EL VIAJE INTERMINABLE

 

Dos extraños en un tren. Así empieza la historia. No se trata de una película. Aunque quien ha escrito “La vida antes de marzo” sea uno de los mejores directores del cine contemporáneo español. O lo era. Porque Manuel Gutiérrez Aragón dice que deja el cine. De momento acaba de publicar una novela con la que obtuvo el último Premio Herralde, que convoca y edita Anagrama. Dos hombres se encuentran en un tren que no se detiene nunca, en ninguna estación del trayecto Lisboa-Bagdad: ida y vuelta y así hasta el infinito. Hablan, primero con cautela, como suele ser común entre dos desconocidos. Después, el buen vino les soltará la lengua. De fondo, los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Sólo de fondo. Sólo en las últimas páginas, cuando ya está todo dicho y ha habido en el camino una incontestable demostración: el oficio de Manuel Gutiérrez Aragón como novelista. La cuadratura perfecta. En todo. Estructura. Ritmo. Personajes. La hostia del buen hacer. Se ha hablado de que el marco de lo que se cuenta es la ciencia-ficción. No sé por qué. Sólo por aquello del envoltorio: un tren que no se acaba nunca. Y a mí qué. El tren es el envoltorio. Lo importante, lo que de verdad decide la grandeza de esta novela es lo que sucede dentro mientras el paisaje exterior se intuye oscurecido por la bruma. Y digo esto porque en las dependencias del tren -sobre todo en el comedor-  se cuecen los personajes que dibujaron Kafka y Beckett para que se perdieran en los horrores de lo cotidiano. No hay tregua que ralentice la pausada velocidad del relato. Las voces intercambian su protagonismo y poco a poco los brazos de la historia abarcan los asuntos más principales de cualquier literatura: la inocencia y la culpa, el tránsito lento pero implacable de la lealtad a las traiciones, lo que pasa cuando el amor sucede sin que se sepa muy bien qué es eso de enamorarse y casi nada, el lugar desastroso donde confluye el fanatismo. Los dos hombres que se subieron a un tren como dos extraños acaban conociéndose. Y tanto. Cada uno seguirá su camino al final de la historia. Para nosotros, lectores atentos de lo sucedido, sólo queda también seguir el nuestro: el que nos lleva a empezar de nuevo “La vida antes de marzo” y disfrutar como se disfruta la mejor literatura: por segunda vez, por tercera, por… Y así hasta el infinito. De Lisboa a Bagdad: viaje de ida y vuelta y así hasta el infinito…