De una manera muy
natural, Margreth consigue desnudarse delante de la cámara.
No solamente quitándose toda la ropa sino compartiendo
sus secretos más intimos, sus sensaciones más profundas.
Ella nos acompaña a un mundo que muchas mujeres -desafortunadamente-
conocen muy bien: el mundo de la autoestima sobre su propia persona
y su mirada física. Analizándose a si misma. Margreth
nos explica que toda su vida, desde la niñez, ha sido marcada
y condicionada fuertemente por el miedo del juicio de otras mujeres,
la primera de todas, su madre. Confortada con una buena relación
con los hombres, sean éstos amigos o amantes, después
de un largo y doloroso trabajo psicológico y físico,
Margreth ha aprendido lentamente a aceptarse a si misma y a comprender
lo que realmente importa en la vida.
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