a r t e s p l á s t i c
a s
Kim
Manresa
Una
pregunta sobre la vida
por
Fernando Ibáñez
Hubo un tiempo en el que las palabras fueron instrumento de fe,
testimonio de guerras y aliadas de un amor...
Pero, hoy en día, la literalidad contextualiza un presente gobernado
por la imagen.
En ese universo visual, la parcela ocupada por la fotografía,
reproduce un diálogo en silencio, y las escenas allí plasmadas
evocan historias, siempre distintas, para cada observador.
Siempre distintas pues la imagen como el tiempo no se puede capturar,
pero sí arrancar de su momento y transferirlo a una forma distinta
de continuidad.
Del mismo modo, Kim Manresa nos regala momentos vividos, cuya esencia
es atemporal y desconoce las barreras del espacio, la lengua o la raza.
Dramas tan universales y tan exclusivos como el de esta niña.
Esta pequeña, de tan sólo cuatro años, ha experimentado
la mutilación genital. Pero la ablación se realiza a dos
millones de niñas cada año, en muchos países de Africa
y de Asia.
Esta aberrante práctica consiste en la escisión del clítoris,
los labios menores, labios mayores y en algunas modalidades (la infibulación),
cosiendo los extremos de la vulva de manera que cada vez que mantienen
relaciones sexuales, se raja, literalmente a la mujer para ser penetrada.
El resultado de esta ancestral tradición es: la anemia, malnutrición,
infección bacteriana y las hemorragias que sufren las mujeres, por
no hablar de las tremendas secuelas psicológicas.
Cambiar esta realidad social, si se puede, depende de la educación
y de la sensibilización a través de información. Información,
concisa y contundente, como sólo una imagen es capaz de transmitir.
Si hay algo que caracteriza la obra de Kim Manresa es el desarrollo
de una crónica social, cuya capacidad narrativa explora un mundo
de sentimientos.
Como él mismo nos explica, siempre trata de testimoniar e informar
cuanto presencia, y aunque la premisa periodística sea la objetividad,
ésta varía según los informadores y el entorno que
les envuelve en cada momento.
Y es que hay momentos en los que la lente se impregna de sudor, de
lágrimas y del drama de un hombre representado en su sombrero.
Kim señala que cada trabajo depende de la mirada del fotógrafo,
sin olvidarse de la realidad retratada y de la mirada del observador de
la fotografía, un trinomio indivisible.
Él, desde su punto de vista, con la fotografía documental
o fotoperiodismo, persigue que continente y contenido comulguen en un mismo
estadio, de manera que la búsqueda de la pureza formal esté
acompañada de una sensibilidad de fondo.
La utilización de la fotografía en blanco y negro, contribuye
a crear una atmósfera más personal y atemporal, donde la
libertad y el sentido de movimiento de la escena que captura cobran un
papel determinante, tal y como hacía el húngaro Munkacsi
en su obra.
En definitiva, descubrimos una obra cuya sensibilidad no está
expresamente proyectada, sino que es consecuencia de la búsqueda
de profesionalidad y credibilidad, que como resultado persigue suscitar
o crear corriente de opinión.
Porque sus obras evocan un sinfín de sentimientos, y por qué
no, incluído el de culpabilidad, ante una realidad que requiere,
como mínimo, una profunda reflexión.
Kim Manresa pertenece a ese grupo de artistas que consideran que el
arte, tal y como dijo Wim Wenders, posee una capacidad indagadora y no
patéticamente resolutiva de los conflictos. El arte es una pregunta
sobre la vida y no una respuesta sobre el mundo. |