Coevaluación: una nueva posibilidad para fortalecer la
educación a distancia
Autora: ANA CARMENZA BUITRAGO SANABRIA (1999)
La evaluación empleada como
criterio de medida de conocimientos a través de exámenes sigue arraigada en la
Educación Superior como hace siglos.
Este hecho refleja un estancamiento en el concepto, funciones y alcances
de la evaluación, a pesar del progresivo surgimiento a nivel mundial de varias
teorías, como la de Stufflebeam y Shinkfield[1]
que la definen como un proceso para obtener la información necesaria en la toma
de decisiones.
Las nuevas concepciones destacan la
función diagnóstica y formativa de la evaluación para formar personas
integrales con valores, habilidades de trabajo en equipo y conocimientos
específicos, autónomos, que piensan por sí mismas para su evaluación. Existen varias formas de evaluar, la
heteroevaluación, la autoevaluación y la coevaluación, esta última puede
convertirse en una posibilidad aplicada en la educación a distancia.
La filosofía de la educación a distancia hace énfasis
en el autoaprendizaje y la autoevaluación, pero en la actualidad el Instituto
de Educación a Distancia, INSED – UIS, aplica la heteroevaluación como medición
del aprendizaje centrada en los objetivos del tutor, por lo tanto se plantea la
coevaluación como proceso de dialogo y participación activa de los estudiantes,
tutores y los Círculos de Participación Académica y Social, CIPAS, ya que el
trabajo en equipo implica compartir saberes y responsabilidades para el logro
de un objetivo común.
Evaluación
de estudiantes de medicina en el área clínico quirúrgica
Autor: ROSENDO CASTELLANOS SUAREZ (1997)
La evaluación educativa
significa formular juicios de valor acerca de los procesos de formación de los
estudiantes y sirve para orientar las acciones educativas futuras. La evaluación a la cual nos referimos, es la
que hacemos en el ejercicio de la práctica social que llamamos educación
institucional, la que se da en las escuelas, en la universidad. La evaluación hace parte del proceso, para
valorarlo, analizarlo y mejorarlo; al hablar de proceso también nos referimos a
lo elaborado sistemáticamente en forma permanente.
La mayor parte de discusiones sobre evaluación giran alrededor de
problemas o experiencias surgidas en áreas o ámbitos diferentes a la educación
en medicina. Los educadores en medicina
hemos tardado en delimitar cuales son las formas, tendencias o estrategias de
evaluación propias de nuestra labor educativa, donde encontramos aspectos de
relación muy particular, diferentes en cuanto al mismo curriculo, estudiante,
profesor, aula, etc., haciéndose más evidente cuando el estudiante se encuentra
en áreas en las cuales hay contacto con la clínica (lecho de enfermo) y la
cirugía. El concepto de aula en la
facultad de salud incluye una diversidad de espacios (hospitales, quirófanos,
salas de parto, centros de salud de atención ambulatoria, etc.), donde se da la interacción entre profesores y estudiantes en
un contexto enmarcado por la presencia de relaciones de enfermedad y enfermo,
familiares y/o acompañantes, interacciones con grupos interdisciplinarios como
bacteriólogos, nutricionistas, bioquímicos, terapistas y enfermeros. También la legislación de salud vigente, la
Ley 100, influye en las relaciones existentes entre la universidad y los campos
de práctica (aulas) insertos en el sistema de Seguridad Social en Salud. La
amplitud de los factores
involucrados en el concepto de aula
influyen en la formación del estudiante en salud y en forma directa o
indirecta, contribuyen a su evaluación.
En esta monografía sugiero que el proceso de
formación del estudiante, sea el mayor componente en su evaluación. Distinguiendo como proceso los cambios o transformaciones
experimentados en quien conoce (proceso del sujeto), en lo que se conoce
(proceso del objeto) y en el contexto donde se lleva a cabo el aprendizaje
(proceso del medio), alcanzando una evaluación dinámica. Cada asignatura debe establecer en su
programa las rotaciones o ciclos, especificando en ellos sus contenidos y
propósitos generales, e igualmente los logros y competencias esperadas. Será el profesor orientador de cada rotación,
quien coordinará las formas evaluativas del proceso formativo y sumativo,
acudiendo a las tendencias evaluativas de heteroevaluación, coevaluación y
autoevaluación.
Autor: FRANCISCO FERNANDO NARANJO (2001)
La medicina interna es la
especialidad del cuidado primario que se encarga del diagnóstico y tratamiento
de todas las enfermedades no quirúrgicas del adulto. Se constituye en la puerta de entrada al área
clínica en la Universidad Industrial de Santander.
Históricamente siempre ha generado
problemas las diferentes metodologías utilizadas para evaluar esta área de la
medicina. Por ello, con base en la
teoría de competencias educativas, entendida esta como el conocimiento que se
expresa como un saber hacer o actuar frente a tareas que plantean exigencias
específicas y que supone conocimientos, saberes y habilidades que emergen en la
interacción realizada entre la persona y una determinada situación, se han
podido establecer una serie de competencias en medicina interna que deben ser
evaluadas en forma prospectiva durante todo el curso, propiciando espacios y
metodologías que permitan desarrollarlas.
Estas competencias son: juicio
clínico, conocimiento médico, destrezas clínicas, calidad humana,
profesionalismo, cuidado médico, comportamiento ético y moral.
Si bien no existe un modelo evaluativo perfecto, el
introducir esquemas por competencias, crea un ambiente nuevo, que permite
cambiar los espacios tradicionales, buscando valorar diversos tópicos, que
tienen como objetivo principal determinar si el estudiante aprendió durante el
curso de medicina interna para alcanzar el saber hacer.
Hacia
una metodología de evaluación en ciencias físicas aplicable al Instituto
Universitario de la Paz
Autor: JORGE ELIAS VIDAL (2000)
La ciencia es un cuerpo de
conocimientos sobre la naturaleza que representa los esfuerzos, el
discernimiento, la perspicacia, los descubrimientos y el saber que en forma
colectiva ha desarrollado la especie humana; entre estos conocimientos, la
física es la ciencia básica, es la base de la química, la biología y de todas
las disciplinas científicas. Por esta razón, es importante proponer una
reflexión que fortalezca y soporte el quehacer docente en esta disciplina.
El carácter polisémico del término
evaluación, su variedad de significados y situaciones sociales en el cual es
utilizado y el peso cultural de su uso, hace que encontremos definiciones
convergentes, divergentes y complementarias.
De ellas hemos tomado la evaluación como el conjunto de actuaciones
mediante las cuales es posible ajustar progresivamente la ayuda pedagógica a
las características y necesidades de los alumnos, o determinar si se han
cumplido, y hasta que punto, las intenciones educativas que hay en la base de
esta ayuda pedagógica.
La evaluación hace parte del proceso de enseñanza –
aprendizaje, y su aplicación en las diferentes ciencias físicas, requiere una
valoración de entrada, y la utilización de diferentes estrategias de
implementación y evaluativas, que deben ser diseñadas en conjunto con la
programación del semestre académico. La presentación de herramientas
evaluativas debe enfocarse al desarrollo conceptual, donde las fórmulas son
guías empleadas para razonar.
Evaluación
por competencias de las prácticas clínicas
Autora: FLORANGELA SANDOVAL DIAZ (2000)
En la labor pedagógica una
de las grandes dificultades ha sido transformar el método tradicional de
aprendizaje memorístico, mecánico, de repetición de contenidos y envuelto en un
autoritarismo donde el docente sigue ejerciendo su poder, por un modelo de
construcción del conocimiento que tenga sentido para sus autores y favorezca el
aprendizaje significativo. Para alcanzar
tal efecto se hace necesario partir de la relación entre la teoría y la
práctica, consideradas como una unidad, que permita desde las asignaturas
cátedra a través de la resolución de problemas, una primera interacción que
favorezca las transformaciones conceptuales del estudiante y se continúe en la
práctica clínica frente a casos reales, propiciando el aprendizaje
significativo.
Así mismo, se considera necesario
hacer una reflexión del proceso evaluativo que promueva la formación integral
del estudiante, donde el docente de manera permanente lo oriente y acompañe en
la construcción de significados, logre tener claridad sobre cuáles son los
criterios a tener en cuenta para su adecuada realización, de tal forma que
permita el énfasis, la reflexión y la transformación de conocimientos,
habilidades y actitudes que fortalezcan el ser, el saber y el hacer, mejorando
la convivencia dentro de su entorno.
Una evaluación por competencias resulta ser la forma
más cualificada de valorar el desempeño de los estudiantes en las prácticas
clínicas, ya que permite entender, interpretar y valorar toda su acción frente
a un contexto determinado. Así mismo,
ofrece puntos de referencia más acertados para emitir juicios de valor, que
permiten comprobar si los resultados obtenidos son coherentes con los objetivos
propuestos; de esta forma se garantiza en el estudiante un aprendizaje
significativo y una mejor formación como ser humano haciéndolo más competente
dentro de su contexto sociocultural.
El poder oculto de la evaluación
Por MARTHA ISABEL HERNÁNDEZ S. (1999)
La evaluación educativa en el ámbito universitario colombiano ha sido
un tema sobre el que poco se ha reflexionado, aunque se reconoce su gran
importancia dentro del proceso enseñanza-aprendizaje. Adicionalmente, la evaluación se encuentra
inmersa dentro de las prácticas de poder, explícitas u ocultas, que caracterizan
las relaciones entre docentes y estudiantes, afectando así el desarrollo del
proceso educativo.
El poder en la práctica educativa se ejerce en forma oculta a través de
la disciplina y los exámenes, tal como lo menciona Foucault¹
en su libro Vigilar y Castigar; de forma similar, en la educación universitaria
se considera al examen como la principal y única herramienta válida para
evaluar y medir los conocimientos de los estudiantes, al igual que se hacía un
siglo atrás, con el surgimiento de las primeras escuelas.
Aunque el concepto de evaluación ha progresado en forma dinámica, así
como lo menciona Stufflebeam y Shinkfield²,
existen varios enfoques, entre ellos: Evaluación por objetivos, como toma de
decisiones, holística y la orientada hacia el consumidor, los cuales integran
las dimensiones cognitivas, afectivas y sociales, convirtiendo la evaluación en
un proceso de retroalimentación que favorece el aprendizaje integral. Lo anterior contrasta con las prácticas
evaluativas en el Instituto de Educación a Distancia (INSED-UIS), en donde se
considera evaluar como sinónimo de examen o medición de conocimientos.
Detrás de todas estas prácticas evaluativas autoritarias hay toda una
concepción del conocimiento como hecho acabado, estático, ahistórico, al igual
que del mundo y la sociedad. La
evaluación reducida a notas o calificaciones, convierte a la Universidad en un
lugar de paso que no transforma internamente las actitudes hacia la ciencia y la
cultura, además es un espacio que permite la inequidad pues los docentes
detentan al máximo el poder que les confiere la autoridad para evaluar,
calificar, castigar y premiar a los estudiantes, quienes a su vez, crean
mecanismos de supervivencia académica tales como la trampa.
Durante la aplicación de los exámenes, es evidente el poder que ejerce
el docente al asumir una actitud policiva: boca y cejas rectas, rostro
tensionado, brazos atrás y mirada vigilante, generando así más temor y angustia
entre los estudiantes quiénes deben permanecer inmóviles y sumisos en sus
sillas.
Posterior a los exámenes, el docente sigue detentando su poder a través
de la autoridad para calificar con base en sus criterios personales, pues
evaluar es una actividad humana no neutral, tal como lo menciona Bustamante y
Pérez³ al cuestionar la objetividad de los
docentes, que poseen una serie de valores personales, institucionales y
sociales de acuerdo con su contexto, y que generalmente son diferentes a
aquellos de los estudiantes que evalúa.
La evaluación debe ser formativa, por lo tanto urge
iniciar un proceso de cambio en el actual enfoque evaluativo de medición en el
INSED-UIS, buscando la evaluación integral en las dimensiones cognitivas,
afectivas y sociales, que promuevan realmente el autoaprendizaje básico en esta
modalidad de educación.
[1] STUFFLEBEAM, Daniel y SHINKFIELD, Anthony. Educación
Sistemática: Guía teórica y práctica. 2a. ed. Barcelona: Paidos, 1993.
¹ FOUCAULT, Michel. Vigilar
y castigar: Nacimiento de la prisión. 18 ed. México: Siglo XXI, 1990.
² STUFFLEBEAM, Daniel y SHINKFIELD, Anthony. Evaluación sistemática:
Guía teórica y practica. 2a. ed. Barcelona: Paidos, 1993.
³ BUSTAMANTE, Guillermo y
PÉREZ, Mauricio. Evaluación escolar ¿Resultados o procesos? Bogotá: Magisterio, 1996.