Gonzalo Anaya:  Un maestro de maestros

Medalla al Mérito en el Trabajo, en su categoría de Plata. Sumario del Boletín Oficial .E. Número 302. 18 de diciembre de 1999. MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

Ruby Arbeláez López*

El Dr. Gonzalo Anaya Santos es el maestro que hubiera querido encontrarme en mi escuela primaria, en mi escuela secundaria y mi escuela universitaria, afortunadamente es el maestro que me he encontrado en el programa de doctorado. Es un ser especial, lo conoces y lo amas y quisieras permanecer por mucho tiempo escuchando a este maestro de la palabra. La fuerza y pasión de sus palabras te convencen, te retan,  te comprometen.

 

Algunos apuntes de lo mucho que se ha escrito sobre su vida están aquí como un regalo a los maestros que leemos Docencia Universitaria:

 

1. Gonzalo Anaya: Un maestro de la República

 

Francisco Hernández

Profesor del departamento de Sociología de la Universidad de Valencia

 

Gonzalo Anaya Santos nació en Burgos en 1915, hijo de un comerciante, que más tarde empobrecería con la crisis del 29. Antes de ingresar en la escuela de Maristas, donde cursaría hasta el bachillerato elemental, asistió a un parvulario de una orden religiosa femenina, por la cual podemos comentar que conoció todos los estratos y segmentos del sistema educativo. Ingresa en la escuela de Magisterio de Burgos, donde se gradúa de maestro de primera enseñanza en 1933. En los cursos organizados por la República obtiene el título de Maestro Nacional y poco después de cumplir los 18 años, el 14 de febrero, fue nombrado maestro interino y un día después tomó posesión de la plaza para ejercer en Cayuela (Burgos). Participa de las actividades de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE) de la Unión General de Trabajadores (UGT).

 

Por  su vinculación sindical, después de la Guerra Civil, recibió una sanción de la Comisión Depuradora franquista y es «destinado», a manera de confinamiento, a Cañizar de Amaya (Burgos), donde reside hasta finales de 1942. Aprovecha el período de confinamiento para estudiar los dos cursos comunes de la Licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza (1939-1940) y los dos de la especialidad de Filosofía en la Universitat de Madrid (1940-1942).

 

En septiembre de 1942 obtiene la licenciatura, la que le permite abandonar su confinamiento y trasladarse a Almadén (Ciudad Real), donde ejerce de profesor de Letras (Latín, Griego, Alemán y Filosofía) en la Enseñanza Media.  Entre 1948 y 1950 ejerce de profesor en Valencia (ciudad que había conocido en 1932), ejerciendo en el Instituto Luis Vives como un profesor interino de Griego.

 

En 1953 gana la cátedra de Filosofía de la Escuela de Magisterio de Santiago de Compostela y un año después es nombrado catedrático de Filosofía del Instituto femenino Rosalía de Castro de la capital gallega. Entre 1953 y 1973 ejerce de catedrático en la Escuela de Magisterio y el Instituto, actividad que compagina con la orientación de cursos de Filosofía y Psicología en  otros centros universitarios.

 

En 1961 es diplomado en Psicología y Psicotecnia por la Universitat de Madrid y el 22 de mayo de 1967 es doctorado en Filosofía, por la Universitat de Madrid, con una tesis sobre «La esencia del cinema. Teoría de las estructuras». Durante la segunda estadía en Galicia publica diversas obras, como: La depresión cultural gallega (Vigo, 1970); El COU, análisis de una experiencia (Santiago de Compostela, 1973); Luis Bello. Viaje por la escuela de Galicia (La Coruña, 1973).

 

En 1973 obtiene la cátedra de Filosofía de la Escuela de Magisterio de  Valencia, y después de la reforma promulgada por la LRU, se integra en el Departamento de Sociología y Antropología Social. En 1985 es nombrado catedrático emérito de la Universidad de Valencia. Entre las obras publicadas en su etapa valenciana, se puede hacer mención de: Una ruptura en la enseñanza (F. Torres ed., Valencia, 1976) y Qué otra escuela (Akal, Madrid, 1979). Ha representado al MEC en reuniones internacionales de la OCDE-CERI y ha colaborado en las investigaciones del INCIE. Es asesor de la Revista de Educación del MEC.

 

La Universidad de Valencia le ha atorgado la  Medalla de Oro. Desde su constitución forma parte del Consejo Escolar Valenciano, como un miembro de reconocido prestigio representante de la Universitat de Valencia. Este organismo solicitó unánimemente le fuera otorgada la Medalla Alfonso X El Sabio. En el año 2000 recibe la Medalla de Plata al Merito en el Trabajo. También ha recibido numerosas distinciones. Un centro de secundaria en Xirivella lleva su nombre desde del 1993, así como la Escuela de Estiu del Movimiento de Renovación Pedagógica.

 

Al escribir estas líneas el profesor Gonzalo Anaya ha impartido docencia durante 68 años. Como un funcionario del Estado totaliza 42 años de servicio, distribuidos en 10 años en la Educación Primaria, 20 años en  la Educación Secundaria y 12 años en la enseñanza universitaria, así como 15 años de catedrático emérito. Habitualmente suele autodefinirse como: un Maestro de la República.

 

 

2. Gonzalo Anaya. Un magisterio permanente

 

Cuadernos  de Pedagogía. Nº 111, marzo de 1984

 

Desde su primer trabajo como maestro de escuela hasta su actual ocupación como Catedrático de Magisterio existe en Gonzalo una apasionante vocación por la enseñanza. Este maestro realiza generosamente su oficio en el diálogo constante con sus alumnos y en su afán ininterrumpido por ampliar sus conocimientos.

 

Gonzalo es la antítesis del catedrático frío y distante. Para unos es demasiado heterodoxo. Para otros, en cambio, se ha convertido en un singular personaje con el que se puede contar para emprender nuevos proyectos, para animar un debate, para hacerle cualquier tipo de consulta. Paseando con él por las calles de Valencia hemos podido observar como un cartero le reclamaba unos minutos para plantearle algunos quehaceres académicos o como por su casa van desfilando alumnos, ex-alumnos y amigos. Que son muchos, porque Gonzalo es un personaje entrañable y optimista. Con su boina inseparable, su barba blanquecina y su honesta mirada recuerda a alguno de aquellos institucionistas que, como él, tanto creyeron en la educación.

 

La última vez que nos cruzamos con Gonzalo fue en Barcelona en el «I Congreso estatal de Movimientos de Renovación Pedagógica». Allí estaba, comunicativo como siempre, de pie, animando un coloquio. Horas más tarde lo encontramos bailando en «La Paloma». Aunque el año que viene se jubila pensamos que esto sería puramente simbólico. Su oficio de maestro encontrará nuevas oportunidades para transmitir desinteresada y animosamente su ciencia y su experiencia.

 

 

3. Gonzalo Anaya Santos: Aprender en libertad

 

Cuadernos de Pedagogía / No.286 / Diciembre 1999

 

Los acontecimientos que han marcado mi vida docente se agrupan en cinco etapas:

 

- Fui escolar en colegios de pago de mi ciudad natal, Burgos, desde el Parvulario hasta terminar el Bachillerato.

 

- Empecé con 18 años recién cumplidos a enseñar en escuelas mixtas de mi provincia. Descubrí el medio rural, me gustó enseñar y terminé sancionado.

 

- Durante casi diez años (1943-1953) enseñé como Licenciado en Filosofía y Letras en academias, preparando a alumnos, unos para examinarse como libres en los institutos y otros para el Examen de Estado. Fue una experiencia muy importante como docente de Enseñanzas Medias, sometido a la dura prueba de enseñar diversas asignaturas, algunas raras y otras difíciles: Latín, Griego, Filosofía y Alemán, y la preparación para el Examen de Estado.

 

- Durante veinte años (1953-1973) viví mi primera experiencia enriquecedora, al enseñar en la periferia española, en Galicia, con su lengua autóctona aún prohibida. A raíz de esto, empecé a amar la variedad de pueblos españoles. Y aprendí también, a pesar del libro de texto, a enseñar Filosofía en libertad, esta vez como catedrático de instituto y profesor numerario de escuelas de Magisterio (ambos centros femeninos, en los que fui también director) en Santiago de Compostela; en ellos enseñé Filosofía y Letras, Escuela Social, Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos; asimismo, realicé trabajos de Psicología Aplicada y diversos servicios de orientación profesional. Obtuve también en esta época el título de doctor en Filosofía, el diploma en Psicología y Psicotécnica, ambos por la Universidad de Madrid, y el diploma en Sociología de la Escuela de Trabajo Social. También publiqué por aquel entonces La depresión cultural gallega, El viaje de Luis Bello a las Escuelas de Galicia y El COU. Análisis de una experiencia. En 1968 obtuve una beca del ministerio para investigar sobre la orientación escolar en Francia, Bélgica, Alemania y Suiza. Antes de 1970 ya elaborábamos diferentes alternativas a la enseñanza e impugnamos la Ley General de Educación de 1970.

 

- Durante veintisiete años (1973-2000) he tenido la fortuna de vivir en Valencia la gran experiencia que supone esta difícil y compleja transición educativa. Como catedrático de escuela universitaria primero (1973-1984), y desde 1985, ya jubilado, como profesor emérito contratado hasta el año 2000. Imparto cursos de doctorado; represento a la universidad en el Consejo Escolar de la Comunidad, formo parte del Consejo Asesor de la Comunidad y del de la Revista de Educación; sigo impartiendo todos los años un curso en la Escola d´Estiu de Barcelona como socio activo de los MRPs. En esta etapa he publicado dos libros: Una ruptura en la enseñanza y Qué otra escuela.

 

Citaré tres libros emblemáticos, representativos de una amplia corriente de temática educativa y que resultaron básicos en mi formación docente. No se trata de un tipo de pedagogía bajo el que se oculta un adoctrinamiento vergonzante. Enseñar es comunicar un saber de calidad, y por tanto emancipador e ilustrado:

 

- El concepto cultural alfonsí, de Francisco Márquez Villanueva (Madrid, Mapfre, 1994). Representativo del saber de las tres culturas: cristiana, judía e islámica. En esta corriente se inscribe también la obra de Américo Castro y Juan Goytisolo.

 

- Las palabras y las cosas, de Michel Foucault (Madrid,Siglo XXI, 1968). Representa el saber desde una doble vertiente: respecto a las relaciones establecidas entre la arqueología del saber y la genealogía del poder; y, por otra parte, los tres saberes básicos, superadores de las asignaturas, sobre el lenguaje, la vida y la producción.

 

- La mentalidad ilustrada, de Francisco Sánchez-Blanco (Madrid, Taurus, 1999). La obra muestra que antes de que apareciera la influencia ilustrada francesa, en 1701, existía todo un pensamiento español ilustrado propio, antiescolástico, opuesto al que se enseña oficialmente en las universidades.

 

El gran reto educativo que nos aguarda es que aquella enseñanza que apareció primero como caridad cristiana en 1596, y que luego en 1812 se nos otorgó como beneficencia ilustrada y fue descubierta también por la Segunda República, por fin se haga realidad en una enseñanza educativa como derecho humano y reivindicada para aprender en libertad.

 

 

4.Gonzalo Anaya. Luchador por la democracia y la escuela pública

 

PILAR SANZ

Profesora de la Universidad de Valencia

(Al presentarlo en su conferencia con motivo de los 70 años de la Segunda República)

 

Es un motivo de gran satisfacción para nosotros tener de nuevo aquí a Gonzalo y cerrar con sus palabras este conjunto de actos de homenaje a la II República en su 70 aniversario, homenaje que en nuestra Escuela se ha centrado en las iniciativas y aportaciones que la II República realizó en materia educativa. Durante estos días hemos podido conocer y escuchar los testimonios de muchos de sus protagonistas: José Boquet, Guillermina Medrano, Emili Valls y muchos otros que nos han acompañado, nos   han hecho participes de sus reflexiones y nos han expresado sus vivencias, nos han acercado  al Instituto-Escuela, a la Institución Libre de Enseñanza, a la FUE.. Estos días los maestros a los que Manuel Rivas llama “las luces de la República” han iluminado con sus palabras las escuelas de aquellos años, para permitirnos verlas y entenderlas mejor. Gonzalo es también uno de aquellos maestros. 

 

Conocimos a Gonzalo en los años 70, cuando se trasladó a Valencia para ejercer su docencia en esta Escuela, en aquellos años en los que luchar por la democracia y la escuela pública eran inseparables.

 

Las enseñanzas de Gonzalo no caben en los muros de ninguna institución y nunca se limitaron a las aulas de esta Escuela, sus palabras  han viajado por todo el País, siempre ha estado disponible para asistir  a aquellos lugares que solicitaban su presencia : en los locales de los sindicatos y partidos, en las aulas de las escuelas e institutos, en las tertulias de la FUE y siempre, en todas y cada una de las Escoles d’Estiu que reúnen a tantos profesionales comprometidos con la enseñanza y que han sido el embrión de la Renovación Pedagógica.

 

Su presencia en lugares tan distintos y en tantas ocasiones nos hace a veces preguntarnos si no tendrás un doble, ¿ cómo puedes desarrollar tanta actividad ? pareces tú sólo una de aquellas Misiones Pedagógicas creadas por la República de las que habla Josefina Aldecoa en su “Historia de una maestra “.

 

Gonzalo nos va a hablar de la enseñanza que no pudo ser, Gonzalo es el testimonio vivo de aquella escuela comprometida con su tiempo, de aquella escuela que quería estar al servicio de sus  gentes, al servicio del mejor humanismo y crear así una nueva ciudadanía. 

 

Gonzalo queremos decirte lo que aprendimos de ti y contigo:

 

- Cuando decías la palabra maestro la decías con letras mayúsculas. Esta palabra no era una categoría administrativa, tu le devolvías su significado originario y le otorgabas su más alta dignidad.

 

- Cuando hablabas de las escuelas, entonces de EGB, nos obligabas a bucear en nuestra memoria de niños, nos obligabas a pensar en qué saber necesitan los escolares como seres humanos y no como futuros profesionales.

 

-Cuando con tu palabra y tus imágenes ( Gonzalo y el cine ) acudías a aquellos lugares que solicitaban tu presencia: partidos, sindicatos, AAVV, institutos, todas y cada una de les Escoles d’Estiu... nos estabas recordando que  el saber y el conocimiento cobran su mayor sentido cuando son compartidos.

 

Cuando oíamos hablar de ti a tus-nuestros alumnos nos transmitían como disfrutaban de tus clases magistrales, de tus magistrales clases en las que el saber no se parcelaba académicamente.

 

Fuiste burgalés de origen, gallego en Galicia y sin dejar de ser burgalés y gallego eres valenciano entre nosotros.

 

En fin Gonzalo, te volvemos a decir lo del principio. Te queremos, hemos aprendido de tí y contigo y conocerte  de cerca y ser tus compañeros y amigos ha sido un auténtico privilegio y un inmenso placer.

 

Compilado por:

Ruby Arbeláez López

Profesora UIS

 

 

 

 

 

 

 



* Profesora Universidad Industrial de Santander