DERRUMBADEROS DE LA MEMORIA
Las novelas se permiten licencias que arruinarían un libro de historia. Los hechos y sus protagonistas requieren un tratamiento que enfrentan muchas veces a historiadores y novelistas. Y no es para tanto. Mejor aún: la ficción y la historia van juntas muchas veces. Una echa mano de la otra y a la inversa, sólo con un objetivo común: desvelar las sombras que oscurecen el pasado para que detrás de esas sombras alumbre la verdad. Claro que hay gentuza que reclama para su currículum la condición de historiador y lo que es realmente es una mierda clavada en el palo de la impostura. Y lo mismo en el bando de la ficción: esos oportunismos miserables que se suben al carro de la moda sin saber que la imaginación ha de seguir siendo el alimento principal de la novela. Precisamente, una novela y una novelista que cumplen a rajatabla esos requisitos son Quattrocento (Planeta) y Susana Fortes. Pasó la escritora gallega afincada en Valencia por todos los registros narrativos. Desde aquella primeriza y ya llena de hallazgos "Querido Corto Maltés" no ha dejado de subir con temple de escritora grande los peldaños (disculpen ustedes lo cursi de la metáfora) de una literatura cada vez más digna, más limpia del polvo y la paja a que la someten quienes confunden el rigor estilístico con esa grandilocuencia hueca de que hacen gala los escritores inútiles. Anduvo la novelista un tiempo por tierras italianas y regresó con la cabeza llena de conjuras políticas y culturales. La ciudad de Florencia -ahora en el deslumbrante siglo XV- será su santo y seña para una nueva aventura, esta vez volcada ya, de lleno, en la construcción de una novela extraordinaria. Y digo extraordinaria sabiendo que alguna gente la considerará, con el desprecio a que sometemos muchas veces la mal llamada novela histórica (términos antagónicos donde los haya), un éxito más de la literatura best seller. Pues nada de eso. El presente y el pasado se mezclan en una estructura paralela que desembocará finalmente, como toca a toda novela detectivesca que se precie, en una constatación: "supongo que hay preguntas que no tienen respuesta, derrumbaderos de la memoria para los que nunca existió un nombre, como esas ciudades de sangre con todos sus campanarios ardiendo". Cualquier historia es digna de ocupar desde la primera a la última las páginas de un libro. Lo que ya no admite generalizaciones ambiguas es la escritura, el cómo se cuenta aquella historia. Reclamaba el gran Juan Carlos Onetti la única condición que diferencia a un escritor de un botarate: escribir bien. Y Susana Fortes anda desde hace tiempo el camino derecho -nunca fácil, ni rectilíneo- de la escritura excelente.