Alonso Zamora Vicente. Narraciones
Edición, introducción y notas de Jesús Sánchez Lobato, Madrid, Castalia, 1998.

Crítica por Fernando Vilches

Este libro consta de dos partes: la primera, contenida en 96 páginas, biográfica y crítica, es de utilidad para aquellos que tengan interés por conocer la obra de Alonso Zamora, así como para los estudiosos de la Lengua, profesores y alumnos dedicados a la Literatura. El trabajo del profesor Sánchez Lobato es impecable, se acerca al personaje -al que tan bien conoce y del que es dilecto discípulo- con tino y equilibrio, y nos da sabrosas y certeras pinceladas sobre la obra del Maestro.
La segunda parte recoge, debidamente seleccionados, relatos de casi todos los textos publicados. Aspira la obra, dice el profesor Sánchez Lobato, "a ser representativa de su dilatado oficio de escritor y de sus diferentes opciones estilísticas". Los cuentos incluidos constituyen una auténtica antología de Alonso Zamora Vicente.
La lectura de los relatos escogidos debe hacerse de forma espaciosa, gozando de la belleza del lenguaje, saboreando las palabras, contemplando las descripciones propuestas, interiorizando los sentimientos que despierta. El autor, en algunos casos, se complace en sus propios recuerdos, recrea mundos y personajes reales e irreales.
Hay que leer los cuentos y narraciones a sorbos, saboreando su magnífica prosa, y evitar la tentación de embeberse en la lectura y hacerlo de una sola vez. Puede convertirse en una especie de libro de horas. Ideal para el deleite y el descanso.
Van cayendo las narraciones una tras otra y van despertando no sólo la curiosidad, sino el deleite que proporciona la magnífica redacción: "la tardecita se evadía por el alto semicírculo, un poco de costadillo, fría, lentamente perdidiza, estación de Atocha, andén de anochecida, cuando anchas sombras moradas caen sobre el páramo de Vallecas".
Pero, además, Zamora Vicente denuncia, saca a la luz la realidad social, tanto del mundo rural, como la actitud pasiva ante una situación determinada, que adoptan uno tras otro los personajes que van transcurriendo por la historia. Todos dicen lo mismo y no hacen nada: "no sacan la mano de los bolsillos", recogida en Con la mejor voluntad; como del ambiente urbano en Copropietarios o en Uno es generoso, donde sobresale la figura del arribista, sentado siempre al sol que más calienta, aprovechado, vivales e ignorante que todo lo emplea en su propio lucro o beneficio despreciando a los intelectuales: "un profesorcillo de nada, ¿también ese había escrito libros? Vaya por Dios, no conoces más que naipes del mismo palo. Pues entérate de una vez: los libros o se escriben en inglés o son papel  para envolver alpargatas".
Para terminar, recomendamos la lectura de estas Narraciones, con la certeza de que el lector quedará encantado al comprobar, recordando al autor, que "el fin de semana es para tumbarse a la bartola y emborracharse de silencio", pero además para leer y leer, que es una buena ocurrencia.


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