En marzo, con motivo de las fiestas falleras, miles de turistas suelen visitar Valencia siguiendo una guía que les oriente por la ciudad, por el espacio a descubrir. A pesar de que el término turista, más reciente, lleva implícito un referente lúdico contrapuesto al término usual de forastero, el que viene de fuera por cualquier motivo, no deja de tener las mismas necesidades orientativas en ese espacio “desconocido”. En consecuencia el libro elegido ha sido una guía de las más populares y completas de la Valencia decimonónica.
Las guías, tal como se conocen en la actualidad, parece iniciarse con las guías realizadas por la Sociedad Económica de Amigos del País en el siglo XVIII, sin embargo pronto cayeron en desuso por la caducidad de la información aportada. En 1825 la Imprenta de José Gimeno editó una nueva acorde con la actualidad de la propia ciudad en ese momento. No obstante, la gran actividad urbana desarrollada en Valencia hace que quede obsoleta inmediatamente; por eso José Garulo trata con su guía de aportar la información que cualquier visitante necesita conocer para desplazarse por ella sin problemas.
La guía comienza con un plano de la ciudad tal como era en 1841, con todos los lugares de interés para el forastero señalizados. A continuación parte de la situación geográfica de la ciudad para continuar con una descripción concisa pero, lo suficientemente precisa, de los lugares de interés civil, religioso, comercial o de ocio. Al final incluye un listado de todos los pueblos de la provincia de Valencia junto a sus correspondientes ferias y mercados además de las fechas de su celebración. Esto acentúa su carácter mercantil.
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La guía está encuadernada junto a otra de tipo docente que pretende orientar sobre los estudios superiores en España, sin embargo, no pasa desapercibido su vertiente publicitaria. En la portada, junto al nombre del autor, Gregorio Torrecilla, y los cargos docentes ostentados añade el hecho de ser propietario de una academia en Madrid preparatoria para el acceso a todas las titulaciones. Al final de la obra vuelve a destacar ese carácter comercial especificando como conseguirla a todos los interesados de fuera de Madrid, pues, no solo contiene la ley de instrucción pública vigente en ese momento en España, así como la documentación necesaria para el acceso a las titulaciones, sino también todas las titulaciones impartidas en España y las ciudades donde pueden cursarse. Es destacable la contraportada por tener un grabado alegórico de los estudios ofertados.
Sobre su contenido, la guía esta redactada con tono enfático de advertencia a los padres de familia sobre la importancia de inculcar el espíritu del estudio en sus hijos y bajo su supervisión desde los primeros años escolares. Su novedad radica en el respeto a los mismos en su capacidad para decidir estudiar aquella titulación que pueda satisfacerles como personas y no por enorgullecer a los propios padres. Posiblemente esté en consonancia con las sagas familiares-profesionales que tanto se han perpetuado hasta nuestros días, de manera particular en las titulaciones de medicina y derecho. No obstante, la guía adolece de realismo puesto que la población española analfabeta alcanzaba un alto porcentaje en ese periodo.
Por último, el que estas dos guías tan dispares en contenido y periodo de publicación aparezcan encuadernadas juntas induce a pensar que el criterio biblioteconómico seguido se ha basado en el hecho de ser guías, estar editadas en 8º y la mera intención de economizar en la encuadernación.
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