BÁRBAROS AL PIE DE LAS MURALLAS

 

La escritura es un error. Lo dije en alguna parte. El silencio que yace en el envés de la escritura: esa imagen que se refleja -como la invisible de los vampiros- en el espejo que siempre será una ilusión: nada. Para vencer la imposibilidad de contar y contarse desde lo erróneo a veces está la poesía. Sólo a veces. Porque casi siempre se confunde la poesía con otra cosa. Más vulgar. Más de acuerdo con el relato a secas -no como un tiro seco, sin silenciador, a quemarropa como los disparos de los profesionales del crimen- de una ficción inapetente. La tradición poética se resuelve hoy como dogma, como un articulado de obligaciones retóricas. La palabra poética es una palabra terrible e inhumana, dice Roland Barthes. La poesía que escriben Antonio Méndez Rubio y Enrique Falcón es una poesía donde el lenguaje abre una brecha en un discurso poético-oficial que se agota en sí mismo porque la gramática o se encabrita en el poema o se muere víctima del aburrimiento. O del asco. La mejor poesía valenciana actual en castellano es obra de esos dos autores que buscan caminos singulares, que escriben esa silenciosa caterva de errores que es toda escritura, que hablan con sus lenguajes de no andar por casa pero para andar por casa de lo que casi nadie habla, que están cubriendo la poesía crítica que se escribe hoy en día con una serie de libros que ya pertenecen al género de los imprescindibles. Los dos acaban de publicar: Antonio Méndez Rubio, Razón de más (Ígitur), y Enrique Falcón, Taberna roja (Baile del Sol). Muestras elocuentes de lo que hasta aquí he escrito sobre la poesía que me parece honorable y la que sólo siento como una más que inútil poesía sin sustancia. Cada cual tiene sus gustos. El silencio es lo que hay antes y después de la escritura. Y en la escritura misma. Ahí están, si no, Celan, Trakl, Olvido García Valdés, Jabès, Alejandra Pizarnik, algunos otros. No es fácil la poesía a contracorriente en unos tiempos tomados por la desgana. Hace años, en un libro de poemas titulado “Siete sueños más tarde”, que se me antoja un adelanto de los dos poetas que hoy salen en este Fahrenheit, escribía José Luis Falcó: “Pero cómo cambiar el juego/ ahora que los bárbaros/ están ya al pie de las murallas”. No lo sé. Pero hay que intentarlo al menos. Como hacen Falcón y Méndez Rubio en sus libros fuera de lo común. Casi irrepetibles en la poesía de ahora mismo. De verdad se lo digo. Irrepetibles.