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Él se levantó del sofá, pisó la toalla con la punta del pie, tiró del paño con fuerza, como si fuera uno de esos magos que deslizan de un tirón el paño azul bajo el objeto misterioso y aparece una caja llena de palomas y conejos, y ella se quedó desnuda, con la piel húmeda y el cabello mojado, brillante, suelto sobre los hombros.
-El único cliente tuyo soy yo, no lo olvides
-Sabes que no es verdad
y le pasa los brazos por la nuca limpia, recién afeitada, por el cuello doblado de plancha del Lacoste
-No sé por qué aquí sólo piensa el hombre en ser el único cliente de una puta, una vez me dijo un periodista que la aspiración más grande de cualquier hombre en España es llegar a follar con una puta sin que ella le cobre por el servicio
-Los periodistas mienten siempre
-Pues mira que tú ¿dónde le has dicho a tu mujer que ibas esta noche?
le dijo que volvería tarde, que había quedado a cenar con los del despacho y luego a tomar una copa donde siempre. Le dijo a su mujer un nombre, dos, tres nombres de sus amigos. Le dio un beso a la niña, otro a su mujer, cuídate, le dijo ella, mañana te lleva al cole papá, le dijo él a la niña
-No sé para qué te puede interesar lo que le he dicho a mi mujer
-Siempre la engañas, no sé luego qué les dices a los curas
a los curas no les dice nada, él sólo va a la iglesia porque la gente como él va a la iglesia
-Pues yo iba en mi país, y cuando vino el Papa llegué hasta el sitio donde estaba y me puse delante para que me echara la bendición
se calló un instante, apartó la cara de la del hombre, se rió doblando el cuello hacia atrás
-Y ahora di que las putas somos muy raras, anda dilo y te romperé la cintura con una llave de kárate
y lo que no entiende es por qué le dijo anoche, después de que ella aceptara quedarse en casa para celebrar el único aniversario de una pasión que lo ataba a ella con locura, no sabe por qué le dijo anoche que su vida era ella y que sin ella su vida no tenía sentido y ahora la golpea con rabia y la aparta de un empujón para verla mejor y golpearla de nuevo con la percha que sacó de la cocina, por qué se inclina a olerla como un perro y a mirarla a los ojos ciegos por los golpes, por qué la mata si siempre ha dicho que la quiere con locura, hasta hace un rato, hasta el instante mismo en que ella empezó a perder el sentido y a darse cuenta de que todo se volvía oscuro en la casa.