Es
notorio que los vikingos fueron un pueblo guerrero que, a partir
del siglo VIII, se expandió desde su Escandinavia natal
para llegar en sus cruentas correrías piratescas a lejanos
destinos europeos, entre los que se incluyeron puntos de la geografía
hispánica como Asturias, Galicia, Navarra, Sevilla, Alicante
o las Islas Baleares. Sin embargo, resulta más desconocido
que fuera precisamente un diplomático andalusí,
nacido en Jaén el año 770, la primera persona en
ofrecer un fascinante retrato casi etnográfico de las costumbres
y del país de los vikingos en la Alta Edad Media.