SIEMPRE NOS QUEDARÁ LA MÚSICA

Para mi amigo Vicent Alcaide, que cantaba
en el grupo Los Taburos

Me pregunto cuántas canciones caben en cincuenta años. No lo sé. Seguramente muchas. Una vez me preguntaron en un programa de radio cuál era mi canción favorita. No lo dudé ni un segundo: The house of the rising sun. La versión original de The Animals. Nunca olvidaré aquella noche de 1964 en que me salí del cine San Miguel, en Llíria -donde yo vivía entonces-, para bajarme al bar del Centro Cultural y ver  en el televisor en blanco y negro la actuación de Eric Burdon y su grupo interpretando esa canción inolvidable. Creo que guardo en la estantería de los discos más de cien versiones del clásico adaptado de lo popular por el organista Alan Price. Casi las mismas que se juntan en otra estantería de Las Flores del Mal, Rayuela y Madame Bovary. Las canciones. El tiempo que a veces las rompe en mil pedazos y otras veces las hace crecer más allá de donde alcanza la memoria.
Hace unos días algunas de aquellas canciones me llegaron de la mano de José Luis Vila, mi amigo de hace un siglo por lo menos. Antes tocaba el bajo con Los Genios, allá por los años sesenta y pocos. Lo dejó en el 73, fue manager y ahora fabrica artilugios musicales que exporta a todo el planeta. Pero nunca abdicó de su vocación musical. Tiene en su casa no sé cuántas guitarras, una batería que es idéntica a la de Ringo Starr, y se le cae la baba cuando dice que acaban de grabar un nuevo disco, el segundo desde que regresaron Los Genios hace dos años -y después de casi cuarenta de alejamiento de la música- en el festival que organizó Enrique Ginés para celebrar un aniversario de su programa de radio Discomoder. Ya entonces grabaron el disco Jóvenes, con las canciones que les gustaban cuando eran poco más que unos adolescentes colgados de los recitales de domingo matinal y las verbenas. Hace unos días me dijo que se reúnen semanalmente los mismos de entonces, que se lo pasan la hostia de bien en los ensayos y que acaban de sacar un nuevo disco: Canas. Y que iban a repetir actuación nada menos que en el cincuenta aniversario de ese mítico programa que sigue con su nombre de siempre. En el nuevo Cd no está The house of the rising sun, pero sí dos poderosas versiones de Yesterday y Keep on running, de Steve Winwood y Spencer Davis Group. Ahí es nada.
El sábado 1 de octubre, medio siglo de música saldrá al escenario del Palau de la Música, en Valencia, para celebrar el culto a la amistad, a una lealtad que para los tiempos que corren es casi un auténtico milagro. Lo decía Bob Dylan: “hay una batalla ahí afuera/que está haciendo estragos”. Eso es verdad ahora mismo, tantos años después de que Dylan lo cantara en The times they are a-changin’. Pero la música continúa en la radio y en ese prodigio de alma incombustible que se llama Enrique Ginés. Su audiencia es la fidelidad a prueba de cualquier olvido, una cercanía que los años no sólo no desmienten sino que la engrandecen con un lujo de noble permanencia. No sé cuántas canciones caben en cincuenta años de radio. Hagan la cuenta ustedes. Seguro que les salen muchas y también seguro que de todos los estilos. En la música, como en casi todo, el estilo es muchas veces un estado de ánimo. Pasó Enrique Ginés por Radio Castellar (creo que empezó ahí, en el sitio donde vivía) y después recaló en Radio Popular. Cuando aquello se convirtió en la Cope, abrió otra emisora a la que llamó la 97.7. No hace mucho la compró la cadena del Levante-EMV y nunca, en ninguna de esas singladuras, dejó de emitirse Discomoder. Cuando hablo de esa radio, de ese enorme festival de aniversario que se anuncia para la próxima semana, no hablo de nostalgia. Me importa un pito la nostalgia. Allá cada cual con sus neuras. Simplemente hablo de un tiempo que dura en la radio desde hace medio siglo. Es muy posible, como decía Luis Eduardo Aute, que ese tiempo no haya sido nunca nuestro. Pero como el amigo del alma cantaba en esa misma canción: siempre nos quedará la música. El cartel de cumpleaños radiofónico es de lujo. Las butacas estarán llenas de coros con voces que llegarán de lejos para ser de ahora mismo. La música. Las canciones. El verano que ya se va quedando no sé dónde…