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La importancia de educar a niños y niñas en las competencias para la transformación digital

  • 12 abril de 2022
menor en un ordenador

Las niñas y niños de hoy son hábiles en usar Google, Instagram o jugar online. Pero carentes de las competencias para ser actores relevantes en la transformación digital.

Reseña de la columna “¿Un futuro para nuestros niños y niñas?” del profesor Ricard Martínez M., director de la Cátedra de Privacidad y Transformación Digital Microsoft-Universitat de València, publicada en la edición de abril de Tecnología y Sentido Común (p. 38-40).

Una cosa es ser intensive gamer, es decir aquellos menores que usan con pericia las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) pero sólo con fines recreativos. Otra, es tener competencias digitales avanzadas que demanda la transformación digital en la que vamos encaminados como sociedad.

Se trata de una cuestión de suma relevancia. Especialistas afirman que formar a las niñas y niños en estas competencias los hace menos vulnerables, por ejemplo, a la manipulación por noticias falsas (fake news) o a la adicción a los medios digitales.

En concreto, nuestros escolares requieren de formación para el desarrollo de habilidades en el pensamiento computacional, creativo, del conocimiento científico y, también, en valores humanistas con un fuerte componente ético.

Todo lo anterior es una obligación legal. En efecto, la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos Personales y garantías de los derechos digitales prevé, en el título XV, una serie de estrategias que las instituciones educativas deben adoptar para asegurar una formación digital a nuestros niños y niñas. Sin embargo, no parece haberse avanzado en este sentido —aun así, se debe considerar la crisis de gobierno de 2019, la pandemia y, ahora, los efectos de la guerra en Ucrania.

La transformación digital significa un cambio en la forma de entender la sociedad. Es decir, la carencia de habilidades para interactuar con una interfaz-máquina o enfocar desde lo computacional un trabajo, augura una precarización del trabajo. La apuesta, entonces, debe ser por la transformación digital y una educación escolar que prepare a nuestros niños y niñas para un futura cada vez más cerca.