c o m u n i c a c i ó n
Educación
Literaria frente contraeducación Audiovisual
Una aproximación inicial.
La comunicación audiovisual (imagen en movimiento y con sonido
sincronizado), que se inició con el cine en su forma lineal, necesitó
aliarse con el avance de la electrónica primero, de lo digital después
y, finalmente, de las telecomunicaciones para su universalización
en las sociedades de todo el mundo. Ello produjo la irrupción de
la televisión, en la vida cotidiana de cualquier entorno social,
considerada al principio como un medio de comunicación de noticias
y transformándose poco a poco en la base de la industria del "entretenimiento"
(en la que arrebato al cine su primacía) desde el entorno del hogar,
antes de iniciarse su proceso actual de diversificación. La citada
universalización de la tecnología televisiva en el entono
cotidiano familiar, unida al desarrollo de la industria del cine, acabó
por inclinar el fiel de la balanza a favor del audiovisual, las formas
en que adquirimos o consumimos la información. Ha de tenerse en
cuenta que hasta hace veinte o treinta años la inmensa mayor parte
de los conocimientos en nuestra etapa educativa procedían de conocimientos
impresos en libros ya esto ha cambiado completamente ya para los niños
de hoy. En las historias audiovisuales digitales actuales y futuras, el
texto es sólo un personaje más.
Si tuviéramos que mensurar la cantidad objetiva de información
que un libro transmite a quien lo lee, podríamos, hacernos una idea
por el número de páginas que hay que leer. Como la informática
procesa y almacena la información, convertida en bits en los mismos
soportes es fácil hacer la equivalencia digital entre la cantidad
de información en forma de paginas de texto y el audiovisual: En
un CD-ROM se pueden almacenar el equivalente a 300.000 páginas de
texto formateado, o 78 minutos de vídeo digital con sonido sincronizado.
Esto no quiere decir que una información equivalga a la otra ni
que esa cantidad de texto se pueda equiparar a esos minutos de vídeo.
Pero el hecho es que para almacenarla necesitamos esa cantidad de espacio
digital.
Giovanni Sartori insiste, aunque sea obvio, en que no es lo mismo información
que conocimiento. Savater, añade que todo es información
menos el conocimiento que nos permite aprovechar esa información.
El conocimiento es reflexión sobre la información, es capacidad
de discernimiento y de discriminación respecto a la información
que nos llega (o a la que tenemos acceso). También es capacidad
de ordenar, de maximizar o de sintetizar esa información. El conocimiento
es reflexión sobre la información.
Es por ello, por lo que la educación no puede ser simplemente
transmisión de la educación; ha de tratar de dar pautas de
comportamiento para poder utilizar y rentabilizar la inmensa cantidad de
datos de que hoy disponemos e incluso ha de servir para "protegerse", distanciarse,
o sustraerse de la información que nos bombardea incluso pesar de
nuestros deseos. Para distanciarse del contenido de un libro no hay que
realizar ningún esfuerzo, basta con no leer. Pero no es tan fácil
sustraerse a la comunicación audiovisual. Cómo no leer os
anuncias que con grandes letras irrumpen en nuestro campo visual cuando
vamos conduciendo. Cómo sustraerse a los anuncios en la televisión,
que no son mera información descriptiva, sino encaminada a reconducir
nuestra opinión y nuestra voluntad. La pantalla es mucho más
hipnótica que la página.
La inmensa cascada de información
Desde los años cincuenta la cantidad de información en
formato audiovisual que de difunde no ha hecho sino crecer exponencialmente.
Los niños y jóvenes que han nacido con la televisión
ya en sus casas, han ido dedicando gradualmente mayor tiempo del día
a recibir información en formato audiovisual, primero por medio
de la televisor, sumándose después, el cine, los juegos de
ordenador, los audiovisuales interactivos e Internet (ahora ya audiovisual)
y pronto el DVD. Esta inmensa cascada de información fundamentalmente
gráfica, textual y sonora, desregulada, y a través de pantalla,
compite en la vida de los jóvenes, y en su memoria, con la que reciben
organizada dentro de su tiempo cotidiano de aprendizaje en su vida escolar
y universitaria.
Si utilizamos la equivalencia utilizada por la tecnología digital,
en un minuto de vídeo digital hay almacenada información
equivalente a 3.846 páginas de texto. Es decir que la mente de un
niño, que de media en España, ve la TV casi tres horas, es
bombardeada, cada día, por una cantidad de información audiovisual
equivalente al espacio necesario para almacenar 700.000 páginas
de texto. Ni los adultos pueden sustraerse totalmente a esa información,
sólo que la edad temprana la deriva educacional y de voluntad es
mucho mas grave. Padres y educadores invocan inútilmente a algún
poder o autoridad para que intente poner medio de control , con total desorientación
sobre las vías, los medios o las acciones concretas. Es recurrente,
por ejemplo, el mensaje sobre dispositivos como el chip antiviolencia en
televisores u ordenadores, cada vez que aparecen en los telediarios horripilantes
episodios de masacres o violencia en centros educativos americanos, generalmente
de enseñanza primaria o secundaria.
El libro, al contrario que el soporte audiovisual según los
educadores tiene, entre otras extraordinarias virtudes la de hacer de iniciador
o detonante de la capacidad de imaginación de quien lo lee. Cada
lector de una novela imagina a través de su lectura, una "novela"
diferente creada por su mente y tamizada por sus cualidades individuales
de imaginación personal. Una película, es decir, una "novela"
proyectada al "lector audiovisual" deja muchas menos posibilidades a la
imaginación.
El falso debate sobre la muerte del libro ha sido planteado como que
el medio audiovisual era algo excluyente con respecto al medio literario
por excelencia, pero lo que no se ha dicho es que el libro fue digital
antes que el "audiovisual" también por excelencia, la televisión.
Han nacido digitales los audiovisual no-lineales (el CD-ROM interactivo,
CD-I, CDr, DVD, etc). Y un paso más en la misma dirección:
se ha producido ya en EE.UU. la experiencia del cine totalmente digital.
(una película creada con medios digitales, ha sido proyectada sobre
una pantalla de varios cines, emitida desde un lugar y enviada a cinco
cines distintos, de otras tantas ciudades, mediante satélite y con
una calidad visual y sonora superior a la de los actuales cines donde,
hasta ahora, se proyectaban solo películas de procedencia química.
La reflexión, si la hay, debe esperar.
Pero lo más trascendente, en mi opinión, es el cambio
de las parámetros que relacionaban a la historia (información)
contenida en un libro, en relación al receptor (el lector clásico),
con respecto a la contenida en un audiovisual y su receptor (espectador
audiovisual). En el caso del libro, su lectura incita continuamente procesos
de reflexión que exigen un esfuerzo de la mente. En el caso del
audiovisual, el espectador se enfrenta a un tipo de comunicación
sin descanso ni pautas que permitan tal reflexión. La "historia"
audiovisual se adueña de la atención, crea su propia línea
de tiempo y obliga al telespectador a seguirla sin descanso, o a abandonarla.
El mensaje audiovisual, requiere para sí "toda" la atención.
Un programa de TV tiene éxito si "engancha" al telespectador. La
reflexión, si la hay, debe esperar.
En el audiovisual interactivo, aparentemente da mas juego: el espectador
participa, pero en realidad, el usuario sólo puede elegir varias
líneas de tiempo preprogramadas de antemano como secuencias audiovisuales
lineales. Además incluye como personaje el texto, lo que obliga
a un esfuerzo de atención suplementario.
Ya respecto al audiovisual interactivo es significativo lo expresado
por Negroponte: "Los multimedia interactivos, dejan muy poco margen a la
imaginación. Como en una película de Hollywood, los multimedia
interactivos incluyen representaciones tan específicas que la mente
cada vez dispone de menos ocasiones para pensar. En cambio la palabra escrita
suelta destellos de imágenes y evoca metáforas que adquieren
significado a partir de la imaginación y de las propias experiencias
del lector. Cuando se lee una novela, gran parte del color, del sonido,
del movimiento provienen de uno mismo. Pienso que se necesita el mismo
tipo de contribución personal para sentir y entender como "ser digital"
puede influir en nuestra vida" (1).
La cuestión no es si hemos de debatir que todos estos cambios
sean más o menos buenos para la formación y la educación
de los jóvenes o para la vida cultural de los que, supuestamente,
ya no están en periodo de vida "escolar". El asunto es que estos
cambios están sucediendo y van a cambiar casi todos los parámetros
de la cultura tal como la conocíamos, independientemente de que
nuestra opinión sea favorable o no. Los cambios se producen más
allá de nuestros deseos, de la voluntad de los lectores/espectadores.
El salto cualitativo fundamental, sin embargo, va a ser el que los educadores/as
tendrán que hacer su trabajo, lo están haciendo ya, con jóvenes
que habrán nacido con la televisión en el salón, y
el ordenador conectado a Internet en su habitación; que tienen a
través de la una o del otro, acceso desde sus casas o aulas, a información
no controlada o desconocida, en gran parte, por sus profesores y también
por sus padres. Y los niños y jóvenes alumnos recibirán
mucha mas información "no reglada", fuera de las aulas y de su tiempo
educacional que dentro de él. Y el componente y formato básico
de la misma, muy probablemente será audiovisual, no lineal y, desde
luego de formato digital. Habrá que enseñar en las escuelas
y en las universidades además de los que hacen ahora no sólo
a usar sino a protegerse del exceso de información, basura en su
mayor parte, de, por ejemplo, la potencia audiovisual e icónica
de la publicidad audiovisual, ante la que todos y no sólo los jóvenes,
por falta del dominio de su sintaxis y morfología, parecemos indefensos,
tal es su efecto sobre nuestros consumos y los hábitos ciudadanos.
Lo mas duro del próximo futuro que se nos avecina, para nuestro
educadores y los adultos que estamos en inevitable autoformación
continuada, es que deberemos aprender a vivir en un mundo multi-audiovisualizado,
con todo lo que eso conlleva. Deberemos transformar nuestra relación
con la información y mantener la distancia adecuada con ella. Ha
de servir para ayudarnos a la reflexión, no para eliminarla. Los
nuevos medios audiovisuales no suprimen las ventajas de los antiguos. Todos
se complementan y, al mismo tiempo todos compiten entre sí por nuestra
atención. Lo principal será decidir cual es la información
que no vamos a consumir y acertar en la elección.
Tuve ocasión recientemente de preguntarle a José Saramago
sobre la contraeducación que supone la invasión del audiovisual
y la pantallas. "No me gusta esa palabra. En la educación han de
convivir palabras y texto impreso. Es cuestión de equilibrio. Los
centros de enseñanza tiene un serio problema- me dijo-, ahora parece
que sólo la computadora es importante. Y, desde luego, lo que los
educadores deben procurar es hacer comprender a sus alumnos que el libro
sigue siendo la herramienta esencial para su educación. Además,
sobre la página de un libro se puede llorar, cosa que es imposible
hacer sobre el disco duro de un ordenador".
(1) El mundo digital. Nicholas Negroponte. Ediciones B |