LA CATEDRAL DE SEVILLA

Fue tal la maravilla arquitectónica que ni los cristianos se atrevieron a modificar su estructura cuando fue tomada por Fernando III de Castilla y convertida en Catedral cristiana. No obstante, su grandeza debía ser mayor y se erigió un templo con unas dimensiones mucho mayores a las primitivas trazas. En 1.401 uno de los canónigos pronunció la frase: “Hagamos una iglesia tan grande que los que la vieren acabada nos tengan por locos".

LA CATEDRAL
La Catedral de Sevilla se encuentra emplazada en el marco histórico de la ciudad, entre el barrio de la Santa Cruz y el río Guadalquivir. En este perímetro se alzan las principales maravillas arquitectónicas más sobresalientes de la misma. En tan sólo un radio de 100 metros podemos admirar la belleza de los Reales Alcázares, el Archivo de Indias y el Palacio Arzobispal.

Esta insigne catedral se encuentra ubicada exactamente en el espacio físico que en su día ocupó una antigua mezquita mora y guerrera del siglo XII de la que solo queda su imponente alminar, hoy Giralda. Si alzamos la vista hacia el infinito podremos maravillarnos por la esbeltez de la veleta con la que fue rematada en el siglo XVI. La frase que mostramos en la entradilla del reportaje (sobre la grandiosidad de esta catedral) no resulta exagerada, ya que ha sido considerada como el mayor templo gótico del mundo y el tercer templo de la cristiandad tras San Pedro del Vaticano y San Pedro de Londres.

Ello nos da una idea de la imposibilidad de mencionar ni siquiera una pequeña parte de los tesoros artísticos que contiene. La construcción del nuevo templo catedralicio se inició en el año 1403 aunque se desconoce el autor del proyecto. Lo cierto es que en el año 1462 se encontraba al frente de las obras Juan Norman al que siguieron diversos especialistas hasta la culminación del cimborrio por Alonso Rodríguez y Gonzalo de Rojas, ya en el siglo XVI.

EL INTERIOR
La catedral sevillana está compuesta por cinco naves, siendo más alta la principal, pues alcanza los 36 mts mientras que las laterales llegan a los 26 mts. La altura máxima alcanza los 40 mts y la presenta el Crucero. La planta es un rectángulo de 116 mts. de longitud por 76 mts. de anchura. El crucero edificado en el siglo XV por Simón de Colonia se hundió en el año 1511 siendo sustituido por otro realizado por Gil de Hontañón. Este cimborrio es el actual y fue restaurado en el siglo XIX. En las naves laterales se disponen capillas intercaladas entre los contrafuertes.

La Capilla Mayor ocupa sin embargo un tramo de la nave central. Destacan las rejas de hierro y los púlpitos, obras del siglo XVI de Fray Francisco de Salamanca. Su Retablo Mayor, considerado como el más grande de la cristiandad, es obra que se realiza en diversas fases a lo largo de casi un siglo, entre 1.482 y 1.564, según las trazas de Pyeter Dancart. Otros que intervinieron fueron Pedro Millán, los hermanos Jorge Fernández Alemán y Alejo Fernández, Roque Balduque, Juan Bautista Vázquez el Viejo y Pedro de Heredia.

Otro tramo de la nave central está ocupada por el Coro cuya sillería es obra realizada entre los siglos XV y XVI. La Capilla Real, situada en el muro de la cabecera, es obra de Martín de Gaínza, del siglo XVI que sustituyó al antiguo ábside gótico. En la hornacina principal del retablo se halla la imagen de la Virgen de los Reyes, gótica de la segunda mitad del siglo XIII, que perteneció a Fernando III.

Ante el Altar de la Virgen de los Reyes se dispone una urna de plata dorada y cristal que contiene el cuerpo incorrupto de San Fernando. La Sala Capitular, obra de Hernán Ruiz en la segunda mitad del siglo XVI, es uno de los recintos más admirables de la arquitectura española del Renacimiento.

La Sacristía Mayor fue comenzada a construir por Diego de Riaño y continuada por Martín de Gaínza, que la terminó en 1.543 y se constituye un inmejorable ejemplo del plateresco.

LA GIRALDA
La Giralda es el antiguo alminar de la mezquita mayor que se convirtió en campanario al ser tomada la ciudad de Sevilla por las armas cristianas. Esta esbelta torre minarete ha sido considerada como una de las joyas más representativas de la capital andaluza.

Durante su azarosa historia ha sufrido varias reformas que han contribuido en gran medida a proporcionarle el aspecto exterior que presenta hoy en día. En el año 1558, se aprobó el proyecto de Hernán Ruiz y se añadieron otros 36 metros de altura al primer cuerpo de la magnífica torre, lo que elevaba el monumento hasta los 87’30 metros y hasta los casi 95, contando el Giraldillo.

En el año 1755, la Torre sufrió las terribles consecuencias del terremoto de Lisboa teniendo que acometerse de nuevo importantes obras de consolidación que fueron dirigidas por Juan Núñez. En el año 1791 se realizaron varias reformas en el exterior de la torre y se aprovechó para terminar de igualar la fachada con las restantes. A finales del siglo XIX el estado de las pinturas exteriores era tan deplorable que hubo de intervenir de nuevo Fernández Casanova en su rehabilitación además se intentó rescatar los restos almohades de la construcción originaria. En el año 1980 se inició la última reparación de la Giralda.

Fuente: Investigación Propia

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