La capital de Dinamarca es una ciudad llena de vida en la que viven un millón y medio de personas. Es también la ciudad de las tecnologías más avanzadas, del diseño de vanguardia, del orden social y de la cultura refinada. Aunque fue fundada en 1167 y los cuernos vikingos estén expuestos en el Museo Nacional, aquí no hay monumentos antiguos. Los incendios de 1728, 1795 y 1801 y el devastador bombardeo inglés de 1807 los hicieron desaparecer. No obstante, quedan algunos signos dejados por el rey Christian IV (1588-1648), que ordenó construir en la capital la Bolsa, la Torre Redonda y el castillo de Rosenborg. Llama la atención la sencillez, el dinamismo y la amabilidad de la gente que transita por el Strøget, la zona peatonal más extensa del mundo. Los daneses no se dejan arrastrar por ritmos frenéticos: saben disfrutar de la lectura, de la decoración de la casa, de la música, del teatro, o de un dulce, paladeado a la luz de las velas. Visitar Copenhague no significa limitarse a admirar la belleza de su centro histórico, sino también a conocer sus extraordinarios alrededores aprovechando la magnífica red de transportes colectivos..
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