I.S.S.N.: 1138-9877

Cuadernos Electrónicos de Filosofía del Derecho. núm. 2-1999


DEL PATRIOTISMO AL NACIONALISMO:

UNA LECTURA DE VIROLLI

 

Ángeles Solanes Corella

Universitat de València



I- Introducción
II- El patriotismo republicano: su evolución y declive



 

I- Introducción


Al hablar de patriotismo hoy parece que la referencia al nacionalismo es obligada. De hecho una parte de la literatura de los últimos tiempos opta por asociar ambos conceptos mientras que otra tiende a separarlos. Un punto de partida simplista basado únicamente en las utilizaciones más recientes, y por otra parte siempre interesadas, que se ha hecho de estos términos, podría conducirnos a afirmar que es imposible mantener un patriotismo que en su propia base no esté alimentado por un espíritu nacionalista. Es más, el nacionalismo podría asociarse únicamente con la defensa a ultranza de una determinada cultura y pueblo, como odio a lo diferente, lo cual justificaría su rechazo.


Para aceptar una postura, según la cual al patriotismo debería separarse del nacionalismo, para ensalzar las virtudes de aquel y evitar los defectos de éste, deberíamos encontrar soportes históricos suficientemente convincentes. Precisamente señalando que la identificación entre ambos términos obedece a una mera confusión histórica autores como Virolli1

mantienen la posibilidad de que puede darse un patriotismo sin nacionalismo o incluso el hecho de que uno sólo puede adquirir un verdadero sentido cuando se interpreta con independencia de otro. Dicho planteamiento se apoya, por una parte, en un patriotismo basado en la idea de república, entendida como el amor al bien y a la libertad, de forma que en él es admisible la diversidad cultural, y por otra, en un rechazo hacia el nacionalismo concebido como elemento destructor, prescindiendo así de los enfoques, no necesariamente negativos, de dicho fenómeno.


A continuación, nos proponemos profundizar en el origen de ambos conceptos hasta llegar al momento en el que se han confundido 2

, para demostrar si verdaderamente es más adecuado concebir un patriotismo sin nacionalismo en la línea en que se sitúan autores como Virolli; o si por el contrario, tal como pretendemos demostrar, en realidad lo que suele hacerse para rechazar la postura nacionalista3

y proponer sustitutivos, como en este caso el patriotismo, es centrarse en aquel nacionalismo que aparece separado de la democracia siendo por ello inaceptable.4

II- El patriotismo republicano: su evolución y declive


El patriotismo, si nos remontamos a su significado antiguo, podía entenderse desde una doble perspectiva que iba de la concepción religiosa que apelaba a la tierra sagrada hasta un planteamiento político que identificaba la patria con la república. Esta segunda acepción se concretaba en una especie de amor que podía traducirse en respeto o compasión y que llevaba a los ciudadanos a servir al bien común, el amor a la patria permitía concebir la vida de una forma más ordenada.


República y compasión son dos términos que aparecen unidos en el patriotismo romano el cual sobrevivirá gracias, en parte, a las obras de los filósofos escolásticos, así por ejemplo Santo Tomás de Aquino cita a Cicerón conceptuando el amor a la patria como una forma de piedad que consiste en actos de amor y servicio benevolente con los conciudadanos y los amigos de la patria.


Los teóricos del autogobierno y los humanistas también apostaron por este patriotismo repúblicano considerando que el amor a la república es racional ya que es por un bien, el de una ciudad libre, que todo ciudadano debe querer preservar. Así los humanistas del Quattrocento consideraban que lo opuesto a un patriota es un ciudadano corrupto que antepone sus intereses o los de su partido a la libertad común. El patriotismo florentino del siglo XV no se concibe sólo como un compromiso con la república y la libertad común, sino que además alaba la superioridad militar y cultural de la ciudad utilizando así los modelos griego y romano para infundir un cierto orgullo en los ciudadanos.


Este patriotismo republicano comienza a ser utilizado, a mediados del siglo XVI, desde una perspectiva distinta a la antigua vinculándolo a reivindicaciones que, en realidad, pretenden conseguir una independencia política, tal como ocurrió por ejemplo en los Países Bajos.


El clima social y político de la época, caracterizado por monarquías absolutas, para las que el lenguaje de la libertad suponía un verdadero peligro (siglos XVI y XVII), es propicio para que comience a asociarse la idea de patriotismo y lealtad al monarca, de forma que la vinculación entre patria y república presenta ya serios deterioros. En este momento las críticas al patriotismo republicano se articulan desde distintos frentes: además de mantener que es peligroso para la estabilidad de la monarquía, se postula su irracionalidad, de forma que autores como Lipsius llegan a afirmar que el patriotismo debe entenderse como una forma inteligente de comportamiento egoísta.


Inglaterra es un buen ejemplo del deterioro que el término patriotismo sufre, a lo largo del siglo XVII, hacia interpretaciones de carácter monárquico basadas en la necesaria fidelidad a la corona. Creemos que la base de este nuevo patriotismo que surge se sitúa en la creencia de que para ser patriota no es necesario formar parte de una república libre sino que basta con ser súbdito de un monarca, precisamente al rey le corresponde evitar cualquier corrupción demostrando así que es un verdadero patriota.


III- Dos intentos de recuperación del patriotismo republicano: Montesquieu y Rousseau


En el siglo XVIII existen claros intentos de reformular un patriotismo republicano5

, utilizado ahora como un argumento para oponerse al absolutismo dominante. Dos son los autores clave que marcan este intento de recuperación del antiguo patriotismo: Montesquieu y Rousseau.


1- Por una parte, Montesquieu distingue entre el patriotismo que encontramos en las fuentes clásicas, basado en la unidad social, y otro patriotismo basado en el amor a la libertad, que sería el que está al alcance de los modernos. No puede esperarse que los hombres modernos imiten el patriotismo de los antiguos, pero sí que éstos tengan uno propio basado en el deseo de vivir en comunidad, que debe inspirarse en el amor a las leyes y al bien común por encima de los intereses particulares.6

Para Montesquieu, la virtud política es necesaria en el gobierno republicano, pero muy difícil de inculcar en la medida en que supone una renuncia a uno mismo.7

Los ciudadanos deben compartir la misma felicidad, las mismas ventajas y las mismas espectativas, para lo cual es necesario un sacrificio.


La mayoría de los planteamientos sobre la virtud política enunciados por Montesquieu pasaron a formar parte del patriotismo de la ilustración, hasta tal punto que en la Encyclopédie 8

se recogen dichas ideas, presentado la virtud política como amor a la patria, a las leyes y al bienestar del Estado. El término de patria vuelve a asociarse con la idea de república y libertad, la patria debe entenderse como el país que todos desean preservar en el cual no pueden quedar excluidos los extranjeros, los cuales tampoco pueden ser oprimidos porque la opresión es intolerable.


Siguiendo planteamientos muy semejantes a los de Montesquieu, Voltaire identifica la patria con la república, de forma que los intereses particulares de cada individuo, al formar parte de ésta, pasan a convertirse en un interés general9

. Así pues, la patria no puede asimilarse a nociones como la de cultura, lenguaje o etnicidad, que podrían determinar el carácter excluyente de la misma, sino que el lugar en sí y la historia en concreto no importan, lo fundamental es que uno puede encontrar la patria donde las libertades tanto civiles como políticas estén garantizadas.


En cualquier caso, Voltaire reduce el amor propio y el amor a la patria considerando ésta como una mera estructura legal y política de la república, de forma que el patriotismo es un amor racional, que interesa a los individuos, lo que viene a suponer que características como la de pietas presente en el patriotismo de los antiguos, ahora han desaparecido dejando paso a un patriotismo adecuado al hombre moderno.


2- Por otra parte, Rousseau se separa de Montesquieu en la medida en que considera la virtud de los antiguos como un arma ideológica contra la corrupción de los modernos. Para Rousseau, la patria también significa libertad en común, puesto que sin libertad y sin ciudadanos podemos encontrarnos ante un país pero no ante una patria: amar a la patria es amar las leyes y la libertad.10

Lo que da lugar a una verdadera patria es la relación entre el Estado y los ciudadanos, el modo de vida concreto que las leyes establecen y promueven. El amor hacia los otros ciudadanos va más allá del mero amor que puede sentirse por la tierra.11

Ello no excluye el hecho de que junto a ese amor político pueda darse también un amor a la forma de vida, a la lengua, a la cultura de un lugar; pero a pesar de todo, sigue siendo un amor político que no puede mantenerse sin libertad civil y política, es decir, sin república.


La libertad de cada miembro, dentro de la constitución política planteada por Rousseau, está protegida por la fuerza común de todos de tal forma que una injusticia cometida contra un ciudadano no sólo afecta a las relaciones entre el Estado y el resto de los ciudadanos sino que rescinde las obligaciones de éstos con aquel, infringiendo la libertad de uno se vulnera la de todos.


Una parte de los estudiosos del nacionalismo señala que en Rousseau, a partir de su obra "Sur le Gouvernement de Pologne", existe un cambio importante que va del patriotismo republicano, en los términos que hasta aquí lo hemos expuesto basado en la idea de república, al lenguaje nacionalista, centrado en el concepto de nación entendida como unidad particular.12

 


Para otros autores, como Virolli13

, esta obra de Rousseau no debe interpretarse como una desestimación de la idea de república a favor de la unidad cultural y espiritual de un pueblo, sino que más bien debe verse como una exhortación a los polacos para que mantengan viva la idea de república, ya que, si de hecho no pueden ser libres que al menos lo sean espiritualmente. No puede negarse que Rousseau apuesta por ensalzar un carácter nacional fuerte, si bien éste, por sí sólo, no puede hacer que un pueblo sea libre, puesto que para conseguir este objetivo es necesario además una nación y una república; no basta con una cultura particular, es necesaria también la libertad política.14

Las exhortaciones de Rousseau parecen dirigirse hacia la conservación de la cultura nacional, si bien el ser ciudadano de un país en concreto va más allá de la mera cultura. No puede negarse que entre Rousseau y los padres del nacionalismo existen importantes diferencias, puesto que éstos abogan por una unidad espiritual basada en la lengua. El surgimiento del nacionalismo implica convertir la idea de patria en una noción no política, lo cual todavía no ocurre en Rousseau que junto a la unidad cultural de un pueblo, mantiene la noción de patria desde la perspectiva republicana. En cualquier caso, nos parece ya significativo el hecho de que, desde este momento, nociones como la de patria y nación comiencen a entrecruzarse anunciando así la evolución posterior.


IV- Patriotismo y nacionalismo como fenómenos diferentes


Cuando en determinados lugares de Europa el amor a la patria, entendido desde la perspectiva republicana, fue insuficiente para que los pueblos consiguiesen su libertad, en la medida en que resultaba excesivamente abstracto, surgió la necesidad de concebir la patria de una forma distinta. Es en este contexto cuando algunos autores, como Vincenzo Cuoco, afirman que la libertad requiere unidad cultural. 15

Cuoco critica el patriotismo republicano porque no responde a dicha unidad cultural, lo cual hace que sea débil. No se puede ser útil a la patria sin quererla, pero al mismo tiempo no se la puede querer si no se considera como nación, es decir, como cultura de un pueblo. Para este autor la noción de patria hace referencia a la constitución política republicana, mientras que la de nación alude a la cultura de un pueblo. Para amar a la patria debe quererse necesariamente a la nación.


En Alemania surgieron hacia finales del siglo XVIII las más claras manifestaciones de un lenguaje patriótico que había dejado de ser igualitario. Uno de los más claros representantes de esta nueva tendencia del patriotismo, que se alejaba de la concepción republicana apostando por un carácter antipolítico del mismo, es Herder, para quien una patria no debe de ser necesariamente una república; para que ésta se dé sólo es necesaria la unidad espiritual apoyada en un lenguaje común. 16

Tomando como punto de referencia el bien común, en el que se basaba la concepción republicana, Herder intenta incitar a cada uno a formar parte de esa unidad más grande que es la patria, considerando que la misma tiene un carácter más cultural y espiritual que político. Surge así el término nacionalismo como vinculación a la cultura nacional y protección frente a la asimilación.


El lenguaje del nacionalismo se utilizará ahora contra la impureza cultural y no contra la opresión de carácter político tal como establecía el patriotismo republicano. 17

En la misma línea de ofrecer un patriotismo a partir de la historia de un pueblo, en este caso el alemán, se sitúa Fichte18

. Su propuesta se centra en un patriotismo antimonárquico en el que la libertad política y la cultura nacional deben ir juntas. Para él la única forma en que los alemanes pueden ser libres es siendo alemanes, porque la cultura nacional mantiene vivo el proyecto en común. La verdadera señal de que existe un patriotismo se encuentra en la creencia en la libertad espiritual. Aunque identifica el amor a la patria con la libertad, tal como se planteaba en las propuestas republicanas, no concibe que dicha libertad consista únicamente en la seguridad de un individuo de estar protegido por las leyes, sino que además existe otra necesidad, a nuestro juicio propia del lenguaje nacionalista, que implica continuar siendo un pueblo original y no contaminado. Intenta de este modo completar el amor que proponían los republicanos con un nuevo amor: la fidelidad a la propia tradición19

. La variación más importante que se produce en el patriotismo que mantiene Fichte es que el amor a la patria ha dejado de ser caritas para convertirse en el sentimiento hacia un pueblo, entendido éste como comunidad que comparte una cultura. Cuando las naciones quieran recuperar su libertad o redefinir su identidad acudirán a este tipo de patriotismo.


Se concibe, por tanto, un patriotismo capaz de aportar el soporte ético necesario para el Estado moderno. Hegel, por ejemplo, presenta el patriotismo como una serie de hábitos respetuosos hacia la ley ya que se considera que la comunidad es tanto su base como su fin. Siguiendo algunos de los planteamientos propuestos por Montesquieu, Hegel intenta definir un patriotismo que tiene como fundamento el propio interés del individuo como miembro de la comunidad de la que forma parte20

.


El paso del patriotismo al nacionalismo fue progresivo a lo largo del siglo XIX en distintos paises de Europa:21

1- En Italia, autores como Mazzini, entendían que los nacionalistas alemanes en su intento de ensalzar la nación habían descuidado la patria, lo cual había conducido a un patriotismo excesivamente limitado. La patria, a diferencia de lo que habían propuesto algunos autores alemanes, como Herder, no debe concebirse como un organismo jerárquicamente ordenado, sino más bien como un conjunto democrático de individuos que son libres e iguales.


2- También en Inglaterra se produjo una transición desde el patriotismo hasta el nacionalismo. Surgen aquí importantes discursos destinados a convertir el patriotismo en lealtad a la corona, cambiando muchos de sus esquemas clásicos.


3- Francia fue otro claro ejemplo de evolución de un lenguaje patriótico, que había caracterizado la revolución, hacia otro nacionalista y monárquico. Surgen ideas en torno a la necesidad de conservar la pureza de la nación, para lo cual es necesario superar los principios inspiradores de la república.


4- Para los alemanes el patriotismo se convirtió en lealtad al monarca y en un firme compromiso de mantener la unidad cultural, para lo cual se requería, primero, una unidad política.


La clara tendencia de los últimos años del siglo XIX en la mayoría de países europeos se resume en el intento de utilizar valores políticos de la patria dentro de la unidad que la nación supone. Esta confusión entre patria y nación tuvo como consecuencia más adversa el hecho de que se perdió la idea de libertad que tradicionalmente había inspirado aquella.


Así, tal como destaca ÁLvarez Dorronsoro siguiendo a Gellner 22

, el nacionalismo no puede considerarse como un "código genético" de los pueblos con un marcado carácter natural sino que más bien es un fenómeno moderno. En esta línea ya advirtió Gellner que el surgimiento del nacionalismo debe asorciarse al de las sociedades modernas, al paso del mundo agrario al moderno 23

.


V- Nacionalismo no significa nazismo


En el siglo XX varios han sido los autores que han potenciado una vuelta a la noción clásica de patriotismo. En este intento de recuperar el amor a la patria en su forma más pura se sitúa, por ejemplo, Simone Weil24

. Esta autora apuesta por un patriotismo de compasión, el cual es un antídoto contra ese sentimiento nacionalista que pretende defender , ante todo, la cultura e historia de un país determinado como valores supremos. El amor a la patria no significa admiración de su grandeza, sino conocimiento de su debilidad. A diferencia del mero nacionalista, para el cual su cultura es una auténtica riqueza que debe preservarse de cualquier posible invasión, el patriota tiene una visión más amplia siendo capaz de sentir tanto admiración como vergüenza por los acontecimientos de la historia de su nación.


En esta línea de recuperación del ideal republicano se sitúa la propuesta de Jürgen Habermas. Frente a la concepción del nacionalismo, según la cual la nación significa unidad y pureza por tanto implica la necesaria exclusión de aquellos que de alguna manera pueden suponer una amenaza para la misma ( tal como hicieron los nazis con los judíos), Habermas plantea un "patriotismo de la constitución", cuya base se encuentra en la creencia en la universalidad de los principios de libertad y democracia recogidos en la misma. Lo que en realidad mantiene es una separación entre el ideal político de la nación de los ciudadanos y la concepción del pueblo como una comunidad prepolítica de lenguaje y cultura25

.


Este patriotismo acepta como válidas las diferentes formas de vida y permite incluir diversas culturas dentro del conjunto de la república. Se trata de un patriotismo que mantiene la idea de república y el necesario amor hacia la misma. Sin embargo, tal como han puesto de relieve algunos autores también este "patriotismo de la constitución" es susceptible de crítica26

.


Para Habermas, la república es o debería ser objeto de amor por parte de los ciudadanos, no como conjunto de instituciones políticas abstractas, sino ligadas a un tipo de vida particular. Sin embargo para distanciarse de los nacionalistas alemanes, Habermas intenta hacer de la ciudadanía una noción más universal27

. Sin una cultura política de libertad, la unidad étnica y cultural tan sólo conduce a un deseo de pureza y superioridad que intenta mantener alejado cualquier elemento de intrusión exterior. En esta situación , para Habermas, tendríamos la nación pero no los ciudadanos.


Consideramos que este nacionalismo que Habermas ataca y que personaliza en casos tan desagradables como el de la Alemania nazi, responde , únicamente, a un nacionalismo ligado a la idea de racismo y xenofobia que debe ser rechazado28

. Existe, sin embargo, otro tipo de nacionalismo que implica un amor a la nación ( creemos que en términos muy semejantes a los que predica el patriotismo repúblicano respecto a la patria) que debe ir asociado a ideologías democráticas que defiendan la diversidad y no se basen en la exclusión de cualquier elemento diferente. Así podemos afirmar que nacionalismo no significa necesariamente nazismo sino que éste es sólo un tipo, el más negativo, de aquél.


Siguiendo a MacCormick cabe distinguir dos tipos de nacionalismos:


1- uno que representa una tendencia hacia la exaltación dentro del Estado de una única tradición y cultura nacional dominante y que, por tanto, supone la desatención de las minorías o de las tradiciones heterodoxas. Esta modalidad de nacionalismo refleja la intolerancia y el odio racial.


2- otro nacionalismo que, según el mencionado autor, parte de un principio formulable universalmente y no de un particularismo exarcebado. Ese principio es el derecho de autodeterminación de las comunidades políticoculturales que se han desarrollado como <naciones>. Se apuesta así por una forma de aceptar la diversidad entre las agrupaciones humanas que sea predicable universalmente, una diversidad basada en el respeto mutuo y en los mismos derechos que respetar. Este tipo denacionalismo es incompatible con el fascismo, el racismo o la discriminación hacia las minorías.29

 


En realidad, creemos que no existe necesidad de alentar el sentimiento etnocultural, lo que se debe intentar es educar ciudadanos democráticos y arbitrar medios políticos que los mismos puedan utilizar para un buen gobierno y para la participación en las distintas instancias de la sociedad civil y del proceso político de toma de decisiones. Lo que un Estado democrático necesita no es sólo una unidad cultural sino ciudadanos comprometidos con la forma de vida pública30

. Ciertamente entendemos que no es prioritario alentar el ideal de cultura, pero tampoco es preceptivo el hecho de que éste se conciba como separado de una ciudadanía democrática, más bien al contrario, consideramos que la construcción de esa ciudadanía pasa por la unión entre nacionalismo y respeto a la diferencia.


Precisamente por la desconexión que Habermas propone entre el término ciudadanía y el entorno histórico y cultural de la nación ha sido criticado, entre otros, por Gian Enrico Rusconi, para quien la ciudadanía debe florecer dentro de los elementos étnicos y culturales, de no ser así resultaría ilógico conectar, como hace Habermas, el concepto formal y legal de constitución con términos como patria o patriotismo. A esta crítica Virolli responde que, en realidad, para la consecución de una ciudadanía democrática más fuerte, tal como parece pretender Rusconi, lo único que necesitamos es amor a la libertad común31

.


Así pues, recogiendo las posturas de los diversos teóricos que, como hemos visto, a lo largo de la historia han defendido un patriotismo, centrado en el amor a la patria, como equivalente a amor a la república inspirada en el principio de libertad, Virolli propone un patriotismo sin nacionalismo32

. Se trataría de un patriotismo que no pone el énfasis tanto en la unidad cultural cuanto en la consecución de la libertad 33

.


Este patriotismo está alejado del fanatismo y la intolerancia que puede llegar a generar aquel que tiene sus raíces en ideas nacionalistas extremas. El patriotismo que aboga por la libertad huye de los ciudadanos dispuestos a ofrecer su vida por la unidad religiosa, étnica o cultural; por el contrario, trata de evitar cualquier posible discriminación o injusticia como única forma de conseguir la verdadera libertad.


Este patriotismo separado del nacionalismo debe ir unido a la virtud cívica y política. En la propuesta de Virolli el patriotismo supone trabajar por un fortalecimiento de la práctica y cultura de la ciudadanía.


Tal como mantienen los autores partidarios del patriotismo entendido en su sentido más clásico, lo verdaderamente importante es la defensa del principio de igualdad de todos aquellos que se encuentran en un territorio, considerándolos como ciudadanos. Entendemos que estos principios deben ser adoptados como punto de partida sólo que para ello no es necesario, como propone Virolli, sustituir el término de nacionalismo por el de patriotismo, sino superar las confusiones que pretenden hacer ver que únicamente existe un nacionalismo extremista, fundamentalista y exterminador de la diferencia.


En definitiva, lo que necesitamos, tal como advierte Kymlicka34

, es dejar de unir nacionalismo y patriotismo para ser capaces de apostar por una libertad común mantenida por ciudadanos dispuestos a denunciar cualquier injusticia o violación de principios sin diferencias étnicas o culturales. Para la consecución de esa libertad compartida unida a la igualdad no existe una exigencia previa que obligue a potenciar un patriotismo republicano, como claro rechazo del nacionalismo, sino que basta el firme convencimiento de que es posible un nacionalismo unido a la ideológia democrática.




BIBLIOGRAFÍA



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- VIROLLI, M., Por amor a la patria. Un ensayo sobre el patriotismo y el nacionalismo, ALFAYA MACSHANE, P. (traduc), Ed. Acento, Madrid, 1997.

- VOLTAIRE, Dictionnaire philosophique, Éditions Garnier Frères, París, 1967.

- WEIL, S., L'Enrecinement, Prélude à une déclaration des devoirs envers l'être humain, Ed. Gallimard, París, 1949. Existe una versión en castellano Raíces del existir, VALENTIÉ, M. E. (traduc), Ed. Sudamérica, Buenos Aires, 1954.






1

Vid. VIROLLI, M., Por amor a la patria. Un ensayo sobre el patriotismo y el nacionalismo, ALFAYA MACSHANE, P. (traduc), Ed. Acento, Madrid, 1997, pp. 23-34.



2

Para autores como Gellner no existe tal confusión entre ambos términos , en este sentido afirma: "Lo que sostenemos es que el nacionalismo es una clase muy concreta de patriotismo que pasa a generalizarse e imperar tan sólo bajo ciertas condiciones sociales, condiciones que son las que de hecho prevalecen en el mundo moderno, y no en ningún otro. El nacionalismo es una clase de patriotismo que se distingue por un pequeño número de rasgos verdaderamente importantes... Homogeneidad, alfabetización, anonimidad: éstos son los rasgos clave.", GELLNER, E., Naciones y nacionalismo, SOTÓ, J. (traduc), Alianza Editorial, 1988, pp. 176-177.


3

Autores como Keating consideran que el nacionalismo no tiene porque ser negativo, en este sentido afirma que " el nacionalismo puede ayudar a resolver problemas relacionados con la acción colectiva en la sociedad moderna", el nacionalismo media entre lo individual y lo colectivo, lo universal y lo particular. Así este autor intenta tratar el nacionalismo y la construcción nacional no como un mero comportamiento político sino como una aportación a la resolución de problemas . Vid. KEATING, M., Naciones contra el Estado. El nacionalismo de Cataluña, Quebec y Escocia, Ed. Ariel, Barcelona, 1996, pp. 22-23 y p. 262.


4

Como advierte Álvarez Dorronsoro "A menudo , la percepción de la realidad de los conflictos nacionales aparece muy cargada de prejuicios, visiones distorsionadas, de confusión entre los deseos y la realidad, de deformación propagandística del pasado y del presente de esa comunidad. El pensamiento sobre la nación corre el peligro siempre de ser normativo al mismo tiempo que descriptivo, de oscilar entre el análisis y el ideal.", ÁLVAREZ DORRONSORO, I., Diversidad cultural y conflicto nacional, Ed. Talasa, Madrid, 1993, pp. 38-39.


5

En este sentido, Virolli destaca como exponente de este pretendido resurgimiento en Inglaterra a Shaftesbury, que intenta recuperar los principios del patriotismo republicano al señalar que la patria debe entenderse como "una comunidad de hombres libres que viven juntos por el bien común". El patriotismo ha de entenderse como un deseo de libertad que "incluye y unifica; une, no separa o excluye". Vid. VIROLLI, M., Por amor a la patria, op. cit., pp. 80-81.


6

Ya en "L'Avertissement de l'auteur " dentro De l´esprit des loix Montesquieu señala" pour l'intelligence des quatres premiers livres de cet ouvrage, il faut observer que ce que j'appelle la vertu dans la république , est l'amour de la patrie , c'est-à-dire , l'amour de l'égalité . Ce n'est point un vertu morale, ni une vertu chrétienne; c'est la vertu politique; celle-ci est le reffort qui fait mouvoir le gouvernement républicaine, comme l'honneur est le reffort qui fait mouvoir la monarchie. J'ai donc apellé vertu politique l'amour de la patrie, de l'égalité.". Vid. MONTESQUIEU, Ouvres complètes de Montesquieu, ANDRÉ MASSON, M. (direc), Tome I, Les éditions Nagel , París, 1950, p. 1vij.


7

"... la vertu politique est un renoncement à soi-même, qui est toujours une chose très-pénible." Vid. MONTESQUIEU, Ouvres complètes, op. cit., Tomo I, Livre IV, Chapitre V, p. 45.


8

Como recoge Virolli "El artículo de la Encyclopédie no es solamente importante para ilustar el carácter ambivalente del renacimiento del lenjuage del patriotismo para el que El espíritu de las leyes preparó el camino, sino también para compender el significado de las definiciones de virtud política como amour a la patrie del siglo XVIII. Patria, se nos dice, no significa el lugar donde hemos nacido, como sostine la concepción vulgar. Significa en cambio <estado libre> (état libre) del que somos miembros y cuyas leyes protegen <nuestra libertad y nuestra felicidad> (nos libertés et notre bonheur)." VIROLLI, M., Por amor a la patria, op. cit., p. 102.


9

Para Voltaire "Il est triste que souvent, pour être bon patriote, on soit l'ennemi du reste des hommes. L'ancien Caton , ce bon citoyen, disait toujours en opinant au sénant: <Tel est mon avis, et qu'on ruine Carthage.> Être bon patriote, c'est souhaiter que sa ville s'enrichesse par le comerce et soit puissante par les armes. Il est clair qu'un pays ne peut gagner sans qu'un autre perde, et qu'il ne peut vaincre sans faire des malheureux.

Telle est donc la condition humaine, que souhaiter la grandeur de son pays c'est souhaiter du mal à ses voisins. Celui qui voudrait que sa patrie ne fût jamais ni plus grande ni plus petite, ni plus riche ni plus pauvre serait le citoyen de l'univers.", VOLTAIRE, Dictionnaire philosophique, Éditions Garnier Frères, París, 1967, pp. 336-337.


10

"Tout vrai républicain suça avec le lait de sa mère l'amour de sa patrie, c'est-à-dire des loix et de la liberté. Cet amour fait tout son existence; il ne voit que la patrie, il ne vit que pour elle; sitôt qu'il est seul , il est nul: sitôt qu'il n'y a plus de patrie , il n'est plus et s'il n'est pas mort, il est pis.", ROUSSEAU, J. J., "Considérations sur le gouvernement de Pologne et sur sa réformation projettée", Ouvres complètes III. Du contrat social. Écrits politiques, GAGNEBIN, B. et RAYMOND, M. ( direc), Ed. Gallimard, París, 1964, p. 966.


11

" Si j'avois eu à choisir le lieu de ma naissance, j'aurois choisi une société d'une grandeur bornée par l'étendue des facultés humaines, c'est-à-dire par la possibilité d'être bien gouvernée, et où chacun suffisant à son emploi, nul n'eût été contraint de commettre à d'autres les fonctions dont il étoit chargé: un Etat où tous les particuliers se connoissant entr'eux, les manoeuvres obscures du vice ni la modestie de la vertu n'eussent pû se dérober aux regards et au jugement du Public, et où cette douce habitude de se voir et de se connoître, fît de l'amour de la Patrie l'amour des Citoyens plutôt que celui de la terre.", ROUSSEAU, J. J., " Discours sur l'origine et les fondements de l'inégalité parmi les hommes", Ouvres complètes III. Du contrat social. Écrits politiques, op. cit., p. 111-112.


12

Uno de los fragmentos normalmente utilizado para abalar esta tesis de utilización de un lenguaje nacionalista por parte de Rousseau es el siguiente: " Ce sont les institutions nationales qui forment le génie, la caractère, les gouts, et les moeurs d'un peuple, qui le font être lui et non pas un autre, qui lui inspirent cet ardent amour de la patrie fondé sur des habitudes impossibles à déraciner, qui le font mourir d'ennui chez les autres peuples au sein des délices dont il est privé dans le sien. Souvenez-vous de ce Spartiate gorgé des voluptés à la Cour du grand Roi, à qui l'on reprochoit de regreter la sauce noire. Ah! dit-il au satrape en soupirant; je connois tes plaisirs, mais tu ne connois pas les nôtres.", ROUSSEAU, J. J., "Considérations sur le gouvernement de Pologne et sur sa réformation projettée", Ouvres complètes III. Du contrat social. Écrits politiques, op. cit., p. 960.



13 VIROLLI, M., Por amor a la patria, op. cit., p. 119.

14

Vid. CUOCO, V., Saggio storico sulla revoluzione napoletana del 1799, Ed. Fausto Nicolini, Bari, 1929, en concreto pp. 90-103.


15 CUOCO, V., Saggio starico sulla revoluzione napoletana del 1799, op. cit., pp. 91-95.

16
Vid. VIROLLI, M., Por amor a la patria, op. cit., pp. 143-147.

17

Vid. VIROLLI, M., Por amor a la patria, op. cit., pp. 154-157.


18
FICHTE, J. G., Discursos a la nación alemana, Editora Nacional, Madrid, 1997, pp. 215-217.

19
FICHTE, J. G., Discursos a la nación a lemana, op. cit., pp. 211-214.

20
Vid. HEGEL. G. F., Filosofía del derecho, Ed. Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, México, 1975, pp. 272-273.

21

Como señala De Lucas, tras la Revolución francesa el nacionalismo que se impone en Europa es el de la variante nacionalista-monádica que insiste en la idea de nación como identidad basada en datos objetivos y no en la participación de los ciudadanos. Lo que caracteriza este concepto de nación es la mitificación colectivista de una comunidad, incurriendo en el error de atribuir a cada uno de los individuos que integran el grupo aquello que se predica del grupo como tal, se produce así una peligrosa traslación de identidad. DE LUCAS, J., Europa: ¿convivir con la diferencia?. Racismo, nacionalismo y derechos de las minorías , Ed. Tecnos, Madrid, 1992, pp. 32-33.


22

ÁLVAREZ DORRONSORO, I., Diversidad cultural y conflicto nacional, op. cit., pp. 46-47.


23
GELLNER, E., Naciones y nacionalismo, op. cit., pp. 166-167 y 177.

24

Vid. WEIL, S., L'Enrecinement, Prélude à une déclaration des devoirs envers l'être humain, Ed. Gallimard, París, 1949, pp. 138 y ss. Existe una versión en castellano Raíces del existir, VALENTIÉ, M. E. (traduc), Ed. Sudamérica, Buenos Aires, 1954. Asimismo puede consultarse el interesante estudio que sobre la obra de S. Weil realiza BEA PÉREZ, E., Simone Weil. La memoria de los oprimidos, Ed. Encuentro, Madrid, 1992.


25

Para Habermas "La nazione composta da cittadini ( Staatsbürgernation) non trova la propia identità nelle comunanze etnico-culturali, bensì nella prassi di cittadini che esercitano attivamente i propri diritti democratici di participazione e di comunicazione. La componente repubblicana della cittadinanza si atacca qui completamente dall'appartenenza ad una comunità prepolitica, la cui integrazione avviene tramite la discendenza , la tradizione e la lingua comune.

Considerata dal suo epilogo, l'iniziale fusione della coscienza nazionale con i sentimenti repubblicani ebbe allora soltanto una funzione catalizzatrice.", Vid. HABERMAS, J., "Cittadinanza e Identità nazionale", Micromega, nº 5, 1991, pp. 123-146, en concreto p. 127.



26

En relación a la propuesta de Habermas señala Kymlicka al distinguir entre naciones <cívicas> y naciones <étnicas > que "La idea de una definición puramente no cultural del nacionalismo cívico no es plausible, y muchas veces lleva a contradicciones. Véase, por ejemplo, el concepto habermasiano de <patriotismo constitucional>, que parece implicar que la ciudadanía debería ser independiente de características etnoculturales o históricas concretas como la lengua y, al mismo tiempo, que una lengua común es indispensable para la democracia.", Vid. KYMLICKA, W., Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal de los derechos de las minorías, CASTELLS AULEDA, C. (traduc), Ed. Paidós, Barcelona, 1996, pp. 43-44, nota 15.


27

"Dal momento che l'autonomia nazionale e l'autoffermazione collettiva esercitate nei confronti di nazioni straniere possono essere intese come un altro tipo di libertà ( vale a dire come un tipo di libertà collettivistica che si contrappone dall'interno alla libertà genuinamente politica dei cittadini), la comprensione moderna di questa libertà reppubblicana può allora successivamente staccarsi di nuovo dal grembo della coscienza della libertà nazionale, da cui era scaturita. Lo Stato nazionale aveva solo transitoriamente fondato una stretta connessione fra <ethnos> e <demos>. In base a tale assunzione, la cittadinanza era già da sempre indipendente dal'identità nazionale.", Vid. HABERMAS, J., " Cittadinanza e Identità nazionale", op. cit., p. 127.


28

Tal como mantiene De Lucas "La consecuencia inmediata ( de este tipo de nacionalismo) es la fulminante exclusión o al menos discriminación de quien no responda o comparta las señas de identidad, lo que, además, es útil porque su denuncia refuerza los vínculos cohesivos del grupo mediante la estigmatización del otro que queda relegado a la condición de cosa, de modo que cualquier acción en su contra es justificable mientras que, en sentido contrario, cualquier acción de <los nuestros> que persiga ese objetivo queda legitimada." DE LUCAS, J., Europa : ¿convivir con la diferencia?, op. cit., p. 33.


29

MACCORMICK, N., "Libertad , Igualdad y Nacionalismo", Sistema, nº 130, 1996, pp. 31-49, en concreto pp. 45-46. Cfr. MACCORMICK, N., "¿Es filosóficamente creible el nacionalismo?", Multiculturalismo y diferencia. Sujetos, nación y género, Anales de la Cátedra Francisco Suárez, nº 31, 1994, pp. 61-71.


30

Habermas señala " Por tanto, deberíamos aprender finalmente a entendernos no como una nación compuesta por miembros de una misma comunidad étnica, sino como una nación de ciudadanos. Y en la diversidad de sus distintas formas culturales esos ciudadanos sólo pueden apelar a la Constitución como única base común a todos. Ciertamente, los principios de la Constitución, como usted dice, tienen un contenido universalista que no solamente es vinculante para los alemanes. Por tanto, frente a tal orden abstracto sólo se producirá una lealtad anclada en los motivos y mentalidades, si aprendemos a entender el Estado democrático de derecho, a partir del contexto de nuestra propia historia nacional ( que ha sido una historia caracterizada por catastrofes) como un verdadero logro histórico... Las ligaduras que se siguen del patriotismo de la Constitución necesitan de una autocomprensión histórica de la nación, que pueda ser base de una cultura política liberal.", Vid. HABERMAS, J., Más allá del Estado Nacional, JIMÉNEZ REDONDO, M. (traduc), Ed. Trotta, Madrid, 1997, pp. 112-113. Cfr. HABERMAS, J., Identidades nacionales y postnacionales, JIMÉNEZ REDONDO, M. (traduc), Ed. Tecnos, Madrid, 1994.


31
VIROLLI, M., Por amor a la patria, op. cit., p. 217

32
VIROLLI, M., Por amor a la patria, op. cit., p. 228.

33

Para el mencionado autor "el patriotismo de la libertad no requiere homogeneidad social, o cultural, o religiosa, o étnica. Si la patria es menos que una república en el sentido clásico, los ciudadanos no pueden ser virtuosos: no pueden amar a un estado que les trata de forma injusta (aunque a veces lo haga). Si la patria es más que una buena república... la virtud cívica probablemente alcanzará el máximo", Vid. VIROLLI, M., Por amor a la patria, op. cit., p. 229.


34

Afirma Kymlicka que "Debemos distinguir el <patriotismo>, el sentimiento de lealtad a un Estado, de la identidad nacional, el sentimiento de pertenencia a un grupo nacional. En Suiza, como en la mayoría de los Estados multinacionales, los grupos nacionales sienten lealtad hacia el Estado en su totalidad sólo porque éste reconoce y respeta su existencia como nación diferente. Los suizos son patriotas, pero la Suiza a la que son leales se define como una federación de distintos pueblos. Por esta razón, es preferible considerarla un Estado multinacional e interpretar los sentimientos de lealtad común que genera dicho Estado como patriotismo compartido, no como una identidad nacional común.", KYMLICKA, W., Ciudadanía multicultural, op. cit., p. 29

 

 

CUADERNOS ELECTRONICOS DE FILOSOFIA DEL DERECHO. núm. 2

I.S.S.N.: 1138-9877

Fecha de publicación: marzo de 1999