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El objetivo que propone este ensayo consiste
en presentar la estructura interna de la obra de Kierkegaard
y ofrecer claves de comprensión de su estrategia comunicativa.
Se puede considerar, pues, este libro, como una introducción
a la lectura de Kierkegaard, cuyo fin no consiste, ni mucho menos,
en suplir la lectura del escritor danés, sino todo lo
contrario, en propiciarla, sugerirla, o mejor dicho, en generar
una cierta voluntad de lectura en el lector. Es muy probable
que cuando el lector lea o relea, de nuevo, a Kierkegaard después
del contacto con este ensayo, tenga la impresión que esta
presentación es subjetiva y aproximada. Su obra puede
comprenderse como un conjunto de voces que dan que pensar, que
obligan al lector a ejercer la ardua tarea de pensarse a sí
mismo.
Kierkegaard oculta su rostro tras una multitud
de voces y, de este modo, prepara el itinerario de la introspección
personal, cultiva el marco adecuado para desarrollar el autoconocimiento.
Por ello, cuando uno se enfrenta a Kierkegaard, debe asumir,
con seriedad, que algo grave puede ocurrir en su mismísima
interioridad, que cabe la posibilidad de vivir un acontecimiento
único, una fractura entre pasado y futuro. La lectura
de Kierkegaard conmueve, socava las estructuras intelectuales
del lector, tambalea sus fundamentos, como si de un movimiento
sísmico se tratara, conmueve sus certidumbres respecto
al contenido de la existencia. Cuando leemos a Kierkegaard, lo
que damos por pensado se convierte en problema. Lo que no es
objeto de interrogación, porque lo vivimos como pura evidencia,
se transforma en la pregunta principal, o mejor dicho, en una
pregunta que no deja de latir nunca jamás.
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