CALLEJÓN DE LOS GATOS
La novela policíaca vuelve a estar de moda. Cuando el mundo pareció entrar en una época de embustera tranquilidad y el mismo embustero bienestar económico, el detective privado se fue al paro. La mierda de los callejones, mezclada con la carne podrida de los gatos envenenados por la comida basura de los contenedores, ya no formaba parte del paisaje moral de la novela negra. Tenía que llegar una nueva crisis económica y de valores para que las novelas se alimentaran de la oscuridad solitaria de las calles y se metieran en las casas para destripar el alma de sus habitantes. De ahí, de esa crisis, habrían de salir las miles de novelas policiales que hoy atiborran los estantes de las librerías y los intereses muchas veces espurios del mercado. Es lo que hay. Pero de vez en cuando hay otras cosas. Otras novedades que vienen de lo de antes, de los cadáveres deshuesados de los gatos en los callejones oscuros. Hace poco aparecía un volumen con las cuatro novelas protagonizadas por Philip Marlowe, el detective inventado por Raymond Chandler: Todo Marlowe (RBA). Y enseguida, otras dos joyas: Cuentos completos (Ediciones B), de Juan Madrid, un recorrido por el mundo tan distinguible de uno de los mejores escritores del género que conozco. Y un milagro, el milagro que hacía falta para que me encontrara con uno de mis autores preferidos y con su personaje protagonista. Me refiero a Ross Mac Donald y Lew Archer. Desde que lo empecé a leer hace casi cuarenta años se quedó en mis gustos como uno de los imprescindibles. Lo que pasa hoy viene del pasado, de ese pasado que, como dice Faulkner, no sólo no se olvida sino que ni siquiera ha pasado. El psicoanálisis arma las historias de un novelista que junto a Hammett y Chandler forman el trío de la bencina de la serie negra. Acaban de salir todos los relatos protagonizados por Lew Archer en El expediente Archer (Mondadori). Y una última aparición fantástica: el novelista francés Léo Malet y su detective Nestor Burma. Los conocía a los dos por los cómics de Tardi que adaptaban algunas novelas de este escritor que estaba desaparecido de los escaparates. Hace unos meses salió Niebla en el puente de Tolbiac y ahora lo hace Calle de la estación 120 (las dos en Libros del Asteroide). La moda de lo negro es la moda. Pero esa moda es mejor si escarbamos en los orígenes del género. Aquí hay unas propuestas. Hay más, claro que sí. Pero éstas son de lo más solvente. De lo más.