ETICA. EXCELENCIA Y CALIDAD TOTAL

 

ANGEL RIBES PONS

Departamento de Dirección de Empresas.

Profesor Titular de Economía de la Empresa. (Universidad Valencia). IESE, PDE (1970). Ha sido Gerente de Información Comercial Española, Subdirector de Heller Factoring. Consejero Delegado de Serviauto. Asesor de Empresas. Ha publicado ''El Factoring y las realidades económicas'' y diversos artículos.

 

RESUMEN

           En el contexto empresarial, Etica, Excelencia y Calidad Total son conceptos estrechamente relacionados. La Excelencia y la Calidad Total son pretensiones óptimas que deberán ser el resultado de actuaciones éticas globalmente acertadas. De no ser así, la excelencia y la calidad que se logren serán triviales.

           Para efectuar pronunciamientos éticos en las empresas esto es, de si son más o menos acertadas las actuaciones de ella y en ella, se precisarán juicios de síntesis que tomen en consideración el mayor número posible de consecuencias.

           Ofrecemos en este artículo un nuevo enfoque de la Etica Empresarial con la explicación de unos conceptos básicos que nos permitirán formular mejores juicios al respecto

ABSTRACT

           Ethics is the art of good living. That is why it is such an important subject. In order to make sound ethical judgements about business operations, we need to take into account all the possible aspects of each decission and the points of view of every person involved.

            In business, Ethics, Excellence, and Total Quality are interconected and very closely related. To persue Excellence and Quality without paying attention to Ethics ends up in failure.

           In this article we provide a new ethical perspective in wich they are of paramount importance the tenents of the culture of the firm we consider what we call ''the collective behavior guidelines''. This aspect ought to be taken into account to achieve sound ethical judgements.

 

 

INTRODUCCION

 

En el contexto empresarial, Etica, Excelencia y Calidad Total son conceptos estrechamente relacionados. La Excelencia y la Calidad total son ideales que pretender mediante actuaciones acertadas y correctas. Lograr este tipo de actuaciones es el objeto de la Etica, el arte del bien actuar desde el punto de vista global. Pretender la Excelencia y la Calidad Total sin tomar en consideración la Etica es un querer hasta cierto punto trivial.

 

Desde tiempos recientes, la empresa se estudia frecuentemente con enfoques generales: Excelencia, Calidad Total, Etica. Antes era habitual estudiar aspectos parciales que luego se integraban en el management. Con aquel modo se percibía menos el conjunto empresarial.

 

Entenderemos por Etica Empresarial un arte, esto es, un conjunto de conocimientos teóricos y prácticos, experiencias y destrezas, que nos permitirán actuar en la empresa y desde ella del modo más conveniente para los afectados: actores y receptores en el sentido más universal.

 

Desde sus orígenes, la Etica versó principalmente sobre comportamientos individuales. Existe para ello una formulación conceptual y terminológica muy elaborada. Para juzgar los comportamientos grupales se recurre con frecuencia a dicha formulación que resulta poco expresiva para este fin.

 

Tres motivos, entre otros, son causantes de que no se disponga en la actualidad de una Etica Empresarial más desarrollada:

 

a - Que las organizaciones empresariales adquieren gran relevancia en tiempos recientes.

 

b - Que la actual gestión de las empresas, a diferencia de antaño, implica más a sus componentes y se toman decisiones mediatizadas por ellos. Se requieren por tanto enfoques más grupales.

 

c - Que los juicios éticos solo tienen sentido para sujetos libres, y puede quedar confusa la capacidad de elegir (libertad) de esas personas grupales que tienen modos diferentes a las individuales de conocer, querer y pronunciarse.

 

En consecuencia, la realidad empresarial es hoy muy compleja. Sus actuaciones merecen apreciaciones éticas específicas para mejorar con ello la calidad global y la calidad de vida de muchas personas implicadas, pues parte de los desórdenes empresariales y sociales son debidas a ese desentendimiento ético de las organizaciones cada vez más numerosas y omnipresentes.

 

Supuesta la posibilidad y conveniencia de formular una peculiar ética empresarial que beneficie la gestión excelente y la calidad total, convendrá tomar en consideración que el fin específico de las organizaciones empresariales, su razón de ser, es satisfacer necesidades mediante la prestación de bienes y/o servicios. Estas prestaciones, cuando de empresas mercantiles se trata, reportan satisfacción a los clientes, retribución a los accionistas, remuneración a los trabajadores, ingresos a los proveedores e impuestos a la sociedad en general; pero una prosecución inadecuada de estos fines puede originar perjuicios, más o menos graves en estas u otras realidades implicadas. No obstante, podemos afirmar que cuanto mayores logros se alcancen en las magnitudes referidas sin ocasionar detrimento en las restantes, más éticos, excelentes, y de calidad, serán sus comportamientos; y es un error muy común pretender maximizar alguno de aquellos aspectos sin tomar en consideración el efecto negativo que originan en otros que, siendo o no ajenos al fin específico de la empresa, pueden ser de mayor relevancia existencial: la salud de los trabajadores, por ejemplo.

 

Con los supuestos referidos, para formular un juicio ético acerca de las actuaciones en y desde la empresa, procederá tomar en consideración las repercusiones que aquellas tengan en el mayor número de realidades, estableciendo la debida prelación. Se requerirá un juicio de síntesis, que tome en cuenta muchas variables para pronunciarse afirmativa o negativamente respecto a la conveniencia de la acción. Este juicio tan universal precisará de una percepción intuitiva ilustrada con apreciaciones racionales, afectivas, empíricas, y de experiencia ''histórico grupal'', pues muchas consecuencias desbordan la experiencia y la capacidad perceptiva de un individuo durante toda su vida. Naturalmente, a todo ello deberán unirse las vigencias de la Etica clásica.

 

Esbozado el método a seguir y habida cuenta de que la Etica Empresarial se refiere a actuaciones empresariales, esto es, a actuaciones en y de organizaciones que, mediante el trabajo grupal, satisfacen necesidades humanas, para mejor formular apreciaciones éticas, de excelencia, y de calidad, convendrá conocer lo mejor posible estas realidades y también las ''Pautas de comportamiento'' que son la explicitación operativa de la Cultura Empresarial que es una interpretación antropológica de la empresa.

 

Así pues, a continuación trataremos sucintamente estas cuestiones:

+El hombre

+Las necesidades del hombre

+Acerca de cómo procura el hombre resolver sus necesidades

+El trabajo individual y grupal

+Las organizaciones. Instrumentos del trabajo grupal

+La cultura de la empresa y las pautas de comportamiento

 

Estos conceptos bien entendidos, facilitarán la Gestión Excelente y la Calidad Total.

 

EL HOMBRE

 

En el fondo de toda apreciación ética, no puede ser de otro modo, hay una concepción antropológica. Para saber qué es ético, qué beneficia o perjudica al ser humano, lo primero y radical es saber quién y cómo es el hombre.

 

La ciencia económica clásica partió del supuesto según el cual el factor determinante del ser humano era el económico. Al hombre así descrito le llamó ''homo oeconomicus''. Esta apreciación reductiva, aunque metodológicamente útil para estudiar los comportamientos macroeconómicos, llevaba en sí un desenfoque ético por cuanto este supuesto no permitía tomar en consideración variables humanas ''no económicas''. El mismo supuesto se utilizó posteriormente para el estudio de las organizaciones empresariales, y pronto se constató que no era adecuado, pues para ello se requería apreciaciones más completas del hombre.

 

Convendrá advertir que cualquiera sea la descripción del hombre que utilicemos, siempre será incompleta, pues se trata de la realidad más compleja de cuantas han sido creadas y es por ello inefable. No obstante, y siendo necesario partir de una, formulamos aquella que creemos más oportuna expresando las cualidades que le son más relevantes. Diremos que el hombre es un animal racional, afectivo, pneumónico, altérico, libre, trascendente y con la mayor dignidad. Utilizamos estos términos según su común acepción, aunque con matices. Por libre no entenderemos autónomo sino ser capaz de escoger y lograr lo mejor para sí con conocimiento de causa. Por trascendente queremos poner de manifiesto sus capacidades ''ad extra'' (actuar, crear, causar, influir,...). Por pneumónico pretendemos dar noticia de su aspecto inmaterial y como consecuencia de ello su pervivencia más allá del espacio y del tiempo. Y por altérico, que su naturaleza no es meramente individual sino también grupal, y que por tanto influye y es influido por otros, goza y sufre con otros (se compadece, se congratula). Debemos prestar especial atención a las condiciones altérica y trascendente porque nos ayudarán a entender mejor el ''trabajo'', ya que por ser el hombre, parafraseando a Ortega, ''él y sus circunstantes'', estas cualidades pondrán de manifiesto su condición ''relacional'', su ''ser con'', que nos ayudará a entender, y en su caso a corregir, comportamientos individualistas, no cooperativos, insolidarios, violentos, competitivos en demasía, que originan graves perjuicios en las personas y en las organizaciones.

 

LAS NECESIDADES DEL HOMBRE

 

Partiendo de la descripción formulada (animal racional, afectivo, pneumónico, altérico, libre, trascendente y con la mayor dignidad), podemos considerar sus necesidades en función de cada uno de estos aspectos, y evidenciar que el hombre tiene necesidades derivadas de su condición más genérica, la animalidad, pero también de entender y saber (racional), de ser estimado (afectivo), espirituales (pneumónico), de otros pero que le atañen (altérico), de no sentirse determinado (libre), de realizarse con resultados manifiestos (trascendente), de autoestima positiva e insaciable (por su dignidad). Esta relación no agota las necesidades humanas que son infinitas, pues el hombre es ''la necesidad absoluta'' que solo podrá ser y sentirse satisfecha mediante logros absolutos.

 

Las referidas necesidades son aspectos formalmente diferentes de una única realidad unitaria que requiere por ello ser tratada desde un enfoque global, ético, que tome en consideración todos y cada uno de los aspectos con la jerarquía debida, a fin de que la satisfacción inadecuada de uno no comporte el perjuicio de otro de mayor valía. Como cuando por satisfacer el apetito provocamos una indigestión.

 

Las necesidades humanas han sido frecuentemente estudiadas por las ciencias empresariales desde su aspecto motivacional, pues toda necesidad tiene en sí una causalidad final de la acción que llamamos motivo. De ordinario, aquellos estudios pretendían instrumentalizar las necesidades a fin de incrementar la productividad. Nuestra pretensión no es la misma. Nosotros queremos conocer mejor las necesidades para con ello explicar mejor los comportamientos y propiciar la realización de las organizaciones, es decir, que sean capaces de hacer realidad lo mejor de sí mismas.

 

Para completar nuestra explicación sobre las necesidades, recurriremos a la agrupación que utiliza el modelo antropológico de Peréz López, (1993). Y que, matizaciones aparte, por incluir las motivaciones trascendentes, supuso un avance extraordinario respecto a los modelos precedentes. Este autor, aunque no explicita las necesidades como antes las he referido, las supone así en gran medida, por ello su modelización al respecto, aunque repito, con matices, es de utilidad para nuestros propósitos. Peréz López divide las necesidades en tres grupos: extrínsecas, intrínsecas y trascendentes. Por extrínsecas entiende aquellas que se satisfacen mediante realidades externas. Por intrínsecas, aquellas que se satisfacen ''desde uno mismo''. Y por trascendentes, las que tiene el propio individuo pero que se satisfacen cuando se solventan necesidades de otras personas afines en más o en menos. Estas últimas se ponen de manifiesto cuando sentimos la necesidad de tener a nuestra familia con las necesidades cubiertas o cuando constatamos que no podemos ser felices rodeados de desgraciados. Las necesidades trascendentes son las que pueden dar más sentido a nuestros trabajos, y las que por no ser tan egocéntricas más pueden cohesionar, dar unidad y consistencia a la organización, siempre y cuando las otras (extrínsecas e intrínsecas) hayan sido atendidas en lo esencial.

 

El ser humano tiene necesidades -siente carencias- de los tres tipos: extrínsecas, intrínsecas y trascendentes. Su vivir es una continua pretensión de satisfacerlas, y puede suponer que el dinero las resuelve todas. Probablemente con dinero se solventen las que llamamos ''primeras'', aunque siempre pretenderá encontrarles mejor solución, pues siempre habrá aspectos mejorables de salud -física o síquica-, de limitaciones - espacio y tiempo -, de pretensiones y rechazos - placer y dolor -, de poseer y gozar; pero las que resultarán muy insatisfechas con solo dinero son las afectivas, las pneumónicas, las altéricas, las de libertad, las de trascendencia y las de dignidad. Y que de algún modo podemos considerar más excelentes.

 

Las necesidades trascendentes, las que se proyectan en otros, dan mejor respuesta a la voluntad de sentido, según la terminología de V. Frankl, para quien el ser humano además de tener voluntad de placer (Freud), y de poder (Adler), necesita conocer la razón de su vivir, que tal y como hemos advertido, también es altérico, no termina en sí mismo.

 

Así pues, para comprender mejor las empresas y sus actuaciones, conviene tener clara noción de todas estas necesidades que están siempre más o menos explícitas en la dinámica de todos sus comportamientos.

 

ACERCA DE COMO PROCURA EL HOMBRE RESOLVER SUS NECESIDADES

 

Hemos efectuado una aproximación a qué es el hombre y a cuáles y cómo son sus necesidades. Veamos ahora: ¿Cómo procura, de ordinario, resolverlas?.

 

Las personas tratan de resolver sus necesidades por muy diversos modos que generalmente, por no decir siempre, comportan trabajo y, cada vez más, el recurso a las organizaciones.

 

EL TRABAJO INDIVIDUAL Y EL GRUPAL

 

Por trabajo entendemos toda actividad humana, agradable o desagradable, que resuelve necesidades, propias o ajenas, materiales o espirituales, manifiestas o no. Salgo al paso de un parecer generalizado según el cual para que una actividad sea considerada ''trabajo'' tiene que resultar desagradable. Satisfacer una necesidad aunque requiera esfuerzo, siempre complace, y las complacencias que comportan algunos trabajos pueden hacer insignificantes los esfuerzos requeridos.

 

Los modos de trabajar han evolucionado a lo largo de la historia. En la antiguedad la vida era muy autárquica, cada uno resolvía por sí sus necesidades, a lo sumo, con la colaboración de los suyos. Poco a poco y al entrar los individuos en mayor convivencia, se fueron generando las profesiones. Este proceso tuvo un gran impulso con el nacimiento de los burgos. Las familias dejaron de ser autosuficientes en muchas cosas, y recurrieron de modo más habitual a carpinteros, tejedores, panaderos, curtidores, molineros, etc. en tanto que la mayoría se dedicaba a lo más suyo, que solía ser la agricultura.

 

Posteriormente, desde los inicios de la que denominamos Edad Contemporánea, se establece un nuevo orden socioeconómico. Se genera una nueva sociedad en la que el ''trabajo profesional'' es prácticamente sinónimo de trabajo y, cada vez más, se entiende por ''trabajo'' aquella actividad correlacionada con la contraprestación dineraria. Esto fue a más con la Revolución Industrial y con la ''empresa moderna''; desde entonces el maquinismo y la producción en serie generalizaron el que ahora llamaremos ''trabajo grupal''.

 

Así pues, en nuestro modelo distinguimos tres tipos de trabajo:

El trabajo en general: toda actividad que se realiza para solventar necesidades propias o ajenas.

El trabajo profesional: aquella actividad que se realiza para resolver necesidades ajenas, y por la que se percibe a cambio una contraprestación con la que resolvemos necesidades propias.

El trabajo grupal: aquel trabajo realizado por un conjunto de personas que al generar sinergias es más eficaz y/o permite resolver necesidades que mediante el trabajo individual son inasequibles.

 

El trabajo ''profesional'' y el ''grupal'' ponen más de manifiesto las connotaciones altéricas y trascendentes que todo trabajo tiene, y fácilmente podemos colegir que estas modalidades de trabajo (profesional y grupal) serán tanto más valiosas cuanto más y mejor satisfagan las necesidades extrínsecas, intrínsecas y trascendentes de sus destinatarios y de los trabajadores que las realizan. Buscar el engarce y la jerarquía de todas y cada una de las necesidades implicadas requiere de una apreciación global de la realidad y guardar el orden conveniente de prelación de las necesidades afectadas. De lo contrario, podemos satisfacer unas, en perjuicio de otras, incluso de mayor nivel. Esta visión de globalidad y jerarquía es propio de la Etica, por lo que toda tarea directiva necesariamente tiene que hacerse desde un enfoque global, desde un enfoque ético.

 

El trabajo grupal toma cada día más protagonismo. Es, con mucho, la modalidad de trabajo que resuelve mayor número de necesidades y merece por ello particular atención. Si lo tratamos indebidamente se originarán graves perjuicios. Urge pues un juicio ético, de globalidad, respecto al trabajo grupal.

 

LAS ORGANIZACIONES. INSTRUMENTOS DEL TRABAJO GRUPAL

 

El trabajo grupal lo realizan ordinariamente las organizaciones. Entendemos por tales, las agrupaciones humanas con una fórmula de coordinación de las actuaciones individuales. Las organizaciones se constituyen con la pretensión de satisfacer alguna necesidad. Cuando entre las pretensiones figura el ánimo de lucro, se denominan empresas mercantiles. Por ser estas las grandes protagonistas de nuestra sociedad, conviene conocerlas lo mejor posible.

 

En adelante, y para dar mejor noticia de las organizaciones, seguiremos, a nuestro modo, la formulación de Peréz López (1993) en aquello que consideramos oportuno. En su modelo llama ''misión externa'' de la organización el generar bienes, servicios, o su contraprestación dineraria. Ello interesa a todas las personas que la constituyen y/o se adscriben a ella, pero no a todos les importa por igual, pues las razones de promoción, o de adscripción, son diferentes. Con todo, el que forma parte de una organización aporta algo y recibe algo de ella. Sus elementos esenciales son: personas, necesidades, y una fórmula de coordinación de actuaciones para satisfacer necesidades.

 

Toda Organización precisa la formulación de unos objetivos, y que los componentes los conozcan, los quieran y puedan alcanzarlos. A estas cuestiones responden las que llamamos tareas del directivo: formulación del propósito, comunicación de él, y motivación. Un análisis de las referidas tareas pone en evidencia las múltiples interdependencias entre estos niveles. Para su mejor explicitación y tratamiento se hace necesario recurrir a modelos que el autor clasifica en tres grupos: mecánicos, orgánicos, y antropológicos.

 

Los modelos mecánicos consideran la organización como si se tratase de una simple máquina. Son los más simples y se limitan a hacer aprecio de las relaciones elementales y las motivaciones extrínsecas (aquellas que se satisfacen mediante logros externos).

 

Los modelos orgánicos consideran la Organización como algo más complejo que una máquina, como un organismo biológico. En estos se va más allá de las relaciones elementales y las motivaciones extrínsecas. Se aprecia la organización desde supuestos subjetivos y motivaciones intrínsecas.

 

Los modelos antropológicos consideran la organización como una realidad más compleja que las antes mencionadas, y que no solo toma en consideración las motivaciones extrínsecas e intrínsecas, sino que además considera las trascendentes (aquellas que se satisfacen cuando se solventan necesidades de otros).

 

En los modelos técnicos se contemplan las cosas que se hacen y cómo se hacen, con apenas aprecio de quién las hace y para quién se hacen. En los orgánicos se contemplan con mayor atención a quienes las hacen, y en los antropológicos se considera con particular cuidado, el ''para quién'' se hacen. Esta última apreciación es la que da más sentido (intencionalidad) a la acción humana, y explicita unos valores con los que se puede integrar mejor a un grupo de personas. Las organizaciones tratadas con enfoques antropológicos, tienen unas pretensiones que pueden ser más fácilmente compartidas, y permiten por ello que los individuos que las componen se identifiquen más estrechamente con el grupo.

 

De los tres modelos tipificados, el modelo antropológico es el que merece una mayor atención. Este modelo supone que la organización se interesa no sólo por la eficacia y la atractividad -la complacencia por el trabajo efectuado-, sino también por la unidad e identificación de sus miembros con los objetivos de la organización pretendiendo un sentido lo más unitario posible para todas las acciones de sus componentes y partícipes. Este modelo contempla las organizaciones a través del esquema básico constituido por la misión externa, la misión interna, y los valores de la dirección.

 

Por misión externa el modelo antropológico entiende aquellas realizaciones que satisfacen las necesidades que constituyen la primaria razón de ser de la organización, y la cumple mediante los productos y/o servicios que produce para los clientes y por las contraprestaciones para los restantes componentes y partícipes. La primera condición que ha de cumplir esta misión es que la satisfacción de esas apetencias no sea obstáculo para la satisfacción de otras más valiosas.

 

Por misión interna este modelo entiende aquella que pretende satisfacer las necesidades de los componentes y partícipes en tanto que ejecutores de los productos y/o servicios necesarios para el logro de la ''misión externa''.

 

Así pues, la misión externa da respuesta a los motivos extrínsecos y la misión interna, a los intrínsecos y trascendentes. Atender la misión interna es conveniente para el mejor cumplimiento de la externa (eficacia), pues un directivo que tomase sólo en consideración la eficacia inmediata (misión externa), dejando de ''invertir'' en los planos más hondos de la motivación individual que tan decisivos son a largo plazo, sería un directivo que arriesgaría con ello el futuro de la organización.

 

La aplicación oportuna y concreta de estas misiones es difícil. Sin embargo, se quiera o no, al tomar decisiones, se está siempre apuntando hacia una síntesis entre el logro de la misión interna y de la externa. La calidad de esta síntesis viene determinada por el último concepto del modelo: los Valores de la Dirección.

 

Toda decisión empresarial supone perseguir en más o en menos, y según una determinada jerarquía, unos objetivos que implican unos valores. Aunque las personas que deciden no sean conscientes, esos valores serán objeto de interés por parte de los afectados y, por ello, la prueba definitiva de la calidad de los ''valores de la dirección'' será su contribución al crecimiento de la unidad de la organización (consistencia). De hecho, una función principal del líder es la de perseguir unos valores que unifiquen y cohesionen la organización. Y ello dependerá en gran medida de lo acertados que sean los valores perseguidos por quien lidera. Algo sobre lo que la perspectiva Ética tiene mucho que decir.

 

Estos ''Valores de la dirección '' incluyen:

a. Lo que los partícipes de la organización entienden por necesidades cuando deciden.

b. La jerarquía que dan a cada una de esas necesidades al decidir cuál se sacrifica y en qué grado para satisfacer otra u otras.

 

Las decisiones del directivo tendrán consecuencias en la eficacia, en la atractividad y en la unidad -cohesión-. Pueden ser positivas en uno y negativas en otro u otros. Y es misión básica de los directivos el ponderar adecuadamente tanto las consecuencias económicas como las sicológicas y las sociológicas de cada decisión. De no hacerlo así, sus decisiones comprometerán negativamente la existencia de la empresa, a corto o a largo plazo. La percepción unitaria de estas dimensiones comporta un juicio de globalidad, un juicio ético que tendrá repercusiones económicas, sicológicas y sociológicas.

 

LA CULTURA DE LA EMPRESA Y LAS PAUTAS DE COMPORTAMIENTO

 

Veamos, finalmente, los últimos conceptos apuntados y de los que una buena inteligencia nos permitirá efectuar mejores apreciaciones éticas: la cultura empresarial y en particular uno de sus componentes, ''las pautas de comportamiento''.

 

Por cultura empresarial, el modelo Ribes Hankins (HDBR nº 79) entiende: ''Una realidad informante de la organización empresarial, que está integrada por un conjunto articulado de creencias, querencias, pautas de comportamiento, y medios, que comparten sus componentes''. Mediante su Cultura, las empresas se identifican y se relacionan; se integran y se entienden; y desde ella, valoran y jerarquizan las múltiples situaciones que el entorno les presenta, pudiendo así darles respuestas adecuadas y coherentes.

 

Es, pues, la cultura empresarial una expresión antropológica de la organización que en tanto que ''persona grupal'' admite el juego de la libertad en sentido análogo, y permite, por ello, apreciaciones éticas referidas al todo unitario. Las empresas desde esta formulación admiten pronunciamientos éticos que resultarían difíciles por no decir imposibles, si se considerasen como máquinas o como vivientes inanimados (modelos mecánicos y orgánicos).

 

Según el enfoque cultural, lo definitorio de toda organización son sus querencias (conjunto de pretensiones que fundamentan sus actuaciones y la adscripción e integración de sus componentes). Vienen éstas formuladas desde las necesidades, y su fundamentación dependerá de las que denominamos creencias (conjunto de supuestas verdades que comparten los miembros de una organización, y que utilizan para comprender y actuar sobre las realidades, internas y externas). Unas y otras condicionan las pautas de comportamiento (lo que implícita o explícitamente prescribe un modo de actuar, bien porque se ''debe hacer'', bien porque así ''se ha venido haciendo''). Y estas son las que procede cuestionarse en primer lugar desde un punto de vista ético, aunque generalmente analicemos actuaciones concretas, no reiteradas, pues basta un solo proceder equivocado para que se originen perjuicios que pudieran ser graves porque generan precedentes y efectos desmotivadores difíciles de restaurar.

 

Son las pautas de comportamiento lo más expresivo de la ética de una empresa, de aquí que con frecuencia se postulen códigos de conducta como paradigmas éticos. Y que son, sin duda, una aproximación.

 

CONCLUSIONES

 

Concluiremos este nuevo enfoque de la Etica Empresarial diciendo:

 

Que se puede predicar la ética de una organización empresarial en tanto que como persona grupal es analógicamente libre (capaz de escoger y lograr lo mejor para sí con conocimiento de causa), con una libertad modalmente distinta de la individual, por lo que su ética, la lógica de su libertad, también será modalmente diferente.

 

Que una empresa merecerá mayor aprecio en la medida en que consiga para sus componentes y partícipes un conjunto más valioso de logros extrínsecos (dinero), intrínsecos (autoestima, realización, progreso personal, reconocimiento, gratitud, unidad) y trascendentes (satisfacción de los demás).

 

Que las actuaciones empresariales, en y desde la empresa, si son desacertadas, originarán en los principales responsables y en quienes pertenecen a la organización unos síntomas tópicos de culpabilidad y vergüenza. Ambos, aunque compatibles, son, cada uno de ellos, más propios de la macrocultura Occidental y Oriental respectivamente.

 

Que quienes integran una empresa y participan de ella (dueños, trabajadores, clientes, proveedores y sociedad en general) harán siempre aprecio ético de sus comportamientos y en función del acierto o desacierto de sus actuaciones, se generarán en ellos reacciones y respuestas positivas y negativas del siguiente tenor:

 

Alegría, autoestima, confianza, cooperación, creatividad, eficacia, fidelidad, gratitud, identificación, lealtad, motivación, satisfacción, seguridad, serenidad, tranquilidad, unidad, ........

 

Autodesprecio, culpabilidad, desconfianza, desmotivación, división, inhibición, inquietud, inseguridad, miedo, pesimismo, recelos, rechazo, remordimiento, tristeza, venganza, vergüenza, .............

 

En definitiva, para que una empresa tienda a la Excelencia y a la Calidad Total, todos sus comportamientos deberán pretender ser éticos, tender a la perfección, ajustarse a pautas paradigmáticas con la pretensión de que la ''suma cualitativa'' de todos sus efectos tienda al máximo deseable.

 

BIBLIOGRAFIA

- Frankl, Viktor E. ''El hombre en busca de sentido''. Barcelona. Herder. 1996

- Pérez López, J.A. ''Fundamentos de la dirección de empresas''. Madrid. Rialp. 1993

- Ribes Pons, Angel. ''La cultura de la empresa: cómo actuar en ella y desde ella'', en Harvard Deusto Business Review. nº 79, Julio-Agosto 1997. Pags. 42-47