El informe elaborado ha servido para medir los sectores culturales y creativos (CCS) financiados por la Unión Europea.
La unidad de investigación de la Universitat de València, Econcult, liderada por el economista Pau Rausell, junto con la colaboración de la Fundación Alternativas y otras entidades implicadas, han llevado a cabo un informe para medir los sectores culturales y creativos (CCS) con la financiación de la Unión Europea, cuyos resultados y conclusiones se expusieron en el Final Event del MESOC project: “Exploring and assessing the societal impacts of culture” los días 9 y 10 de marzo en París. A continuación se muestran los resultados obtenidos.
En este estudio, se obtuvo que las personas empleadas en los sectores culturales y creativos representaban 5,5 millones de personas y el 2,6% del total de la mano de obra en el conjunto de la UE-27 en el año 2021.
Lo cierto es que los últimos 14 años no han sido especialmente brillantes para los CCS. En 2021, la ocupación se situaba en un 99% con respecto a 2008, aunque un 110% en términos de generación de valor añadido.
Tanto las exportaciones como las importaciones de bienes culturales han crecido de forma constante desde 2009 hasta el año de la pandemia, arrojando siempre un saldo positivo de unos 9.000 millones de euros.
Además, la productividad de los CCS está por encima de la media de la economía en su conjunto, cualquier aumento de la participación de estos sectores se traducirá en un aumento global de la productividad del sistema. La investigación muestra que una variación del 1% en el peso de los CCS en los países de la UE-27 se traduce en una variación del 0,0125% en la productividad laboral. En otras palabras, si se duplica el peso de los CCS en los países de la muestra, la productividad laboral media aumenta un 1,25%.
En conclusión, es necesario profundizar en todas aquellas relaciones que conectan los CCS con otros aspectos de la dinámica económica y social como consecuencia de sus efectos sobre la productividad, la innovación, la competitividad o la flexibilidad y resiliencia de la estructura económica. Pero también queda mucho camino por recorrer en el análisis de la medición de los impactos sociales de la cultura y sus efectos causales sobre el bienestar de los ciudadanos y la cohesión social. Los sistemas de información deben esforzarse por proporcionar datos que permitan explorar estas relaciones.
