c o m u n i c a c i ó n
Marta Torrado
CASI
SE CUIDA MAS LA
IMAGEN
QUE EL LENGUAJE
El lenguaje y discurso político han perdido contenido ideológico
y ya no tienen raíces en la historia del pensamiento, todo se queda
en una politicología de tarde electoral y en unos comentarios muchas
veces sin método.
El lenguaje empleado en los discursos políticos ha cambiado radicalmente
en las últimas décadas, gracias a la aparición en
el universo político de la radio y la televisión como medios
de mivilización. El ciudadano después de votar a un candidato
o a una lista de candidatos continúa asistiendo al espectáculo
e interviniendo de alguna forma directamente en el mismo.
Los salones de sesiones o hemiciclos ya no son los únicos lugares
para debatir y utilizar el lenguaje del discurso político. En el
mundo de los medios de comunicación los votantes se forman su propia
opinión de los gestores públicos. Así es la actual
democracia.
Cuando un político habla desde la tribuna de oradores o desde
su escaño, no se dirigen exclusivamente a quienes están allí
en la sala. Si la radio y la televisión retransmiten la sesión,
el discurso político tiene como destinatarios preferentemente a
los radioyentes y a los telespectadores. Así, el político,
con su lenguaje, busca la adhesión con sus palabras de los que se
encuentran a centenares de Kilómetros. Quince minutos de éxito
en un programa de televisión valen a un político infinitamente
más que un cuarto de hora de intervención seria y documentada
en un foro parlamentario o municipal.
Hay actores políticos que no saben emplear el lenguaje y el discurso
político en el debate con otros adversarios políticos y,
en cambio, triunfan en las pantallas de televisión. Aunque también
hay casos de buenos oradores que resultan incapaces de movilizar a su favor
a los grandes públicos.
La fase siguiente, quizás, sea el discurso político por
ordenador, en la que la relación entre el político y el votante
tendrá otra intensidad, otra frecuencia y otra extensión
en virtud de la utilización d ela informática o internet.
Y es que el lenguaje y el discurso político tiene mucho de espectáculo
por lo que los actores han adquirido conciencia de ello y su discurso se
dirige muchas veces a los seguidores invisibles, a esos millones de telespectadores
o radioyentes junto a los medios audiovisuales.
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Y es que el lenguaje y el discurso político tiene mucho
de espectáculo por lo que los actores han adquirido conciencia de
ello y su discurso se dirige muchas veces a los seguidores invisibles,
a esos millones de telespectadores o radioyentes junto a los medios audiovisuales
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La democracia del futuro se constituirá sobre el lenguaje que
relaciona a los políticos y a los votantes a través de los
medios de comunicación.
El éxito, por ejemplo, de una rueda de prensa o de una entrevista
en un estudio de televisión, influye más en la marcha política
que en una excelente intervención en una asamblea sólo de
políticos. Casi se cuida más la imagen que el lenguaje, pues
de lo contrario con un mal gesto o una mueca desafortunada se puede quedar
arrinconado.
El derecho a la libertad de expresión ha de entenderse de otra
manera, junto al lenguaje del que dice algo hay que tener en cuenta al
que diariamente recibe mucho.
El lenguaje y discurso político han perdido contenido ideológico
y ya no tienen raíces en la historia del pensamiento, todo se queda
en una politicología de tarde electoral y en unos comentarios muchas
veces sin método.
Los discursos políticos hace tiempo que han dejado de ser una
pieza literaria, ninguno de los grandes líderes de los últimas
décadas ha dejado testimonio para la posteridad.
Seguramente son varias las causas de este fenómeno: la decadencia
del valor de los discursos mismos y el carácter propagandístico
con el que en la mayoría de las ocasiones se recurre a tomar la
palabra públicamente.
Entre todos debemos hacer que ésto cambie para que la persuasión
esté al servicio de una argumentación bien trabajada. Los
discursos políticos y en general el lenguaje de los políticos
deben ser de una elaboración coherente, concienzuda y original.
Hay que fortalecer los discursos y ofrecer un mensaje nítido
y atractivo. La situación política del ciudadano al aproximarse
la llegada del siglo XXI exige contar con un lenguaje para la esperanza
y en ello debemos estar todos implicados |