La lentitud del espía
Alfons Cervera

Montesinos. Barcelona, 2007. 64 páginas

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Ángel Basanta


Alfons Cervera (Gestalgar, Valencia, 1947) es autor de más de una docena de novelas por las cuales merece ocupar más espacio del que se le adjudica en la narrativa española actual. Sus narraciones se caracterizan por el adelgazamiento argumental de unas historias de penumbra y misterio contadas con graciosa anarquía favorecida por el fragmentarismo y la elipsis en una prosa cargada de aliento poético y honda capacidad de sugerir. Estas cualidades predominan también en su última entrega, La lentitud del espía , el relato de una espera, una mirada y un crimen que sólo al final se materializa. La espera es la del espía, un hombre anónimo con heridas de amor que no han cicatrizado, por lo cual persevera en el recuerdo íntimo de pasados y efímeros encuentros amorosos. La mirada es también la del espía, que, ensimismado en su memoria íntima, aguarda sin saber bien qué. Y el crimen nos trae la sorpresa última, con un resultado final que ni siquiera el espía pudo prever y que parece inspirado en alguno de los mejores cuentos de Cortázar.

En el relato de esta historia elíptica y evanescente colaboran dos narradores complementarios en sus bien dosificadas informaciones. El primero es un narrador omnisciente que cuenta, en tercera persona, los pasos del espía y descubre sus pensamientos y sentimientos en el subjetivo desorden de su rememoración. El narrador segundo aparece en media docena de secuencias que llevan siempre por título Del diario secreto del espía . Son fragmentos narrados en primera persona por el protagonista, que bucea en los más recónditos pliegues de su memoria y con frecuencia llega a su profundo ensimismamiento unas veces en monodiálogos en segunda persona referida a la mujer que lo abandonó y otras por medio del desdoblamiento de conciencia en la narración en segunda persona autorreflexiva.

No cabe duda de que estamos ante un texto enigmático, que no descubre las claves para su cabal entendimiento, pues más que contar sugiere. Ahí están sus mejores cualidades, y sus mayores riesgos. El autor ha sabido afrontarlos entregando al lector las mínimas informaciones que le permitan seguir el curso subterráneo de una historia que lo subyuga por su desamparo y por el afortunado hallazgo de expresivas asociaciones lingüísticas en imágenes que sustentan la elevada calidad poética del texto.

Ángel BASANTA