LOS BANQUEROS IRÁN AL CIELO

Este verano las serpientes no se cubren con la piel de lo superficial. La realidad es una mierda pinchada en un palo. El dinero no para de rodar y en su renqueante itinerario siempre va a parar al mismo sitio: a las bolchacas de los ricos. Las serpientes que reptan por las bajuras de la crisis se enroscan en las cuentas corrientes millonarias y acorazan el lujoso bienestar de quienes provocaron el desastre con una impunidad que asusta. Al que ose acercarse para incordiar ese bienestar, mordedura al canto. Con esa gentuza no va la vida perra porque la vida perra sólo la viven los desesperados. Y esa tropa desalmada anda muy lejos, mucho, de estar desesperada.
Todos los días salen en la prensa noticias que abundan en lo mismo. No hay dinero para salvar la pobreza porque ese dinero se lo reparten entre cuatro. Aquí mismo, sin ir más lejos, los banqueros de la CAM han arruinado la empresa después de que ellos se cubrieran los riñones con billetes de millón, como decía Joaquín Sabina cuando cantaba en la cueva La Mandrágora hace la tira de años. Y como en la CAM, en otros sitios parecidos. De nada ha servido la hipócrita llamada a la prudencia que en los últimos tiempos ha cundido entre la clase de los banqueros y otras especies parecidas (y protegidas): no exagerar en sus sueldos para que esos sueldos no resulten un insulto, mayor todavía, a la dificilísima situación que vive la plebe. Pues la respuesta de esa congregación de buitres al acecho de la miseria ha sido simple: que se joda la plebe.
Aún hay otra versión más canalla de cómo vive esta cruel serpiente veraniega alguna chusma con mando en plaza bancaria. Hace unos días se descolgó el jefe del BBVA, un tal Francisco González, diciendo que en las próximas elecciones hay que votar a Rajoy. Aún le pasa poco a Zapatero: salva a esa tribu infame de la bancarrota con nuestros dineros y la panda de alcapones se lo paga haciendo prematura campaña a favor de su enemigo. Estos días también he leído alguna cosa que me puso rojo como un tomate: poco menos que se ha extendido por ahí la idea de que Emilio Botín es de izquierdas. ¡Hostia con la crisis! ¿Será que la crisis es como una insolación y nos ha caldeado las neuronas? A ver si va a ser que sí, que no sólo nos ha dejado en la miseria sino que nos ha hecho más tontos aún de lo que éramos cuando pedíamos un crédito para pagar la casa y salíamos de la sucursal del barrio con otro para el coche, otro para un crucero y aún otro más para los muebles y los electrodomésticos. Ya ven ustedes, llegamos entonces a pensar que los banqueros no eran de izquierdas ni de derechas sino algo más trascendente: tenían un corazón más grande que el estadio de Maracaná.
Lo último de lo último: el pobre de solemnidad José Joaquín Ripoll, presidente hasta hace nada de la Diputación de Alicante y muchas más cosas, se ha quedado en concejal sin sueldo en el ayuntamiento y ha corrido como una flecha a apuntarse al paro. Pobrecito Pitu que cuando escribo esto anda a la espera de que el presidente Fabra eche algo en su sombrero de pobre callejero. Mientras llega o no algún chollo (que seguro que sí) guarda turno en la cola del INEM. Será para ahorrar una miaja de cara a los procesos judiciales en que anda inmerso por sus presuntas colaboraciones con la mafia Brugal. Digo yo si será por eso. Y más de lo último: Francisco Camps se ha acogido al Estatuto de ex Presidentes de la Generalitat y dispondrá de chófer, coche oficial, secretaria y dos guardaespaldas hasta que se muera. Y aún más: por un mísero sueldo de cerca de 60.000 euros formará parte (aunque no aparezca por allí) del Consejo Jurídico Consultivo, ese raro órgano asesor del gobierno y parlamento valencianos. Y encima llega la vicepresidenta Paula Sánchez de León y dice que esa canonjía es para aprovechar la experiencia de Camps en el mundo de la política. ¿Qué experiencia, la que le ha llevado a dimitir y directamente al banquillo acusado de corrupción? Vaya con la chica…
Final de trayecto: la familia real y toda la inacabable compañía de varietés que la acompaña ya están gozando de sus modestísimas vacaciones en Mallorca. ¡Viva la República!