Crítica por Norberto M. Ibáñez El autor deja ya patente en el título de su obra que el contenido de ésta tiene como unívoco objetivo analizar y revisar el panorama internacional político contemporáneo desde un punto de vista crítico y con un tono considerablemente pesimista. En los últimos diez años
el mundo ha sufrido una tremenda metamorfosis que, según el autor,
ha perjudicado en gran medida a la calidad de vida de la gran mayoría
de los ciudadanos de todo el planeta que viven "en un clima general de
queja y desengaño".
En este interesante análisis el Director del periódico Le Monde Diplomatique afirma que vivimos en la era de la globalización o mundialización donde es prácticamente imposible que un país viva independiente de otro. Debido a las fórmulas económicas neoliberalistas que se han implantado en todos los países, como la forma más correcta de marcar y conducir las políticas, sirven de paradigma para encadenar y conectar a todos los países occidentales. En ese sentido, los gobiernos de los países dejan de ejecutar políticas, pues, el verdadero ejecutor es el sistema financiero, el mercado, es decir, el capitalismo que actúa como poder invisible dejando a los gobiernos nacionales como meros gestores de las políticas que el mercado marca. "El poder ha sido desplazado y ha desaparecido de los lugares concretos donde se circunscribe la política". Este paso supone una recesión importante de los sistemas democráticos pues "para salvar el mercado, Occidente acepta sacrificar la democracia". Quien verdaderamente gobierna es el mercado que todos los días vota autoritariamente para marcar políticas internacionales que serán implantadas por los gobernantes; nadie les ha elegido ni votado para que ejerzan ese poder, por lo que se cuestionan las reglas más básicas de la Democracia. Una de las principales consecuencias negativas de estas políticas radica en el deterioro del sistema social que "ha llevado consigo profundas consecuencias como el agravamiento de las desigualdades, aumento del paro, desindustrialización, degradación de los servicios públicos..." Y todo bajo una consigna: "hay que comunicar". Todo ello provoca una disolución de la identidad del Estado ya que los grandes ejecutores del concierto político de los gobiernos estatales son el Fondo Monetario Internacional, Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, Organización Mundial del Comercio, FBI, OTAN... por lo que "los políticos están bajo el control de los mercados financieros"..."alimentando de este modo los nacionalismos más agresivos". Este nuevo orden mundial se viene llamando en los últimos años el Pensamiento Único: laissez faire, laissez passer, donde lo económico prevalece sobre lo político. Por tanto, estamos ante una "mano invisible" que gobierna sin escrúpulos, difícil de enfrentarse a ella debido a su forma etérea. En esta línea de actuación "... el Estado se ve tentado actualmente a desentenderse de la política de la ciudad y desdeñar el mantenimiento de las infraestructuras indispensables". En este caos de mutaciones y cambios
recientes que están orientando las vidas de miles de ciudadanos,
los medios de información no quedan al margen y se convierten en
cómplices de la mano invisible y legitima todas su acciones, convenciendo
a la opinión pública de que el sistema basado en la alta
competitividad, librecambio, productividad, rentabilidad rápida,
etc., no representa ninguna amenaza para las sociedad. Las denuncias hacia
los medios de comunicación sobre esta forma distorsionada de contar
los acontecimientos que, en definitiva,"agrava las confusiones y multiplica
los tópicos", han ayudado a que los ciudadanos cada vez sean más
escépticos ante las noticias que aparecen en la prensa o cualquier
otro soporte mediático.
Ignacio Ramonet suele intercalar en cada capítulo del libro una serie de preguntas que, siendo capaces de encontrar la respuesta encontraríamos una manera, quizás más humana y racional de organizar el mundo: ¿No ha llegado el momento de preguntarse a escala planetaria si es necesario un nuevo contrato social mundial? ¿Pueden los gobiernos europeos proseguir el derribo del edificio social? ¿Puede tener sentido una economía sin eficacia social? ¿Sabrán los ciudadanos movilizarse para evitar tan nefastas consecuencias? ¿Serán capaces los ciudadanos de hacer frente a todas las incertidumbres? ¿Cómo resistir al cerco de la ideología dominante?. |