c o m u n i c a c i ó n
Nuestro inconsciente colectivo
tiene problemas de memoria RAM
Adolfo Plasencia adolfo@mag.upv.es

 
“La información, en lugar de transformar la masa en energía, produce todavía más masa.”
Jean Braudillard.

Recuerdo que en los años 80, entre otros, algunos intelectuales, observaban asombrados las evoluciones no siempre elegantes, de una simpar diva, agreste ejemplar de la fauna del musical pop internacional: Madonna. Acudían a sus actuaciones observando con cierta alucinación/fascinación la poderosa parafernalia que la maquinaria de encuerados managers de grandes espectáculos, montaba en inmensos descampados y fétidos estadios, para que la cantante celebrase sus misas negras (desde el punto de vista musical) oficiando en un gigantesco y ensordecedor escenario que quedaba separado de las decenas de miles de sus fans, por las primeras filas de zona VIP, que los citados intelectuales compartían con lo más hortera de la clase política y la más vergonzante burguesía local y, no contentos con ello, se repartían también los malos tratos y cacheos que los guardaespaldas más cafres de la estrella infringían a todo aquel que osara acercarse a las cercanías del camerino. Todo, por ver con los propios ojos, live (en vivo), a aquella reencarnación de uno de los últimos “fenómenos sociales” de este final de siglo en versión pop.

En aquellos momentos, no existía Internet y las comunicaciones por satélite sólo estaban disponibles para la NASA, el Pentágono, ciertos analistas de la Escuela de Chicago, los más grandes escualos de la bolsa y alguna CNN gubernamental y afín. La aldea global aún estaba en proyecto y los temporeros de jornal fragmentado de clase media, así como los intelectuales citados, seguían con sus expediciones a los grandes eventos para poder ver con su propios ojos, el bullir de la sociología-espectáculo en directo, del mismo modo que durante el franquismo, la izquierda peregrinaba a Perpiñán para visualizar el hardcore, que a España, hasta ese momento, les llegaba siempre en versión ‘sólo texto’.

Desde entonces, se han derrumbado con o sin estrépito muchos dogmas intelectuales. Hasta se cayó el muro de Berlín, ¡quien lo hubiera sospechado!. Al macroscopio que inventó Jöel de Rosnay con el que debían observarse los grandes horizontes fenomenológicos se le ha quedado estrecha la óptica. El espacio se ha poblado de artilugios erizados de parabólicas, a los océanos les han cableado de fibra óptica sus fondos marinos y en la superficies continentales, cada borde de solar, ha sido perforado con el pulling glass, que es como, según William J. Mitchell, se denomina en la jerga de los instaladores de telecomunicaciones al montaje de la infraestructura básica de la RDSI(1). Para observar en su conjunto el nuevo fenómeno planetario y global, ya no es suficiente con plantarse frente al gran escenario del estadio, arrugarse el diafragma y perforarse los tímpanos con megadecibelios para escuchar, ¿escuchar?, a Madonna, atrapados entre el ensordecedor rugido de los bafles y el de la multitud. Esta experiencia será ya para siempre demasiado parcial: local. No podemos conseguir así la distancia adecuada para observar en su totalidad los nuevos eventos multitudinarios, (ya que parte de la audiencia del mismo asistirá al mismo a distancia de satélite, Internet, o lo percibirá de forma asincrónica desde algún lugar de la bitsfera, en cuyo seno también estamos nosotros y desde cuyo interior es imposible abarcarla con nuestros sentidos corporales: es global. Sólo podemos imaginarla, y esto, con grandes dificultades mentales y culturales, ya que su instrumentos, sus emisiones o transmisiones, ocupan la ‘cáscara’ terrestre al completo: la atmósfera (desde la estratósfera con los satélites, a la troposfera con todas las emisiones/transmisiones), la hidrosfera, que contiene los cables sobre sus fondos marinos y, por supuesto, el espesor más superficial de la litosfera con sus cableados o instrumentos de comunicación sobre la superficie terrestre.

En la penúltima década de este siglo, enfocando nuestra atención sobre la masa que flotaba en la superficie de la marea mediática, aparecía como obvio que la ‘verdad económica’ era la explicación de todos lo fenómenos: Con este prisma, la explícita metáfora de los yuppies de Wall Street, (que retrataba afiladamente Tom Wolfe en su Hoguera de las Vanidades), que se creyeron factotums, generadores y causa del acontecer, influyeron en casi todos los ámbitos políticos e intelectuales, pero eso sólo duró un suspiro. La verdad económica, y sus prismas para la observación de las sociedades, no ofrecían la soluciones duraderas, pero, en los 80, lo explicaban todo. Sesudos economistas fueron laureados por la fundación Nobel (hoy en apuros económicos), ¡bonita paradoja!. De pronto, y por la espalda de todos los analistas sin excepción, a los que pilló con el macroscopio orientado en dirección contraria, irrumpió la última y gigantesca ola de la revolución digital que puso en pie en menos de una década la más abstracta (y denostada en su momento) profecía de MacLuhan: la aldea global. 

La bitsfera y la ‘verdad mediática’.
La aldea global actual, materialización de la que auguraba MacLuhan, se caracteriza por su elefantiasis y por padecer el mal de los gigantes con pies de barro, tal es su fragilidad y vulnerabilidad. En ella, cualquier contratiempo se puede extender a la velocidad de la luz. La onmipresencia y la simultaneidad, que eran atributos hasta ahora teocráticos, son algunos de los más claros definidores del paisaje global de información que constituye la bitsfera (espacios en los que se produce, emite, circula o se recibe la información digitalizada en forma de bits), que está empapando con diferente gradiente de potencial los ámbitos sociales del planeta entero. Es un fenómeno de tal magnitud que a los intelectuales y analistas sociales ortodoxos se les han quedado pequeños, no sólo los instrumentos de medida, sino la capacidad de análisis para abarcarlo. Algunos de éstos intelectuales dan severas admoniciones y reprimendas a sus bienintencionados lectores, como si éstos fueran culpables del acelerado devenir de la avasalladora realidad. Muchos, siguen dándole al fenómeno insignes palos de ciego y, otros, se abrazan a él con la peligrosa fe del converso.

Y, mientras tanto, en los ‘temas de actualidad’ como diría el busto parlante, ¿qué ha desbancado a la ‘verdad económica’ del los yuppies de los 80?: la ‘verdad mediática’, que suelen presentarnos con máscara de información noticiosa, pero no es exactamente verdad, ni noticia, ni realidad ocurrida, sino mayormente un ingente corpus de información coyuntural, que parece salido de una pulsión que pretende, como dice Sartori:“comunicar obsesivamente y sin descanso, el pensamiento insípido”. Una verdad mediática, manufacturada y formateada para cubrir un acotado espacio o volumen de emisión, orientado al consumo masivo. Un corpus que en muy poco tiempo, será en gran parte “reseteado”(2) de la memoria caché (3) colectiva, por el propio monstruoso funcionamiento cotidiano de la maquinaria de los media en la bitsfera. Conviene recordar lo que, Lord Norcliff decía, ya a principios de siglo “Noticia es aquello que algún en alguna parte, alguien trata de ocultar. El resto es publicidad”, frase que ya es nuetro lema como comunicadores.

El conjunto de la ‘verdad mediática’ se está transformando en un ente cyborg(4). Son los editores y su equipos humanos y los ‘creadores de opinión’ de todo tamaño, los que generan y manufacturan industrialmente sus contenidos. La neurótica maquinaria digital mediática hace el resto. Dichos contenidos, una vez digitalizados, pueden expandirse sin límite en forma clones digitales(5) con repetitivos pulsos de infinitos ecos, que ocuparán, probablemente, la parte más cuantiosa de los datos en circulación de toda la bitsfera, y que en una gran medida, resultan inútiles, redundantes, publicitarios, o con funciones de simple desinformación. Fundamentalmente, sólo pretenden llenar tiempo y espacio de emisión, porque han sido creados sólo para ello. El espectáculo-media siempre debe continuar a cualquier precio.

Hasta hace pocos años, muchos de los fenómenos de entidad sociológica, podían analizarse mediante un largo proceso de reflexión a partir de obtención de datos y rigurosos trabajos de campo y, algunas de sus manifestaciones sociales, incluso se podían observar in situ. La ‘verdad sociológica o histórica’ del hecho actual, desde ese punto de vista, estaba relativamente al alcance de los analistas e intelectuales y, en muchos casos, podían sondarla y mesurarla por métodos directos, ya que el tema a analizar podía delimitarse en unas dimensiones y tiempos aceptables. De dichas extracciones, los especialistas podían aportar sus análisis que ayudarían después a comprender nuestras sociedades, nuestra civilización, y su devenir en la historia. Incluso podían aventurarse a diagnosticar ayudados con una variada gama de afilados instrumentos intelectuales de análisis. Hasta había quien, era capaz de trabajar en prospectiva con acierto. Las informaciones de los medios de comunicación eran, a este respecto un complemento, digamos, de baja intensidad desde el punto de vista del análisis intelectual. 

El virus cultural del entertainment
Ahora, cada vez más, los mass-media y su inmensa producción diaria están siendo infestados por uno de los virus de lo intelectual más temidos por Giovanni Sartori: el del ‘consumo cultural’ y del enterteinment, cuyo peligro principal para la cultura es que “conducen a una vida ‘inútil’, al modo de vivir que consiste en sólo matar el tiempo”.
Habermas, afirmaba que la televisión es culturalmente regresiva. El resultado de la TV, en el sentido de lo que afirma Habermas(5), es el que producen los dueños de su funcionamiento y sus intenciones de uso. Da escalofríos pensar que la bitsfera, (que en realidad está integrada por un poderosísimo conjunto complementario de sistemas tecnológicos de comunicación con cobertura global: Internet, las telecomunicaciones y todas las especies de la “biodiversidad digital”, de creación, edición y difusión de información) es vulnerable, muy probablemente, a los mismos peligros y susceptible a ser infectada de los mismos virus de lo intelectual que teme Sartori y que ya aquejan gravemente a la TV.

El conjunto de la maquinaria, ya de dimensión planetaria, cuyas piezas están omnímodamente conectadas entre sí, que elabora, entre otros contenidos, la citada ‘verdad mediática’ (en realidad una cuasi mentira informacional/virtual), no está trabajando a favor de la verdad, si no en régimen de competición de intereses de negocio y modelizada con la forma de una espiral exponencial de información. De forma creciente, los analistas de la realidad, más que a recolectar datos, tendrán que dedicarse, previamente y mucho más intensamente que antes a descartarlos y, sobre todo, a eliminar información creada deliberadamente como falsa o como el grosero relleno que es hoy la principal base alimentaria informativa de los ciudadanos. Los llamados fenómenos sociales decisivos para la sociedad estarán, por tanto ocultos, inmersos en esa inmensa maraña planetaria de la información irrelevante, en donde los especialistas buscarán lo trascendente como espeleólogos en una gruta de Platón en la que hubiera demasiadas sombras para percibir, mesurar e identificar sus exactos perfiles.

Otro de los peligros en la bitsfera, sobre todo en algunos de sus ámbitos que ocupa el cyberespacio (espacio “navegable” mediante Internet y las redes), viene de su propia capacidad de funcionamiento. Como afirma Franco Ferraroti(6) “el cyberespacio es un ámbito que permite la máxima articulación de mensajes y de inteligencia. La ‘inteligencia colectiva’ que se desarrolla en el cybercespacio (y, por tanto, -afirmo yo- dentro de la bitsfera), es un proceso de crecimiento que logra ser, al mismo tiempo colectivo y diferenciado, general y específico,... es una inteligencia distribuida por todo el mundo”.
 ¿Que quedará fijado en los libros de historia de los próximos siglos sobre los la evolución de los sucesos y fenómenos sociales que estamos viviendo o vamos a vivir en el siglo XXI?. ¿Se estudiará la “historia” en las escuelas, sólamente por países, por tribus (como les gustaría a mas de un nacionalista), o por nuevos segmentos sociales paralelos diseminados en zonas distintas por todo el planeta?. ¿Se impartirán en las aulas algunas asignaturas de historia o de cultura ‘globales’?. ¿La estructura cultural va hacia un sistema de fractales global/planetario?... ¿La verdadera trayectoria de la humanidad y sus pueblos quedara en la bibliotecas como hasta ahora, o las hemerotecas la reclamarán para sí su protagonismo en ellas?. ¿Y las videotecas digitales televisivas fagotizarán a las anteriores, exigiendo su protagonismo en base a su influencia social, o perderán ya del todo su credibilidad intelectual, devoradas por el contagioso virus (para el intelecto) del entertainment?.

En estas condiciones, el llamado inconsciente cultural colectivo, va camino de la saturación por la ingesta de los contenidos banales y efímeros y se acerca, parece, al límite de asfixia, estrangulado por la citada espiral de información culturalmente inútil, en lo referente al avance del conocimiento y la cultura. Neil Postman(7) relaciona la producción para entretenimiento con la incultura y afirma “con toda probabilidad, los norteamericanos son hoy la población que más “entretenimiento” tiene y la menos informada del mundo occidental”

El tiempo Internet. Tiempo absoluto. Biel Mean Time
En el pasado, para implicar la atención de gran cantidad de personas en relación a un hecho, se requería una considerable cantidad de esfuerzos, tiempo, medios físicos y materiales.

En el nuevo escenario de la aldea global, en cambio, con sus sofisticados sistemas tecnológicos y su poderosísimo sistema de amplificación informativa es capaz, con la intervención de muy pocas personas, de hacer ‘explotar’ a escala planetaria en instantes, el suceso más sórdido, inane, o insignificante y transformarlo en el hecho mediático “titular del día”. Es probable que a dicha maquinaria haya casos en que no sea exagerado aplicarle lo que el que fuera presidente de los EE.UU. Thomas Jefferson afirmó sobre los periódicos:”No podemos creer nada de los que se lee en un periódico. La misma noción de verdad, resulta sospechosa cuando está inmersa en ese transmisor de polución”. El hecho es que hoy un “titular del día” es trasformado, independientemente de su valor intrínseco, en gran acontecimiento de alcance universal mediante una onda informativa que ‘peina’ el planeta a la velocidad de la luz, a través de los New Media(8). En dicho escenario, y en cada una de sus franjas horarias, desde el alba al ocaso, la gigantesca maquinaria ‘informativa’ de difusión cumple su cometido sin descanso. Miles de agentes editores vomitan ingentes cantidades de datos incluyendo ‘desinformación’, propaganda, y “entretenimiento”. Ya es imposible para cualquier persona, en toda su vida, pueda, por ejemplo, visualizar la programación que emiten las emiten las televisiones de todo el mundo en un solo día. Así, la información asimilada/consumida por millones de telespectadores en lunes, es enterrada el martes por otro inmenso torrente de nueva información ( en su mayoría, basura intelectual) y así, día a día. 

La permanencia de información en los cerebros ciudadanos, sometidos a este bombardeo es tan efímera como los datos en la memoria caché de un ordenador. Los mass-media se han hecho omnipresentes, pero a ellos se han superpuesto los New Media, en una suerte de hiperconexión neurointerdependiente. Los medios televisivos (digitales o no), los impresos, los cablefaxDTV, Internet, el sistema de interconexión mundial de las Bolsas, la telefonía fija, móvil o GSM, los sistemas militares de comunicación, las comunicaciones corporativas de las empresas y sus Intranets(9) que desembocan también en la red. etc.,etc. Todos estos sistemas que forman la bitsfera hacen moverse a la velocidad de la luz, billones de bits por segundo. 

El tiempo en este escenario ya no se mide en minutos o segundos sexagesimales, se mide en unidades beat (la unidad de tiempo creada por Negroponte y la empresa suiza Swatch), y que se representa con la ya icónica @. 1@, es un beat, que dura una milésima parte de un período de 24 horas: 1 minuto y 26,4 segundos. Es una medida del tiempo en sistema métrico decimal, válido para todo el planeta. Un día, equivale a: @1000, o sea a 1000 beats ¿Es esto un acontecimiento histórico?: Se trata de la implantación del tiempo planetario absoluto sin franjas horarias. En Greenwich no lo han tomado en serio, pero si un canadiense, un australiano y un español, han de citarse para una charla chat(10) en Internet, ha encontrado la manera ideal de definir su momento de cita común sin ningún calculo. La hora internet de su ciudad es la misma para los tres. De paso, Swatch a trasladado el meridiano cero al que pasa por Biel en Suiza, justo al que atraviesa la fachada de sede central de la empresa, por eso el tiempo Internet se llama tiempo del meridiano BMT (Biel Mean Time), que fué inaugurado por Negroponte el 23 de octubre de 1998(11).

En toda esta bitsfera, en movimiento 24 horas sobre 24, ¿hay algo que no sea efímero?.¿ Que tipo de sucesos que tengan lugar en ella se puede considerar ‘acontecimiento o fenómeno social’, como a principios de los ochenta se llegó a considerar los conciertos de Madonna?.

¿Puede considerarse un fenómeno sociológico que más de 10 millones de internautas hayan traído hasta sus casas, desde la web http://www.apple.com, casi 11 millones de copias/clon en vídeo digital del trailer de la película de George Lucas: Guerra de las Galaxias/Episodio I/La Amenaza Fantasma, sólo durante el primer trimestre de 1999?.

La guerra de Kosovo era, hace sólo unos meses, una de las opciones a seleccionar en una afamada Web en Internet. El internauta podía elegir en la pantalla entre cuatro opciones: la aventuras de Lara Cotft, la heroína virtual de videojuegos hecha de bits (no existe Lara Croft en carne y hueso); la Guerra de las Galaxias, y otros famosos videojuegos. En realidad para muchos niños del mundo (y no tan niños), la guerra de Kosovo ha sido, a través de Internet, desgraciadamente, un videojuego virtual mas.
¿Cual ha sido para los espectadores/consumidores de bits de la bitsfera un espectáculo mayor: la caída del muro de hace pocos años o los 1,5 millones de jóvenes bailando sincrónicamente música tecno en la Love Parade de Berlín el 11 de junio de 1999.
¿Cómo estructurar y gobernar el archivo del inconsciente colectivo de los hechos en la bitsfera que describimos, cómo acumularlo para generaciones venideras?. ¿Qué acontecimientos reflejar en su memoria permanente (ROM) y cuales enviar a la caché para que sean reseteados por la vorágine del on-line, o del live in real time (en vivo y en tiempo real).

¿Deberemos pedir a Jöel de Rosnay que nos diseñe un nuevo macroscopio con lentes digitales de mayor abertura, una más adecuada distancia focal y una más amplio espectro de escala de reproducción?. Probablemente lo necesitaremos para poder comprender y orientarnos en esta nueva realidad. La parte útil de nuestro cerebro deberá superar, para ello, cuanto antes nuestro techo del 10% que, en general, nos había bastado hasta ahora. ¿O tendrá razón G. Sartori(12) en su apocalíptica conclusión de que “continua siendo cierto, a finales del siglo XX, que el homo sapiens ha entrado en crisis, una crisis de pérdida de conocimientos y de capacidad de saber”.

No me declaro con mejor posición para el diagnostico que Sartori, pero sí mejor situado para la esperanza. Dentro de la bitsfera, en el cyberespacio y fuera de él, también circulan los que Mitchell llama ‘los buenos bits’, nuestro deber es encontrarlos, utilizarlos, difundirlos y hacer prosperar, también con ellos la cultura y el conocimiento de la humanidad.
 

Nota: Algunos conceptos de tecnología, sobre todo, de la tecnología informática se han transformado en conceptos y términos propios de la “nueva cultura digital” y se utilizan ya más es su acepción “cultural” que como términos informáticos, con gran oposición , como ya es sabido, de muchos académicos. Adjunto algunas notas aclaratorias, en lo posible ‘no técnicas ni ortodoxas’, para aclarar mejor los conceptos. Pido disculpas anticipadas a los ortodoxos del lenguaje.

(1) RDSI: Acrónimo para denominar la Red Digital de Servicios Integrados. Infraestructura de red de fibra óptica de gran ancho de banda, con tecnología de red capaz de conducir desde conexiones a Internet, hasta todo tipo de servicios, como voz, datos TV por cable, etc.

(2)“Resetear”. Según el diccionario poner a cero, o en posición de inicio, un mecanismo. En informática, puede referirse a varias cosas: resetear un ordenador es a veces necesario para desbloquear su funcionamiento, vaciar su memoria RAM (la que mantiene datos temporales de uso dinámico que se borran al interrumpir el flujo de corriente eléctrica al ordenador. También se refiere, en tecnología digital, a borrar los antiguos datos almacenados en un área de almacenamiento de limitado memoria, cambiando su estado al sustituirlos por otros nuevos.
(3)Memoria caché. Aproximadamente, en términos de concepto informático, se refiere a una pequeña parte de la memoria RAM del ordenador (la que solo almacena datos con la maquina enchufada), que el ordenador reserva a los datos que se utilizan repetidamente en acciones muy habituales y sencillas, lo cual permite trabajar en el ordenador con mucha más rapidez ya que la máquina no tiene que buscar esos datos en el disco duro (lo que significaría poner en marcha su motor eléctrico y su lector, acceder a ellos y traerlos hasta la pantalla). Esencialmente, el uso de la memoria caché viene a significar un funcionamiento más eficiente e “inteligente” de la máquina con respecto al usuario, ya que le facilita trabajar con mayor rapidez y por tanto le ahorra tiempo y le da mejor rendimiento en su tarea. Obviamente, este concepto, o forma de funcionamiento, se utiliza también extrapolándolo al entorno del trabajo intelectual o cultural, del mismo modo que otros nuevos conceptos de la tecnología digital.
(4) Cyborg. Es un termino de la llamada “Cybercultura. Vine a referirse a supuestos entes inteligentes, mitad personas, mitad máquinas. Posiblemente, la mitad máquina sería de gestión digital. También se utiliza extrapolándolo a conjuntos o sistemas, cuando )su funcionamiento es realizada en parte por humanos y en parte por máquinas (genéricamente ordenadores o extensiones de ellos. También se podría a hablar de Cyborgs refiriéndose a humanos conectados directamente a mecanismos, digitales o mecánicos, que ejecutan las acciones decididas por ellos. El personaje protagonista del no muy recomendable film “Robocop”, sería una buena imagen de un cyborg.
(5)Habermas, Jurguen. “Historia y crítica de la opinión pública”. Gustavo Gilí. Barcelona.1982
(6)Neil Postman.Amusing Ourselves to Death. Nueva York. Viking Press.( “Divertirse hasta morir: discurso público de la era del ‘Show bussines’). Barcelona. Tempestad 1991. 
(7) Franco Ferraroti. La perfezione del nulla. Premese e problemi della revolucione digitale. Roma. Ed.Laterza.
(8) New Media. La definición de New Media, ya aparece en las notas de otro artículo de Constrastes. Pero para los nuevos lectores, la vuelvo a incluir. 
Definición de “New Media” de la Enciclopedia de la Nueva Economía, (abril 1998) escrita por John Browning y Spences Reis: NEW MEDIA: Comunicación de todos para todos. 
“Los antiguos medios (de comunicación) dividen el mundo en productores y consumidores: o bien somos autores o lectores, emisores o espectadores, animadores o audiencia (público). A esto se le llama en la jerga de comunicación ‘de-uno-a-muchos’. Los nuevos medios, por el contrario, le dan a todo el mundo la oportunidad de hablar, además de escuchar. Muchos le hablan a muchos - y muchos responden.
Eso no significa que la televisión en hora de máxima audiencia del mañana, vaya a consistir en medios caseros y tertulias televisivas tomadas en directo de la sala de estar del vecino. El talento -y la máxima capacidad de marketing- importa, y siempre habrá espectáculos de máxima audiencia y estrellas. La televisión y otros medios convencionales no van a desaparecer, ni tampoco desaparecerán sus propietarios. Pero se enfrentarán con competidores y mercados transformados.
Los nuevos medios de comunicación permiten incluso a las comunidades electrónicas más pequeñas y más discriminadas compartir -o vender- lo que saben, lo que les gusta y lo que hacen. Lo que la emisión (transmisión) atomiza, los medios lo vuelven a unir.”
(9)Intranets: redes corporativos informativas internas que se instalan en el ámbito interior de las empresas, no accesibles sin autorización desde el exterior, que a su vez están conectadas a Internet por conexiones seguras (supuestamente).
(10) Charla chat. Conversación que tiene lugar en tiempo real, en formato texto, sobre la pantalla de ordenador, entre dos o muchas más personas conectadas desde cualquier lugar del mundo, a través de Internet, mediante un canal o espacio virtual común, asociado a una web o un servidor en la red, al que todos ellos tienen acceso, con coste o tarifa de llamada telefónica local y en un ámbito mundial.
(11). Tiempo Internet. BMT. Información el la dirección Web: http://www.swatch.com/index_watches.html
(12). Giovanni Sartori. Homo videns. La sociedad teledirigida. Santillana Taurus.1998. Madrid

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