e
s c e n a
José Mª Flotats
LA LUZ DE LOS
SENTIMIENTOS Y DE LAS PALABRAS
por Norberto M. Ibáñez
Desde sus palabras demuestra su distinción y elegancia como
ser humano. Desde el escenario destella e ilumina a todo actor que se le
acerca, pasándole con su mirada la estrella del éxito. Un
éxito que ya conquistó hace muchos años por Europa,
sobre todo en su estancia en París, y que ha dejado huella en su
forma de hablar, en su profesión y, en parte, en su vida. Después
de una larga temporada en Barcelona que va desde 1984 hasta 1998, donde
alcanzó cotas insuperables en su etapa del Teatro Nacional, desembarcó
en Madrid para dirigir e interpretar una obra titulada Arte. El resultado
ha sido grandioso, después de ocho meses en cartel, con la sala
llena todos los días, finaliza la temporada el 13 de junio para
volver en septiembre. El Arte de las relaciones humanas entre los tres
personajes que componen esta obra ha sido reconocido por el jurado de los
Premios Max, quien ha premiado a la obra con cinco estatuillas: mejor espectáculo
teatral, mejor adaptación teatral, mejor director, mejor empresario
y mejor protagonista Carlos Hipólito.
"Se trabaja para intentar comunicarse lo mejor posible con el público
y los premios son el reflejo de la buena o mala comunicación que
ha habido entre el actor y el público", argumenta Flotats, quien
se muestra tremendamente orgulloso por estos galardones.
1. El teatro de texto parece que vuelve con fuerza. Por contra, el
teatro visual pierde energías y parece agotado ¿dónde
cree usted que se encuentra el futuro más inmediato del teatro?
Después de un bache momentáneo de la ausencia de la palabra
en el teatro, quizás debido a los nuevos medios tecnológicos
y a la irrupción de la televisión en las casas, la gente
no ha dejado de necesitar el diálogo, de discutir, de hablar, de
utilizar la palabra para entenderse, para comunicarse. Y esto ha sido así
porque la palabra es el mejor sistema que tenemos para comunicarnos. Por
suerte para el teatro, la televisión en lugar de ir a mejor ha ido
a peor y, si en su momento, alejó a la gente del teatro pero ahora
la está acercando. La telebasura nos hace un gran favor.
2. ¿En su última obra, Arte, busca una estética
donde nada queda al azar. Todo parece muy meditado ¿que opina sobre
la corriente naturalista que existe por ejemplo en cine Dogma donde todo
es improvisado, real como la propia vida y nada parece trabajado?
No he visto suficientemente esta clase de cine para saber si es un
trabajo riguroso, si es realmente una improvisación o es algo que
hace pocos años se llamaba Cinema Vérité. Si es Cinema
Vérité no es más que reportaje sobre Historia, por
contra, si es una voluntad por mantenerse en una corriente naturalista
yo debo decir que odio ese naturalismo. En teatro esa estética a
mi no me interesa nada, siempre quiero huir de ella porque encasilla la
imaginación del espectador. Por eso en Arte he querido excluir todo
tipo de realismo. Por ejemplo, el atrezzo y el decorado es mínimo,
tan sólo tiene voluntad de ser exquisito y discreto, para que así
el espectador se centre en la relación de los personajes, en lo
que se dicen y cómo se lo dicen. He querido expresar el arte de
las relaciones humanas más que el arte en sí mismo, por eso
cada personaje tiene sus facetas diferenciadas, para que el público
las vaya descubriendo y vean cómo se relacionan y cómo se
responden a la luz de los sentimientos y de las palabras. Por ejemplo,
en ningún momento los personajes se sientan en el salón,
esto evidencia el anti naturalismo, pues lo normal que hace cualquier invitado
cuando llega a un salón es sentarse y tomar algo. El texto es muy
minimalista también, ya que lo que se puede decir en dos palabras
no se dice en tres. En ese sentido, su escritora, Yasmina Reza, ha sido
muy precisa y exacta. Arte tiene similitudes a la tragedia clásica
francesa en la que nadie se sienta, excepto en algunas breves ocasiones
en que lo hace el emperador o la emperatriz.
3. ¿En alguna obra contemporánea ha percibido estar
ante un texto que pueda trascender y convertirse en una obra clásica?
Sin ninguna duda Arte se convertirá en un clásico. Como
también podemos decir que La Cantante Calva de Ionesco es ya un
clásico. En el teatro americano, Angeles América, de Tony
Kustner, será un clásico también y diría que
es ya tan importante como una obra de Bertold Bretch. Estos son algunos
de los textos que no se pueden ignorar con el paso del tiempo.
4. Usted ha hecho mucho teatro francés de verso (Moliere,
Racine...) y se ha desenvuelto de manera brillante, ¿Cómo
se encuentra más a gusto, ante la prosa o frente al verso?
Como actor tendería a decir que es mucho más fácil
el teatro clásico que el teatro en prosa, aunque si es cierto que
a partir de una escuela y de la superación técnica necesaria
que ésto implica. La gran suerte de trabajar con autores clásicos
como Racine o Corneille, en el caso del teatro francés, es que la
partitura ya está escrita, por lo que tienes que ser más
dócil y saber interpretarla. Cierto que interpretar una fuga de
Bach es muy difícil, pero está escrita y hay que respetarla.
En teatro clásico es igual, tienes un ritmo que te lo impone el
mismo texto y el ritmo te lleva al sujeto, al verbo, al complemento, al
significado y al sentido, pero siempre conservando el "tempo". Por tanto,
ésto es más fácil porque la partitura está
escrita. En cambio, en prosa no está nunca nada escrito por lo que
el interprete tiene que ser más creativo y construirse una melodía
que luego irá repitiendo cada noche. De la misma manera, el trabajo
del director debe ser mucho más indicativo en prosa que en verso.
5. ¿Alguna vez ha decidido montar una escuela de interpretación
para que el texto tenga continuidad y el gusto por la palabra no decaiga?
Me lo han pedido muchas veces. Lo que ocurre es que al dirigir mis
puestas en escena hago mucho trabajo pedagógico porque algunos actores
no han tenido la suficiente formación o, por desgracia, han tenido
deformación profesional. Esta enseñanza me gusta hacerla
porque sé que luego va a ser vista por un público. Pienso
que así se va creando también un estilo y, durante diez años,
lo he hecho con mi compañía teatral, en ese sentido, hay
algo que se parece a una escuela ya que hay actores que han empezado conmigo
y ahora son primeros actores y cabezas de reparto.
Acerca del gusto por la palabra y del deterioro que ha sufrido ésta
en teatro en los últimos años, a veces me desconsuela, pero
después de mi trayectoria profesional en España tras diez
años en el Poliorama, tras el primer año del Teatro
Nacional de Cataluña, que fue apoteósico, y ahora con el
reciente éxito en Madrid de Arte, lleno todos los días durante
ocho meses (hace 18 años que no ocurría en Madrid), ésto
da gran esperanza y no permite que nos desanimemos. Cuando el teatro está
escrito con genialidad, bien montado, bien interpretado y llega a todos,
eso da mucha esperanza.
6. En Arte que usted dirige e interpreta existe una crítica
tremenda al mundo del arte contemporáneo. ¿Cree que el arte
actual está corrompido por el "todo vale"? ¿Se puede decir
que esta tendencia es extensible al ámbito de la escena también?
En teatro uno tiene que asumir la responsabilidad de sus palabras y
de sus actos. Hay que ser riguroso, exigente, intentar definirte lo máximo,
sin plagiar ni copiar a nadie. Hay que eliminar esa moda de lo feo por
lo feo que en realidad no es ningún compromiso y evidencia una carencia
de trabajo y falta de compromiso. El arte es trabajo y la genialidad está
o no está, pero el artista debe ser muy humilde y trabajar seriamente,
por eso a mi me gusta mucho la palabra francesa repeter para denominar
a los ensayos, es decir, repetir y repetir hasta que salga bien. La exigencia
y el rigor hacia el espectador es lo que da grandeza al teatro y, al mismo
tiempo, es la aguja que nos guia y que nos hace ir en buena dirección,
hacia el norte. |