m o n o g r á f i c o
![]() por Norberto M. Ibáñez
“El cuerpo debe estar activo para informarse. Tumbado, en frente
del televisor no se recibe información. Informarse es una actividad
que cuesta dinero, tiempo y un gran esfuerzo por parte del ciudadano quien
debe tener una gran disponibilidad. Informarse bien fatiga ¿Qué
estamos dispuestos a hacer para estar más informados?
Ignacio Ramonet
En primer lugar debemos comprender que la arquitectura de poder ha cambiado.
Ya no es vertical, vectorizada, jerárquica y autoritaria. Aunque,
bien es cierto, que existen estructuras, anacrónicas, que siguen
utilizando este tipo de organizaciones como es el caso del Ejército
o la Iglesia que en otro tiempo fueron imperativas y hoy, afortunadamente,
cohabitan entre nosotros de un modo más pacífico y saludable.
Pero, a otros niveles más pragmáticos como el familiar, empresarial,
educativo, etc., el poder ya no se representa en forma piramidal. Ahora,
las formas de poder circulan libremente, suelen ser consensuales, y se
vienen representando en un trazado horizontal. En este sentido el contingente
humano de Patrones, líderes, presidentes, profesores o padres, jerarcas
en general, ya no interpretan el papel de opresores, caciques o tiranos
absolutistas. Hoy un jefe desea, pretende e intenta ser uno más
del equipo profesional que gestiona su empresa (siempre hay alguna excepción
que viene a confirmar la naturaleza de la regla). Ya no suelen ser seres
broncos y malhumorados que asustaban al personal y nadie se atrevía
a entrar en sus despachos lúgubres y misteriosos. En nuestros días
descubrimos que esos “freaks” que parecían de ficción se
han convertido en seres humanos hechos a la imagen y semejanza de sus empleados:
sencillos, naturales, con buen humor, e incluso puede que compartan las
mismas preferencias musicales o artísticas que muchos de sus subordinados...
se pasea por la empresa como uno más del grupo pidiendo favores,
consejos y organizando cenas para unificar a su gente. La única
diferencia con respecto a los empleados es que con toda seguridad él
se está enriqueciendo y ellos no. En ese sentido, se asemeja todavía
a los viejos patrones imperiosos. Es lógico, ellos, un día
arriesgaron un capital y apostaron, con una fuerte inversión, en
una infraestructuras, unos medios técnicos, una plantilla de trabajadores...
podía salir bien o mal.
Si bien, eran otros tiempos, en nuestros días, el joven asalariado descubre que su jefe se codea con él y dirige el negocio desde un mismo espacio reducido (al final la empresa, a pesar de su amplitud, funciona gracias a la sala donde está internet, los nuevos programas informáticos y los teléfonos) Y, en este punto de inflexión el trabajador piensa “soy luchador como él, cursamos los mismos estudios, he adquirido experiencia en el sector, el material informático con el que cada mes ayudo a incrementar su cuenta bancaria lo puedo comprar a buen precio. Sólo necesito una habitación bien iluminada y en mi casa me sobra una. Porqué no me independizo y comienzo a forjar mi propia fortuna”. Al hilo de lo que vengo diciendo me vine a la cabeza una frase llevada tradicionalmente a la práctica por los japoneses que explicaría bien esta desunión entre patronos y asalariados que dice “el que exhibe su poder exhibe su debilidad porque el enemigo puede saber como derrotarlo”. Por eso un principio de Aristóteles manifiesta que quien tiene la información tiene el poder y, si sabe dosificarla se mantendrá muchos años en el trono y vencerá a futuros enemigos. O Polonio a Laertes en Hamlet cuando le dice “Presta a todos oído, a pocos tu opinión”. La historia de la Literatura, el Pensamiento y la tradición popular y está cargada de frases de este tipo. El problema es que ahora la información es libre. Los patronos no suelen tener más información que un empleado. Por tanto, hay una disociación clara de elementos no necesariamente compatibles, por lo que pueden ser autónomos sin mayor problema. Por tanto de poco sirven los preceptos de antes no más que en el ámbito personal. Evidentemente la clave que permite que el joven empleado dé el paso hacia la autonomía laboral se encuentra en el bajo coste de las últimas tecnologías y el ahorro de mano de obra que éstas suponen: permiten realizar trabajos entre dos personas cuando antes se necesitaba un equipo humano mínimo de diez, al menos en el campo de la comunicación. En este sentido podríamos decir que junto a la democratización de los medios tecnológicos también ha ayudado lo que podríamos llamar una democratización humana, es decir, una linealidad comunicativa sin jerarquías, un trasvase de información fluida e higiénica, una igualdad. Estas dos mutaciones han permitido que cada vez haya más jóvenes que controlen empresas, sobre todo en el ámbito de las nuevas tecnologías y las finanzas, que coticen en valores bursátiles y hagan millonarios a habitantes de todo el planeta. Un ejemplo: en 1990 si alguien invirtió en Yahoo, una empresa desconocida en aquel período, hoy en el año 2000 hubiese superado su inversión un 800% de su valor; esto significa que si invirtió un millón de pesetas hoy tendría 800 más y todo gracias a unos jóvenes, sus ordenadores e internet. La ideología neoliberalista (cruel en los aspectos sociales y medioambientales) ha ayudado en buena medida a esta forma de pensar y actuar. Hoy ser un empleado fijo en una empresa es poco común, más bien un milagro. La mentalidad ha cambiado, hace veinte años los jóvenes pensaban en trabajar sin problemas para alguien. Hoy es imposible ese aspecto sociológico ha cambiado. Por eso las empresas que más cotizan en bolsa son las que menos empleados tienen en plantilla e ingresan cuantiosos beneficios. Cuantos menos empleados tienes más vales en bolsa ¿paradójico, verdad? Los ultraliberales dicen que hay demasiado progreso en las ciudades y que el exceso de progreso provoca el inmovilismo de una sociedad, es decir, si una sociedad se ve muy ayudada nadie quiere trabajar. Un ejemplo de esta política infrahumana fue la llevada a cabo por Margaret Thatcher en los años 80 en Inglaterra, ya que desmanteló los derechos sociales haciendo violenta la separación entre el pobre y el rico. Actualmente en el planeta la distancia que separa al hombre más rico del hombre más pobre es superior a la que separaba al Faraón de Egipto del ciudadano más humilde. La nueva arquitectura se basa por tanto en cuatro cualidades, que como
explica Ignacio Ramonet son: planetarias, permanentes, inmediatas e inmateriales.
Todas ellas con su raíz en internet que exige una Divinización
del proceso: fe, culto, nuevas liturgias...
La suma de estas tareas periodísticas en una misma persona quizás
tenga algo que ver con la imbricacion de tres esferas: información
(diarios,radio, televisiones...), comunicación (marketing,
publicidad...) y cultura de masas (libros, cine...), que hace años
también eran autónomos y ahora la segunda, comunicación,
absorbido a las otras dos.
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