párpado como ésta. En tales casos, pues, al introducirse el elevador entre el párpado superior y el globo ocular, aprisionará dicha membrana purulenta entre su hoja y este párpado, no siendo bastante la fuerza propulsora de la corriente líquida para despegarla y lanzarla al exterior.
A nosotros nos es preciso, cuando se presenta un caso de este género, el desprender la membrana del tejido palpebral por medio de ligeras frotaciones con un lienzo fino doblado, empezando empezando por sus bordes para terminar en su centro; todo ello después de volver el párpado, como se habrá podido comprender.
En otros enfermos hemos visto el pus adherente a la misma córnea, y este hecho se explica por la irritación flogística que al propagarse a la córnea y desprender sus células epitélicas, quedan en esta membrana verdaderas erosiones más o menos extendidas, dispuestas a dejarse penetrar por las sustancias concrecionables que encuentran alrededor: y de la misma manera que al emplearse una disolución de

 

plata o de plomo, se infiltra primero entre la sustancia celular y se reduce después formando un depósito de cloruro de plata en el primer caso y de un sulfuro-carbonato de plomo en el segundo, al tener la dicha erosión corneana una tan directa relación con el segregado purulento capaz de semiorganizarse, se infiltra primero y se coagula después, bien en forma de membrana, bien por simples filamentos, pero en una u otra forma perfectamente adheridos a la superficie de la córnea.

En estos casos consideramos también impotente la irrigación intra-palpebral por razones parecidas a las anteriormente apuntadas, y en tales condiciones, nuestra manera de obrar es la siguiente: por medio de una pera de caoutchouc, terminada en tubo metálico, fino y ligeramente encorvado, lanzamos oblicuamente sobre la córnea un chorro de agua boratada, que obliga con su choque y su fuerza de impulsión a desprender los exudados adherentes; cuando esto no basta se hace que frote el párpado suavemente con la superficie corneana, cual si se tratara del masaje, llegando con esta acción combinada a limpiar totalmente el ojo de sustancias extrañas. Y decimos totalmente, porque las partes líquidas líquidas del pus o los copos sueltos que pudieran existir, salen perfectamente por este medio, aun cuando estuviesen en los mismos fondos de saco. Si hubiera temor de que saltase el líquido a una altura bastante para para que pudiera inocular a personas que rodean al paciente ­lo cual considero difícil, pues dirigiendo el chorro oblicuamente sobre la córnea no salta el agua- bastaría con colocarse unos anteojos vulgares para prevenir el accidente...»

José Aguilar Blanch, , De la oftalmia purulenta del recién nacido, La Crónica Médica, 9, 561-564, 1887.

 


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