Las últimas propuestas de poesía visual de Josep Sou
afloran directamente de las barrocas imágenes
postfotográficas, emanadas —como un juego cabalístico—
de otros tantos espejos, cóncavos o convexos, ubicados
por doquier, donde realmente se reflejan
imaginariamente.
Un verso recordado, una palabra flotante, una frase
astillada o una cita perdida y azarosamente recobrada
constituyen, de hecho, la materia prima. Pero también
hay que contar con la estructura formal de los valores
plásticos de estas obras, profundamente escenográficas,
amparadas por las connotaciones tecnológicas que de
todas ellas, más o menos, intensamente afloran.
De este modo —frente al latido y la connivencia de “la
mirada cómplice”— se pone a prueba la última poética
experimental del autor, siempre tras la búsqueda
obsesiva y la conquista pactada de nuevos
lenguajes/nuevos medios/nuevas estrategias para la
comunicación estética.
Quede, pues, bien claro que el punto de partida está en
los fragmentos poemáticos, en las letras y en los signos
de cualquier tipo que pueden ser concitados a la
subsiguiente manipulación de imágenes. Es así como el
color, el movimiento, los claroscuros, la
diversificación de planos, los contrastes, los ritmos,
la densidad de las propias imágenes o las formas
inventadas cooperan con la tecnología para arbitrar la
aparición de una realidad nueva y diferente, en la
escenografía del complejo discurso visual resultante.
Es así como el poema-origen deja paso en esa
manipulación seriada de las imágenes, en esa cuidada
postfotografía, a “otro tipo de poema visual”, al
ciberpoema materializado en el formato fotográfico. De
este modo, otros significantes, más allá de la estricta
palabra, con otras sintaxis y otras asociaciones
visuales dan lógicamente paso franco a otros
significados.
Ciertamente, el imperativo del color penetra exultante e
irresistible en el ámbito de la poesía, tras la voluntad
manifiesta, por parte del autor, de investigar
cualesquiera posibilidades de los lenguajes poéticos,
sin renunciar a priori a ningún medio expresivo
utilizable, desde las mediaciones tecnológicas.
Nos topamos, en este campo de batalla, con
deconstrucciones y construcciones en febril intercambio,
con collages y decollages poéticos que
asaltan y transforman la existencia normalizada de las
viejas palabras, que a duras penas enlazamos, de los
versos fragmentados, de los signos alfabéticos cada vez
más atomizados en beneficio —a ultranza— de las nuevas
formas de representación, que desfilan aceleradas,
puestas en abismo, tocadas por el vértigo, llamadas por
un caos estético.
Y en medio de toda esa celeridad, los significados salen
despedidos paralelamente a la volatilización estructural
de la poesía reglada y respondiendo así a la fractura
visual de nuestras propias expectativas. Sin duda, otras
formas imperan definitivamente en los recientes poemas
cibernéticos de Josep Sou.
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Pero junto a este apartado de la “Poesía Visual”,
recogida en la presente muestra, Josep Sou, en un
calculado guiño retrospectivo, nos ofrece asimismo una
determinada selección de numerosos “Objetos Poéticos”
desarrollados, por él, a través de las dos últimas
décadas.
Adecuada estratégica expositiva esta que globalmente
propicia el acercamiento a un discurso de contrastación
entre una dilatada trayectoria creativa y los más
recientes resultados.
Siempre los objetos poéticos de Josep Sou han jugado con
el inmediato y espontáneo hallazgo de lo cotidiano,
buscando además el reforzamiento subsiguiente de ese
azar, para recargarlo de afilada y sagaz ironía. No han
faltado, bien es cierto, en la cultura catalana buenos y
sólidos maestros de tales resortes y recursos poéticos,
emanados directamente de la propia capacidad de los
objetos mismos para hablarnos de mil formas
transgresoras y sugerentes, aunque bien podemos decir
que, entre nosotros, Josep Sou alis volat propriis.
Lenguaje de los objetos, lenguaje de las imágenes y
lenguaje de las palabras que apelan ineludiblemente a la
participación abierta de esa mirada cómplice, dispuesta
quizás motivadamente a dejarse sorprender, que es la
nuestra.
Para ello, ingenuidad e ironía, aceleración y
espectáculo, destreza y ocurrencia, locuacidad y
derroche mantienen los límites de su correspondiente y
problemática copresencia. Es posible, al fin y al cabo,
que en esa compleja fórmula de experiencias contrastadas
radique aún el secreto refugio de la poesía.
Romà de la Calle
Institut Universitari de Creativitat i Innovacions
Educatives
Universitat de València-Estudi General |