Salir del Infierno. Pinturas de Mario Flores
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SALIR DEL INFIERNO:
PINTURAS DE MARIO FLORES
18 de abril –
12
de mayo
Sala Oberta - La Nau |
Visita visual |
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Mario Flores Urbán no es un pintor al uso, no es un
pintor normal y corriente, no es un joven que por
inspiración y cualidades se dedicó a pintar. Mario
Flores lo hizo para huir de un infierno, pues sus
cuadros fueron pintados allí. Cuadros en los que
sobresale su perfecto realismo y llama la atención en
ellos el resplandor de la luz y su intenso color. Ambos
detalles (luz y color) iluminaron el camino para salir
de aquella terrible pesadilla. |
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La historia de Mario Flores ha sido de lo más
irreal: un joven que en la flor de la vida fue, como
dijo Albert Camus en un manifiesto contra la pena de
muerte, “raptado y encerrado en un zulo (de menos de
tres metros cuadrados), en un sótano sin luz natural y
con la amenaza constante de que lo iban a matar”. Esta
historia hace honor a aquello de que “la realidad supera
a la ficción”. Tenía 19 años cuando fue detenido,
acusado de un crimen que es seguro que no cometió. A esa
edad, Mario Flores sólo tenía la experiencia de ser un
buen estudiante y un deportista preolímpico en la
especialidad de salto de trampolín; estaba becado para
entrar en la universidad y en ese momento le rompen la
vida, con la acusación de un homicidio. Quien acusa y
logra incriminarle es el principal sospechoso de la
policía, quien había convenido con la fiscalía encontrar
un cabeza de turco que pagara el crimen. Los padres de
Mario buscaron un buen abogado y vendieron su casa para
sufragar los gastos de la defensa. Pero una semana antes
del juicio, el abogado muere y lo sustituye su ayudante,
que apenas tiene experiencia, y menos todavía en asuntos
judiciales de esta envergadura. Todo salió mal: el
fiscal, que luego llegaría a fiscal general del Estado,
logró que Mario Flores fuera condenado a muerte. De esto
hace 20 años. |
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Mario Flores ha permanecido en ese infierno 20 años.
Aunque en la actualidad apenas representa 30, ha pasado
20 años en un minúsculo habitáculo de poco más de dos
metros por uno y medio, un espacio donde apenas podía
darse la vuelta y tenderse en un camastro, que además le
servía de asiento. ¿Cómo pudo resistir y no volverse
loco? Esto es casi un milagro. Un condenado a muerte
español y liberado por la titánica labor de sus padres y
del pueblo español, Joaquín José Martínez, no se lo
explica, pues después de ocho años en esa espera
insoportable es muy difícil no caer en la locura. Mario
Flores dice: “Mi preparación deportiva de alta
competición, que me enseñó a superar estados máximos de
tensión y dificultad, ha sido uno de los motivos por los
que he podido sobrevivir cuerdo en este infernal lugar;
también el hecho de haberme dedicado intensamente al
estudio de una carrera, a la teología y sobretodo y
finalmente al mucho tiempo dedicado, en los últimos años,
a la pintura.” |
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Así, concisamente, ha sido la vida de Mario en el
Corredor de la Muerte. Primeramente se dedicó a estudiar
abogacía, a través de la universidad a distancia, y
llegó a completar una diplomatura. En una especie de
“gabinete legal”, aconsejaba en los casos de diversos
condenados y logró sacar del Corredor a cuatro de ellos,
uno de los cuales puesto en libertad al demostrar Mario
dónde radicaban los fallos de su juicio y declararlo
otro jurado “no culpable”. Pero esta actividad le es
prohibida, y para no estar inactivo se dedica a estudiar
profundamente las religiones, lo que le hace llegar a un
estado místico de conocimiento de Dios y de su filosofía
y a leer cuantos libros caen en sus manos, que le hacen
elevar su espíritu, hasta que en 1992 comienza a pintar.
“El mucho tiempo que dedicaba a la pintura me ha hecho
olvidar el lugar en el que me encontraba, pudiendo huir
a través de mis cuadros de este horrible lugar. La
pintura finalmente me ha salvado la vida”, escribía
Mario hace varios años, en una entrevista epistolar de
un periódico de Málaga. |
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Verdaderamente la pintura le ha salvado la vida,
porque hace cuatro años, por una casualidad o causalidad
(esto dice él), me llegó una carta de Mario diciendo que
su caso había sido comparado, en un reportaje de una
televisión estadounidense de habla hispana, con el de
Joaquín José Martínez, que andaba entonces y con la
ayuda de los españoles camino de salvarse. Mario me
pedía, en un mensaje dramático: “¡por favor, salvadme a
mí!”. Como era pintor, le pedí que me enviara sus
cuadros para hacer exposiciones por toda España y poder
dar a conocer su situación, así como hacer campaña de
todo tipo por su liberación. Se hicieron 15 exposiciones
en dos años y medio, una de ellas, y de las más bonitas
y positivas, fue aquí, en la Universitat de València.
Aquí, como en otros lugares, se dieron conferencias y
charlas y se recogieron cartas pidiendo a las
autoridades estadounidenses la libertad para Mario o un
nuevo juicio, para lo que se habían conseguido pruebas
de que él no estaba en ese lugar cuando se cometió el
homicidio, o que se le otorgase el perdón por parte del
gobernador de Illinois, autoridad que estaba a punto de
abandonar su cargo. Fueron millares de cartas las que
recibió el gobernador pidiendo clemencia, cartas que se
recogían en las exposiciones (en Valencia fueron muchas),
en mesas informativas que se establecieron en la vía
pública, en vestíbulos de Correos, en conferencias y
mesas redondas, incluso en espectáculos musicales, con
artistas concienciados contra la crueldad de la pena de
muerte. En algunas ciudades, en plenos de los
ayuntamientos y diputaciones, se aprobaron mociones de
apoyo a Mario y contra esa infame condena en general.
Desde un principio se creó una asociación, Vida y
Libertad – Salvad a Mario Flores, y un reducido grupo de
personas, además de organizar cuanto he explicado,
pudimos llevar el caso de Mario a Suiza, donde gentes
humanitarias organizaron varias exposiciones y ayudaron
intensamente a dar difusión internacional a este caso.
También llegó a muchos países a través de distintos
organismos, asociaciones y personalidades que al
conocerlo se involucraron en la campaña. Es
significativa la colaboración de Joaquín José Martínez y
sus padres, que recibieron a los padres de Mario cuando
vinieron a la primera exposición en julio del 2001,
encuentro que fue de gran emoción. La familia Martínez
presentó en muchas ocasiones las exposiciones y explicó
sus experiencias, lo que nos ayudó mucho a llevar
nuestros esfuerzos por buen camino. |
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Después de 20 años en el Corredor de la Muerte, ese
minúsculo y personal infierno donde estás marcado hacia
una muerte vil, alevosa y denigrante, a la que se
condena en un alto porcentaje a inocentes, Mario Flores
hoy ha conseguido su libertad. Mario Flores hoy es un
hombre libre que quiere rehacer su vida, es su intención
comenzar una carrera universitaria que no pudo cursar,
en su momento, por esa terrible experiencia, y quiere
seguir pintando para sacar adelante una vida honrada y
feliz. Ahora se celebra una nueva exposición de Mario en
Valencia. Motivados por la magnífica experiencia de
aquella primera, hemos vuelto a solicitar esta
posibilidad en agradecimiento a aquella ayuda, una ayuda
que por la salvación de Mario Flores recibimos de los
valencianos y particularmente de la Universitat de
València. Pero hoy estaremos, junto a sus cuadros, con
Mario Flores en persona. Yo os digo lo mismo que dijo
una alta autoridad de Málaga cuando lo conoció: “no hay
más que verlo para saber que es inocente”. Mario Flores
ha salido del infierno y está con nosotros. Ha revivido
y vencido a la muerte y está con nosotros. Esta
experiencia nos hace comprender lo importante que es
ayudar a los demás, porque todos podemos ser, en una
mala ocasión, Mario Flores.
Francisco de Paula García
Presidente de la asociación Vida y
Libertad
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