1 de Marzo de 2016EXCURSIÓN A SEGORBE

VISITA A LA CATEDRAL Y SU MUSEO

SENDERISMO POR LAS LAGUNAS, GUIADOS POR PACO BAYARRI


Desde la directiva de la APRJUV se nos había propuesto esta excursión en la que tras visitar la catedral de Segorbe, caminaríamos por una ruta circular alrededor de las lagunas de este municipio, ruta preparada por nuestro compañero Paco Bayarri, experto senderista. Este podría ser el inicio del proyecto de un entrenamiento para hacer juntos el camino de Santiago con el apoyo de un autobús.

De nuevo, al igual que en otras ocasiones, el punto de encuentro para empezar nuestro viaje se situó en Blasco Ibáñez a las puertas de la Facultat de Geografia i Història, donde fuimos reuniéndonos puntualmente un grupo de personas de una edad muy distinta de la que allí se reúne; pero a cuyo ambiente seguimos perteneciendo como el que más. En esta ocasión, nuestro grupo era llamativo además porque íbamos pertrechados de palos y mochilas.

El autobús nos alejaba de Valencia dejando a nuestra derecha un mar en calma, de un azul intenso, y a nuestra izquierda una enorme caravana de automóviles que conducían a sus ocupantes a cumplir con su trabajo diario al igual que hicimos nosotros durante una larga etapa de nuestras vidas, en unos años que quedaron atrás y que han dado paso a otras actividades como la que nos disponíamos a disfrutar.

Como siempre, el paso a orillas de Sagunto nos mostraba, en lo alto, la imagen majestuosa de su castillo amurallado. En este punto, tomamos la Autovía Mudéjar que transcurre entre los Parques Naturales de las Sierras Calderona y de Espadán, conduciéndonos hasta Segorbe por estos paisajes, maravilla de la Naturaleza.

Llegamos al primer objetivo de nuestra excursión, la Catedral de Segorbe. Allí nos esperaba Gema, persona que nos guiaría en la visita y que hizo de forma amable y magistral, bien documentada y consiguiendo “empaquetar” su información en el poco tiempo del que disponíamos, ya que todavía tendríamos que cumplir con el segundo objetivo, la ruta de senderismo por las lagunas. Para la mayoría de nosotros, esta Catedral, con rango de Basílica –Basílica de Nuestra Señora de la Asunción-, era la gran desconocida. Su museo catedralicio encierra un patrimonio artístico totalmente inesperado, con unos magníficos retablos góticos de los que algunos pueden contemplarse “in situ”, además de obras escultóricas -entre las que merece especial mención una Virgen de la Sapiencia de Donatello-, y orfebrería, todo ello realizado en talleres valencianos. Incluso los artistas extranjeros trasladaron sus talleres a Valencia para cumplir con los encargos para este templo. La Catedral original se construyó entre los siglos XIII y XIV, adosada a la muralla del alcázar de la ciudad; pero la que ahora existe es una reconstrucción del siglo XVIII. Consta de una nave, con capillas laterales situadas entre los contrafuertes. Tiene un claustro de forma trapezoidal poco común. De su exterior solo destacan la portada y el campanario, ya que se fueron construyendo casas adosadas a sus muros, de manera que no ha quedado al descubierto. Me quedaría corta con cualquier comentario escaso que pudiera hacer en esta reseña. Tal fue nuestra sorpresa de lo que allí encontramos, que pensamos que bien valía una visita cultural con más tiempo para poder ver con más detenimiento todo lo que la Catedral guarda. En su página Web (http://www.catedraldesegorbe.es/) se puede encontrar una información más completa de lo que yo pudiera exponer.

De nuevo en el autobús, este nos condujo al inicio de la ruta, a unos 9 km de la ciudad de Segorbe, ascendiendo por una carretera estrecha y serpenteante que transcurría entre viveros y campos de olivos plantados en bancales, en explotación agraria. Una vez alcanzado el punto donde deberíamos iniciar nuestra caminata, nos dispusimos a tomar el almuerzo para luego empezar a caminar. Paco Bayarri instruyó al grupo sobre los aspectos más elementales del senderismo, las distintas marcas de los distintos tipos de senderos y su significado; así como sobre las más elementales recomendaciones a tener en cuenta cuando se camina por el monte. Realizamos nuestra ruta con un tiempo soleado y con una temperatura elevada, de manera que el ascenso suponía algún esfuerzo para este grupo de jovenzuelos. Por lo demás, la ruta es cómoda, unos 8 km con un desnivel de unos 200 m, transcurre en parte por asfalto, en parte por pista forestal, y en un tramo corto por un sendero ecológico que ha sido empedrado. La vegetación va cambiando de olivos en bancales a bosques muy cerrados de pinos flanqueados por monte bajo, encontrándonos entre matas de tomillo, de romero florecido en todo su esplendor y florecillas anunciando la primavera y volviendo a los olivos tras alcanzar la cota más alta y volver hacia la cota de partida. Cuando llevábamos unos 3 km de ascenso, alcanzamos la primera de las lagunas, la laguna de La Rosa, con buena cantidad de agua. En este punto, Carmen Antolín puso a nuestra disposición sus expertos conocimientos geológicos. Estas lagunas son la consecuencia de la extracción de arcilla para la industria azulejera de la provincia de Castellón. Al ser el terreno arcilloso y por lo tanto impermeable, el agua de la lluvia queda retenida en las oquedades resultantes de las extracciones, formándose las lagunas. Por lo tanto, la cantidad de agua acumulada depende del régimen de lluvias. Por este motivo, la segunda, la laguna del Portillo, tenía tan poca agua que solo se pudo ver desde uno de los puntos de observación. Tras alcanzar la cota más alta y al poco de iniciar el descenso, pudimos observar la tercera de las lagunas con buena cantidad de agua y patos nadando en ella, la laguna del Gabacho, situada en la Masía de la Virgen -también llamada del Gabacho-, de propiedad particular y cuyo acceso no está permitido. Poco después, llegábamos al punto de partida, completando la ruta circular, donde nos esperaba el autobús para llevarnos de vuelta a Segorbe donde teníamos reservado el restaurante para la comida.

No sabíamos que en este camino de vuelta a Segorbe nos aguardaba la aventura. Al poco de iniciar el descenso, el conductor detuvo la marcha y nos indicó que bajáramos deprisa y sin preguntar para no enlentecer la operación. Se le había encendido algún piloto del cuadro de mandos y había visto que íbamos echando abundante humo blanco. Nos dispusimos a continuar el camino a pie, como si nuestra ruta de senderismo se hubiera alargado. Mientras tanto el conductor se puso al habla con la empresa y acordaron que bajaría despacio y con cuidado, si podía ser llegaría hasta Segorbe. Visto esto, nos fue recogiendo a medida que nos iba alcanzando y fuimos bajando muy lentamente por aquella carretera estrecha y serpenteante, desprendiendo ese humo blanco y abundante, cruzándonos con varios camiones de tamaño descomunal y con tractores con palas de la misma dimensión, que supuestamente servían a los viveros que por allí había, a la vez que nuestro conductor se encomendaba a todo lo encomendable. Cuando ya nos acercábamos a Segorbe, nos íbamos encontrando con transeúntes que no salían de su asombro al contemplar un enorme autobús por aquella carretera, lleno de “jovenzuelos” y desprendiendo aquel humo. Debían pensar: ¿Se habrán enterado de lo que les pasa?

Nuestro conductor fue capaz de llevarnos hasta la misma puerta del Asador Aguilar, en el Polígono Industrial a la entrada de Segorbe, donde teníamos reservada la comida y aunque llegamos con mucho retraso, nos atendieron estupendamente. Allí nos esperaba un menú del que cada uno de nosotros había escogido un primer plato y uno segundo entre los siguientes:

Primeros: Arroz al horno, Olla segorbina, Espárragos con jamón

Segundos: Costillas a la brasa, Pollo a la brasa, Pescado.

Al poco de terminar, apareció el nuevo autobús que nos llevaría de vuelta a Valencia. De nuevo por la Autovía Mudéjar, en sentido inverso. Esta vez, Sagunto nos mostraba su castillo majestuoso desde la otra perspectiva. Y terminamos nuestro viaje donde lo empezamos, despidiéndonos hasta la próxima ocasión, después de haber pasado un día muy completo. Animamos a todos para que os apuntéis a próximas excursiones como esta.

Texto: Esperanza Martín de Aguilera y Arenales

Fotografía: